La Reforma Agraria Republicana





La agricultura suponía, en 1931, respecto al total del PIB, el 24'2%. La producción de los campos animaba o deprimía en ese año la vida económica de la nación.
La cosecha de trigo de 1931 fue y, por ello, Marcelino Domingo decidió importar trigo argentino, sin percibir que la depresión mundial podía multiplicar su efecto en España.
«El Norte de Castilla», con su muestreo tradicional, anunció que la cosecha de 1932 iba a ser magnífica, como efectivamente sucedió.
La llegada del trigo argentino, sumado a las buenas perspectivas agrarias provocó tal caída de precios, que se hundió el poder adquisitivo de los campesinos, y con él, el de todos los españoles.
La fuerte contracción del gasto público que pretendió evitar la caída de la cotización de la peseta, a pesar de que Keynes en Madrid en 1930 señaló que la caída de la peseta facilitaría las exportaciones españolas y, por ello, ayudaría a España a salir de la crisis.
El déficit presupuestario fue, por eso, únicamente de un 0'2 por ciento en 1931, y de un 0'6 por ciento en 1932, del PIB.
Lluc Beltrán, en su carta a Keynes del 17 de noviembre de 1934 —publicada en los «Anales de la Real Academia de Doctores de España» 2009— decía textualmente: «Al iniciarse la bajada mundial de los precios en 1929, la peseta comenzó a bajar en consonancia, con la feliz consecuencia de mantener… la normalidad de nuestra actividad industrial.
Por el contrario se consideró que la bajada del cambio de la peseta se  vio como preludio de un desastre para la economía española ya que el tipo de cambio de la peseta dejó de seguir la tendencia de los precios mundiales. Al elevarse, dio lugar a una caída de los precios nacionales. Fue en ese momento cuando se empezó a notar en España los efectos de la depresión mundial».
El freno planteado a las obras públicas y la crisis agraria provocaron de consuno un largo desempleo, descomunal para entonces, agravado por la política de Largo Caballero, favorable a la subida de los costes salariales, esencialmente en la agricultura al poner en marcha un arbitrio típico: la Ley de Términos municipales, de 28 de abril de 1931, por la que los empresarios rurales de cada municipio debían dar ocupación, con altos salarios, a los parados que existiesen en él.
Sus consecuencias: en 1933 esta política motivó que estuviesen «un número muy considerable de ciudadanos del interior con un nivel de de vida medieval.

La II República puso en marcha una Reforma Agraria para paliar esta situación.
Al decidir liquidar el proyecto del Banco Agrario, por ese miedo reverencial que a la gran Banca española tenía Azaña, ¿cómo sin crédito iban a prosperar los nuevos propietarios? ¿De qué iban a vivir hasta que vendiesen las cosechas? ¿Y cómo podrían comprar desde abonos hasta la cebada para las mulas?
Por eso, la Reforma Agraria nació muerta, y solo se orientó en forma de castigo político para quienes se sospechase habían tenido algún contacto con el golpe militar de Sanjurjo en agosto de 1932.
Esto provocó una expropiación muy importante en  las pequeñas propiedades ajenas al latifundismo. Así se creó, adicionalmente, un clima de odios en muchas pequeñas localidades agrarias, que explican el por qué de  muchos de los abundantes sucesos sangrientos a partir de 1936.
Esta situación provocó un considerable aumento del paro, lo que acentuó las tensiones sociales, las cuales, a su vez, frenaban la expansión, al empeorar las expectativas empresariales.
Y para agravarlo todo, gracias a la puesta en marcha del Estatuto de Cataluña, como explicaron con contundencia Larraz y Calvo Sotelo, se rompió el mercado interior y se alteró profundamente la marcha de la Hacienda.
La síntesis de todo lo señalado se encuentra en estas frases de Jordi Palafox en «Atraso económico y democracia. La II República y la economía. 1892-1936» (Crítica, 1991, págs. 179 y 181): «El impacto sobre la economía de la proclamación de la República fue brutal», porque los acontecimientos «provocaron una profunda sensación de inseguridad entre los sectores económicos con más poder».
Simultáneamente, se acentuó el intervencionismo, y los fenómenos de un fuerte corporativismo ajeno al mercado se generalizaron.
Pedro Fraile Balbín, en su excelente trabajo «La intervención económica durante la II República» (en el volumen I de «1900-2000. Historia de un esfuerzo colectivo», Planeta. Fundación BSCH, 2000), señaló que «el predominio de los responsables políticos sin formación profesional económica, o, lo que es aún peor, con las intuiciones que formaban el conocimiento común de lo económico en aquel tiempo, era patente entre todos los ministros desde 1931 hasta los últimos gobiernos».
El inicio de este caos económico motivó que el PIB por habitante a precios de mercado disminuyese respecto a 1929 nada menos que un 9'5 por ciento en 1933, junto con un fuerte aumento de desempleo.
En este caos económico los costes sociales (los que tuvieron que pagar las familias) tuvieron su origen en  las medidas iniciadas en 1931 y que era inédito desde 1874.
«La Reforma Agraria nació muerta, y solo se orientó en forma de castigo político para quienes se sospechase habían tenido algún contacto con el golpe militar de Sanjurjo en agosto de 1932. Esto provocó una expropiación muy importante en los ruedos de los pueblos»

Segunda República Española




II República:
Antecedentes:
La monarquía parlamentaria de Alfonso XIII fue acosada desde su inicio:
*.- Los socialistas y los anarquistas pretendían eliminarla y sustituirla por sus diferentes modos de socialismo.
*.- Los republicanos deseaban implantar la República.
*.- Los catalanistas (luego también los nacionalistas vascos) necesitaban la destrucción del sistema de la monarquía liberal para materializar sus distintos proyectos.
 Estas fuerzas, al principio, fueron minoritarias y actuaron descoordinadas. En 1917 los republicanos, socialistas y catalanistas, con el apoyo de un sector del ejército, comprobaron que era posible abatir el sistema parlamentario vigente.
Las crisis de 1917 quedó superada porque los catalanistas (un movimiento esencialmente burgués) temieron verse desbordados por los colectivos obreristas y porque el ejército aceptó al poder constitucional ante el evidente peligro de ruptura de la “unidad de la patria” y de la alteración revolucionaria del orden social.
 El pronunciamiento de Primo de Rivera fue aceptado por los nacionalistas catalanes (acabaría con el pistolerismo anarquista adueñado de Barcelona) y el PSOE aceptó colaborar con la dictadura para acabar con esos mismos anarquistas a los que consideraba peligrosos rivales.
Al terminar la dictadura, los nacionalistas catalanes y los socialistas eran más fuertes y estaban convencidos de que podrían aniquilar el sistema si actuaban adecuadamente. Para ello no articularon una estrategia legalista sino un entramado golpista que incluyera a sectores concretos de las fuerzas armadas. La conspiración contó también con los republicanos.
En la primera mitad de 1930, un grupo de personalidades empezaron a organizarse para sustituir la monarquía parlamentaria por un sistema republicano.
En el Pacto de San Sebastián (verano de 1930) (1), Niceto Alcalá Zamora, Manuel Azaña, Lerroux, Maura, Casares Quiroga, Prieto, entre otros, concretaron el proyecto. Sus firmantes constituyeron después el primer gobierno provisional de la República.

Una fallida proclamación de la República.
La conspiración republicana actuó desde Madrid en torno al Comité Revolucionario presidido por Alcalá Zamora. Militares partidarios de la república y estudiantes de la FUE empezaron también a movilizarse. El movimiento republicano era minoritario. La suma de afiliados de los sindicatos UGT y CNT apenas alcanzaba al veinte por ciento de los trabajadores y el PCE, nacido unos años atrás de una escisión del PSOE, era minúsculo.
Fijaron el 15 de diciembre de 1930 como fecha para implantar la República mediante un golpe militar.
La fecha fue adelantada por los oficiales Galán y García Hernández que el día 12 sublevaron la guarnición de Jaca. El 15 de diciembre, Queipo de Llano y Ramón Franco, intentaron otra sublevación armada en Cuatro Vientos. Estos dos intentos fracasaron y los “conspiradores” o se escondieron, huyeron o fueron encarcelados.
El proceso conspirativo pudo haberse abortado si el Gobierno hubiera hecho público el intento fallido de derrocar la monarquía constitucional mediante la violencia armada de un golpe de estado. Sin embargo, la clase política monárquica optó por el diálogo con los que deseaban su fin. Que la “posibilidad revolucionaria” se convirtiera en “realidad” se debió no tanto a la voluntad popular sino a una curiosa mezcla de miedo y de falta de información.

Elecciones municipales en abril de 1931.
El 5 de Abril de 1931, tuvo lugar la primera fase de las elecciones municipales (ni republicanos ni monárquicos suponían que éstas servirían para cambiar el régimen político vigente).
Debían elegirse 81.100 concejales para los 9.259 ayuntamientos de la nación. La Ley electoral  vigente establecía que si en una demarcación sólo se había presentado una sola candidatura, ésta quedaba electa automáticamente. Por este procedimiento quedaron elegidos 14.018 concejales monárquicos y 1.832 republicanos.
El 12 de Abril se celebró la segunda fase de las elecciones en los lugares donde existían varias candidaturas. Como resultado de las votaciones, salieron elegidos 22.150 concejales monárquicos y 5.775 republicanos.

monárquicos
republicanos
Total
5 de abril de 1931
14.018
88,44%
1.832
11,56%
15.850
12 de abril de 1931
22.150
79,32%
5.775
20,68%
27.925
total
36.168
82,62
7.607
17,38%
43.775

A pesar de la derrota de las candidaturas republicanas, los monárquicos, los miembros del Gobierno y los militares Sanjurjo y Berenguer, desmoralizados, interpretaron estos resultados como un desastre al triunfar las candidaturas republicanas en las grandes ciudades.
El Gobierno emitió un comunicado:
«El Consejo de ministros ha examinado el resultado de las elecciones verificadas ayer. Aunque las elecciones municipales, por su naturaleza, han sido siempre de carácter administrativo, el Gobierno no desconoce que al ser las primeras celebradas desde el año 1923, los sucesos acaecidos desde aquella fecha y el espíritu que a este acto imprimieron las propagandas preparatorias del mismo les han dado un innegable carácter político.
No se oculta al Gobierno y a su sinceridad demostrada en el periodo preliminar de la elección, la importancia de no desvirtuar el alcance político de la resultante de estas elecciones.
La afirmación expresivamente adversa a los partidos monárquicos pronunciada en muchas de las más importantes ciudades de España, aún cuando se halle contradicha y superada por el gran número de los que fuera de ellas han votado, induce al Gobierno a facilitar a Su Majestad el Rey que pueda oir otras opiniones y resolver con plena autoridad.
Y al propio tiempo le obliga a aconsejar a ésta que en el plazo más breve posible ofrezca a la voluntad nacional ocasión de pronunciarse más segura y eficazmente en unas elecciones parlamentarias con todas las garantías legales para la expresión libre de la conciencia ciudadana».

La decisión del Director General de la Guardia Civil, general Sanjurjo, en la noche del 12 al 13 de Abril, fue crucial para la proclamación de la II República.
Éste informó al Gobierno, por telégrafo, que si la gente se rebelaba contra la monarquía, no daría órdenes para que su rebelión fuese reprimida. Tal información fue conocida inmediatamente por los republicanos (2) 
Maura y Romanones, de acuerdo con el Rey, anunciaron elecciones a Cortes, propuesta que fue rechazada por el Comité revolucionario que, además, exigió la marcha de “Gutiérrez” (nombre despectivo con el que designaban a Alfonso XIII).
Con el fin de bloquear a posibles disidentes, se produjeron manifestaciones que fueron presentadas como incontrolables y espontáneas (3).

“A las nueve, el conde fue a palacio. Don Alfonso abordó inmediatamente el tema electoral subrayando la derrota. Aznar (el almirante) intentó echar agua al vino y Don Alfonso le interrumpió diciendo: “Déjese de consuelos. No los necesito. Sé cuanto debo saber y mi resolución es inquebrantable. No me olvido que nací Rey y lo soy”, y enseguida, rectificando la frase: “que lo era. Pero hoy, por encima de todo, no olvido que soy español. No hay tiempo que perder. Los acontecimientos se precipitan”.
Y sugirió parlamentar con Alcalá-Zamora. Luego pasó a la cámara real el ministro opuesto al abandono, La Cierva, que aconsejó resistir.
El monarca, irritado, le acusó de no ver más allá de sus narices y de olvidar el largo plazo.
“No puedo consentir que con actos de fuerza para defenderme se derrame sangre y por eso me aparto de este país”.
El ministro le replicó: “El Rey se equivoca si piensa que su alejamiento y pérdida de la Corona evitarán que se viertan lágrimas y sangre en España. Es lo contrario, señor”. Fue, sin duda, una de las pocas escenas realmente dramáticas de aquellos días, que tienen más bien un aire bufo”.
“Sé cuanto debo saber”, aseguró Alfonso XIII. ¿Sabía que las candidaturas monárquicas habían ganado las elecciones? ¿O sabía que con aquella pandilla de políticastros monárquicos no iba a ninguna parte?.
La Cierva, no el rey, veía más allá de sus narices

Alfonso XIII claudicó y los políticos constitucionalistas se rindieron a los republicanos.
El 14 de Abril de 1931 fue proclamada la República en Eibar, Madrid y Barcelona, luego ésta se extendió a toda la Nación.
La familia real abandonó España. Ondeaban banderas tricolores y rojas junto a los retratos de Pablo Iglesias. Se oían vivas a la República y mueras al rey.
Con la música del Himno de Riego, se cantaba: Si los curas y frailes supieran/la paliza que se van a llevar/subirían al coro cantando/libertad, libertad, libertad.

MANIFIESTO DE ALFONSO XIII (ABC, 17-IV-1931)
«AL PAÍS
He aquí el texto del documento que el Rey entregó al presidente del último Consejo de ministros, capitán general Aznar:
Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas.
Un Rey puede equivocarse, y sin duda erré yo alguna vez, pero sé bien que nuestra Patria se mostró en todo momento generosa ante las culpas sin malicia.
Soy el Rey de todos los españoles, y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz  forcejeo con quienes las combaten. Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósito acumulado por la Historia, de cuya custodia ha de pedirme un día cuenta rigurosa.
Espero a conocer la auténtica y adecuada expresión de la conciencia colectiva, y mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder Real y me aparto de España, reconociéndola así como única señora de sus destinos.
También ahora creo cumplir el deber que me dicta mi amor a la Patria. Pido a Dios que tan hondo como yo lo sientan y lo cumplan los demás españoles.»

SINTESIS:
Evolución política de la II República desde su proclamación hasta 1933.
*.- En las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 triunfaron los republicanos en las grandes ciudades (45 de las 50 capitales de provincia) y en las zonas industriales.
*.- Alfonso XIII, aconsejado por sus ministros, abandonó España y marchó al exilio.
*.- El 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República española en medio del entusiasmo general, sin violencia.
*.- Se formó un Gobierno Provisional (4), presidido por Niceto Alcalá Zamora con personalidades de los partidos del Pacto de San Sebastián (5).
*.- El 28 de junio de 1931 se convocaron elecciones generales a Cortes Constituyentes (6). Concurrieron muchos partidos. La izquierda obtuvo 279 escaños frente al centro (119) y la derecha (41).
*.- Los partidos de izquierda más votados fueron el PSOE y Acción Republicana (más tarde llamado Izquierda Republicana) liderado por Manuel Azaña, un partido progresista de intelectuales y profesionales urbanos partidario de modernizar y democratizar España con reformas efectuadas sin violencia.
*.- Las Cortes aprobaron en diciembre la Constitución de 1931. Definía a España como "una república democrática de trabajadores de todas clases que se organiza en régimen de libertad y justicia" y como un Estado único, pero con autonomía de las regiones; las Cortes unicamerales eran elegidas por sufragio universal (por primera vez con derecho a voto de la mujer). El Estado se declaraba laico, separándose Estado e Iglesia.
*.- Un gobierno de coalición republicano-socialista presidido por Azaña, emprendió un programa de profundas reformas (Bienio reformista) para solucionar los graves problemas heredados.
*.- En la presidencia de la República el católico Alcalá Zamora.

La II República ante los principales problemas de España: las reformas políticas sociales y económicas.
La II República significó inicialmente un intento de profunda renovación política, económica, social y cultural, que debería llevarse a cabo en el marco de un nuevo régimen constitucional.
En esta tentativa estuvieron unidos durante una primera etapa diversos grupos políticos representativos de la clase media y de la clase obrera, los cuales fracasaron pronto pues la empresa reformista se vio rebasada y contrarrestada en un doble plano por:
*.-  las corrientes revolucionarias de base proletaria
*.- determinadas fuerzas sociales conservadoras que se oponían a la proyectada reestructuración socioeconómica y a la ideología laicista de los creadores de la República.

La II República contó con cinco años tormentosos (1931-1936)  y una larga muerte de tres (1936-1939).
La II República nació en plena depresión económica, consecuencia de la Crisis de 1929 y cuyas consecuencias llegaron con toda crudeza a España cuando ésta empezaba a perder su condición tradicional de país netamente agrario, contribuyendo a agravar los problemas propios derivados de su escaso desarrollo industrial y que tradujeron en una caótica situación laboral.
A mediados de 1932 España tenía alrededor de medio millón de parados, de los cuales la mitad eran trabajadores del campo. A finales de 1933 los parados superaron los 600.000 (de los que un 60% pertenecían al sector agrario, también eran numerosos los mineros y trabajadores de la siderurgia). Los parados en 1936 llegaron a los 700.000.
Ante tal situación se produjo un correlativo crecimiento de las grandes centrales sindicales (UGT y CNT), llegando a contabilizar un millón de afiliados cada una. Esta importante fuerza obrerista reclamaba profundas transformaciones socioeconómicas, especialmente en el campo, suscitando la oposición de otros elementos sociales y estableciendo un progresivo distanciamiento que provocó enfrentamientos..
A lo anterior se unió un factor político internacional: la creciente tensión política europea originada por la extensión del fascismo en Alemania e Italia enfrentado a las democracias occidentales (especialmente representadas por Francia e Inglaterra) y el totalitarismo stalinista en Rusia..

LA REPÚBLICA RENOVADORA:

BIENIO IZQUIERDISTA (1931-1933).

Gobierno Provisional presidido por un exmonárquico liberal (Niceto Alcalá Zamora) y en el que estuvieron representados todos los partidos que habían suscrito el Pacto de San Sebastián:
*.- Republicanos conservadores (Alcalá Zamora y Maura)
*.- Radicales (Alejandro Lerroux).
*.- Radical socialistas (Marcelino Domingo)
*.- Nueva izquierda republicana (Manuel Azaña)
*.- Socialistas y líderes sindicales (Largo Caballero e Indalecio Prieto)
*.- Intelectuales (Fernando de los Ríos)
*.- Autonomistas catalanes (Nicolás d’Olwer)

Durante los seis meses del Gobierno provisional se inició la legislación reformista:
*.- Decreto de “laboreo forzoso” que obligaba a los terratenientes a cultivar sus tierras so pena de ceder su explotación a entidades campesinas.
*.- Importantes medidas sobre la enseñanza.
*.- Aunque  tuvo que hacer frente a los catalanistas seguidores de Maciá que, fuera de la legalidad, proclamaron el Estado Catalán sin esperar a la legislación parlamentaria de la autonomía; a los incendiarios de conventos en Madrid y otras ciudades, a las importantes huelgas convocadas por los anarquistas y a la conflictividad agraria (especialmente intensa en Andalucía).
Las elecciones a Cortes Constituyentes (junio de 1931) significaron un claro triunfo de la conjunción republicano-socialista. Las derechas, desconcertadas, quedaron fragmentadas en pequeñas minorías. Los anarquistas, a pesar de su abstencionismo político, parecieron acoger en un principio favorablemente al nuevo régimen republicano.
El 28 de junio de 1931 se celebraron elecciones, la participación superó el 70%. El sistema electoral, que primaba las mayorías, se tradujo en un triunfo del Gobierno provisional. Las elecciones dieron la mayoría de los escaños a los socialistas y republicanos, los partidos que pertenecían a la izquierda y al centro. Manuel Azaña, fue elegido nuevo jefe de gobierno.
formaciones centro-izq.
esc.
formaciones centro-der.
esc
psoe
117
partido radical
93
p. r. radical-socialista
59
partidos monárquicos
36
esquerra catalana
32
p. republicano conservador
27
acción republicana
27
partido agrario
26
orga (nacionalistas gallegos)
16
vasconavarros
14
agrup. al servicio de la republica.
14
lliga regionalista
3
federales
14
otros partidos centro-der.
6

Proclamación de la Constitución de 1931, que había sido largamente discutida en las Cortes Constituyentes, investidas con carácter exclusivo de la soberanía nacional.
España quedó constituida en una “República democrática de trabajadores”.
El poder legislativo lo ejercía una sola Cámara parlamentaria.
*.- Se reconocía el derecho de voto a la mujer.
*.- Posibilitaba la “la expropiación forzosa por causa de utilidad social, mediante adecuada indemnización”.
*.- Se concedía la autonomía a las regiones que lo deseasen.
*.- Se consagraba la separación entre Iglesia y Estado.
*.- La tendencia laicista se concretó en la supresión de los Jesuitas y la secularización de la enseñanza).
Alcalá Zamora fue elegido Presidente de la República por todos los grupos políticos que formaban el Gobierno. Manuel Azaña recibió el encargo de formar un nuevo Gobierno (ya constitucional).

GOBIERNO DE AZAÑA-PSOE Y EL PROGRAMA IZQUIERDISTA:
Manuel Azaña (perteneciente a la izquierda republicana burguesa) gobernó durante los dos primeros años de la República, en alianza con la primera fuerza parlamentaria (los socialistas) e incorporó a su gobierno a representantes de Acción Republicana y de los Radical-socialistas y de los regionalistas catalanes y gallegos. El partido radical de Lerroux (incompatible con los socialistas) quedó fuera del Gobierno, en oposición moderada de centro.
Este Gobierno se propuso llevar adelante un ambicioso programa izquierdista de renovación socioeconómica y cultural.

El problema social

El problema social giró en torno a los dos grandes sindicatos (anarquista y socialista).
El movimiento anarquista constituyó la oposición mas violenta a la República. En el resto de Europa el anarquismo, como fenómeno de masas, había desaparecido después de la I guerra mundial. En España siguió creciendo, especialmente en Andalucía y Cataluña agrupado en torno a una organización anarcosindicalista, la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que ya en 1920 tenia 700.000 militantes. Su objetivo final era la total emancipación de los trabajadores, su instrumento, la huelga revolucionaria.
Los anarquistas se oponían a la Republica por principios, rechazaban cualquier tipo de gobierno y luchaban por una sociedad libre e igualitaria, sin dios, sin amos y sin propiedad privada.
Dentro del anarquismo, sin embargo, existían diversas corrientes que lo dividían:
*.- Los puristas sólo se conformaban con una revolución social completa.
Entre los puristas más radicalizados, algunos lideres (como Buenaventura Durruti y Francisco Ascaso), se unieron a la FAI (Federación Anarquista Ibérica), fundada en 1927 y cuyo objetivo era la oposición al revisionismo anarquista.
*.- Los moderados, con Angel Pestaña y Juan Peiró al frente, aunque seguían los mismo objetivos creían que era necesario obtener de inmediato algunas concesiones del Gobierno que mejoraran la condición de los obreros.
El movimiento socialista obtuvo un fuerte impulso durante los años de la I Guerra Mundial. En 1920, su sindicato, la UGT (Unión General de Trabajadores) tenía 200.000 miembros. La UGT no fue ilegalizada durante la Dictadura de Primo de Rivera. Su principal dirigente, Francisco Largo Caballero, fue Ministro de Trabajo durante el primer gobierno de la República.

El problema militar

El Ejército se mostró alarmado con algunas reformas republicanas:
Consideraban amenazada la unidad de la nación.
Algunas de las reformas para modernizar el ejército se vieron con desconfianza. La llamada “Ley Azaña” admitía el retiro, con el sueldo íntegro, de todos los generales y oficiales que no quisieran prestar juramento de fidelidad a la República.
El 10 de agosto de 1932 el general José Sanjurjo, que había declarado su lealtad al nuevo gobierno en 1931, se levantó contra la República en Sevilla. El golpe fracasó pero evidenció el creciente descontento militar.

Reforma militar:
Se pretendía someter el ejército a la autoridad civil y aumentar su eficiencia reduciendo su oficialidad.
Ya iniciada por Azaña en el Gobierno provisional, en cuanto ministro de la Guerra, centrada en la reducción del excesivo número de oficiales (facilitándoles el retiro voluntario se pretendía alejar también del ejército a los militares no simpatizantes con el nuevo régimen político). Se suprimió también la ley de jurisdicciones especiales. Se encargó del orden público a la recien creada Guardia de Asalto (adicta a la República)

El problema Religioso:

Se eliminaba la subvención al clero, la religión en las escuelas, se prohibía a las órdenes religiosas ejercer la enseñanza, se reconocía el matrimonio civil y el divorcio y se disolvía la Compañía de Jesús . El gobierno no supo atajar la violencia anticlerical que estalló en mayo de 1931 en Madrid y otras ciudades. Muchos católicos identificaron República con ataque a la Iglesia y a sus creencias religiosas.
Los republicanos y socialistas en el gobierno pretendían reducir el poder de la Iglesia, como aliada del poder y defensora del inmovilismo.
En el otoño de 1931 las Cortes prepararon un anteproyecto de Constitución que pretendía acabar con el enorme poder de la Iglesia. El artículo 26 separaba Iglesia y Estado. El 13 de octubre de 1931, Manuel Azaña declaró que: “España ha dejado de ser católica”, ya no era un país de corte clerical.
Las cláusulas anticlericales de la nueva Constitución se debatieron agriamente en las Cortes y, por la mayoría republicano-socialista, todas salieron adelante. La Constitución se promulgó en diciembre de 1931.
A lo largo de 1932 y 1933 la República promulgó leyes destinadas a acabar con la influencia de la Iglesia en la sociedad:
*.- Disolución de la Compañía de Jesús y confiscación de sus bienes.
*.- Matrimonio civil, divorcio y secularización de cementerios.
*.- Ley de Congregaciones religiosas.
*.- Prohibición de la enseñanza a las órdenes religiosas (se pretendía un moderno sistema de enseñanza laica. Los proyectos iniciales se vieron frenados por falta de presupuestos. En dos años se crearon más de 13.000 nuevas escuelas. Hubiera sido más prudente que la República no hubiera atacado a las órdenes religiosas, que ya disponían de buenos colegios. El cierre de los mismos planteó graves problemas de ubicación de nuevos alumnos.

El problema regional

Se concedió a Cataluña en 1932 el Estatuto de Autonomía: un Gobierno autónomo, la Generalitat, tenía competencias en cultura, obras públicas y orden público. En el País Vasco el proyecto de Estatuto elaborado por el Partido Nacionalista Vasco y los carlistas, fue rechazado por tradicionalista y poco democrático. No habrá Estatuto de Autonomía hasta el comienzo de la guerra civil.
La proclamación de la República impulsó a los movimientos nacionalistas. La nueva Constitución republicana mencionaba la posibilidad de conceder la autonomía a aquellas regiones que lo solicitasen.
Ante las demandas del catalanismo político, la República autorizó un plebiscito en Cataluña para el establecimiento de su Estatuto de Autonomía (592.961 votos a favor y 3.276 en contra). En el verano de 1932, el Estatuto Catalán se convirtió en ley y se constituyó la Generalitat. El catalán y el castellano serían las lenguas oficiales.
En el País Vasco, la profunda confesionalidad del PNV chocó con un gobierno republicano de corte anticlerical. La promulgación de su Estatuto se pospuso hasta octubre de 1936, en plena guerra civil.
También se iniciaron otros procesos, inconclusos, de autonomía en Galicia, Valencia e incluso en diversas provincias castellanas.

La reforma educativa: La escuela primaria era obligatoria, gratuita, laica y mixta. Se incrementó en un 50% el dinero destinado a educación, construyéndose más de 10.000 escuelas y se crearon 7000 mil puestos de maestros, mejor pagados. El programa de "Misiones Pedagógicas"(7)] llevó la cultura a regiones rurales atrasadas.
 

El problema agrario.

En septiembre de 1932 se aprobó la Ley de Reforma Agraria, con oposición de la derecha, representante de los terratenientes. Se buscaba acabar con el latifundismo, el absentismo y la miseria de 2 millones de jornaleros .
Se expropian sin indemnización las tierras a los Grandes de España  y se declaran expropiables con indemnización los latifundios mal cultivados o sistemáticamente arrendados. Las tierras serían entregadas a los campesinos.
Se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA). El ritmo de la reforma fue muy lento y sus resultados escasos (en 1934 sólo se habían realizado 8000 asentamientos). Los campesinos se sintieron decepcionados con la República, inclinándose hacia posturas revolucionarias anarquistas (sucesos de Casas Viejas). Por otro lado los terratenientes se mostraron claramente hostiles.

El problema agrario era uno de los más complicados, la agricultura en los años 30 era el principal sector de la economía del país. Los trabajadores del campo esperaban que reformas drásticas e inmediatas. Andalucía era una región de profundos contrastes sociales y económicos, de latifundios y terratenientes, con más de 700.000 jornaleros que vivían en la miseria.
Las tensiones en la España rural representaron una amenaza para la República. La reforma agraria de 1932, una ley complicada y cautelosa, solo sirvió para desilusionar a muchos jornaleros e irritar a los terratenientes.
Los jornaleros querían apoderarse de las tierras que la República dudaba en entregarles. Pronto se comprobó que la reforma era prácticamente imposible, al menos en un corto espacio de tiempo.
Para ella se creó un Instituto de Reforma Agraria, frente al Proyecto de asentar anualmente en nuevas tierras a 60.000 campesinos, después de dos años de actuación sólo 12.000 estaban en tal situación.
Entre los propietarios y terratenientes cundió la alarma, entre los campesinos la desilusión por la lentitud de la Reforma Agraria. La violencia revolucionaria se manifestó en Castilblanco, Arnedo y Casas Viejas.
En Castilblanco (Badajoz) estalló una huelga general el 31 de diciembre de 1931. Al intentar disolverla, los campesinos reaccionaron violentamente matando a cuatro guardias civiles. En Arnedo (La Rioja), murieron siete trabajadores y quedaron heridos treinta más al disolverse a disparos de la Guardia Civil la manifestación que se celebraba ante el Ayuntamiento del pueblo. Fue destituído el director general de la Guardia Civil, el general Sanjurjo.
A principios de 1933, en Casas Viejas (Cádiz),  los campesinos, después de declarar el comunismo libertario, asaltaron el cuartel de la Guardia Civil, asesinando a varios de guardias. La llegada de refuerzos permitió reprimir el levantamiento, las autoridades republicanas fueron acusadas de haber organizado una matanza.

COMENTARIO: EL PROBLEMA AGRARIO

«El nuevo régimen se instauró sin causar víctimas ni daños. Una alegría desbordante inundó el país. La República venía realmente a dar forma a las aspiraciones que desde los comienzos del siglo trabajaban el espíritu público, a satisfacer las exigencias más urgentes del pueblo.
La sociedad española ofrecía los contrastes más violentos. En ciertos núcleos urbanos, un nivel de vida alto, adaptado a todos los usos de la civilización contemporánea, y a los pocos kilómetros, aldeas que aparecen detenidas en el siglo XIV. Casi a la vista de los palacios de Madrid, los albergues miserables de la montaña.
Provincias del noroeste donde la tierra está desmenuzada en pedacitos, que no bastan para mantener al cultivador; provincias del sur y oeste, donde el propietario de 14.000 hectáreas detenta en una sola mano todo el territorio de un pueblo.
La República, como era su deber, acentuó la acción del Estado. Acción inaplazable en cuanto a los obreros campesinos. El paro que afectaba a todas las industrias españolas, era enorme, crónico, en la explotación de la tierra.
Cuantos conocen algo de la economía española saben que la explotación lucrativa de las grandes propiedades rurales se basaba en los jornales mínimos y en el paro periódico durante cuatro o cinco meses del año, en los cuales el bracero campesino no trabaja ni come. Con socialistas ni sin socialistas, ningún régimen que atienda al deber de procurar a sus súbditos unas condiciones de vida medianamente humanas, podía dejar las cosas en la situación que las halló la República.»
Manuel Azaña: Causas de la guerra de España, 1939.
Gran empresa que pretendió atacar el mayor defecto estructural de la Nación (desaparición del latifundio y del absentismo y proporcionar tierra suficiente a los campesinos desprovistos de ella).
La Ley de Bases para la Reforma Agraria se discutió en las Cortes en la primavera de 1932 y afectaba a grandes zonas latifundistas (Andalucía, Extremadura, Ciudad Real, Toledo, Albacete, Salamanca).
Se señalaron las fincas que debían ser expropiadas por no ser explotadas directamente por sus dueños o por pertenecer a Grandes de España (cuyos títulos habían sido abolidos) a fin de entregarlas a familias y colectividades campesinas.
Las expropiaciones (salvo en las tierras de los ex Grandes) conllevaban la indemnización a sus propietarios.
Por la magnitud de la empresa, esta Reforma Agraria adoptó un ritmo muy lento.
El fracaso del gobierno Azaña hizo posible que tras las elecciones de noviembre de 1933 la República, proclamada por una base social-izquierdista, girara a la derecha. Se debió a la disconformidad con la labor realizada por la República, promoviendo un amplio abstencionismo electoral de izquierdas.
Muchas de las medidas del gobierno social-azañista fueron emprendidas con poco tacto político y atacaron los intereses y sentimientos de amplios sectores sociales. La inquietud ante la política laicista y autonómica del gobierno reforzó algunas tesis conservadoras.
Se produjo el pronunciamiento  de Sanjurjo en Sevilla el 10 de agosto de 1932).
La organización para la lucha legal a la que se entregaron católicos derechistas encuadrados a partir de 1932 en Acción Popular.
Gil Robles, acatando la legalidad republicana, contribuyó a la constitución una fuerza política más extensa que Acción Popular y que se denominó a partir de marzo de 1933 Confederación Española de Derechas Autónomas (C.E.D.A). Un amplio partido de derechas con estructura federal que integró diversos grupos regionales, pero con una dirección centralizada en la persona del propio Gil Robles que trazó un programa de rectificación de las medidas reformistas de la izquierda (especialmente las que afectaban a los temas religiosos y a la reorientación de la reforma agraria), esta última en acuerdo con la Confederación Patronal Agraria formada en marzo de 1933.
Acto de constitución de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) Anoche se constituyó, entre vítores de entusiasmo, la Confederación Española de Derechas Autónomas (...) (...) Gil Robles, en las palabras finales, decía: (…) "Debemos felicitarnos de los trabajos, de la misma diversidad de tendencias manifestadas, (…) Me limito (…) a declarar solemnemente que ha quedado constituida la CEDA, que ha de ser el núcleo derechista que salve a la Patria, hoy en peligro".
(...) Al discutirse, por la tarde, (…) el Estatuto de la CEDA, se admitieron como coincidencias fundamentales de los partidos que la integran (…) las siguientes, debidas a la iniciativa de la Derecha Regional valenciana:
a) Afirmación y defensa de los principios fundamentales de la civilización cristiana.
b) Necesidad de una revisión constitucional de acuerdo con dichos principios.
c) Aceptación, como táctica para toda su actuación política, de las normas dadas por el Episcopado a los católicos españoles en su declaración colectiva de diciembre de 1931.(...) El Debate, 5 de marzo de 1933.

El gobierno Azaña también tuvo que enfrentarse con graves alteraciones sociales promovidas por los anarquistas, especialmente en el ámbito rural (1931, enfrentamientos entre guardias civiles y huelguistas en Castilblanco y Arnedo, 1932 insurrección anarquista de la cuenca industrial del Llobregat, llegándose a aplicar la “Ley de la Defensa de la República”. 1933 nueva tentativa revolucionaria de la CNT en Cataluña y Valencia y el episodio de Casas Viejas).

Las elecciones municipales provocaron la caída de Azaña (debilitado por el enfrentamiento entre socialistas y radical-socialistas).
Le sucedieron otros dos gobiernos dirigidos por los jefes del partido radical (Lerroux y Martínez Barrio) que representaban el centro republicano y cuya misión era la de disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones.

Estas elecciones se celebraron en noviembre de 1933 y supusieron un giro a la derecha: la CEDA y los grupos monárquicos se impusieron claramente a las izquierdas, fue importante la abstención anarquista de la CNT.

En 1931 las candidaturas moderadas habían sido barridas por su falta de unidad en un sistema electoral que primaba las coaliciones. La CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) fue el primer partido católico de masas en España, liderado por José María Gil Robles.
La izquierda se lanzó a la campaña en defensa de las realizaciones de su gobierno, pero, como ya en 1931 le había ocurrido a la derecha, esta vez acudían desunidas.
Los resultados de las nuevas elecciones:
formaciones centro-izq.
esc.
formaciones centro-der.
esc
psoe
58
ceda
113
esquerra catalana
23
partido radical
80
izquierda republicana
7
partido agrario
39
partido radical-socialista
3
partidos monárquicos
32
federales
2
lliga regionalista
24
partido comunista
1
falange española
2
otros partidos centro-izq.
6
otros partidos centro-der.
96
La CEDA se convirtió en el principal partido de las Cortes y Gil Robles en el líder de la España conservadora. La aparición en dicha cámara de dos representantes falangistas y un comunista fue la primera advertencia de que la sociedad española estaba entrando en una espiral de radicalización.


BIENIO DERECHISTA (1934-1936). FRACTURA Y ENFRENTAMIENTO SOCIAL:
Principales cambios políticos que introdujo la CEDA a su llegada al poder.
La CEDA, partido más votado en las elecciones de noviembre de 1933 (115 escaños), gobernó en coalición con el centrista Partido Radical de Lerroux (102 escaños).
La abstención de las masas anarquistas y el voto de las mujeres explican en parte estos resultados. El bienio radical-cedista, de inestabilidad gubernamental, realizó una política contrarreformista y reaccionaria ( "bienio negro").

Principales medidas:
*.- Ley de Amnistía para todos los sublevados en el fallido golpe de Sanjurjo.
*.- Se deroga la Ley de Congregaciones y aprueba un presupuesto para el clero.
*.- Revisión de la reforma agraria, anulando las expropiaciones, incrementando las indemnizaciones y recortando el presupuesto para su aplicación.
*.- Se declaró inconstitucional la Ley de Contratos de Cultivo aprobada por la Generalitat de Cataluña, que beneficiaba a los arrendatarios y se suspendió el Estatuto catalán tras los sucesos de 1934; el Estatuto vasco no se aprobó.
El freno a las reformas provocó un aumento de la agitación social. En octubre de 1934 tres ministros de la CEDA entraron en el gobierno; la izquierda creyó que Gil Robles deseaba eliminar a la República por medios legales (que Gil Robles siguiera el ejemplo de Hitler en Alemania y Döllfuss en Austria y decidió recurrir a la fuerza para evitarlo).
Los socialistas convocaron una huelga general para el 5 de octubre que fracasó[8] excepto en Asturias[9], donde la Alianza Obrera de socialistas, comunistas y anarquistas tomó el poder y desencadenó una revolución social y en Cataluña, donde Companys proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española.
Gil Robles asumió la cartera de Guerra. El desprestigio de los lerrouxistas por el escándalo del estraperlo [10) hizo caer al gobierno.
Gil Robles quiso ser presidente del gobierno pero Alcalá Zamora, que temía tanto una dictadura de derechas como una revolución de izquierdas, eligió a un centrista (Portela Valladares) que disolvió el Parlamento y convocó elecciones en febrero de 1936.
La agudización de la tensión social y política (1933) pareció condenar al fracaso el reformismo por vías constitucionales. Se dobló el número de huelgas respecto al año anterior (incrementándose especialmente en los obreros del campo, de la construcción y de las minas). La conflictividad obrerista chocó frontalmente con las posiciones igualmente endurecida de las organizaciones patronales.
La combatitividad de las organizaciones sindicales se daba tanto en la CNT (en la que se impuso la tendencia revolucionaria de la FAI) como en la UGT, en la que tenían mucho peso e influencia en los jefes socialistas su Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra y que provocó una radicalización del sector directivo del PSOE (Largo Caballero) que llegó a propugnar el fin de la colaboración con los grupos republicanos y la formación de un frente obrero con los anarquistas y con el pequeño partido comunista (que también se incrementó por la radicalización general y progresiva en contra de los partidos burgueses).
En esta decisiva ruptura social influyó en cierto grado la imposición de los regímenes totalitarios en Europa (subida al poder de Hitler en 1933 en Alemania y la consiguiente persecución de los socialistas que atemorizó a los partidos de izquierdas y radicalizó a algunos sectores derechistas).
En 1933 se formó Falange Española, de José Antonio Primo de Rivera, fusionada en 1934 con las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista de Onésimo Redondo y Ramiro Ledesma. FET y de las JONS pretendió superar tanto el marxismo como el capitalismo a través de un nacionalismo exaltado y la realización de radicales transformaciones: (Estado corporativista, nacionalización de la banca, reforma agraria) pero situándose más a la derecha del Bloque Nacional de José Calvo Sotelo.

En las nuevas Cortes los partidos mayoritarios eran los republicano-radicales y la CEDA. Lerroux (evolucionado hacia posturas conservadoras) llegó al acuerdo con la CEDA (con la escisión de grupo radical de Martínez Barrio).
Con este apoyo radical, el partido de Gil Robles inició su programa recitificador:
*.- revisión constitucional en sentido bicameralista.
*.- supresión de las leyes anticlericales.
*.- reforma de la reforma agraria.
*.- reducción de las socializaciones y de las autonomías regionales.

El Gobierno de Lerroux (que evitaba la reacción de las izquierdas si la CEDA llegaba al Gobierno) tuvo que hacer frente:
*.- a una insurrección anarquista (diciembre de 1933).
*.- verano de 1934, una violenta y extensa huelga agraria en Andalucía, Extremadura, Castilla la Nueva y Valencia.
*.- a la actitud cada vez más hostil del resto de la izquierda (que acogió mal el resultado electoral). La izquierda acusaba a Gil Robles de preparar una dictadura fascista, y los nacionalistas catalanes (dirigidos por Luis Companys, tras la muerte de Maciá) recelaban de su antiautonomismo.
En el partido socialista (en el que se había impuesto el grupo liderado por Largo Caballero) se preparó un amplio movimiento revolucionario (octubre de 1934). Se alegó la entrada de tres ministros cedistas en el gobierno de Lerroux.
A la sublevación del obrerismo socialista no se unió la directiva nacional de la CNT pero sí lo hizo la Generalitat (proclamando el Estado Catalán).

En Asturias se produjo una verdadera revolución social en su cuenca minera en la que actuaron unidas todas las organizaciones sindicales. Se hizo necesaria toda una campaña militar con tropas de Marruecos para terminar con la violenta rebelión (más de 1.000 muertos y una dura represión posterior).

La nueva Ley Agraria de 1935 anuló todas las posibilidades de la reforma de 1932.
El escándalo del estraperlo rompió el acuerdo entre radicales y cedistas. El Presidente de la República (Niceto Alcalá Zamora) que temía tanto la posibilidad de una dictadura de derechas como una revolución de izquierdas, encargó a Portela Valladares (centrista) que formara un gobierno con la misión de disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones.

FRENTE POPULAR:
A finales de 1935 empezó a gestarse una gran coalición de partidos de izquierdas para las elecciones de febrero de 1936 (Frente Popular).
El pacto entre republicanos y socialistas se presentó como reformista, para la derecha era revolucionario (el Frente Nacional o de Orden se creó para oponerlo al Frente Popular).
La larga campaña electoral tuvo lugar entre el 4 de enero y el 16 de febrero de 1936.
La unidad de las izquierdas quedó plasmada en el Frente Popular, la coalición izquierdista formada ante las elecciones de 1936 propuesta por el Partido Comunista.
Los anarquistas, aunque no entraron a formar parte del Frente Popular por negarse ideológicamente a colaborar con un sistema democrático, apoyaron las candidaturas para la liberación de los presos políticos.
El Frente Nacional o de Orden, liderado por la CEDA de Gil Robles, lanzó una agresiva campaña electoral presentándose como la última y única alternativa de defensa ante una inevitable revolución bolchevique. Dentro de esta coalición quedó fuera la Falange.
Entre estas dos formaciones se contaban los diferentes partidos de centro (el Partido Radical de Lerroux, la Lliga, los progresistas de Alcalá Zamora y el nuevo Partido del Centro de Manuel Portela Valladares, así como el PNV que aún dudaba en unirse más claramente con derechas o izquierdas.
España acudió a las urnas el 16 de febrero, los resultados se dieron a conocer el 20 de febrero.
Electores
13.553.710

Votantes
9.683.335
71,4%
Frente Popular
4.654.116
34,3%
Frente Nacional
4.503.505
33,2%
Centro y vascos
525.714
5,4%
Es imposible dar cifras de votos por partidos puesto que los electores votaron a alianzas y no a partidos aislados. Pero las principales formaciones se repartieron los escaños de la siguiente manera:
formaciones centro-izq.
esc
formaciones centro-der.
esc
psoe
88
ceda
101
izquierda republicana
79
partido del centro
21
unión republicana
34
comunión tradicionalista
15
esquerra catalana
22
renovación española
13

partido comunista

14
lliga regionalista
12
acció catalana
5
partido agrario
11
orga (nacionalistas gallegos)
3
partido radical
9
otros partidos centro-izq.
18
otros partidos centro-der.
28
Vistos los resultados, una multitud se dirigió al Ministerio de la Gobernación en Madrid con una única palabra: ¡Amnistía!. Un partido, por encima de todos, había experimentado un mayor crecimiento, el Partido Comunista de España, (nacido tras una escisión del PSOE en 1920) que  al proclamarse la República contaba con 3.000 militantes.
En 1933 obtuvo su primer representante en Cortes, ahora había obtenido 14.
En Oviedo, una de sus principales dirigentes, diputado por Asturias, Dolores Ubárruri “La Pasionaria” abrió las cárceles donde se alojaban gran parte de los revolucionarios de 1934.
Los socialistas se negaron a formar parte del nuevo gobierno, simplemente lo apoyaron débilmente. Los republicanos quedaron atrapados entre el pánico de los conservadores y las nuevas esperanzas de la clase trabajadora.
Las huelgas y las invasiones de tierra aumentaron, los conflictos sociales y laborales amenazaban más que nunca el orden constitucional.
Desde la derecha Gil Robles cayó en desgracia y las esperanzas de la España conservadora se centraron en un nuevo y carismático líder, José Calvo Sotelo.
Para un número creciente de partidarios de la derecha, y tal y como había ocurrido antes con la izquierda, el juego parlamentario había resultado un doloroso desengaño. La creciente polarización de la sociedad española se reflejó primero en su juventud. Unos 15.000 militantes de las juventudes de la CEDA abandonaron el partido y se unieron a un movimiento más combativo, la Falange, fundada por José Antonio Primo de Rivera en 1933.
En 1934, junto a Ramiro Ledesma Ramos y Onésimo Redondo, fundadores de las JONS (Juntas Ofensivas Nacional Sindicalistas) había negociado su fusión con la Falange. El nuevo partido, Falange Española y de las JONS, empezó a existir el 13 de febrero de 1934 adoptando el símbolo del yugo y las flechas. Sin embargo, la Falange fue siempre un partido minoritario hasta el extremo de que al concurrir en solitario a las elecciones de 1936 se quedó fuera del juego parlamentario sin obtener ni un solo escaño. Debido a ello en marzo de 1936, ante la creciente espiral de violencia impulsada por la Falange, José Antonio, privado de inmunidad parlamentaria, fue detenido y las oficinas de Falange clausuradas. Aún así la violencia callejera y los crímenes políticos siguieron en aumento tanto por parte de la izquierda como de la derecha.
Tras el fracaso de la sublevación los aparatos del Estado quedaron dislocados y el poder del gobierno republicano fue meramente nominal. Esto hizo posible la aplicación, por parte de las fuerzas sociales de izquierdas, de diversas medidas revolucionarias y represoras al amparo del vacío de poder. Por contra, en la zona dominada por los sublevados, la represión de dichas medidas y de aquellos que las seguían se convirtió en el objetivo prioritario. En esta sección describiremos los principales procesos revolucionarios y contrarrevolucionarios acaecidos durante los primeros y desenfrenados días de la guerra civil.
En las elecciones de febrero de 1936, las izquierdas acudieron unidas en un Frente Popular (que los socialistas consideraban como mera alianza electoral) mientras que las derechas se presentaron desunidas y sin ningún acuerdo con el centro político.
Hundido el republicanismo radical (que orientó el voto centrista hacia la izquierda) y la participación electoral de las fuerzas anarcosindicalistas) los resultados fueron de triunfo la izquierda (34,3%) frente al 33,2% de la derecha.
El gran fracaso fue de los partidos de centro que, unidos a los nacionalistas vascos, sólo obtuvieron un 5,4%. En los escaños fue más holgado el triunfo
El PSOE obtuvo 90 escaños, 80 Izquierda Republicana (nuevo partido de Azaña). La CEDA obtuvo 86.
El Presidente de la República encargó la formación de Gobierno a Azaña que luego ocupó la Presidencia.
La agitación social se dio en el campo (ocupaciones de tierra en Extremadura, Andalucía y Castilla, el I.R.A. distribuyó más tierra de marzo a julio de 1936 que durante toda la historia anterior de la República y llegándose a asentar unos 110.000 colonos), las huelgas en el campo se acompañaron de otras protagonizadas por los obreros industriales en las ciudades y mineras (con el correspondiente lock-out patronal).
Desde el mes de abril se enfrentaron en la calle organizaciones paramilitares sindicales y falangistas, se incrementaron los atentados contra edificios religiosos y los atentados personales.
Por otro lado, desde las elecciones, altos jefes del ejército y de la extrema derecha preparaban un levantamiento contra el gobierno.

(1) PACTO DE SAN SEBASTIÁN. Fecha 17 de Agosto 1930.- Reunión en el Casino de la Unión Republicana de San Sebastián. Objetivo Derribar la Monarquía. Presidió la reunión, Femando de Asiain y asistieron, entre otros, Marcelino Domingo, Niceto Alcalá Zamora, Casares Quiroga, Jaume Aiguade, Maciá Mallol, M. Carrasco i Formiguera Fernando de los Ríos, lndalecio Prieto, Eduardo Ortega y Gasset, F. Sánchez Román.
No se redactó ningún documento.
Se consensuó el compromiso de actuar conjuntamente para derrocar la monarquía. Crear un Comité Ejecutivo para la lucha, y el acuerdo de fomentar la protesta ciudadana, huelgas en los centros urbanos coincidiendo con acciones de militares republicanos. La polémica se formó con el tema de la llamada “Cuestión Catalana”. De palabra se disiparon dudas y se llegó al acuerdo de que la futura legalidad republicana respetaría la realidad diferencial catalana y sancionaría la solución política que libremente se propusiera desde Cataluña”.
(2)] Durante la noche del 12 al 13 de abril, el general Sanjurjo, al mando de la Guardia Civil, comunicó por telégrafo que no contendría un levantamiento contra la monarquía. Este hecho fue conocido inmediatamente por los republicanos gracias a los empleados de correos adictos a su causa. Aunque derrotados electoralmente, los republicanos tomaron conciencia de que se enfrentaban a un sistema que se negaba a defender las propias instituciones.
El conocimiento de la debilidad de las instituciones constitucionales explica la reacción republicana cuando Romanones y Maura, con el expreso consentimiento del rey, ofrecieron al comité revolucionario unas elecciones a cortes constituyentes.
El Comité revolucionario captó el evidente miedo del adversario y no sólo rechazaron la propuesta sino que exigieron la marcha del rey antes de la puesta del sol del catorce de abril.
Los dirigentes republicanos convocaron manifestaciones que presentaron a los políticos monárquicos como espontáneas e incontrolables y cuya finalidad era aterrorizar a cualquiera que pretendiera hacerles frente.
[3] La propaganda republicana presentó las elecciones municipales de abril de 1931 como un plebiscito popular en pro de la República, aunque ni éstas fueron convocadas como un referéndum ni eran unas elecciones a Cortes constituyentes.
Con los resultados de la primera fase de las elecciones  nadie se refirió a un plebiscito popular (menos los republicanos, sólo pasaron a control republicano un pueblo de Granada y otro de Valencia).
Tampoco los resultados del 12 de abril suponían un triunfo de las candidaturas republicanas, aunque los políticos monárquicos, los miembros del gobierno (salvo dos), los consejeros de palacio y los dos mandos militares decisivos —Berenguer y Sanjurjo— consideraron que el resultado era un plebiscito y que además implicaba un apoyo extraordinario para la república y un desastre para la monarquía.
El que la victoria republicana hubiera sido urbana contribuyó a esta sensación de derrota, también la creencia de que los republicanos podían dominar la calle y arrastrar al país a una cruenta revolución..
Alfonso XIII no manifestó voluntad de resistir,  viendo cómo su esposa se hallaba aterrada ante la posibilidad de acabar como la familia imperial rusa, fusilada por un pelotón revolucionario. El monarca tampoco deseaba el estallido de una guerra civil.
Los vencedores de la revolución se sintieron hiperlegitimados para la toma de decisiones futuras que pasaran por encima del resultado de las urnas; tampoco dudaron en reclamar el apoyo de la calle cuando el sufragio les fuera hostil. Habían alcanzado el poder en contra de la aplastante mayoría de los electores.
Los vencedores eran un pequeño y fragmentado número de republicanos que procedían en su mayoría de las filas monárquicas, dos grandes fuerzas obreras (socialistas y anarquistas) que contemplaban a la República como una mera fase hacia la realización de su proyecto revolucionario, los nacionalistas (especialmente los catalanes) pretendían el logro de sus propios objetivos (el mismo 14 de abril proclamaron la República catalana y el Estado catalán)  y otros pequeños grupos radicales de izquierdas que acabaron teniendo un notable protagonismo desproporcionado a su significatividad (como el Partido Comunista).
 Cada uno de estos grupos identificó la República proclamada con la materialización de sus propios objetivos, contradictorios entre sí. Tal situación produjo con frecuencia un sectarismo político y social que no sólo excluyó de la vida pública a amplios sectores de la población española sino que también planteó irreconciliables diferencias entre ellos mismos.
[4]  En el Gobierno Provisional estaban republicanos conservadores (Alcalá Zamora y Miguel Maura), radicales (Alejandro Lerroux), radicalsocialistas (Marcelino Domingo), de Izquierda republicana (Manuel Azaña), socialistas (Indalecio Prieto, Francisco Largo Caballero en Trabajo y Fernando de los Rios en Educación) y catalanistas (Nicolau d'Olwer).
[5] Pacto San Sebastián: la oposición (republicanos, socialistas, nacionalistas catalanes y gallegos) firmó el Pacto de San Sebastián (agosto de 1930) eligiendo un Comité Revolucionario para acabar con la monarquía. En diciembre fracasó un levantamiento militar en Jaca a favor de la república dirigido por los capitanes Galán y García Hernández, que fueron fusilados.
[6] Con sufragio universal masculino, de mayores de 23 años. Hubo un elevado porcentaje de participación, de más del 70%.
[7] Misiones Pedagógicas: participaban voluntarios artistas, intelectuales, estudiantes, maestros que organizaban todo tipo de actividades culturales en los pueblos: bibliotecas, teatro, guiñol, cine, Museo Circulante del Pueblo (con reproducciones de obras del Museo del Prado).
[8] La huelga fracasó por falta de coordinación, por la no intervención de la CNT y la rápida actuación del Gobierno, que declaró el estado de guerra.
[9] La revolución de Asturias hizo que la cuenca minera cayera en manos de miles de obreros armados. Organizados en comités, dirigieron todas las actividades de la zona (economía, sanidad, transportes, etc). Cometieron saqueos y asesinatos de sacerdotes y guardias civiles. La lucha fue encarnizada, muriendo más de 1000 personas. La represión fue muy dura: torturas, ejecuciones, condenas a muerte, 30.000 presos.
[10] Era una ruleta trucada inventada por Strauss y Perl, de donde deriva su nombre. Era un juego fraudulento que fue introducido en varios casinos españoles por mediación de relevantes miembros del Partido Radical (entre ellos el hijo de Lerroux) que habian sido sobornados.