miércoles, 4 de noviembre de 2009

Crisis de 1898 y Regeneracionismo.


La crisis del 1898 con frecuencia se ha presentado como una catástrofe nacional, identificando los errores de los gobernantes españoles con el fracaso histórico de un pueblo.
Cuando esta crisis se produjo, la realidad histórica nos muestra a una nación activa en la defensa de sus intereses.
Resulta tópico sostener que España agonizaba en 1898, lo que se evidenció a finales del siglo XIX es que el sistema de la Restauración estaba en su fase terminal.
En la falsedad, arbitrariedad e inconsistencia del sistema político instaurado en 1875, y en su agotamiento, se encuentran las veraderas causas de la crisis.
Además de:
*.- Un aislamiento internacional de España en una época de expansión imperialista, agravado con la pérdida de Cuba y Filipinas.
*.- El relevo biológico de los indiscutidos líderes políticos que habían sustentando el equilibrio del sistema de la Restauración produjo disensiones internas en el seno de los partidos dinásticos ante la falta de un liderazgo claro en los mismos.
*.- La evidencia de una escasa participación del país en la vida política y el progresivo alejamiento de los políticos respecto a la propia realidad de España.
*.- No quedaba imperio colonial, los mercados y las fuentes de beneficios fáciles habían desaparecido. La industrialización progresivamente se imponía y las inversiones de capital extranjero se incrementaban. Crecían los sectores asalariados y progresaban paulatinamente sus estructuras organizativas.
Crecía la población urbana y se despoblaba el campo.
Todo contradecía el mantenimiento de un orden fundamentado en las viejas estructuras agrarias y en unas relaciones de poder basadas en la oligarquía y en el caciquismo de base rural.
*.- La evidencia de una profunda crisis económica cuyas notas más destacadas fueron la inflación, la depreciación de la moneda y la reducción del comercio exterior.
*.- La creciente inestabilidad política y social y el terrorismo.
*.- Crecía el desprestigio del fenómeno restaurador, a pesar de los ensayos realizados para renovarlo. El sistema se mostró cada vez más incapaz de integrar en su seno a las nuevas fuerzas políticas, sociales y sindicales emergentes (regeneracionistas, republicanos, socialistas, nacionalistas y movimiento obrero).
*.- Se extendía cada vez más la opinión de que era necesaria la búsqueda de un nuevo sistema político que, a través de una reforma constitucional, posibilitase la participación de las fuerzas políticas, sociales y económicas que habían quedado excluídas del sistema de la Restauraciónestas y que diera cabida a la autonomía local y regional suscitadas por el catalanismo y los demás movimientos de signo regionalista o nacionalista.
La salida de la crisis planteó además, para muchos, la exigencia de una profunda reflexión sobre España, su identidad, su pasado y su futuro y el planteamiento de reformas urgentes que sacaran a la nación de la situación en la que se encontraba, sanearan el país, educaran al pueblo y democratizaran el Estado.
Surgieron movimientos coincidentes en la conveniencia de procurar un "rearme moral" del país mediante la crítica del sistema político vigente, de sus prácticas caciquiles y de las estructuras socioeconómicas que en las que se sustentaban (incluso cuestionando la propia institución monárquica y la el problema religioso).
Algunos de estos movimientos adquirieron también matices antimilitaristas y separatistas (especialmente en Cataluña y el País Vasco) y revolucionarios en lo referente a la cuestión social.
Especialmente el Regeneracionismo denunció el desajuste existente entre la Constitución formal y la realidad del país, entre la España real y la España oficial. El Regeneracionismo y la generación del 98 fueron aglutinantes de las diversas tendencias.

El proyecto político de Maura planteó la necesaria revolución impuesta desde arriba (antes de que ésta pudiera llegar surgida e impuesta desde abajo) desde el convencimiento de que un Gobierno sólo podría subsistir si era consentido por los gobernados.
Para ello propuso una limitada descentralización, el establecimiento de unas elecciones sinceras (el caciquismo era cada vez más inviable en las ciudades) buscando contar con el apoyo de la burguesía urbana y de los pequeños propietarios rurales y promover la movilización de la "masa neutra" del país.
El bloque de izquierdas consideró moderado el proyecto maurista, para los catalanes era insuficiente la autonomía que ofrecía. Los problemas surgidos en el ejército, la guerra de Marruecos, la represión del "terrorismo" y la Semana Trágica de Barcelona (1909) pusieron fin a los proyectos de renovación desde el maurismo.

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