El programa revolucionario socialista
(enero de 1934). Autor y ponente del documento: Indalecio Prieto.
Fuente: la publicación oficial del PCE
Guerra y Revolución en España.
«I. Todas las tierras de España se declararán
de la propiedad del Estado.
Suprimiendo por consiguiente el pago de
la renta a particulares, renta que en todo caso, habría de percibir el Estado,
los municipios o aquellas otras comunidades o corporaciones de carácter público
en quienes delegará el Estado sus derechos. En aquellas zonas donde la
propiedad agrícola tenga carácter minifundista, las tierras seguirán en
posesión de quienes actualmente las cultiven, mediante el pago del canon que se
estableciese conforme a la estructura económica que queda apuntada. En las
zonas donde la propiedad agrícola tiene predominantemente carácter de
latifundio, se procurará el establecimiento de explotaciones colectivas, bien a
cargo del Estado, de los municipios o de comunidades de campesinos, que al
efecto se constituyan, debiendo el Estado asumir, por medio de su personal
facultativo, la dirección técnica de esas explotaciones agrícolas colectivas.
2. Radicando el porvenir de la
agricultura española en el aprovechamiento de todos los regadíos que permitirán
vivir a costa de la tierra a un número enorme de familias muy superior al de
las que actualmente se consagran a la labor campesina y siendo insuficientes
las consignaciones del presupuesto ordinario del Estado que puedan ser
destinadas a las obras hidráulicas para que ésas lleven el ritmo acelerado que
resulta más que conveniente, indispensable, se procederá a la captación de la
mayor parte posible del ahorro nacional para, asegurándole un interés
prudencial, invertirlo en la pronta realización de esas obras hidráulicas con
lo cual se facilitaría, de momento, trabajo a bastantes millares de obreros y
quedaría garantizado el próximo asentamiento en excelentes condiciones de una
masa considerable de labradores.
Esta operación podría realizarse
mediante un consorcio entre el Estado, la entidad federativa de las Cajas de
Ahorro y la banca oficial, quedando en hipoteca las tierras repartidas que,
como las demás y en virtud de la propuesta del art. 1 de este programa, habían
de ser objeto de incautación por parte del Estado.
3. Reforma radical de la enseñanza
pública, modificando la organización de la enseñanza superior, de manera que a
ella no tengan acceso sino aquellos alumnos que hubiesen demostrado en la
enseñanza primaria y en la secundaria un grado de capacitación plenamente
demostrativo de que habría de ser para ellos enteramente provechosa la
permanencia en las universidades y escuelas especiales. La realización de esta
idea se verificará encargándose el Estado de modo total del sostenimiento de
aquellos alumnos que ya en la escuela de primeras letras evidenciaran
condiciones especiales de talento que, observadas por el respectivo maestro,
fuesen comprobadas por las juntas pedagógicas que se encargarán del traslado de
esos niños a centros de enseñanza primaria que mediante una organización
especial aprovechasen mejor las condiciones especiales de esos alumnos.
Idéntico procedimiento se seguirá respecto a ellos en la enseñanza secundaria.
De esta forma, la Universidad tendrá cerrado su acceso a quienes actualmente
pululan en ella sin más méritos que los procedentes de una situación
privilegiada económicamente, llegando únicamente hasta su recinto los que
acreditasen su capacidad suficiente para evitar la esterilización del esfuerzo
universitario. Señalando los cupos correspondientes de licenciados de todas las
facultades y titulados de las escuelas especiales habrían de limitarse el
número de estos centros derivando el esfuerzo del Estado que así quedará
sobrante a la creación de escuelas profesionales que perfeccionarán los
conocimientos técnicos del obrero y perfeccionarán su cultura general.
4. No existiendo en España una religión
disidente de potencia bastante para mantener en su rivalidad con la Iglesia
católica el mínimo de libertad de conciencia exigible en un pueblo civilizado y
siendo notorio el afán bárbaramente intransigente de los católicos españoles
que conduciría al mantenimiento del fanatismo religioso pese a la separación de
la Iglesia y el Estado y de las leyes laicas hasta ahora votadas por la República,
procede la disolución de todas las órdenes religiosas y la incautación de sus
bienes, más la expulsión del territorio nacional de los miembros de aquellas
que por su pasada actuación se considerasen más peligrosas para las nuevas
instituciones.
5. Disolución del ejército y
reorganización inmediata del mismo a base de la reducción de sus contingentes,
de la separación de todos los generales, jefes y oficiales sin más excepción
que hubiesen revelado sin tibieza su adhesión al régimen y dando paso incluso a
los más relevantes puestos de mando en forma democrática a quienes a partir de
su ingreso en filas como soldados hubiesen demostrado las necesarias
condiciones de capacidad, haciendo en suma que según la frase de Napoleón,
«pueda ir en la mochila de cualquier soldado el bastón de mariscal».
6. Disolución de la guardia civil y
reorganización de todos los institutos armados al servicio del Estado sobre las
mismas bases democráticas diseñadas para reformar el ejército y con la
condición indispensable de una adhesión verdaderamente leal al nuevo régimen.
Núcleo principal de esos institutos sería una milicia reclutada exclusivamente
y preponderantemente entre los afiliados a las organizaciones que realicen la
transformación apuntada en este programa.
7. Modificación esencial de todos los
órganos de la administración pública, a base de una mayor flexibilidad y
eficiencia de los mismos, de un riguroso cumplimiento de los deberes por parte
de todos los funcionarios, de una revisión implacable de las condiciones de
capacidad de los mismos y de una separación de aquellos que por ser desafectos
al régimen lo sabotearan en una u otra forma.
8. No siendo de momento conveniente
realizar en la mayor parte de la industria española modificaciones
esencialmente socializadoras que ofrecerían por su complejidad los peligros de
un fracaso ante la circunstancia de la debilidad incipiente de nuestra
industria, el programa en este aspecto quedaría por ahora limitado a una serie
de medidas encaminadas al mejoramiento moral y material de los trabajadores
industriales, cuidando de su dignificación e independencia y ofreciéndoles los
medios de controlar la marcha de aquellas organizaciones industriales a cuyo
servicio están adscritos.
9. Reforma de nuestro sistema tributario
partiendo de la modificación de las cuotas en el impuesto de la renta y en las
transmisiones hereditarias principalmente.
10. Todas las medidas derivadas de los
puntos enunciados en este programa serían implantadas rápidamente mediante
decretos para los cuales en su día se habría de solicitar la convalidación por
los órganos legislativos que libremente se diera el pueblo y estimando que este
programa revolucionario no obtendría el asentimiento de quien ahora desempeña
la presidencia de la República procedería la cesación de éste en sus
funciones.»
Fuente: Moscú, Ed. Progreso, 1966, tomo
I, p. 52. La fuente comunista (seguramente Santiago Carrillo, aún socialista en
la fecha del documento) subraya que este programa se redactó una vez que el
Comité Revolucionario decidió que los socialistas irían solos a la
insurrección, salvo con los grupos que se integrasen en las Alianzas Obreras .
Documento
secreto revolucionario número 2 :
Las
Instrucciones del Comité Revolucionario para la insurrección de Octubre de 1934
Instrucciones preliminares
1. Se prohibe en absoluto sacar copias
de estas instrucciones y se hace responsable de la custodia y reserva de las
mismas a la persona a quien se entreguen.
2. La junta de la provincia se encargará
de constituir juntas locales en cada uno de los pueblos, a cuyo efecto se
pondrá en relación con la persona de más confianza que pueda encargarse de
formar la junta local encargada de organizar todos los trabajos de relacionarse
con la provincial.
3. El número de miembros de estas juntas
será de tres, solamente ampliable en caso de absoluta necesidad.
4. Las juntas provinciales residirán en
la localidad de la provincia que se crea más conveniente para el desempeño de
su misión y serán las únicas que mantengan relación con la Junta Central.
5. Las juntas provinciales se hallan
investidas de autoridad plena sobre toda la provincia, y las juntas locales
sobre todos los individuos de la localidad.
6. Debe evitarse, en todo lo posible,
poner en circulación instrucciones u órdenes escritas, y cuando sea
indispensable usar este medio, utilizar claves o lenguaje convencional.
7. Los miembros de la junta estarán
obligados a guardar la más rigurosa reserva. No hablarán de los propósitos,
instrucciones y órdenes, sino lo absolutamente indispensable, y esto solamente
con las personas con quienes tengan que mantener relación para los fines que se
persiguen. Ninguna confianza con nadie más.
8. Las juntas provinciales no deberán
atender otros avisos e instrucciones que las que reciban de la junta Central,
ni acatar otras órdenes que las de ésta, sin excepción alguna. Las juntas
locales, las que reciban de las provinciales.
9. Ningún rumor, noticia, hecho ni
circunstancia, puede justificar la declaración del movimiento en un pueblo o
provincia sin haber recibido la orden precisa de las juntas exclusivamente
facultadas para ello. El faltar a esta instrucción puede acarrear graves daños
al movimiento general.
10. Todas las juntas deben vigilar que
la organización se haga con toda escrupulosidad y que se observe una rígida
disciplina, base esencial del éxito.
11. Donde no existan personas de
absoluta confianza, las juntas deben abstenerse de constituir grupos o dar
instrucciones.
12. Conviene tener dentro de las
organizaciones enemigas personas de confianza que nos faciliten información
fiel de sus planes y medios.
13. Las juntas de provincia tendrán
convenidas con las de los pueblos contraseñas especiales, no sólo para cursar
las órdenes relativas al movimiento, sino para garantizar la visita de los
delegados y para evitar que una orden falsa pueda provocar un movimiento a
destiempo.
14. Conviene estar prevenidos contra las
noticias falsas que el gobierno o los enemigos de todas clases puedan esparcir
por medio de la prensa o la radio, tales como «el movimiento está dominado»,
«sus directores detenidos», etc.
Cada pueblo debe hacerse a la idea de
que tiene que ser un firme sostén de la insurrección, sin ocuparse de lo que
ocurra en otros lugares. La debilidad ajena no justifica la propia.
El triunfo del movimiento descansará en
la extensión que alcance y en la violencia con que se produzca, más el tesón
con que se defienda.
15. Los grupos de acción han de
convertirse en guerrillas dispuestas a desarrollar la máxima potencia. En esta
acción nos lo jugamos todo y debemos hallamos dispuestos a vencer o morir. Una
vez empezada la insurrección no es posible retroceder.
Instrucciones generales
16.
Corresponde a las Juntas provinciales:
a) Asumir la
organización y dirección de todo el movimiento en la respectiva provincia.
b) Mantener
relación con la junta Central y las locales.
c)
Constituir una junta local en cada pueblo, con arreglo a la instrucción número
2.
d) Organizar
las fuerzas de la capital.
e) Velar por
la observancia y cumplimiento de las instrucciones y órdenes que reciba y
transmita.
Relación con entidades
17. Informarse de las que se hallan
decididamente dispuestas a secundar un moviniento revolucionario, y contando
con su concurso, adoptar todas las previsiones para que una vez declarado pueda
mantenerse indefinidamente; sobre todo en lo que concierne a los servicios más
importantes e indispensables.
18. Con los individuos más decididos y
de mayor confianza, dispuestos a ejecutar sin discusión las órdenes que se den,
se formarán grupos de diez, dos de los cuales serán designados como jefe y
subjefe. Estos grupos deberán estar armados y sus jefes les instruirán en
ejercicios de tiro y táctica militar.
19. La potencia revolucionaria de las
fuerzas habrá de valorarse convenientemente para dividirse en dos clases:
Hombres capaces de batirse y de ejecutar órdenes. Hombres dispuestos a cooperar
en otros servicios. Con los primeros se constituirán las milicias en grupos de
diez. Con los segundos pueden cubrirse servicios de poco riesgo.
20. Deben constituirse grupos técnicos
de los servicios de Electricidad, Alcantarillado, Teléfonos, Telégrafos, etc.,
capaces de formalizar y llevar a cabo planes para, en caso necesario, suprimir
estos servicios en la población en forma que no puedan ser fácilmente
reanudados por otros.
21. El movimiento debe afectar a todos
los servicios, pero principalmente a los de vital importancia (alimentación,
transportes, agua, gas, etc.), y los grupos de acción cuidarán de anular a los
que se presten a evitarlo.
22. Cualesquiera que sean las
circunstancias de una población y por débil que sea la fuerza organizada, el
movimiento debe ser lo más extenso posible.Los grupos técnicos con los de
acción cuidarán de lograr por todos los medios la paralización de industrias y
servicios y dominar en la calle.
23. Las relaciones con los demás
sectores afines serán cordiales sin el menor confusionismo; sin facilitarles
datos concretos de nuestra organización y nuestros planes, procurando que ellos
hagan su organización propia, y comprometiéndose a respetar la dirección del
movimiento que siempre debe ser nuestra.
24. Todos los grupos que se formen, por
medio de sus jefes, estarán bajo elmando de la junta local y provincial.
25. Debe ponerse interés en organizar
servicios sanitarios para atender rápidamente a los que puedan caer heridos en
la lucha.
Las mujeres en el momento oportuno
pueden prestar a este servicio un concurso valioso.
Fuerza pública al servicio del Estado
26. Precisa conocer la fuerza pública
que exista en cada localidad. Militares, Guardia Civil, asalto. Seguridad, etc.
Armamento de que disponen. Condiciones defensivas de sus cuarteles, medios de
apoderarse de ellas, inutilizarlas o, por lo menos, inmovilizarlas.
27. Con el mayor cuidado debe conocerse
la manera de pensar de jefes, oficiales y clases, procurando establecer
relaciones con algunos que merezcan plena confianza y recomendarles que,
independientemente de nosotros, formen ellos su junta.
28. Nuestros jóvenes no deben perder el
contacto, discretamente, con los amigos que se hallen en filas.
29. En cada provincia debe conocerse con
la mayor exactitud el número de jefes, oficiales y clases de la guarnición, con
sus nombres, domicilios y significación para actuar en cada caso como las
conveniencias aconsejen.
30. También deben conocerse los
depósitos de armas y polvorines y los medios de apoderarse de ellos o, en otro
caso, inutilizarlos.
31. Los elementos auxiliares de
confianza que haya dentro de los cuarteles deben facilitar, con exquisita
discreción, toda la información que les sea posible respecto a órdenes,
preparativos, estado y disposición de la fuerza, medios por los cuales puede
hacerse la incautación de las armas o su inutilización en caso contrario; modo
de impedir la salida de las fuerzas de los cuarteles y cuanto sirva a
contrarrestar estos elementos.
32. Cuando haya inteligencia entre las
fuerzas militares y la junta local, se formalizará el plan de acción combinada
de ambas fuerzas, para lo cual deberán celebrar reuniones que no sean numerosas.
Bastará con que se reúnan un individuo de cada parte.
33. Triunfante el movimiento, las
fuerzas militares adictas tendrán una representación oficial en la junta local.
Grupos
de acción
34. Los grupos de acción se formarán con
arreglo a la instrucción número 18, bajo las órdenes del respectivo organismo
directivo local al que obedecerán sin discusión.
35. Además de instruirse
convenientemente para el momento de la acción, se encargarán de facilitar a la
junta local los nombres y domicilios de las personas que más se han significado
como enemigos de nuestra causa o que puedan ser más temibles como elementos
contrarrevolucionario. Estas personas deben ser tomadas en rehenes al
producirse el movimiento, o suprimidas si se resisten.
36. En el momento de la acción, cada
grupo tendrá señalado de antemano el lugar donde debe actuar y adonde debe
trasladarse después de concluida su primera misión. Estas instrucciones se las
darán sus jefes oportunamente. Las juntas cuidarán escrupulosamente de no dar
órdenes contradictorias a los jefes de grupo, para que todos los movimientos se
produzcan ordenadamente, sin barullo y sin confusiones.
37. Deben determinarse los edificios y
calles que conviene ocupar para mejor resistir los ataques de la fuerza, o para
evitar que escapen los elementos enemigos.
38. Fórmese una relación de los
automóviles y demás medios de transporte que haya en la población; lugares
donde se encierran y lista de los individuos que puedan conducir en caso
necesario.
39. Conocer los depósitos de gasolina,
dinamita y armas, y planear el medio de apoderarse de ellos en el momento
preciso.
Previamente debe adquirirse y guardar en
lugar seguro dinamita. Cada individuo puede tener en su casa sin compromiso
para uso doméstico un bidón degasolina.
40. La gasolina y la dinamita empleada
inteligentemente, pueden servir para desmoralizar al enemigo con incendios y
petardos.
41. Hay que dificultar con gran rapidez
los movimientos del adversario cortando las líneas de ferrocarril, inutilizando
puentes, interceptando carreteras:todo ello respondiendo a un plan bien
meditado por los elementos previamente designados y que imposibilite que la
fuerza pueda acudir a todas partes.
42. En principio, se llamará la atención
de la fuerza pública, donde así convenga, con incendios, petardos u otros
medios, para que se vea obligada a acudir donde se produzcan. Estos momentos se
aprovecharán para cortar las líneas de comunicación, o inutilizar aparatos,
etc., y asaltar centros oficiales y políticos. En éstos, incautarse de ficheros
y archivos.
43. Rápidamente apoderarse de las
autoridades y personas de más importancia y guardarlas en rehenes.
44. Preferentemente hay que inutilizar
la fuerza pública de los pueblos desarmándola totalmente, aunque prometa
permanecer neutral.
45. Se tomarán las salidas del pueblo.
Se requisarán automóviles y otros medios de locomoción. Se incautarán de los
depósitos de gasolina y, grupos armados, recorrerán las casas de los enemigos
para apoderarse de las armas que tuvieren y armar con ellas a los amigos que no
las tengan.
46. Apoderarse, lo antes posible, de los
establecimientos donde se vendan armas, municiones y explosivos.
47. Los Bancos y archivos se vigilarán
estrechamente. Se impedirá por todos los medios que en las iglesias se toque a
rebato.
48. Haciendo una buena distribución de
fuerzas por toda la población deberá hacerse una guerra de guerrillas. Nunca
deben presentarse grandes masas frente a la fuerza pública, procurando así que
toda sea distribuida y hostilizándola sin cesar hasta rendirla por agotamiento.
Atacar siempre que sea posible desde lugares seguros.
49. Las casas cuarteles de la Guardia
Civil deben incendiarse si previamente no se entregan. Son depósitos que
conviene suprimir
50. Caso de que por cualquier motivo se
produzcan bajas en las juntas provinciales o locales, serán cubiertas
nombrándolos los jefes de grupo en los pueblos y los organismos provinciales en
las capitales.
51. Si fuerzas superiores del gobierno
intentasen reconquistar un pueblo y éste no ofreciese condiciones de
resistencia, los revolucionarios lo abandonarán llevándose los rehenes y
buscarán en el campo o la montaña el lugar más favorable para defenderse e
intimidar al enemigo.
52. Los grupos deben estar numerados en
cada localidad; o sea: Grupo número 1, Grupo número 2, etc., y se les
distinguirá de este modo a todos los efectos.
53. Triunfante el movimiento en un
pueblo, se adoptarán las medidas necesarias para asegurar su dominio
estableciendo vigilancia armada y asegurando bien los servicios y la defensa y,
si sobrase elemento armado, se acudirá en auxilio de los pueblos próximos donde
aún no se hubiese triunfado.
54. Cuando una ciudad caiga en manos de
los revolucionarios, nada debe justificar su abandono. Aunque la lucha se
prolongue no debe desmayarse. Cadadía que pase aumentará el número de los
rebeldes. En cambio la moral del enemigo irá decayendo.
Nadie espere triunfar en un día en un
movimiento que tiene toda los caracteres de una guerra civil. En este
movimiento, el tiempo es el mejor auxiliar.
Medios
55. Procurarse armas hasta donde sea
posible. La junta Central, por medio de las provinciales, facilitará las
informaciones que posea.
56. Para dificultar los movimientos de
la fuerza, pueden cerrar bocacalles con alambre de espino u otros medios y, al
mismo tiempo, regar todo el ancho de la calle con gasolina, dar fuego y desde
puntos o casas inmediatas atacar a la fuerza cuando trate de quitar esos
obstáculos.
57. Levantar barricadas, entre las
cuales se oculten aparatos explosivos conectados con la corriente eléctrica o
sustituida ésta por pilas, y cuando la fuer za llega a la barricada hacerlos
explotar, formando un ortocircuito desde unacasa o lugar próximo y aprovechar
la sorpresa para atacar a la fuerza que quede y coger sus armas.
58. Acumular carros, coches o camionetas
a la salida de los cuarteles o en las calles en que sea obligado el tránsito de
la fuerza y atacarla desde lugares seguros y por distintos flancos.
59. Lanzar botellas de líquidos
inflamables a los centros o domicilios de las gentes enemigas.
60. Cortar las comunicaciones en forma
de difícil arreglo por parte de las fuerzas enemigas.
61. Volar puentes. Cortar carreteras.
Líneas de ferrocarril. Imposibilitar el traslado de fuerzas para concentrarlas.
62. Estropear los neumáticos y los
motores de aquellos vehículos que no puedan ser utilizados por nuestras
fuerzas.
63. Donde haya estación emisora de
radio, si no puede incautarse, incendiarla o volarla. Si hay dentro personal
adicto, inutilizarla.
64. Imposibilitar que los jefes de las
fuerzas que no vivan en los cuarteles puedan incorporarse a sus puestos,
deteniéndolos a la salida de sus domicilios y atacándolos si se resisten.
65. Donde sea posible, utilizar
uniformes del ejército, incluso de oficiales, para dar impresión de
insubordinación militar.
66. No gastar inútilmente las energías
ni los medios de ataque.
67. Tomar y mantener la ofensiva es
siempre infinitamente más eficaz que quedarse a la defensiva. Se domina mejor
al enemigo, pero debe evitarse cometer imprudencias que pueda aprovechar el
adversario.
Después del triunfo en la lucha
68. Triunfante el movimiento
revolucionario, lo primero que debe asegurarse es el dominio absoluto de la
población, perfeccionando las milicias armadas,ocupando los sitios
estratégicos, desarmando totalmente a las fuerzas contrarias ocupando los
edificios públicos.
69. Se restablecerán rápidamente las
comunicaciones y se dará cuenta a la junta de la capital y ésta a la Central de
la situación.
70. Se procederá a la incautación de los
víveres, o bien se controlará al comercio para que éste los facilite al
vecindario, evitando enérgicamente todo abuso.
71. Siguiendo las instrucciones y
órdenes de la junta local se nombrará una junta administrativa y de defensa del
pueblo, cuyas órdenes se acatarán sin discusión y, si fueren abusivas, se
acatarán también, pero denunciándolas inmediatamente a la Junta provincial que
deberá proceder rápidamente a enviar a un delegado suyo con plenos poderes
cuyas resoluciones se acatarán.
72. Los bienes de la gente pudiente
servirán para garantizar las necesidades del vecindario hasta que se dicten
medidas por el Poder Central. Nadie debe quedarse sin comer en tanto haya en el
pueblo recursos para proporcionarlo.
73. Durante el movimiento revolucionario
toda la energía y todos los medios serán pocos para asegurar el triunfo. Una
vez que éste se haya logrado, debe ponerse la misma energía para evitar
crueldades innecesarias ni daños, sobre todo en cosas que puedan ser luego
útiles o necesarias para los fines de la revolución.
Estos documentos pertenecen a Largo Caballero
y están publicados Santos Juliá en " Escritos de la República, notas
históricas de la Guerra de España ( 1917-1940).
No hay comentarios:
Publicar un comentario