miércoles, 20 de enero de 2010

Para comentar el texto del problema agrario y sobre las Reformas de la República.




 El problema agrario (texto de Azaña para comentario).
 «El nuevo régimen se instauró sin causar víctimas ni daños. Una alegría desbordante inundó el país. La República venía realmente a dar forma a las aspiraciones que desde los comienzos del siglo trabajaban el espíritu público, a satisfacer las exigencias más urgentes del pueblo.
La sociedad española ofrecía los contrastes más violentos.
En ciertos núcleos urbanos, un nivel de vida alto, adaptado a todos los usos de la civilización contemporánea, y a los pocos kilómetros, aldeas que aparecen detenidas en el siglo XIV. Casi a la vista de los palacios de Madrid, los albergues miserables de la montaña.
Provincias del noroeste donde la tierra está desmenuzada en pedacitos, que no bastan para mantener al cultivador; provincias del sur y oeste, donde el propietario de 14.000 hectáreas detenta en una sola mano todo el territorio de un pueblo.
La República, como era su deber, acentuó la acción del Estado. Acción inaplazable en cuanto a los obreros campesinos. El paro que afectaba a todas las industrias españolas, era enorme, crónico, en la explotación de la tierra.
Cuantos conocen algo de la economía española saben que la explotación lucrativa de las grandes propiedades rurales se basaba en los jornales mínimos y en el paro periódico durante cuatro o cinco meses del año, en los cuales el bracero campesino no trabaja ni come.
Con socialistas ni sin socialistas, ningún régimen que atienda al deber de procurar a sus súbditos unas condiciones de vida medianamente humanas, podía dejar las cosas en la situación que las halló la República.»
Manuel Azaña: Causas de la guerra de España, 1939.

El texto es un fragmento de "Causas de la Guerra", uno de los once artículos escritos por Manuel Azaña exiliado en Collonges-sous-Saléve, en 1939, y pensados para el público de España y fuera de ella (el undécimo llegó a ser publicado en inglés con el título de «Spain's Place in Europe. A Retrospect and Forecast», World Review, vol. VIII, n. ° 4, Londres, junio de 1939, pp. 6-15).
El presidente Azaña no puso título a este conjunto de artículos que aparecen agrupados en el volumen III de las Obras completas, de M. A., editadas en México, bajo el epígrafe de «Artículos sobre la guerra de España».

Hemos preferido, aquí, dejar como título del volumen el que lo es del primer artículo y que sí se debe al autor.
Esta edición respeta escrupulosamente la grafía del original exceptuando las mayúsculas de palabras como «gobierno», «presidente», «ministro», «ministerio», que aparecen aquí con minúscula, de acuerdo con las tendencias generales de hoy y con los usos específicos de esta editorial.
Azaña dedicó su carrera política a la creación de una república reformista y secular, basada en elecciones limpias y en una administración no corrompida. En su calidad de jefe del gobierno de octubre de 1931 a septiembre de 1933, guió el paso por las Cortes de las reformas más importantes conseguidas por la efímera Segunda República: la separación de la Iglesia y el Estado, la reorganización de las fuerzas armadas, un importante programa de construcción de escuelas, la primera ley del divorcio de la historia de España, el estatuto de autonomía de Cataluña y los tímidos inicios de una reforma agraria que se necesitaba desde hacía tiempo y había sido aplazada numerosas veces.
Aunque no sentía un interés personal por las cuestiones económicas, Azaña comprendió y apoyó a Jaume Carner e Indalecio Prieto en sus esfuerzos por mejorar el funcionamiento de la banca española, defender el valor cambiarlo de la peseta y, al mismo tiempo, combatir el paro y mejorar la infraestructura económica de España mediante un programa de obras públicas.
Era un excelente orador, un sagaz conocedor de los abogados y funcionarios de clase media que eran sus principales colaboradores y rivales y un hombre en el que un elevado sentido de la ética personal iba unido a ideas claras y muy pragmáticas sobre lo que era realmente posible en España.
Amigos y enemigos por igual reconocían en Azaña al líder que de modo más completo encarnaba el programa y el carácter de la mayoría republicano-socialista de los años 1931-1933.

Pero esa mayoría se desintegró internamente durante el año 1933 y Azaña dejó la jefatura del gobierno cuando el presidente Alcalá-Zamora decidió disolver las Cortes constituyentes en septiembre del citado año.
Durante los dos años siguientes Azaña, ahora en la oposición, siguió siendo el portavoz arquetípico de la República reformista y brevemente,después de la victoria electoral del Frente Popular en febrero de 1936, pareció que Azaña iba a presidir de nuevo el gobierno y a reanudar el programa interrumpido de 1931-1933.
Pero las revueltas de Asturias y Cataluña en octubre de 1934, junto con la feroz represión que provocaron, habían cambiado por completo el clima político.

La izquierda se reía de Azaña, al que calificaba de «Kerensky», de estadista «con un brillante porvenir en el pasado».
La derecha se volvía cada vez más hacia los fascismos italiano y alemán como «modelos» para la derrota del «bolchevismo» y el mantenimiento de los privilegios tradicionales contra la reanudación del programa republicano de reformas.
 Los artículos que se incluyen en el presente volumen los escribió Manuel Azaña el ex presidente en Francia durante los meses que siguieron a la derrota de la República y a la consolidación de la dictadura del general Franco, que contaba con el apoyo del fascismo.
Son la obra de un hombre que se sentía profundamente deprimido y era completamente lúcido.
Fueron escritos con muy poca documentación a mano.
Pero Azaña fue siempre un diarista, un pensador y un conversador dado a la reflexión, un lector atento e infatigable y un hombre que conocía la historia contemporánea y la política mundial muchísimo mejor que la mayoría de los líderes políticos de cualquierépoca.
Tenía la virtud de la honradez y estos artículos me parecen sumamente admirables por la ausencia de todo intento de manipularlos hechos con el fin de mejorar la «imagen» política del autor.

Me gustaría comentar brevemente los artículos, dando por sentada su fiabilidad general como documentos históricos y concentrándome en las intuiciones y limitaciones particulares del presidente Azaña.
«Causas de la guerra de España» ofrece una visión global, desde la época de la dictadura del general Primo de Rivera hastael estallido de la guerra civil, de la historia de España.
Me parece una crónica muy digna de confianza en lo que se refiere a su razonamiento de por qué la República llegó cuando llegó, de las diversas formas de apoyo limitado y de resistencia que encontró y de los logros de dicha República.
Solamente discrepo cuando incluye la reforma agraria como una de las «realizaciones principales» de la República.
Debido a una combinación de problemas económicos reales y de obstruccionismo legalista, en realidad sólo unas 10. 000 familias campesinas recibieron tierra.
De hecho, la falta de una reforma agraria significativa fue uno de los grandes fracasos de la República. Al mismo tiempo quisiera llamar respetuosamente la atención sobre la insistencia de Azaña en los conflictos internos de la clase media y la burguesía como causas de la guerra civil. La mayoría de los autores que han escrito sobre dicha guerra hacen hincapié en los conflictos de clase tal como los veían los marxistas, los anarquistas y los fascistas.
Azaña hace una distinción entre la clase media (profesionales modestos, burócratas, comerciantes al por menor) y la burguesía (los grandes propietarios y los capitalistas) y contrasta los que estaban preparados para una sociedad secular y cierto grado de reforma social con los que rechazaban toda disminución de los privilegios históricos de grupo.
Es muy posible que, en lo que hace al estallido de la guerra civil, esa división fuera más fundamental que las huelgas y los lock-out o que las batallas propagandísticas entre las organizaciones juveniles deizquierdas y de derechas.
GABRIEL JACKSON. Barcelona, enero de 1986


Ensayo político (historiográfico), elaborado por uno de los principales personajes del periodo de entreguerras en España: Manuel Azaña (1880-1940).
Azaña era un intelectual que se comprometió con la los ideales republicanos.
Formo parte del Gobierno provisional que sustituyo a la monarquía.
Fue Jefe de Gobierno al frente de coaliciones izquierdistas entre 1931-1933 y en 1936; y presidente de la República desde 1936 hasta su final. Durante su acción de gobierno trató de realizar importantes reformas políticas, sociales y económicas para transformar el país y modernizarlo.
El texto se escribe en 1939, el año en que acabó la Guerra Civil. Azaña en los últimos meses de la guerra, tras la caída de Barcelona, ciudad en la que residía desde su marcha de Madrid, se exilio a Francia, donde tras unas gestiones ante Gran Bretaña y Francia en favor de los que continuaban resistiendo, abandono sus responsabilidades políticas. A pesar de esto desarrollo varios escritos, como el que comentamos, en donde defendía su actuación. Manuel Azaña moriría al año siguiente de escribir este texto.
La idea básica del texto es la necesidad de una serie de reformas que diesen solución a las enormes diferencias sociales que había en España.
En el párrafo inicial nos relata como se desarrollo la llegada de la República (14 de Abril de 1931), la cual no vino precedida por una imposición de la fuerza revolucionaria, sino que se declaró pacíficamente como el fruto de una continuada presión social contra la monarquía.
El advenimiento del nuevo régimen origino una gran esperanza entre extensas capas de la población.
Esta esperanza se fundamentaba en el grave problema social español. España era un país con grandes masas de población que vivía en condiciones miserables.
Frente a esto, un reducido grupo social ostentaba gran parte de las riquezas nacionales. Este grupo oligárquico había mantenido en sus manos los resortes del poder (Régimen de la Restauración, dictadura de Primo de Rivera), pero la presión de importantes sectores de la burguesía, que aspiraba a una democracia autentica, y de los sectores populares, que defendían un cambio social, había conseguido el cambio de régimen. El texto destaca algunos de los graves contrates que vivía el país:
• España era un país agrícola y atrasado, aunque algunas de sus regiones estuvieran parcialmente industrializadas. Esto provocaba fuertes contrastes
• La agricultura española tenia graves problemas, y uno de los más importantes era el de la distribución de la propiedad de la tierra: Frente al latifundismo del centro y el sur, el minifundismo del norte.
• El latifundismo beneficiaba a una oligarquía. El sistema de explotación de estos latifundios consistía en que los jornaleros solo trabajaban determinados periodos al año. Esto sumía en la pobreza más profunda a grandes masas de campesinos.
Este estado de cosas no dejaba más solución a cualquier gobierno preocupado por su país la sunción de profundas reformas. Estas se debían realizar independientemente de la fuerza política y social del marxismo (socialistas y comunistas), con los que Azaña contó para realizar su programa de reformas (Ley de Reforma Agraria, legislación laboral…) durante el bienio progresista (1931-33, coalición con los socialistas) y el gobierno del Frente Popular (1936, coalición con nacionalistas, socialistas y comunistas).



Ley de Bases de Reforma Agraria (1932)
[...] Serán susceptibles de explotación las tierras incluidas en los siguientes apartados:
1.º Las ofrecidas voluntariamente por sus dueños siempre que su adquisición se considere de interés por el Instituto de Reforma Agraria [...].
5.° Las que por las circunstancias de su adquisición, por no ser explotadas directamente por los adquirentes y por las condiciones personales de los mismos, deba presumirse que fueran compradas con fines de especulación o con el único objeto de percibir su renta [...].
7.° Las incultas o manifiestamente mal cultivadas en toda aquella porción que, por su fertilidad y favorable situación permita un cultivo permanente, con rendimiento económico superior al actual [...].

Expropiaciones y ocupaciones realizadas a raiz de la Ley de Bases de Reforma Agraria de 1932 (hasta el 31 de diciembre de 1934)



Nº de fincas
Extensión en Has.
N.° de familias asentadas
Expropiadas
468
89.133
8.609
Ocupadas
61
27.704
3.651


Asentamientos realizados bajo el Gobierno del Frente Popular (marzo-julio de 1936)

Mes
Superficie ocupada en Has.
Familias campesinas asentadas
Marzo
249.616
72.428
Abril
150.490
21.789
Mayo
41.921
5.940
Junio
55.282
3.855
Julio
74.746
6.909
Total
572.055
110.921

J. HERNÁNDEZ y otros, Historia de España. 2.º Bachillerato. Fuentes documentales, Madrid, Akal, 2004, pp. 120-121.

La Ley de Bases de la Reforma Agraria es obra de las Cortes Españolas de 1932

Instituto de Reforma Agraria (IRA): Era el organismo que gestionaba el proceso de la reforma agraria: evaluaba productividad y rendimiento de las tierras, dictaminaba las fincas expropiables, determinaba el monto de las indemnizaciones a abonar y colaboraba en el proceso de asentamiento de los campesinos.
Fines de especulación o para percibir rentas: La ley considera expropiables las fincas que no se capitalizaron, sino que se compraron únicamente para obtener rentas o para venderlas más caras (especulación).
Rendimiento y productividad: Rendimiento se refiere a la cantidad de producción por unidad de superficie (una característica exclusivamente agrícola) y productividad, a la cantidad de producción por unidad de tiempo o de coste.
Hectárea: Medida de superficie. Equivale a una superficie cuadrada de 100 metros de lado (un hectómetro) o bien a 10.000 m2 (100 X 100).

1-Algunas propiedades que la Ley permite expropiar:
1-1-Las vendidas al IRA voluntariamente por sus dueños.
1-2-Las no cultivadas directamente por sus dueños y compradas sólo para especular o recibir rentas.
1-3-Las incultas o con menos rendimiento del posible.
2-El proceso de expropiaciones conoce dos fases muy diferenciadas:
2-1-Entre 1932 y 1934: 116.000 Has y 12.000 familias.
2-2-Entre marzo y julio de 1936: Casi 600.000 Has y más de 100.000 familias.
2-2-1-Conviene aclarar que en esta segunda fase, el IRA se movía detrás de los acontecimientos, legalizando ocupaciones espontáneas.

Atraso técnico y bajo rendimiento y productividad, con mano de obra abundante y barata (con frecuencia desempleada) y una inadecuada estructura de la propiedad. Casi la mitad de la población activa trabaja en el campo, y la mitad de esa mitad son jornaleros casi siempre en precario.
La preocupación por el sector es manifiesta por parte de los responsables de la II República: Largo Caballero desarrolla decretos como el decreto de laboreo forzoso (todas las tierras deben estar trabajadas) y el decreto de términos municipales (que obligaba a los propietarios y capataces a contratar braceros del propio municipio), defendiendo también a los pequeños arrendatarios.
La Reforma Agraria de la II República fue un proyecto de gran envergadura pero de limitado presupuesto.
Objetivos:
-Aumentar la rentabilidad de las tierras españolas.
-Resolver el lastre social de un campesinado en precario, redistribuyendo la propiedad agraria, especialmente de la mitad sur de España, donde más de la mitad de la tierra estaba en manos de un reducido número de propietarios.
Aprobada la ley en septiembre de 1932, tendrá dos fases:
-Fase 1 (1932-1934): La aprobación contó con posturas encontradas entre republicanos y socialistas, imponiéndose la expropiación con indemnización (que presupone el respeto a la propiedad privada).
-Las tierras objeto de expropiación: las de origen señorial jurisdiccional, las deficientemente cultivadas y las arrendadas con un valor catastral superior a 1.000 pesetas (en concepto de renta anual).
-El Instituto de Reforma Agraria (IRA) se encargaría de la gestión técnica y burocrática del proceso, contando con un reducido presupuesto para indemnizaciones: las tierras de origen señorial (en especial, si se conceptúan como señoríos jurisdiccionales o como mansos de los señoríos territoriales) no tendrían indemnización, que se aplicaría sobre los propietarios que hubiesen obtenido sus tierras a través de los procesos de desamortización. La indemnización como máximo equivaldría al 20% del rendimiento anual calculado. Las comunidades campesinas elegirían la forma de explotación (individual o colectiva).
-El proceso se hizo tan lento que exasperó a los campesinos sin tierras, dominados por la CNT, que se aprestaron a protagonizar ocupaciones ilegales, con las consiguientes represalias (el caso más grave: la localidad gaditana de Casas Viejas). A la dimisión del gobierno de Azaña sólo se habían asentado 12.000 familias.
-El bienio radical-cedista enfrió y paralizó el proceso reformista, iniciando a partir de 1935 una verdadera contrarreforma agraria (devolución de tierras expropiadas).
-Fase 2 (1936): En febrero de 1936, tras el triunfo del Frente Popular y el nuevo gobierno republicano de izquierdas, se reemprende el proceso de reforma agraria.
-Los campesinos se adelantaron a las resoluciones legales y ocuparon tierras que el IRA refrendaba a posteriori.
-La lucha social campesina, que fue más intensa en la primera fase que en la segunda, conocía el siguiente proceso: ocupación de tierras, quema de registros de propiedad, enfrentamiento con la Guardia Civil y represión, en ocasiones muy sangrienta.
-El proceso conflictivo y violento de la Reforma Agraria contribuyó al clima de deterioro de la convivencia durante la República. Y eso a pesar de que la lucha campesina, aunque más radical, estaba menos organizada: por la dispersión del campesinado, el control de los caciques locales y la inoperancia de la huelga contrarrestada por jornaleros en paro de un término municipal o de los términos vecinos.
 La reforma agraria se aplicó a toda España, si bien el problema del latifundismo se centraba en su mitad sur (Andalucía, Extremadura y La Mancha), alarmando a los pequeños y medianos propietarios de la mitad norte y enfureciendo a los terratenientes del sur. A su vez, como las esperanzas del campesinado sin tierras se vieron defraudadas, éstos tampoco dieron su apoyo a la legalidad republicana, contribuyendo al colapso de la República con sus ansias revolucionarias.




1 comentario:

  1. Hola, soy Allison Howarts. Después de estar en relación con Anderson durante años, él rompió conmigo, hice todo lo posible para traerlo de regreso, pero todo fue en vano, lo quería tanto por el amor que tengo por él. Le supliqué todo, hice promesas pero él se negó. Le expliqué mi problema a mi amiga y ella sugirió que debería contactar a un lanzador de hechizos que podría ayudarme a lanzar un hechizo para traerlo de vuelta, pero soy del tipo que nunca creyó en el hechizo, no tuve más remedio que intentarlo, yo envié por correo al lanzador de hechizos, y él me dijo que no había problema de que todo estaría bien antes de los tres días, que mi ex volvería a mí antes de los tres días, lanzó el hechizo y sorprendentemente en el segundo día, eran alrededor de las 4 pm. Mi ex me llamó, estaba tan sorprendido que respondí a la llamada y todo lo que dijo fue que lamentaba tanto todo lo que sucedió que quería que volviera con él, que me ama tanto. Estaba tan feliz y fui con él, así fue como comenzamos a vivir juntos felices de nuevo. Desde entonces, he prometido que cualquiera que conozca que tenga un problema de relación, sería de gran ayuda para esa persona al referirlo al único lanzador de hechizos real y poderoso que me ayudó con mi propio problema. correo electrónico: ogagakunta@gmail.com puede enviarle un correo electrónico si necesita su ayuda en su relación o en cualquier otro caso o WhatsApp en +2348069032895
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