El País | Jorge Martínez Reverte. oct 12
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Hay algo en lo que coinciden la extrema
derecha nacionalista española y el nacionalismo catalán de amplio espectro: la
obsesión, creciente por la actitud de los militares ante el renovado “problema
catalán”.
(…) Tres fechas condensan ese recelo
nacionalista catalán y su correspondiente entusiasmo también nacionalista, pero
español.
*.- La primera, el 25 de noviembre de
1905, cuando un numeroso grupo de oficiales del ejército, ofendidos en su honor
por una viñeta satírica publicada en el semanario Cu-cut!, se entregó al saqueo
y la destrucción de los talleres y la redacción del periódico.
Viñeta de Junceda que provocó la ira de los militares. |
La falta de energía del gobierno impidió
que la desquiciada acción de aquellos oficiales (que no del ejército) fuera
abortada por sus superiores.
Detrás de ellos, de los violentos,
estaba la simpatía apenas escondida del monarca.
Detrás del periódico que había
soliviantado los ánimos, un partido político, la Lliga Regionalista, y su
líder, Francesc Cambó, ganador de las elecciones municipales de ese año en
Barcelona y futuro financiero del insurgente Franco.
En la prensa catalana, ahora, hay una
especie de añoranza masoquista sobre aquel lamentable episodio.
Un coronel (uno) del ejército, que por
razones misteriosas no ha sido sancionado por el ministro del ramo, ha servido
para dar pábulo a la sospecha de que algo similar podría suceder ahora.
La llamada de Alejo Vidal-Quadras para
que se envíe la guardia civil a Cataluña ha ayudado a construir el entusiasta
temor. Y la amenaza de una asociación de militares retirados de denunciar por
traición a Artur Mas ante un juzgado militar ha completado la carga de la
prueba.
Los personajes centrales pueden ser
parecidos: la derecha catalana y unos cuantos descerebrados que no son el
ejército pero visten uniforme. No cabe imaginar semejanzas más facilonas, ni
mayores distancias entre lo que pasaba en 1905 y lo que sucede ahora en España.
*.- La segunda fecha es la del 6 de
octubre de 1934, cuando Lluis Companys proclamó de forma unilateral el Estat
Català.
El general Domingo Batet, comandante de
la IV División Orgánica, abortó la rebelión por orden del gobierno de Alejandro
Lerroux, derrotando a las poco aguerridas huestes de Frederic Escofet en unas
horas.
El manifiesto que emitió Batet al día
siguiente tiene una factura impecablemente democrática y constitucional. Un
documento que vale la pena ser leído hoy día.
Esta situación guarda alguna
semejanza con la actual: un president rompió la legalidad, y el militar que
aplicó la ley obedeció al poder civil y se limitó a reventar un acto de
rebelión mediante una acción de enorme mesura.
El ejército español de hoy se parece al
que representaba Batet (fusilado en 1936 por Franco porque insistió en defender
el orden constitucional), muy lejos de los africanistas salvajes que actuaron en
Asturias en esas mismas fechas bajo las órdenes de Franco.
Por suerte, los Mossos d’Esquadra no
están ahora mandados por Escofet, ni Artur Mas ha ido (todavía) más allá de la
retórica.
*.- La tercera fecha del imaginario
represivo es la del 18 de julio de 1936, cuando la guarnición militar de
Barcelona se sublevó contra la República, como hicieron muchas otras guarniciones
en el resto de España.
La historia que se ha ido remendando
estos últimos años en Cataluña ha reservado el protagonismo de la derrota de
los facciosos a la acción de los Mossos y de las masas anarquistas.
Esta versión olvida, de forma
interesada, que la rebelión era contra la República y no contra Cataluña, y que
la acción decisiva para acabar con la rebelión fue la de la Guardia Civil, mandada
por el general Aranguren y el coronel Antonio Escobar.
Los militares sublevados fueron apoyados
por los militantes carlistas. Cataluña tenía entonces la segunda organización
carlista de España por número de militantes y por instrucción militar, sólo por
detrás de la de Navarra.
Y el golpe estaba siendo financiado por
Francesc Cambó, el líder que seguía siendo de la Lliga Regionalista y mutado
ahora en auxiliar fundamental de militares golpistas.
El llamado Front d’ordre, que reunía a
toda la derecha catalana, había obtenido un 40% de los votos en las anteriores
elecciones en Barcelona.
¿Se puede establecer alguna posible
relación sensata entre los tres acontecimientos históricos y la actual
situación? Solo la que se empeñen en conseguir aventureros que sueñen con
acciones heroicas en lugar de respetar escrupulosamente la Constitución que los
catalanes y demás españoles votaron masivamente en 1978.
No hay lugar para el masoquismo de la
derrota, para la repetición de la Historia, porque ésta fue como fue, y la
actual España no tiene ninguna semejanza con la de 1905, 1934 y 1936.
Como mucho, a los soñadores
nacionalistas de la extrema derecha española y catalana les queda arrimarse a
Felipe V y sus cañones durante la Guerra de Sucesión. Luchas dinásticas de
poder contra poder en tiempos en que eso se hacía por sostener legitimidades
ajenas al pueblo, aunque este pusiera la sangre. Hoy solo valen las
legitimidades que se rigen por las leyes.
No habrá más Cu-cut! Ni 1934. Si no
queremos.
Jorge Martínez Reverte es periodista y
escritor.
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