El suicidio demográfico de España. Iván Vélez.- Alertadigital.
Alejandro Macarrón Larumbe (Avilés, 1960) publicó el pasado año el libro El suicidio demográfico de España (Ed. Homo Legens, Madrid 2011, 269 págs.), trabajo que trata de someter a análisis uno de los problemas más graves por los que atraviesa la Nación española: el estancamiento, cuando no retroceso numérico, de su cada vez más envejecida población.
Con la novedad de la aplicación de técnicas estadísticas avanzadas, El suicidio demográfico de España trata sobre un material más que trabajado desde hace siglos. En efecto, la preocupación por la composición y contaduría de la población hispana tiene una gran tradición y trascendencia. Los censos, recuentos, catastros y vecindarios, son muy frecuentes en España sobre todo a partir del siglo XVI, alcanzando gran detalle en el XVIII gracias a los procesos reformistas emprendidos por los Borbones.
El alcance y objetivo de los mismos fue dispar, de ahí que podamos remontarnos a las cartas pueblas locales del siglo IX o referirnos a trabajos más amplios como el Censo de reclutamiento militar, confeccionado por Alonso de Quintanilla en 1482, las Relaciones Topográficas y el Censo especial e moriscos y esclavos, obras ambas encargadas por Felipe II, o el Vecindario de leva de soldados realizado en 1693.
Apoyada en un gran aparato gráfico, la obra denuncia, desde sus primeras páginas, los principales problemas que se perciben al analizar las cifras que ofrece, sobre todo, el Instituto Nacional de Estadística.
A grandes rasgos, éstos consisten en la baja tasa de fecundidad de las mujeres españolas, apenas compensada por la de las madres extranjeras, y el envejecimiento de la población, cuestiones que, en detalle, incorporan aspectos problemáticos en diversos sentidos.
Por las páginas del libro planea una cifra: 2,1 es decir, el promedio de hijos por mujer que pueden asegurar la reposición de la población existente, cifra de la que las españolas se alejan si tenemos en cuenta que en 2010 se situó en un insuficiente 1,38, al que se llegó con la ayuda de las madres extranjeras.
Con unos registros tan alejados de la tasa de reposición, el futuro parece oscurecerse, pues nuestro autor conecta envejecimiento poblacional con ausencia de atractivos para el asentamiento de nuevos habitantes extranjeros que pudieran también dinamizar la economía.
Y es que precisamente la incidencia de la inmigración es uno de los temas centrales del libro.
Tema polémico, pues recordará el lector que no hace muchos años, por España circuló, sobre todo en ambientes autodenominados «de izquierdas», un lema que rezaba: «ningún ser humano es ilegal». Frase que obviaba un detalle fundamental, a saber: que los que llegaban a las costas españolas tras jugarse la vida en una patera, o entraban a España en avión procedentes de Hispanoamérica, no eran seres humanos que venían a «enriquecernos culturalmente» –que también este ideologizado argumento se escuchó–, sino ciudadanos de sociedades políticas concretas que llegaban para intentar mejorar sus vidas y a menudo las de sus familias. Ocurre también, que no es lo mismo un ser humano islamizado que uno cristianizado.
Y esta circunstancia no es accesoria cuando se observa que en Cataluña y Murcia, por no hablar de Ceuta y Melilla, el creciente número de musulmanes no dejará indiferente el futuro de tales tierras y aun el de la propia España, que si bien pudiera mantener su unidad –cosa esta altamente discutible a la luz del panorama político actual– vería seriamente comprometida su identidad.
Sea como fuere, lo cierto es que una de las conclusiones a las que llega Macarrón, extendiendo su análisis a otras naciones de diferentes credos religiosos, es que la elevación del nivel económico de las sociedades conlleva la bajada de la natalidad, por supuesto debido a la incidencia de lo que se ha llamado «planificación familiar», pero también a otros factores que tampoco gustarán a los rigoristas del progresismo.
A los métodos anticonceptivos y a la incorporación de la mujer a la vida laboral extrahogareña, añade el autor el impacto de las políticas españolas despenalizadoras del aborto o las facilidades de disolución matrimonial, a lo que debemos unir el desdibujamiento de tal concepto, merced a los políticamente correctos oficios de la dócil RAE, quien ya acepta un matrimonio sin madre.
En definitiva, el panorama descrito por Macarrón resulta desolador, particularmente en regiones como Galicia, Asturias o Castilla-León si de lo que se trata es de realizar el análisis sobre la división administrativa o autonómica actual, trabajo asequible por disponerse de estas cifras desde las propias administraciones, talladas a tal escala.
Otras conclusiones, acaso más interesantes e ilustrativas, se podrían obtener introduciendo las oposiciones campo/ciudad o interior/costa, pues la distribución de la población en relación con tales disyuntivas nos llevarían a introducir un prisma basal que pondría al descubierto estrategias políticas que el perfil autonomista a veces diluye.
En cualquier caso, Macarrón extrae una conclusión difícil de digerir en determinados contextos. En relación con la baja tasa de natalidad, problema que resulta ser el más acuciante para el futuro de los nativos españoles, don Alejandro resuelve que se trata en gran medida de una falta de voluntad por parte de los posibles padres.
Voluntad que, por otro lado, se ve comprometida por una serie de factores que si en algunos casos resultan insoslayables –por ejemplo los de carácter económico-, en otros brotan de atmósferas ideológicas tan extravagantes que llevan a la infertilidad por motivos ecológicos como los defendidos por el multimillonario norteamericano Ted Turner, verdadero ángel custodio de la observancia del cumplimento con la «huella ecológica» asignada a cada individuo que habita el planeta.
Conocer la Historia no sirve para nada pero el que no conoce la Historia no sabe nada.
viernes, 12 de octubre de 2012
sábado, 6 de octubre de 2012
"La nacionalidad Catalana" Prat de la Riba
TEXTO 2: LA NACIONALIDAD CATALANA (1906)
“Siendo la
nacionalidad una unidad de cultura, un alma colectiva, con un sentir, un pensar
y un querer propios, cada nacionalidad ha de tener la facultad de acomodar su
conducta colectiva, es decir, su política, a su sentimiento de las cosas, a su
sentido, a su libre voluntad. Cada nacionalidad ha de tener su Estado.
[...] La
aspiración de un pueblo a tener política propia, a tener un Estado suyo, es la
fórmula política del nacionalismo. La aspiración a que todos los
territorios de la misma nacionalidad se agrupen bajo la dirección de un Estado
único es la política o tendencia pannacionalista..
[...} Allá
donde hay nacionalidades que han de hacer vida en común, el régimen federativo
tiene natural aplicación; el Estado federal, asociación de los Estados
nacionales, es el organismo jurídico de la nueva formación política.
[...] Del
hecho de la nacionalidad catalana nace el derecho a la constitución de su
Estado propio, de un Estado catalán. Del hecho de la actual unidad
política de España, del hecho de la convivencia secular de varios pueblos, nace
un elemento de unidad, de comunidad que los pueblos unidos han de mantener y
consolidar; de aquí, el Estado compuesto.
Estos dos
hechos primarios, fundamentales, el de la personalidad nacional de Cataluña y
el de la unidad de España, fortalecidos por dos leyes correlativas, la de la
libertad que implica la autonomía y espontaneidad sociales, la de la
universalidad que lleva a la constitución de potencias mundiales, se resuelven
en una fórmula de armonía, que es la Federación Española.
Así, el
nacionalismo catalán, que nunca ha sido separatista, que siempre ha sentido la
unión fraternal de las nacionalidades ibéricas dentro de la organización
federativa, es aspiración levantada de un pueblo, que, con conciencia de su
derecho y de su fuerza, marcha con paso seguro por el camino de los grandes
ideales progresivos de la humanidad.”
Enric PRAT DE LA RIBA: La
nacionalidad catalana, Alianza Editorial/ Enciclopedia Catalana, Madrid,
1987
Ideas para un comentario del contenido del Texto:
Prat de la Riba, intervino en la Redacción de las Bases de Manresa (programa
político del catalanismo y proclamación oficial, abierta y sistemática del
autonomismo catalanista) que reivindicaban que Cataluña fuera la única soberana
de su gobierno interior y que pudiera establecer libremente sus leyes y
establecer y recaudar sus impuestos, acuñar su moneda y cuantas otras atribuciones
se derivasen de su soberanía.
En la “Nacionalidad Catalana” (1906), Prat de la Riba sistematizó estas
reivindicaciones y sentó las bases de una constitución regional catalana que
permitiera integrar un Estado Catalán en el Estado español.
Siguiendo el texto, que se propone para comentar, Prat de la Riba:
*.- Parte de una realidad: Cataluña es una Nación que reivindica su
derecho a tener un Estado Catalán.
*.- Señala que
cada nacionalidad es una “unidad de cultura”, un “alma colectiva”, “un sentir, pensar y querer
propios”, (una identidad propia que la determina).
*.- Por ello establece que cada nacionalidad “ha de
tener la facultad de acomodar su conducta colectiva, (…) su política, a su
sentimiento de las cosas, (…) a su libre voluntad”, a su identidad.
*.- Por tanto, si “cada nacionalidad ha de tener su
Estado”, La nacionalidad catalana (Cataluña) debe tener su propio Estado (un
Estado catalán).
*.- Concluye Prat de la Riba afirmando que esta es
la aspiración de su nacionalismo y, además, lograr que “todos los territorios
de la misma nacionalidad (Catalana) se agrupen bajo la dirección de ese Estado
único” (pannacionalismo); refiriéndose a que las cuatro provincias catalanas no
abarcan todos los territorios catalanes definidos por su identidad catalana.
Prat de la Riba hace compatible esta realidad
primaria con otra también primaria y fundamental: “la unidad política de España”
(en la que se incluye la nación catalana) fundamentada en la convivencia
secular de pueblos que han vivido durante siglos junto y que constituye un elemento
de unidad que estos pueblos “han de mantener y consolidar”.
Para respetar estas dos realidades que afectan a
Cataluña (y a España), Prat de la Riba propone la Constitución de un Estado
federal (compuesto) que posibilite que nacionalidades que han de hacer vida en
común tengan su Estado propio.
Sólo “la Federación Española”, según Prat de la Riba, hace compatibles
estos “dos hechos
primarios, fundamentales, el de la personalidad nacional de Cataluña y el de la
unidad de España”.
Prat concluye: Cataluña, en sus reivindicaciones “nunca
ha sido separatista” porque “siempre ha sentido la unión fraternal de las
nacionalidades ibéricas dentro de una organización federativa”,
Las tesis nacionalistas que propone Prat de la Riba se refieren a un nacionalismo “identitario” que se opone al nacionalismo “político” surgido de las revoluciones liberales de finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. El nacionalismo político, según él, no respeta las “identidades” nacionales existentes y crea otras artificiales a las que llama naciones.
Aunque Prat de la Riba señale la Guerra de Sucesión
y los Decretos de Nueva Planta de Felipe V (inicios del siglo XVIII) como
origen de la negación de los derechos de la nacionalidad catalana por los monarcas
Borbones (lo que supone una grave anacronismo histórico).
Solo la constitución de un “Estado federal,
asociación de los Estados nacionales”, puede hacer compatibles dos realidades
(el derecho de Cataluña nación a tener su propio Estado y su deseo de continuar
su secular unión con las demás nacionalidades ibéricas (para las que reclama
también el derecho a tener cada una su propio Estado).
Se hace necesaria, por tanto, la constitución de la
una Federación Española.
Por ello, Prat de la Riba sostiene que el
nacionalismo catalán nunca ha sido separatista, siempre ha sentido y respetado
la unión fraternal de Cataluña con las demás nacionalidades ibéricas dentro de
su necesaria organización federativa.
Otras afirmaciones de Prat de la Riba que nos ayudan a entender el texto:
*.- “Lo
que generalmente se llama patria grande no es sino un Estado compuesto de
varias agrupaciones sociales que tienen la condición de verdaderas patrias”.
*.- España
“no es más que el Estado o agrupación política a la cual pertenecen” los
catalanes.
*.- “El
Estado es una entidad política, artificial, voluntaria; la Patria es una
comunidad histórica, natural, necesaria. El primero es obra de los hombres; la
segunda es fruto de las leyes a las que Dios ha sujetado la vida de las
generaciones humanas”.
*.- La
Patria es “la comunidad de gentes que hablan una misma lengua, tienen una misma
historia común y viven hermanados por un mismo espíritu que marca con un sello
original y característico todas las manifestaciones de su vida”.
*.- “Enclavada Cataluña en el área
geográfica conocida con el nombre de España, somos españoles, del mismo modo
que somos europeos por estar comprendida España dentro del continente Europa.
Gobernada España por el Estado español, los catalanes somos españoles como
miembros de este Estado, como ciudadanos de esta sociedad política.
No somos, pues, enemigos de España, tomada en este sentido (el único
real), ni al combatir el Estado español queremos otra cosa que rehacerlo con
equidad y justicia y con una organización más adecuada y perfecta, dentro de la
cual Cataluña puede encontrar una vida de libertad y progreso”.
*.- “Las Bases de Manresa,
programa de la gran mayoría de los autonomistas catalanes, son incompatibles
con una aspiración separatista. (...) Nuestra aspiración es una aspiración de
libertad, pero también de unión y solidaridad con los demás pueblos. Nosotros,
que queremos hacer más sólida y durable y, sobre todo, más justa la unión
española, presentamos fórmulas de paz, nos dirigimos a las clases dirigentes de
España y les hacemos observar que las actuales bases de unión no son
equitativas, porque sacrifican a la fuerza del número elementos estimadísimos
de nuestra personalidad; les recordamos el ejemplo de numerosas segregaciones
que no se habrían producido si se hubiese escuchado la voz de los que pedían un
poco de libertad (hechos que demuestran que la unión de ahora no sirve para
unir, sino para separar)”.
(...) “queremos ver la patria catalana unida con vínculos de hermandad
con los demás pueblos de España, formando una familia fuerte y bien avenida,
sin Cenicientas explotadas ni herederas altivas”.
PRAT DE LA RIBA (1870-1917)
*.- pasa por ser uno de los fundadores del nacionalismo moderado y moderno catalán.
*.- uno de los redactores de las bases de Manresa.
*.- líder de la Lliga Regionalista.
*.- Sus numerosas publicaciones fijaron el cuerpo
ideológico del nacionalismo moderado catalán.
*.- Tenía una visión del pasado de una Cataluña
romántica, donde los reyes castellanos habían estado agraviándola
sistemáticamente.
*.- Partidario
de participar en la vida política española para inclinar sus leyes a los
intereses catalanes.
Un texto
más completo:
“Nosotros
veíamos el espíritu nacional, el carácter nacional, el pensamiento nacional,
veíamos el Derecho, veíamos la lengua; y de lengua, Derecho y organismo, de
pensamiento y de carácter y espíritus nacionales, extraíamos la Nación, que es,
una sociedad de gente que hablan una lengua propia y tienen un mismo espíritu
que se manifiesta uno y característico por debajo de toda la vida colectiva.
“Y veíamos
más: veíamos que Catalunya tenía una lengua, Derecho, arte propio, que tenía un
espíritu nacional, un carácter nacional, un pensamiento nacional, Catalunya era
pues, una nación.
Y el
sentimiento de patria, vive en todos los catalanes, nos hace sentir que patria
y nación eran lo mismo, y que Catalunya era nuestra nación, igual que nuestra
patria.
Si ser
patria, ser nación era tener una lengua, una concepción jurídica, un sentido
del arte propio, si era tener espíritu, carácter, pensamiento nacional. la
existencia de la nación o de la patria era un hecho natural como la existencia
del hombre, independientemente de los derechos que le fueran de hecho
reconocidos.
Siendo la nacionalidad una unidad de
cultura, un alma colectiva, con un sentir, un pensamiento y un querer propios,
cada nacionalidad ha de tener la facultad de acomodar su conducta colectiva,
esto es, su política, el sentimiento de sus cosas, para su conocimiento, para
su propio querer. Cada nacionalidad ha de tener su Estado.
El Estado,
pues, viene a ser un organismo, como una parte viva de la nacionalidad, por eso
no se puede pertenecer a dos nacionalidades diferentes, como un corazón no
puede palpitar en dos cuerpos diferentes, como un mismo cerebro no puede servir
de instrumento de la vida anímica a dos hombres diferentes.
A cada nación
un Estado, esta es la fórmula sintética del nacionalismo político, este es el
hecho jurídico que ha de corresponder al hecho social de la nacionalidad.
Consecuencia
de toda la doctrina expuesta es la reivindicación de un Estado catalán, en
unión federativa con los Estados de las otras nacionalidades de España. Del
hecho de la nacionalidad catalana nace del derecho a la constitución de un
Estado propio, de un Estado catalán. Del hecho de la actual unidad política de
España, del hecho de la convivencia secular de diferentes pueblos, nace un
elemento de unidad, de comunidad, que los pueblos unidos han de mantener y
solidificar. De aquí el Estado compuesto.
Estos dos
hechos primarios, fundamentales: el de la personalidad nacional de Catalunya, y
el de la unidad de España, reforzados por dos leyes correlativas: la de
libertad, que implica la autonomía y la espontaneidad social, la de la universalidad
que lleva a la constitución de potencias mundiales, se resuelven con una
fórmula de armonía, que es la Federación Española.
Así el
nacionalismo catalán, que nunca ha estado o sido separatista, que siempre ha
sentido intensamente, la unión y hermandad de las nacionalidades ibéricas
dentro de la organización federativa, tiene una aspiración de un pueblo que,
con conciencia de su derecho y de su fuerza, marcha, con paso seguro, por el
camino de los grandes ideales progresistas de la humanidad.”
Los procesos de industrialización y urbanización en la España de la Restauración"
Los procesos de urbanización e industrialización en la España
de la restauración:
Antecedentes:
El modelo de la Revolución industrial,
con sus profundas transformaciones económicas y sociales, por diversas razones
no arraigó en España.
La desamortización de la tierra no supuso
la creación de una agricultura moderna (los nuevos propietarios agrarios no realizaron
las inversiones de capital y las transformaciones técnicas necesarias). Tampoco
se creo un campesinado propietario de una extensión de tierra suficiente. España,
durante el siglo XIX, siguió siendo un país predominantemente agrario en el que
predominaron los jornaleros sin tierra y los arrendatarios pobres.
En la industria tampoco la modernización
alcanzó resultados relevantes. La industria catalana vivió siempre atenazada
por los problemas de un mercado exiguo y de poca capacidad adquisitiva.
La creación de la siderometalurgia vasca
(década de los ochenta del siglo XIX) tampoco se consolidó hasta el siglo XX.
Principales causas del retraso económico:
*.- Las condiciones geográficas de la
Península dificultaron las comunicaciones interiores y la formación de un
mercado nacional articulado.
*.- La escasez de materias primas y de
fuentes de energía y su dispersión geográfica hicieron costosa la producción
industrial (importación de hierro y minas de carbón pobre y de extracción
costosa).
*.- No coincidencia geográfica entre
yacimientos minerales, fuentes de energía y puertos marítimos (situación menos
grave en Asturias y País Vasco).
*.- Falta de mano de obra industrial por
el lento crecimiento demográfico.
*.- Carencia de excedentes agrícolas y
falta de un mercado interior capaz de absorber la producción industrial.
*.- Crecimiento desigual de la población
según zonas, el excedente de población de finales de siglo se orientó hacia la
emigración exterior y no hacia las ciudades.
*.- La pérdida de las colonias americanas
significó la pérdida de mercados y de materias primas (el proceso de industrialización
europeo coincidió con la formación de los imperios coloniales).
*.- La ausencia de capitales y de una
mentalidad inversora no posibilitó la innovación en las técnicas productivas de
la industria española.
El capital obtenido por los beneficios
agrícolas, en vez de ser invertido en el desarrollo de la industria, se orientó
hacia la compra de la deuda pública y de tierras desamortizadas.
El continuo endeudamiento de la Hacienda
pública, con su permanente emisión de Títulos de Deuda con intereses cada vez
más altos, acaparó para el Estado los pocos capitales existentes e impidió que
fueran invertidos de manera productiva.
La burguesía española fue
fundamentalmente rentista y terrateniente y orientó sus capitales hacia
procesos especulativos. Solo en el Norte y en Cataluña hubo un sector de la
burguesía que, con una visión emprendedora, orientó sus capitales a la
producción textil y siderúrgica.
Como consecuencia la industria española
tuvo una dependencia de los capitales extranjeros, éstos repatriaron sus beneficios
(evitando la reinversión y la acumulación de capitales en España).
*.- La política proteccionista del Estado
favoreció los intereses agrarios e impidió un desarrollo competitivo de la
industria, potenció el inmovilismo y no se incentivaron los necesarios cambios
tecnológicos.
La economía española osciló entre dos políticas
económicas difícilmente conciliables (proteccionismo y librecambismo)
*.- Un pequeño núcleo de burguesía industrial
periférica, la catalana principalmente, aspiró a crear una industria moderna
sin disponer ni de una industria metalúrgica básica, ni de unos medios de
financiación importantes, ni de un mercado suficiente. Para su expansión,
necesitaba de una política económica rígidamente proteccionista.
*.- La oligarquía terrateniente,
predominante en Castilla y en Andalucía, beneficiaria de la desarmotización,
pretendió que España fuera una gran productora de cereales que abasteciera al
mercado europeo y defendió una política librecambista.
Período
1874-1914
Fueron años de relativa prosperidad económica.
*.- Por la estabilidad política que
ofrecía garantías a los inversores y facilitaba una recuperación de los
sectores más afectados por el clima de agitación política y social del Sexenio.
*.- Las políticas de librecambio,
impuestas en Europa, permitieron un
crecimiento sostenido de la industria en el Norte y en Cataluña.
*.- Un cierto equilibrio fiscal y
presupuestario facilitó que parte de las inversiones se canalizaran hacia la
industria y la banca.
Hacia final de siglo se produjo en España una profunda
crisis agraria (por la llegada de la filoxera y de los productos agrícolas
extraeuropeos más baratos).
La oligarquía agraria y la burguesía industrial
coincidieron en el proteccionismo. Ambos
grupos establecieron un acuerdo para ocupar en exclusiva lo que quedaba del
mercado colonial (especialmente Cuba) y del mercado interior español.
La implantación de aranceles proteccionistas permitió:
*.- La formación de un sector bancario
bastante importante en manos de financieros españoles.
*.- Crecimiento de le industria
siderometalúrgica.
*.-
Creación de les primeras plantas de producción de energía eléctrica.
No evitaron:
*.- El lento crecimiento de la población debido a las altas
tasas de mortalidad y la emigración.
*.- Una población activa
predominantemente agraria.
*.-
Una estructura industrial «arcaica» en le que el valor de la producción neta
textil era seis veces superior a la de la siderometalúrgica. (En los países más
industrializados de la época el valor de le producción siderúrgica superaba al
de la textil.)
Al terminar el siglo los principales problemas del
sistema económico español:
*.- Agricultura atrasada y dominante.
*.- Mercado interior con escasa
capacidad de compra.
*.- Mecanismos de competencia arcaicos.
*.- Inversiones que buscaban el
beneficio a corto plazo y, salvo en el País Vasco, ajenas al equipamiento
industrial.
*.- Carencia de mercados exteriores
exclusivos que impedía una expansión sostenida al margen de la competencia continental.
La
evolución de la economía española entre, 1800 y 1914, resultó ser la propia de
una revolución industrial tardía, incompleta y fracasada, a pesar de haber
iniciado tempranamente su proceso de industrialización.
La industria
durante la Restauración:
Fue
la época de asentamiento del capitalismo industrial español. La siderurgia y la
minería experimentaron una importante expansión, debida tanto a las inversiones
extranjeras como a la acción de los inversores nacionales.
El
crecimiento fue especialmente importante en el País Vasco, donde surgieron los
grandes grupos siderúrgicos ligados a la banca vizcaína.
En
Asturias y Santander se desarrolló una industria relacionada con las minas de
hierro y carbón, Los altos hornos se alimentaron principalmente de la hulla
inglesa, de mejor calidad y mucho más barata a pesar incluso del sobreprecio de
los fletes.
También
creció la industria catalana: a la industria algodonera, que aprovechó la
bonanza para modernizarse, se sumaron entonces otros sectores como el lanar o
el papelero.
Otro
aspecto importante fue la duplicación del tendido ferroviario y el aumento
espectacular del número de viajeros y del volumen de mercancías transportadas.
También
mejoró la red de carreteras, se extendió el servicio de correos, se difundió el
telégrafo y la energía eléctrica comenzó su difusión (en 1882 ya había iluminación
de este tipo en Barcelona y en Madrid)
*.-
España a comienzos del siglo XX seguía siendo un país eminentemente agrícola
(el 70% de las familias españolas vivían del sector primario).
*.-
La tierra además estaba mal repartida (el 94% de los propietarios poseían sólo
el 46% de la tierra), casi la mitad del territorio agrícola español tenía
fincas de extensión no rentable y sólo un 25% más lo representaba el mesofundio
(el resto latifundios con fincas de más de 250 hectáreas).
Síntesis:
*.- Fuerte déficit de su
balanza comercial.
*.- Incremento demográfico
y aceleración del proceso de concentración de la población en las ciudades.
*.- Relativo crecimiento
económico acentuado por una favorable coyuntura internacional.
*.- Mejora de los
transportes por el considerable incremento del tendido ferroviario y la
construcción de nuevas carreteras.
*.- Concentración de la
industria en determinadas zonas
(metalúrgicas en la fachada cantábrica y textiles en Cataluña).
*.- La minería, hasta
ahora basada en la extracción artesanal, pasó a ser una gran industria
impulsada por la masiva llegada de capitales extranjeros.
*.- Relativa consolidación
de la burguesía en una incipiente economía capitalista.
*.- Dependencia económica,
técnica y financiera del exterior.
*.- Inexistencia de un
amplio mercado de consumo que dificultó el desarrollo industrial.
*.- Estancamiento y
marginación rural; empobrecimiento progresivo del proletariado del campo.
*.- Polémica
proteccionismo/liberalismo económico (textiles catalanes, metalúrgicos vascos y
grandes cerealistas castellanos opuestos a las medidas librecambistas). Triunfo
del proteccionismo ante las concesiones realizadas a unas industrias no
competitivas por su bajo nivel técnico y el escaso poder adquisitivo de la población.
ASPECTOS DEMOGRAFICOS
La población española creció de forma importante en el
siglo XIX.
Durante el último cuarto del siglo XIX la población
española creció despacio (16,6 millones de habitantes en el censo de 1877
y 18,6 en 1900).
El crecimiento (debido en parte al comienzo del
desarrollo económico y desde 1840 al fin de la guerra carlista) no sirvió para
impulsar una revolución industrial. La tasa de crecimiento española era en 1860
un 6‰ más baja que la media europea, las características de la población
española eran más propias del ciclo antiguo que de la etapa demográfica
moderna.
El principal lastre demográfico español era la alta
mortalidad, cuyo descenso debía constituir el primer paso para una revolución
demográfica. La mortalidad española, pese a haber descendido, era aún muy
elevada a mediados del siglo: un 27%.
En el último tercio del siglo hubo un aumento
considerable de los movimientos migratorios:
*.-
La migración interior hacia las ciudades motivado por las expectativas de
empleo que generaba el crecimiento industrial y de los servicios.
Las grandes ciudades del Norte y levante como
Barcelona, Bilbao o Valencia, y también Madrid, crecieron aceleradamente en el
último cuarto de siglo.
El crecimiento urbano trajo consigo problemas graves
(falta de viviendas y el hacinamiento en suburbios sin infraestructuras ni
servicios).
Las ciudades
polarizaron poco a poco la vida social, aunque España siguió siendo un
país agrario, la vida urbana influyó cada vez más en la mentalidad colectiva y
fue concentrando el interés nacional.
*.- La emigración exterior (Africa del Norte e
Iberoamérica, sobre todo Argentina).Varios cientos de miles los emigrantes,
casi todos ellos jornaleros afectados por la crisis agrícola de fin de siglo,
buscaron en el exterior el empleo continuado que no podían lograr en España.
Los sucesivos gobiernos asistieron a ese proceso
migratorio sin intentar detenerlo, conscientes de la incapacidad del país para
dar trabajo y alimento a sus excedentes de población.
Evolución de la población de las principales ciudades españolas
(1857-1900)
Ciudad
|
1857
|
1900
|
aumento
|
Madrid
|
281.170
|
539.853
|
192,10
|
Barcelona
|
178.625
|
533.000
|
298,39
|
Valencia
|
106.435
|
213.550
|
200,63
|
Sevilla
|
122.139
|
148.315
|
121,43
|
Málaga
|
92.611
|
130.109
|
140,48
|
Murcia
|
26.888
|
111.539
|
414,82
|
Zaragoza
|
59.978
|
99.118
|
165,25
|
Bilbao
|
17.649
|
83.306
|
472,01
|
Palma de Mallorca
|
42.900
|
63.937
|
149,03
|
Alicante
|
20.342
|
50.142
|
246,49
|
Oviedo
|
14.156
|
48.103
|
339,80
|
Las Palmas de Gran Canaria
|
14.308
|
44.517
|
311,13
|
La Coruña
|
27.354
|
43.971
|
160,74
|
León
|
9.963
|
15.580
|
156,37
|
(Población 1857, índice 100)
Datos
complementarios:
*.-
En el País Vasco surgió una poderosa banca ligada a la industria del hierro,
que canalizó inversiones hacia el equipamiento industrial.
*.-
La repatriación de capitales procedentes de Cuba ayudó al desarrollo.
En
el periodo 1883-84 se desencadenó una pequeña recesión causada por la
sobreproducción y por una crisis bursátil. A partir de 1890 la situación económica
cambió: al librecambismo dominante en los años 80 sucedió, en todo el mundo, el
proteccionismo (contexto internacional de nacionalismo, colonialismo e imperialismo).
En
los años 80 varios grupos presionaron al Gobierno para que adoptara medidas proteccionistas:
los cerealistas castellanos a través de La liga Agraria, los industriales
textiles catalanes asociados en el Fomento Nacional del Trabajo, los siderúrgicos
vascos e incluso los propietarios de las minas de carbón asturianas.
El
gobierno español reaccionó a finales de 1890 con una subida de los aranceles
agrarios y, en diciembre de 1891, aprobó una ley arancelaria que incluyó una
larga lista de productos agrícolas e industriales.
Francia,
país que acaparaba la parte fundamental de nuestro comercio exterior, respondió
adoptando medidas proteccionistas frente a los productos españoles.
El
resultado fue el mantenimiento de los precios y, en el caso de los cereales, un
aumento espectacular, que volvió a producir el hambre entre los jornaleros y
las clases populares.
Además,
la nueva tarifa, junto a la entrada en España de la plaga de la filoxera en
1892, arruinó la producción de vinos, que en la década anterior había
constituido un tercio de las exportaciones.
El sector financiero padeció la
misma debilidad que el resto de la economía española.
Causas
de su retraso respecto al europeo:
*.-
La permanente inestabilidad política, que hacía muy difícil el asentamiento del
crédito.
*.-
España tardó mucho tiempo, hasta 1856, en generalizar el sistema de sociedades
anónimas, lo que retrajo a los inversores que arriesgaban no sólo su capital en
las empresas sino también su patrimonio particular.
*.-
El país se hallaba sumido en un caos monetario.
*.-
La deuda pública actuó atrayendo los capitales por sus elevados intereses,
incluso los de los pocos bancos que funcionaban.
Sector terciario.
Las
principales y más rentables empresas del sector servicios estaban en manos
extranjeras, algunos ejemplos significativos:
*.-
Las compañías eléctricas preferentemente en manos alemanas.
*.-
Los teléfonos de Madrid dependían de una sociedad francesa.
*.-
El suministro de aguas a la ciudad de Barcelona en manos de una sociedad
francesa.
*.- Los transportes urbanos de Barcelona
a cargo de empresas belgas.
*.-
La electricidad de Barcelona distribuida por una compañía canadiense.
*.-
Los servicios ferroviarios en torno a Sevilla en manos francesas, su
abastecimiento de aguas a cargo de una compañía inglesa y sus tranvías en manos
de capital alemán
Algunas
referencias cronológicas significativas:
*.- El primer teléfono que funcionó en España en 1877.
*.-En 1881 se inauguró la luz eléctrica en Madrid
llegando a finales de siglo a las principales ciudades.
*.-
Se duplicaron a finales de siglo los 6.200 kilómetros de línea férrea
existentes en 1875, los 15.000 kilómetros de carreteras del Estado en 1870
pasaron a ser 35.000 en 1900.
Los inicios del movimiento obrero en España"
LOS
INICIOS DEL MOVIMIENTO OBRERO EN ESPAÑA:
La industria del algodón y la primera siderurgia
necesitó de miles de trabajadores agrícolas en paro. El éxodo rural (menor que en
Inglaterra y en otros países europeos) se incrementó a partir de 1830 e hizo
crecer los barrios periféricos de las ciudades (sin infraestructuras y
servicios y unas viviendas improvisadas),focos de miseria y enfermedades
infecciosas (tuberculosis y cólera).
Jornadas laborales de 12 a 14 horas, sin seguridad
preventiva, con accidentes frecuentes y sin otro descanso que los domingos. La vida
media de los obreros catalanes era de 19 años cuando era de 40 para la clase
alta barcelonesa.
Trabajaban por igual hombres, mujeres y niños de hasta
6 y 7 años, con salarios muy bajos (aunque superiores a los del campo). El
analfabetismo era generalizado, afectando al 69% de los hombres y al 92% de las
mujeres. Una crisis hacía caer las ventas y los despidos se multiplicaban; el
paro conllevaba hambre y enfermedad. Con
frecuencia se generalizaba la percepción de que las oleadas de inmigrantes a
las ciudades constituían un peligro social.
El desarrollo de la industria supuso el desarrollo
del MOVIMIENTO OBRERO EN ESPAÑA.
Desde 1832 el vapor se incorporó a las fábricas. El
inicio de la mecanización produjo la eliminación de puestos de trabajo (origen
de algunos movimientos luddistas: por ejemplo el incendio de la fábrica
Bonaplata en Barcelona en 1835).
Ante el paro, surgieron entre los trabajadores las sociedades
de ayuda mutua y se difundieron entre ellos las ideas de los socialismos utópicos.
Hasta 1854 la mayor parte de los obreros hicieron
causa común con sus patronos en la defensa del proteccionismo (las crisis industriales
y los bajos salarios los achacaban a la competencia inglesa) y sus reivindicaciones
laborales se centraron exclusivamente en salarios, seguridad en el trabajo y la
reducción de sus horarios laborales. No se planteaban la necesidad de un
sindicato o de un partido político que atendiera específicamente a sus reivindicaciones
Es a partir de 1848 cuando comenzaron a vincularse las
reivindicaciones obreras con las ideas democráticas y republicanas, apartándose
así del liberalismo progresista. Las movilizaciones obreras así se
desvincularon de las reivindicaciones de sus patronos.
En 1854 se generalizaron las protestas contra la introducción
de las hiladoras y tejedoras mecánicas (selfactinas), se produjeron enfrentamientos
de los trabajadores con el ejército y sufrieron la represión gubernamental.
El dirigente obrero José Barceló fue ejecutado, la
reacción: una huelga general que paralizó Barcelona (julio 1855). Después de diez
días de lucha en las calles, los dirigentes obreros llegaron a un acuerdo con el
Gobierno: se mantendrían los sueldos y los convenios colectivos hasta que las
Cortes aprobaran una nueva reglamentación laboral. Dos líderes obreros expusieron
en Madrid, ante el Congreso de los Diputados, sus quejas (avalados por un
escrito respaldado por 33.000 firmas de todo el país). Pedían:
*.- el reconocimiento del derecho de
asociación.
*.- la reducción de la jornada laboral a
diez horas.
*.- el mantenimiento de los salarios.
*.- el derecho de negociación colectiva.
*.- y el establecimiento de tribunales
paritarios para dirimir los conflictos.
El proyecto de Ley del Trabajo que aprobaron las
Cortes solo estableció:
*.- la media jornada para los niños y un
máximo de diez horas de trabajo para los menores de 18 años.
*.- limitaba las asociaciones de
trabajadores al ámbito local siempre que no excedieran de 500 miembros.
*.- legitimaba los convenios colectivos
sólo en las empresas de menos de 20 trabajadores.
*.- y establecía Jurados integrados solo
por patronos para arbitrar los conflictos laborales.
Ante esta situación, se generalizó en Cataluña la
necesidad de un triunfo republicano para que pudieran verse satisfechas las
reivindicaciones de la clase trabajadora. En Andalucía los grupos republicanos
y socialistas plantearon la República como única fórmula política válida para
lograr la solución de los problemas agrarios de Andalucía.
Progresivamente el movimiento obrero fue politizándose:
apoyando a los partidos demócrata y republicano (incorporando éstos partidos,
en sus respectivos programas, algunas de las reivindicaciones obreras).
Durante los años de GOBIERNO DE LA UNIÓN LIBERAL se
prohibieron las asociaciones obreras.
Las Academias obreras se ocuparon de la formación
cultural y de la concienciación política de los trabajadores. En ellas, además,
los trabajadores recibían clases de aritmética y de gramática y discutían los problemas
de las fábricas y las ideas socialistas
A partir de 1863 volvieron las movilizaciones obreras,
ya abiertamente politizadas.
Los dirigentes obreros, y los intelectuales próximos a
las reivindicaciones obreras, participaron activamente en las sucesivas
conspiraciones que demócratas y republicanos urdieron contra el régimen de
Isabel II. La represión gubernamental se descargó principalmente sobre éstos y
sobre la prensa obrera.
Decepcionados de los partidos, al ignorar éstos sus
reivindicaciones, el movimiento obrero se orientó hacia el sindicalismo y la
formación de partidos específicamente socialistas.
En la REVOLUCIÓN
DE 1868 fue decisiva la participación de los trabajadores industriales,
aunque ya distanciados sus líderes de los políticos demócratas y republicanos (a
los que acusaban de buscar la conquista de la democracia política obviando la
atención a las reivindicaciones de los trabajadores).
Algunos dirigentes del movimiento obrero, como Anselmo
Lorenzo, ya estaban en contacto con los dirigentes de la I Internacional
y al tanto de sus Congresos y decisiones tácticas.
I
INTERNACIONAL.
En octubre de 1868 llegó a España Giuseppe Fanelli,
miembro de la AIT (enviado de Mijail Bakunin, con el objetivo de
organizar la sección española de la Internacional sobre la base de las tesis
anarquistas).
Fanelli estableció en España dos secciones: una en
Madrid y otra en Barcelona.
A la vez, un representante de las Sociedades Obreras
de Barcelona asistió en Basilea al Congreso de la Internacional, contactando
allí con Bakunin.
Aparecieron nuevos diarios obreros y las huelgas y
protestas se extendieron por todo el país.
Definitivamente los líderes obreros se desmarcaron del
movimiento republicano por considerarlo burgués.
El contacto con Bakunin y el fracaso del alzamiento republicano de
septiembre-octubre de 1869, orientó a un sector importante de las
organizaciones obreras hacia el apoliticismo y la desconfianza sobre la
política burguesa de los partidos (I Congreso Obrero Español, Barcelona,
junio 1870).
El proletariado de Andalucía tuvo un proceso similar,
reconociéndose en la corriente antipolítica y antiautoritaria de la
Internacional.
En junio de
1870 se celebró en Barcelona el I
Congreso de la Sección española de la Internacional, en él se
estableció un Consejo Federal en Madrid y la mayoría catalana impuso la
orientación anarquista de no colaboración ni alianza con las fuerzas políticas
burguesas.
En 1871, bajo el reinado de Amadeo de Saboya y cuando
los trabajadores españoles preparaban su segundo Congreso, sobrevino la insurrección de la Comuna de
París.
El impacto que esta revolución provocó el temor en las
clases medias y en los dirigentes europeos y se iniciaron medidas represivas
contra la A.I.T y quedaron prohibidas las reuniones y las huelgas, fueron
detenidos varios líderes sindicales y el Consejo Federal tuvo que instalarse en
Lisboa.
En tan difíciles condiciones se celebró la Conferencia de Valencia
en la que un reducido número de delegados ratificó la línea anarquista.
ESCISIÓN
EN EL MOVIMIENTO OBRERO: ANARQUISMO Y SOCIALISMO.
En diciembre
de 1871 llegó a España el dirigente de la Internacional Paul Lafargue, partidario
de Marx, entró en contacto con el núcleo madrileño y sus principales miembros
(entre ellos Pablo Iglesias) aceptaron sus tesis.
En el Congreso
de Zaragoza (abril de 1872) se impusieron de nuevo las tesis anarquistas
defendidas por los delegados catalanes, aragoneses y valencianos.
En junio, los
líderes marxistas madrileños fueron expulsados y éstos, un mes más tarde,
fundaron la Nueva Federación Madrileña, que pronto se convirtió en la
sección española del ala marxista de la A.I.T.
Meses
después, la escisión en la Internacional se consumó en el Congreso de la Haya.
Al comenzar 1873 la Internacional española contaba con
más de 25.000 afiliados, un tercio de los cuales pertenecían a las federaciones
catalanas. Estaba claramente implantada entre los obreros textiles, los de la
construcción y de las artes gráficas, con varios miles de afiliados. Las
federaciones campesinas -salvo en Andalucía-, las de ferroviarios y de los
mineros eran menos importantes. Entre sus dirigentes había una mezcla de
procedencias (obrera e intelectuales de clase media, estos últimos de ideología
más radical y próxima al anarquismo).
Con la I República se produjo una oleada de
manifestaciones y huelgas.
La sublevación cantonal, un movimiento de los
republicanos federales radicales, no contó con el respaldo de los dirigentes de
la A.I.T, aunque muchos obreros internacionalistas participaron activamente en
la insurrección. Por este motivo, considerando al movimiento obrero un carácter
revolucionario, se incluyó a la A.I.T en la represión posterior.
El 10 de
enero de 1874, se decretó la disolución de la Internacional, la mayoría de los
dirigentes de la AIT y los de la Nueva Federación socialista madrileña, pasaron
a la clandestinidad.
El Sexenio
produjo la concienciación política y organizativa del movimiento obrero español
y difundió el anarquismo y el marxismo en España: principalmente implantado en Cataluña,
Aragón, Levante y Andalucía (anarquismo) y Madrid, Valencia y Sevilla (marxista).
EN EL
INICIO DE LA RESTAURACIÓN
el movimiento obrero, en la clandestinidad, estuvo definitivamente escindido en
dos corrientes diferenciadas: socialista y anarquista.
Para Cánovas la I Internacional era "un terrible
foco de inmoralidad” y “el más grave peligro para las sociedades humanas.
En la Restauración, Los Gobiernos, adoptando medidas
proteccionistas, intervinieron en la regulación de las relaciones laborales y apoyaron
alguno de los derechos reivindicados por los trabajadores.
A pesar de esto, fue constante hasta 1931 la relación
entre capitalismo privado, oligarquía agraria y
liderazgo político
Durante la Restauración empezó a consolidarse en
España el sindicalismo en dos direcciones diversas.
En 1872 (Congreso de Zaragoza) se escindió el
movimiento obrero español en dos:
*.- Anarquistas (obrerismo catalán y aragonés)
*.- y socialistas (de filiación marxista e importante
en el obrerismo castellano).
El Decreto de disolución de la I Internacional supuso
para el movimiento obrero su paso a la clandestinidad. Resurgió de nuevo aprovechando la Ley de Asociaciones
de 1887.
ANARQUISMO:
*.- Su proceso organizativo fue lento, actuando abiertamente
desde 1881.
*.- Con un nivel mínimo con la fundación de la Federación de Trabajadores de la Región
Española.
*.- La implantación del anarquismo fue notable en
Cataluña, Aragón, Valencia y Andalucía.
Sus divisiones internas y su escasa organización,
junto a la represión policial, hizo que a finales de los años ochenta los
obreros y campesinos anarquistas se inclinasen:
*.- Los más, por un activismo predominantemente
sindical y reivindicativo
*.- Los menos, más radicales optaron por la acción
“directa” (la huelga violenta o el atentado).
En la última década del siglo XIX y en la primera del
siglo XX se produjo una oleada de atentados contra reyes, presidentes y jefes
de gobierno de toda Europa. La respuesta contundente de las autoridades no hizo
sino alimentar una dinámica de acción-represión.
Las tácticas de los más radicales sirvió para
etiquetar de violento a todo el anarquismo. Convertido en el terror de las
clases medias, agudizó los enfrentamientos de clase en las regiones en las que,
como Cataluña o Andalucía, el movimiento libertario era más fuerte.
La Ley de Represión de 1896 significó un freno para el
anarcosindicalismo (a pesar de ello en 1901 contaba con más de setenta mil afiliados
y su acción estuvo centrada en Cataluña, Andalucía, La Coruña y Madrid).
El anarquismo evolucionó hacia su dispersión en
pequeños grupos, perdiendo progresivamente su fuerza salvo en Andalucía (base
agraria) y en los núcleos urbanos,
especialmente en Cataluña.
En 1907 Solidaridad
Obrera representaba el sindicalismo apolítico y tenía una amplia implantación
en los sectores obreros barceloneses y en algunos núcleos rurales.
En 1908 Solidaridad Obrera se transformó en la Confederación Regional del Trabajo
y dos años más tarde (1910) adquirió ámbito nacional (Confederación Nación del Trabajo, CNT), constituyó la
segunda central sindical española (con gran implantación en los obreros
agrícolas andaluces e industriales catalanes).
Propuestas:
*.- El rechazo de cualquier autoridad impuesta
(libertad individual total y abolición del Estado)
*.- La supresión propiedad privada y la implantación
del colectivismo
*.- La Revolución violenta, las huelgas generales y,
en algún caso, el terrorismo.
*.- El apoliticismo (no a las elecciones y los
partidos)
*.- El Anticlericalismo (ni Religión ni Iglesia)
En 1911 celebró su primer Congreso en Barcelona y
defendió como medios de acción, un sindicalismo revolucionario con la huelga
general, la acción directa (boicot y sabotaje) y un radical antiparlamentarismo.
Su fuerza siguió radicada fundamentalmente en
Cataluña, Andalucía y Aragón. Su menor implantación en Castilla y en el Norte
peninsular tuvo como excepción, por su importancia y actividad, la CNT de
Madrid del sector de la construcción (integrado en su mayor parte por obreros
procedentes del sector agrario andaluz). Las disposiciones gubernamentales
volvieron a colocarla en la clandestinidad.
MOVIMIENTO
OBRERO MARXISTA:
Desde 1870 tuvo en Madrid su principal fuerza.
Después de la represión de 1874, los socialistas
madrileños se reorganizaron en torno al núcleo de los tipógrafos (sector
numeroso en la capital, donde se concentraba la prensa y el mundo editorial y el
lugar mejor informado de los avatares políticos).
Fueron ellos quienes, junto a algunos intelectuales y
otros artesanos, fundaron en una taberna de la calle Tetuán, el Partido Socialista Obrero Español
(PSOE, mayo de 1879).
Una comisión, encabezada por Pablo Iglesias y Jaime
Vera, redactó el primer Programa (aprobado el 20 de julio) centrado en tres
objetivos:
*.- la abolición de las clases y la emancipación de
los trabajadores.
*.- la transformación de la propiedad privada en
propiedad social o colectiva.
*.- y la conquista del poder político por la clase
obrera.
El programa incluía, además, una larga lista de
reivindicaciones políticas y laborales que pretendían la mejora de las
condiciones de vida de los obreros.
A lo largo de los años ochenta el PSOE fue definiendo
aún más su programa, de clara inspiración marxista. La creación en 1881 del
Comité Central permitió completar su organización, al tiempo que ampliaba sus
bases.
En 1888, cuando ya había agrupaciones socialistas en
las principales ciudades del país, se fundó en Barcelona la Unión General de Trabajadores (UGT),
un sindicato de inspiración socialista.
Después tuvo lugar en Barcelona el Primer Congreso del
PSOE. Allí se constituyó ya como organización nacional y adoptó el sistema de
Congresos periódicos para definir su línea ideológica y su táctica política.
Pablo Iglesias fue su líder indiscutible.
A partir de 1888 se marcó la línea divisoria entre el
Partido (con objetivos políticos) y el sindicato UGT (con una función
reivindicativa e inmediata para la defensa de los trabajadores en una sociedad
capitalista).
En 1890 se celebró por primera vez el 1º de Mayo,
siguiendo la consigna de la II Internacional. Se produjeron manifestaciones numerosas,
como la de Madrid, que convocó a unas 20.000 personas. En Bilbao se prolongó,
ante los despidos de los líderes, en una huelga general que obligó al Capitán
General a que forzara la negociación de los patronos con los dirigentes
obreros.
Desde este año el PSOE comenzó a presentar candidatos
a las elecciones, y en las municipales de 1891, por primera vez, fueron
elegidos cuatro concejales socialistas en las grandes ciudades. Este éxito, que
contrastó con su escasísima influencia en el campo, sirvió al Partido para
presentarse como organización que aspiraba al poder.
El desarrollo del PSOE (bajo la influencia directa del
socialismo francés y del Partido Socialista Obrero Alemán) y de la UGT fue más
lento pero más sostenido.
La principal base militante del partido y del
sindicato residió en las regiones industriales del País Vasco (en frecuentes
confrontaciones con los sindicatos católicos). Desde Bilbao se difundió a
Asturias, en enfrentamiento con el movimiento anarquista. Tales dificultades
hicieron que los socialistas del norte se convirtieran en la vanguardia de la
UGT. Intervino activamente en la política nacional y sus efectivos se vieron
incrementados, sobre todo, con la implantación del sufragio universal en 1890.
La época de su mayor empuje se localizó
tras la crisis de 1909 (llegando a contar la UGT en 1912 con 130.000
afiliados). Hasta 1910 Pablo Iglesias no consiguió ser elegido diputado. Sus relaciones con los anarquistas no fueron buenas.
Programa:
*.- Emancipación total de la clase trabajadora
*.- Paso de la propiedad individual a la propiedad
social
*.- Posesión del poder político por la clase
trabajadora
*.- Rechazo del terrorismo
*.- Oposición a la expansión colonial y pacifismo
*.- Revolución, pero mientras tanto, planteamientos
más moderados:
*.- Participación pacífica en las elecciones para
difundir las ideas marxistas.
*.- Se propugna la negociación de la UGT con los
patrones.
SINDICALISMO
CATÓLICO. Impulsado por la
encíclica Rerum Novarum, de León XIII (1891) apareció un inoperante sindicalismo
católico. El hecho de que el Consejo Nacional de Corporaciones Católicas
Obreras (fundado en 1896) estuviera presidido por un político conservador, y
vicepresidido por un duque y dos marqueses, expresaba suficientemente lo irreal
de los planteamientos del obrerismo católico.