domingo, 10 de diciembre de 2017

DON JUAN: LA UNIDAD DESGARRADA

DON JUAN: LA UNIDAD DESGARRADA

Citas, comentarios, reproducciones sin número ha suscitado este artículo de Luis María Anson publicado en El Mundo. Lo reproducimos a continuación.
El 23 de noviembre de 1992, acudí a la Clínica Universitaria de Pamplona para almorzar con Don Juan. Acompañaban al enfermo, Rocío Ussía y Teodoro de Leste. La mirada del hijo de Alfonso XIII, del padre de Juan Carlos I, me pareció idéntica a la que me dirigió cuando en el muro del Museo Antropológico de México leyó la frase profunda: “Estos toltecas eran ciertamente sabios. Solían dialogar con su propio corazón”. Pero aquellos ojos ensombrecidos eran ya los de un hombre por encima del bien y del mal, consciente de que se estaba muriendo.
A lo largo de la dilatada conversación de sobremesa, se refirió Don Juan a Cataluña. Utilizaba todavía el título de soberanía de Conde de Barcelona y amaba profundamente aquella región de España. Acababa de conceder en Diario de Navarra una entrevista a mis compañeros Javier Errea y Santy Mendive. Gran exclusiva. Juan III les dijo: “Veo a España mal, algo desgarrada y con su unidad amenazada”. En un excelente artículo, José Ignacio Palacios acaba de recordar esas palabras anticipadoras de Don Juan. Veinticinco años antes de lo sucedido en la Cataluña del expresidente felón Carlos Puigdemont, del pobre Arturo Mas y de la taimada Carmen Forcadell, Don Juan anticipó lo que iba a ocurrir y de ello me habló con dolorida extensión.
El 14 de marzo de 1945, el entonces Jefe de la Casa Real Española y Rey de derecho de España hizo público su célebre manifiesto condenando el régimen totalitario del general Franco y proponiendo una Monarquía parlamentaria, como la de Noruega o Dinamarca, que devolviera al pueblo español la soberanía nacional secuestrada en 1939 por el Ejército vencedor de la guerra incivil. Demasiada anticipación. Había Franco para rato. Pero treinta años después, el hijo de Juan III estableció en España exactamente la Monarquía defendida por su padre desde su largo exilio inacabable.
Si en 1992 se hubiera atendido la preocupación de Don Juan y lo que sus palabras a Diario de Navarra significaban, se podrían haber tomado las medidas necesarias para evitar la atrocidad que hemos vivido y estamos padeciendo. A todos los Gobiernos de la democracia les corresponde la responsabilidad de haber descuidado a Cataluña, y de forma especial a Zapatero y sus ocurrencias, y también a la pasividad de ese Rajoy arriólico del “no hay que hacer nada porque el tiempo lo arregla todo y lo mejor es tener cerrado el pico”.

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