"Los
comienzos del Frente Popular", editorial del " Journal de
Généve" del día 17 de enero de 1937, por D. Niceto Alcalá Zamora, ex
Presidente de la República española.
«... Las
primeras siete semanas del «Frente Popular» fueron las últimas de mi presidencia,
desde el 19 de febrero al 7 de abril de 1936, con el Ministerio Azaña. Durante
cierto período, uno de los Poderes del Estado, el que yo ejercía, escapaba
todavía al «Frente Popular». Durante los cien días que siguieron y que
precedieron a la guerra civil, la ola de anarquía ya no encontró obstáculo. La
táctica del «Frente Popular» se desdobló. En las Cortes se atrevió a todo; en
el Gobierno quedaba débil, pero provocadora.
«El «Frente
Popular» se adueñó del Poder el 16 de febrero gracias a un método electoral tan
absurdo como injusto, y que concedió a la mayoría relativa, aunque sea una minoría
absoluta, una prima extraordinaria. De este modo hubo circunscripción en que el
«Frente Popular», con 30.000 votos de menos que la oposición, pudo, sin
embargo, conseguir diez puestos más en cada trece, sin que en ningún sitio
hubiese rebasado en un 2 por 100 al adversario más cercano. Este caso
paradójico ge bastante frecuente.
«Al
principio se creyó que el «Frente Popular» resultaba vencido. Pero cinco horas
después de la llegada de los primeros resultados, se comprendió que las masas
anarquistas, tan numerosas y que hasta entonces se habían mantenido fuera de
los escrutinios, habían votado compactas. Querían mostrar su potencia, reclamar
el precio de su ayuda: la paz y, tal vez, la misma existencia de la Patria.
«A pesar de
los refuerzos sindicalistas, el «Frente Popular obtenía solamente un poco más,
muy poco, de 200 actas, en un Parlamento de 473 Diputados. Resultó la minoría
más importante, pero la mayoría absoluta se le escapaba. Sin embargo, logró
conquistarla, consumiendo dos etapas a toda velocidad, violando todos los
escrúpulos de legalidad y de conciencia.
«Primera
etapa: Desde el 17 de Febrero, incluso desde la noche del 16, el «Frente Popular»,
sin esperar el fin del recuento del escrutinio y la proclamación de los
resultados, la que debería haber tenido lugar ante las Juntas Provinciales del
Censo en el jueves 20, desencadenó en la calle la ofensiva del desorden:
reclamó el Poder por medio de la violencia. Crisis; algunos Gobernadores
civiles dimitieron. A instigación de dirigentes irresponsables, la muchedumbre
se apoderó de los documentos electorales: en muchas localidades los resultados
pudieron ser falsificados.
«Segunda
etapa: Conquistada la mayoría de este modo, ge fácil hacerla aplastante. Reforzada
con una extraña alianza con los reaccionarios vascos, el «Frente Popular»
eligió la Comisión de validez de las actas parlamentarias, la que procedió de
una manera arbitraria. Se anularon todas las actas de ciertas provincias donde
la oposición resultó victoriosa; se proclamaron Diputados a candidatos amigos
vencidos. Se expulsó de las Cortes a varios Diputados de las minorías. No se
trataba solamente de una ciega pasión sectaria, se trataba de la ejecución de
un plan deliberado y de gran envergadura. Se perseguían dos fines: hacer de la
Cámara una convención, aplastar a la oposición y asegurar al grupo menos
exaltado del «Frente Popular». Desde el momento en que la mayoría de izquierdas
pudieran prescindir de él, este grupo no era sino el juguete de las peores
locuras.
«De este
modo las Cortes prepararon dos golpes de Estado parlamentarios. Con el primero,
se declararon a sí mismas indisolubles durante la duración del mandato presidencial.
Con el segundo, me
revocaron. El último obstáculo estaba descartado en el camino de la anarquía y
de todas las violencias de la guerra civil.
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