La Dictadura de Primo de Rivera fue el régimen político que hubo en España desde
el golpe de Estado del Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, el
13 de septiembre de 1923, hasta la dimisión de éste el 28 de enero de 1930 y su
sustitución por la «dictablanda» del general Berenguer.
*.-
Desde el desastre del 98 se produjo en España una creciente interferencia
del Ejército en la vida política.
La
la Ley de Jurisdicciones de 1906, y la crisis española de 1917 en la que
cobraron un especial protagonismo las autodenominadas Juntas de Defensa,
integradas exclusivamente por militares.
Los
intentos regeneracionistas fracasados de Silvela, le siguió la intentona de
hacer una “reforma desde arriba” del conservador Maura, que tuvo que dimitir
tras los sucesos la Semana Trágica de Barcelona en 1909.
Posteriormente
Canalejas intentó un programa reformista liberal, que tampoco logró resolver
los problemas estructurales.
Los
partidos tradicionales de la Restauración fueron debilitándose mientras fue
creciendo la implantación de los partidos republicanos y de las organizaciones
obreras (CNT, PSOE-UGT).
La
Primera Guerra Mundial trajo un periodo de pujanza económica gracias al auge de
exportaciones a los países combatientes, pero supuso también un
desabastecimiento interno y un alza de precios.
La
Revolución rusa sí causó un hondo efecto, convirtiéndose en referente del
movimiento obrero revolucionario y alarmando a la burguesía.
Las
décadas de 1910 y 1920 vieron cómo la crisis se acentuaba.
La
guerra en Marruecos era altamente impopular y carecía de beneficios económicos,
pero era una cuestión de honor para el ejército.
Éste
sin embargo se hallaba dividido por el sistema de ascensos entre los
africanistas que defendían los méritos de guerra y los que preferían la
antigüedad.
El
ejército fue determinante en el fracaso de la huelga general de 1917.
Con
el paso del tiempo, la suspensión de garantías constitucionales y el estado de
excepción se fueron haciendo normales como forma de combatir el pistolerismo.
En
1921, el líder rifeño Abd-el-Krim derrotó al ejército español en Annual, en lo
que fue un duro revés al dominio español de Marruecos.
El
"desastre de Annual" motivó una comisión investigadora parlamentaria
y la redacción de un informe (Expediente Picasso) sobre la situación del
ejército en Marruecos y las responsabilidades de la derrota que se convirtió en
una dura crítica al régimen político y que llegaban hasta el rey.
El Manifiesto de Primo de Rivera
AL PAÍS Y AL EJÉRCITO.
Españoles: Ha llegado para nosotros el momento más temido que esperado
(porque hubiéramos querido vivir siempre en la legalidad y que ella rigiera sin
interrupción la vida española) de recoger las ansias, de atender el clamoroso
requerimiento de cuantos amando la Patria no ven para ella otra salvación que
liberarla de los profesionales de la política, de los hombres que por una u
otra razón nos ofrecen el cuadro de desdichas e inmoralidades que empezaron el
año 98 y amenazan a España con un próximo fin trágico y deshonroso.
La tupida red de la política de concupiscencias ha cogido en sus
mallas, secuestrándola, hasta la voluntad real.
Con frecuencia parecen pedir que gobiernen los que ellos dicen no dejan
gobernar, aludiendo a los que han sido su único, aunque débil, freno, y
llevaron a las leyes y costumbres la poca ética sana, el tenue tinte de moral y
equidad que aún tienen; pero en la realidad se avienen fáciles y contentos al
turno y al reparto y entre ellos mismos designan la sucesión.
Pues bien, ahora vamos a recabar todas las responsabilidades y a
gobernar nosotros u hombres civiles que representen nuestra moral y doctrina.
Basta ya de rebeldías mansas, que, sin, poner remedio a nada, dañan tanto y más
a la disciplina que está recia y viril a que nos lanzamos por España y por el
Rey.
Este movimiento es de hombres: el que no sienta la masculinidad
completamente caracterizada que espere en un rincón, sin perturbar los días
buenos que para la patria preparamos. ¡Españoles!¡Viva España y viva el Rey!
No tenemos que justificar nuestro acto, que el pueblo sano demanda e
impone. Asesinatos de prelados, ex gobernadores, agentes de autoridad,
patronos, capataces y obreros; audaces e impunes atracos, depreciación de
moneda; francachela de millones de gastos reservados, sospechosa política
arancelaria por la tendencia, y más porque quien la maneja hace alarde de
descocada inmoralidad, rastreras intrigas políticas tomando como pretexto la
tragedia de Marruecos, incertidumbres ante este gravísimo problema nacional,
indisciplina social, que hace el trabajo ineficaz y nulo, precaria y ruinosa la
producción agrícola e industrial; impune propaganda comunista, impiedad e
incultura, justicia influida por la política, descarada propaganda separatista,
pasiones tendenciosas alrededor del problema de las responsabilidades, y… por
último, seamos justos, un solo tanto a favor del Gobierno de cuya savia vive
hace nueve meses, merced a la inagotable bondad del pueblo español, una débil e
incompleta persecución al vicio del juego.
No venimos a llorar lástimas y vergüenzas, sino a ponerles pronto y
radical remedio, para la que requerimos el concurso de todos los buenos
ciudadanos. Para e!!o y en virtud de la confianza y mandato que en mí han
depositado, se constituirá en Madrid un directorio inspector militar con
carácter provisional, encargado de mantener el orden público y asegurar el
funcionamiento normal de los ministerios y organismos oficiales, requiriendo al
país para que en breve plazo nos ofrezca hombres rectos, sabios y laboriosos que
puedan constituir Ministerio a nuestra amparo, pero en plena dignidad y
facultad, para ofrecerlos al Rey por si se digna aceptarlos.[...]
13 de septiembre de 1923
El
13 de septiembre de 1923 el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de
Rivera, se sublevó contra el Gobierno y dio un golpe de Estado.
La
reunión prevista de las Cortes Generales para fechas inmediatamente posteriores
con el objetivo de analizar el problema de Marruecos y el papel del ejército en
la contienda pudieron constituir el detonante último de la sublevación.
A
esta situación se unió la crisis del sistema monárquico en el que los partidos
del turno fueron incapaces de afrontar un régimen democrático pleno.
El
14 de septiembre, el gobierno legítimo pidió al rey la destitución inmediata de
los generales sublevados, y la convocatoria de las Cortes Generales, pero el
monarca no apoyó la medida y el gobierno tuvo que dimitir. Poco después Alfonso
XIII nombró a Primo de Rivera Presidente del Gobierno. En el Manifiesto de los
sublevados se invocó la salvación de España de "los profesionales de la
política".
Se
creó un Directorio Militar con ocho generales de brigada del Ejército y un
contralmirante. Se suspendió la Constitución, se disolvieron los ayuntamientos,
se prohibieron los partidos políticos, se crearon los Somatenes como milicias
urbanas y se declaró el estado de guerra.
A
partir de la aceptación del golpe de Estado de Primo de Rivera, el rey ya no
actuó como monarca constitucional, sino como jefe del Estado de una nueva
fórmula política de "dictadura con rey", que se iba a difundir más
tarde por otras monarquías europeas.
En
principio la Dictadura iba a ser un régimen temporal —Primo de Rivera dijo que
su propósito era permanecer sólo noventa días tiempo suficiente para regenerar el
país—, pero duró seis años y cuatro meses.
El
14 de septiembre de 1923 se declaró el Estado de Guerra, que duraría hasta el
16 de marzo de 1925. El 15 de septiembre se aprobó el Decreto que establecía un
Directorio militar que asumía todas las funciones del poder ejecutivo.
Primo
de Rivera se convertía en Jefe de Gobierno y único ministro.
A
la disolución de las Cortes se unió el día 18 de septiembre un Decreto que
prohibía el uso de otra lengua que no fuera el castellano, ni de símbolos como
banderas vascas o catalanas.
La
Mancomunidad de Cataluña fue intervenida y se disolvieron las Diputaciones
Provinciales, se restringieron las libertades políticas, se anuló el sistema de
representación, se suspendieron las garantías constitucionales y se censuraron las
publicaciones de la prensa.
El Directorio militar (1923-1925.
La
primera medida que tomó el Directorio fue la destitución de las autoridades
provinciales y locales (gobernadores civiles, alcaldes, presidentes de las
diputaciones) que fueron sustituidas por militares, cuya primera misión fue el
restablecimiento del orden público por el método de declarar el estado de
guerra, lo que suponía la suspensión de las garantías constitucionales (como la
inviolabilidad del domicilio, la libertad de reunión y asociación, etc.) y la
atribución a la jurisdicción militar de los "delitos políticos"
(incluidos el de ostentar banderas no nacionales o utilizar en actos oficiales
lenguas no castellanas) y buena parte de los delitos comunes.
Otra
de las primeras decisiones del Directorio también tuvo que ver con el orden
público: mediante un decreto de 17 de septiembre, se extendió la institución
catalana del Somatén a todas las provincias de España.
La
declaración del estado de guerra condujo a que se restableciera la "paz
social". Desapareció casi por completo el pistolerismo (sólo se
registraron 51 atentados entre 1923 y 1928, frente a los 1.259 de 1919 a 1923)
y se redujo el número de huelgas, a lo que contribuyó también el crecimiento
económico que se vivió en los "felices años veinte".10
Primo
de Rivera intentó atraerse a los socialistas, provocando una división en su
seno entre los partidarios de la colaboración con la Dictadura, encabezados por
Julián Besteiro, Francisco Largo Caballero y Manuel Llaneza, y los contrarios,
liderados por Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos.
Ganó
la postura de los primeros y los socialistas se integraron en el Consejo de
Trabajo como consecuencia de la absorción por este nuevo organismo del
Instituto de Reformas Sociales, e incluso Largo Caballero formó parte del
Consejo de Estado, lo que provocó la dimisión de Prieto de la ejecutiva del
PSOE.10 En cambio, la política de la Dictadura respecto de la CNT fue la
represión, por lo que la organización anarquista pasó a la clandestinidad.11
Primo
de Rivera se consideró a sí mismo el «cirujano de hierro» que debía lograr el
«descuaje del caciquismo» del que había hablado Joaquín Costa a principios de
siglo.
Restablecimiento
de la "paz social", el otro objetivo asignado a las nuevas autoridades
militares provinciales y locales fue "regenerar" la vida pública
poniendo fin a las redes caciquiles, una vez que la "oligarquía" de
los políticos del turno ya había sido desalojada del poder.
Los
nuevos gobernadores civiles, todos ellos militares, fueron encargados de
investigar los casos de corrupción, admitiéndose al principio las denuncias
anónimas, y para auxiliar a los gobernadores se nombraron en cada Partido
judicial delegados gubernativos, también militares –más de ochocientas
corporaciones locales fueron investigadas y se incoaron más de cien expedientes
por haberse detectado irregularidades en ellas-.
En
la práctica la medida de nombrar los delegados gubernativos fue "poco
efectiva" porque entre ellos "también se dieron casos de
corrupción" "e incluso algunos se convirtieron en auténticos
caciques".
En
realidad, "la razón fundamental de la crisis del caciquismo durante el
período de la Dictadura fue la marginación del poder durante tanto tiempo de
los partidos del turno", aunque muchos caciques encontraron refugio en el
partido único de la Dictadura, la Unión Patriótica.