Barcelona despertó el
6 de octubre de 1934 bajo un profundo silencio.
Se repartía por sus
calles una proclama con este título: «La República Catalana», que decía así:
«Pueblo catalán: en
estos momentos propicios, en estos instantes de exaltación, una vacilación
constituiría un acto de cobardía que, cualquiera que fuese el autor, Cataluña
no perdonaría nunca.
El pueblo está a
punto.
Las formaciones están
movilizadas para lanzarse a la lucha tan pronto como suene la orden de acción.
¡Fuego al que pretenda
cerrar el paso!
¡Nacionalistas!; si
ahora no proclamamos la independencia de Cataluña, es porque no queremos.
Que escuchen nuestras
autoridades este llamamiento que sale del fondo del alma: obreros,
intelectuales, idealistas en los que palpita un anhelo de libertad. ¡A las
armas por la República Catalana!»
La Alianza Obrera,
amalgama de escamots (en catellano: pelotones). Creados por Miguel Badía,
germen miliciano de un ejército revolucionario y secesionista), socialistas
catalanistas, elementos del Centro Autonomista de Dependientes del Comercio y
de la Industria y comunistas-trostkystas del grupo de Andrés Nin, empiezan a
ser los conductores de la agitación.
Se incautan del
Fomento del Trabajo Nacional en la Puerta del Ángel instalando allí su Cuartel
General.
Redactan una proclama
que fijan en los sitios céntricos de la ciudad.
En ella se dice:
«El movimiento
insurreccional del proletariado español contra el golpe de Estado cedista ha
adquirido una extensión y una intensidad extraordinaria. Jamás se ha conocido
en España alzamiento de tanta magnitud… Las noticias recibidas de todo el país
no pueden ser más optimistas y alentadoras. Es necesario en estas horas
críticas una acción decidida y enérgica. En este sentido la proclamación de la
república catalana tendrá sin duda una influencia enorme, provocará el
entusiasmo de las masas trabajadoras de todo el país e impulsará vigorosamente
su espíritu combativo. Pero no se puede perder el tiempo. Es hoy cuando hay que
proclamar la república catalana. Mañana podría ser tarde. Conviene que las
masas populares lo tengan presente y cumplan con su deber. ¡Viva la huelga
general revolucionaria! ¡Viva la República catalana!»
A las nueve de la
mañana del día 6 de octubre, el Presidente Companys se dirigió a Gobernación
para mostrar al consejero de Gobernación José Dencás Puigdollers dos
manifiestos y a la vez solicitarle su parecer.
Uno de los documentos
lo había redactado Juan Lluhí Vallescà y estaba concebido en términos de
ferviente republicanismo.
El otro lo había
escrito el propio Luis Companys, logrando ligar los conceptos de república y de
nacionalismo para proclamar el Estado catalán dentro de la República Federal
Española.
Dencás se inclinó por
el del Presidente, si bien no interpretaba su manera de pensar, ya que él era
partidario de una declaración de independencia total de Cataluña.
Acto seguido José
Dencás preguntó al Presidente si creía oportuno que diese orden de movilización
y de reparto de armas, siendo la respuesta de Companys afirmativa.
José Dencás ordenó a
Miguel Badía Capell (autonombrado general en cap de las Fuerzas de Orden
Público) el inmediato reparto de armas a los escamots y el llamamiento a los
rabassaires (del catalán ‘rabassa’, el viñedo que era explotado por el aparcero
que había plantado la viña) de los pueblos cercanos para que acudieran a
Barcelona.
En la Ciudad Condal
había cuatro depósitos de armas:
*.- uno en la Consejería de Justicia y Derecho,
*.- otro en la de
Gobernación;
*.- otro en un centro
de Las Corts
*.- y el cuarto en la
Avenida de San Andrés.
Estas armas, fueron
entregadas a los cuatro mil hombres distribuidos por los alrededores de
Barcelona.
En algunas calles
comenzaron la distribución de fusiles y pistolas transportadas en camiones.
Según un informe del general Domingo Batet, «se repartieron públicamente armas
cortas y largas y comenzaron a circular grupos armados»
José Dencás ordenó al
comandante Enrique Pérez Farrás que concentrara 400 Mozos de Escuadra en el
Palacio de la Generalidad.
La distribución de los
mandos era la siguiente:
*.- Miguel Badía, con
3.400 paisanos armados;
*.- Coll y Llach,
comisario general, con 3.200 guardias de Asalto, a la vez que enviaba emisarios
por toda Cataluña con instrucciones detalladas y órdenes de movilización.
Alocución de José
Dencás.
Hacia el mediodía,
José Dencás pronunció las siguientes palabras:
«Pueblo de Cataluña: El Gobierno de la
Generalidad no abriga duda de que estáis todos a su lado y que contribuiréis
con vuestro heroísmo a mantener el orden.
Pero como tenemos
noticias que elementos extremistas intentan perturbarlo, hemos tomado las
disposiciones del caso y os avisamos que esta tarde será tomada militarmente la
ciudad por el Somatén Republicano de Cataluña.
Los extremistas han
iniciado una agresión contra la fuerza pública y han cometido algunas
arbitrariedades que es necesario evitar, por lo que os pido ayuda a todos en
estos momentos de grave responsabilidad.»
Preparativos de la
proclamación.
Por la tarde, a partir
de la cinco, fueron llegando a la Generalidad comisiones y representaciones,
algunas de las cuales pasaban en compañía de diputados al antedespacho de la
Presidencia, donde al parecer se celebraba una reunión.
A las seis y media de
la tarde, los consejeros abandonaron el Consejo que había venido celebrándose y
se dirigieron rápidamente a sus Departamentos respectivos.
En la reunión acababa
de tomarse el acuerdo de proclamar el Estado catalán y ofrecer refugio al
Gobierno provisional de la República federal española en el territorio catalán,
hasta que las circunstancias le permitieran instalarse en la capitalidad del
Estado.
Momentos más tarde, el
Presidente Companys ordenó a los Mozos de Escuadra que despejaran todas las
dependencias del palacio y que en éste no permanecieran más que aquellos que
hubieran de cumplir una misión determinada.
El comandante militar
de Barcelona, general Domingo Batet Mestres, se encontraba en la «Casa dels
Canonges», para conferenciar con el Presidente Luis Companys.
La entrevista fue
breve y en ella el general manifestó al Presidente que las órdenes que había
recibido del Gobierno le habían de obligar, en caso de un posible alzamiento, a
proceder con toda la energía del fuero militar, y que como medida previa había
ordenado el desarme de determinada unidad y que fueran subidas al castillo de
Montjuich piezas de artillería pesada.
En la Plaza de la República.
A las 6:30 de la tarde
comenzaron a afluir a la Plaza de Cataluña grupos de escamots y de afiliados a
los partidos nacionalistas.
Cuando los congregados
sumaban varios millares, se organizó la manifestación precedida por dos
pancartas en las que se podía leer: «Alianza Obrera», «Exigimos la
independencia catalana».
La muchedumbre,
entonando Els Segadors, Santa Espina, La Marsellesa, El Virolai y el Cant de la
Senyera, penetró en la Plaza de la República.
Poco después de las
siete y media regresó a la Generalidad el consejero de Gobernación, señor
Dencás, acompañado de los directivos de las agrupaciones de «Estat Català».
La masa humana apiñada
en la Plaza de la República y calles adyacentes, llegó al frenesí al aparecer
el Presidente Companys en el balcón del histórico salón de San Jorge, siendo
saludado con entusiastas aplausos y vivas a la libertad de Cataluña. El
público, que se mostraba excitadísimo –y buena parte del cual esgrimía armas–
no cesó en sus aclamaciones hasta que el Presidente hizo ademán de que iba a
dirigir la palabra.
Discurso de
Companys.
El Presidente dio
entonces lectura a la siguiente alocución que le había sido facilitada momentos
antes por uno de los que formaban el grupo:
«Catalanes: Las
fuerzas monarquizantes y fascistas que de un tiempo a esta parte pretenden
traicionar la República, han logrado su objetivo y han asaltado el Poder.
Los partidos y los
hombres que han hecho públicas manifestaciones contra las menguadas libertades
de nuestra tierra, los núcleos políticos que predican constantemente el odio y
la guerra a Cataluña, constituyen hoy el soporte de las actuales instituciones.
Los hechos que se han
producido dan a todos los ciudadanos la clara sensación de que la República, en
sus fundamentales postulados democráticos, se encuentra en gravísimo peligro.
Todas las fuerzas
auténticamente republicanas de España y los sectores socialistas avanzados, sin
distinción ni excepción, se han alzado en armas contra la audaz tentativa
fascista.
La Cataluña liberal,
democrática, republicana, no puede estar ausente de la protesta que triunfa por
todo el país, ni puede silenciar su voz de solidaridad con sus hermanos que en
tierra hispana luchan hasta morir por la libertad y el derecho. Cataluña
enarbola su bandera, llama a todos al cumplimiento del deber y a la obediencia
debida al Gobierno de la Generalidad, que desde este momento rompe toda
relación con las instituciones falseadas.
En esta hora solemne,
en nombre del pueblo y del Parlamento, el Gobierno que presido asume todas las
facultades del Poder en Cataluña, proclama el Estado Catalán en la República
Federal Española, y al establecer y fortificar la relación con los dirigentes
de la protesta general contra el fascismo, les invita a establecer en Cataluña
el Gobierno provisional de la República, que hallará en nuestro pueblo catalán
el más generoso impulso de fraternidad en el común anhelo de edificar una
República Federal libre y magnífica.
El Gobierno de
Cataluña estará en todo momento en contacto con el pueblo. Aspiramos a
establecer en Cataluña el reducto indestructible de las esencias de la
República. Invito a todos los catalanes a la obediencia al Gobierno y a que
nadie desacate sus órdenes, con el entusiasmo y la disciplina del pueblo.
Nos sentimos fuertes e
invencibles. Mantendremos a raya a quien sea, pero es preciso que cada uno se
contenga sujetándose a la disciplina y a la consigna de los dirigentes. El
Gobierno, desde este momento, obrará con energía inexorable para que nadie
trate de perturbar ni pueda comprometer los patrióticos objetivos de su
actitud.
Catalanes!: La hora es
grave y gloriosa. El espíritu del presidente Macià, restaurador de la
Generalidad, nos acompaña. ¡Cada uno a su lugar y Cataluña y la República, en
el corazón de todos!
¡Viva la República!
¡Viva la libertad!»
Discurso de Ventura
Gassol.
A continuación,
Ventura Gassol pronunció el siguiente discurso:
Catalanes: Ya habéis
oído al Honorable presidente de la Generalidad, Luis Companys.
Sus palabras tienen el
eco histórico que nos recuerda que él es el digno sucesor del inmortal
Francisco Macià y fiel continuador de su historia de gestas gloriosas y de
sacrificios ejemplares al servicio de Cataluña, de la República y de la
libertad.
Yo ahora, en nombre
del Gobierno, os pido que marchéis por todo Barcelona y por Cataluña a llevar
la nueva histórica de la proclamación del Estado Catalán en la República
Federal de España.
Ayudad a las fuerzas
del Gobierno de Cataluña a imponer el orden, que hoy más que nunca es
indispensable. Defendiendo con palabras y con actos, si es que hay necesidad,
contra cualquier agresión, cueste lo que cueste y venga de donde venga.
Este movimiento en
defensa de la República del 14 de abril triunfa en todas las tierras de España.
Nuestra Cataluña es
inmortal.
Nuestra Cataluña es
invencible, pero conviene que todos estéis alerta para seguir a cada momento la
voz y las órdenes del Gobierno de Cataluña.
¡Viva Cataluña! ¡Viva
la República Federal!»
A continuación fue
izada la bandera catalana con grandes aplausos, pero con las protestas de un
grupo que era portador de una bandera de «Estat Català» (la cuatribarrada con
la estrella) y pretendía que fuera aquélla la que ondeara, hasta que desde el
balcón se les exhortó a mostrar disciplina a las órdenes del Presidente.
Al abandonar Companys
el balcón le esperaban las felicitaciones y plácemes de los consejeros,
diputados y correligionarios. Cuando recibió los parabienes del diputado Soler
i Plà, el Presidente de la Generalidad dijo en voz alta:
–«Ja està fet! Ja
veurem com acabarà. A veure si ara també direu que no soc catalanista!» (–Ya
está hecho! Ya veremos como acabará. A ver si ahora también diréis que no soy catalanista!)
A poco, fue
despejándose la plaza, quedando algunos grupos que disolvían los Mozos de
Escuadra.
El Consejo de la
Generalidad notifica la proclamación al mando militar de Cataluña.
Después del acto de la
Plaza de la República, el presidente Companys, llamó telefónicamente al general
Batet manifestándole que en aquel momento acababa de proclamar el Estado
Catalán.
El comandante militar
le replicó:
«Como catalán, como
español y como hombre de humanidad, siento mucho lo ocurrido, pues es un mazazo
que me da en la cabeza. Asunto de tanta gravedad no puedo resolverlo en un
momento, y si usted ha tenido muchos días para meditarlo, justo es que yo
necesite siquiera el plazo de uno, antes de resolver.»
Además le notificó que
no podía darse por enterado a través de una llamada telefónica y que esperaba
que el Consejo se lo comunicara en regla.
En vista de ello, el
Presidente ordenó fuera redactada la correspondiente comunicación, dando cuenta
al general del acuerdo tomado por el Gobierno y refrendado por el Parlamento y
por el pueblo que había asistido a la proclamación.
«Excmo. Señor: Como Presidente del Gobierno de
Cataluña, requiero a V.E., para que con la fuerza que manda, se ponga a mis órdenes
para servir a la República Federal que acabo de proclamar. Palacio de la
Generalidad, 6 de octubre de 1934.– Luis Companys. Sr. Domingo Batet, General
de Cataluña.»
Fue encargado de hacer
llegar dicha comunicación a manos del general Batet el diputado y Director de
Trabajo, Juan Tauler.
Al recogerlo el
general Batet exclamó: «Ya sé de qué se trata.»
El mensajero
interrogó:
¿Tiene respuesta?
«De momento, no,
replicó Batet. En todo caso, después.»
Al regresar Tauler a
la Generalidad los consejeros tuvieron un breve cambio de impresiones, después
se reunieron a cenar en dos improvisados comedores: uno en el antedespacho del
Presidente, para el Gobierno, y otro en la Secretaría, para los invitados.
Companys, con los
consejeros Juan Lluhí Vallescà y Ventura Gassol Rovira, cenó en las
habitaciones de la residencia presidencial, que se comunicaba por una galería
con la Generalidad
Cuando era servido el
primer plato llegó hasta los reunidos el fragor de las primeras descargas con
que se iniciaba el levantamiento.
El Bando declarando
el estado de guerra.
Don Domingo Batet
Mestres, general de División y del Ejército y jefe de la Cuarta División
Orgánica.
Hago saber:
Que de conformidad con
lo prevenido en decreto de esta fecha recibido a las veinte horas, queda
declarado el estado de guerra en todo el territorio de la región catalana, y
asumo, por tanto, el mando de la misma, estando dispuesto a mantener el orden
público a todo trance, empleando al efecto cuantas medidas de rigor sean
necesarias, esperando de la sensatez y cordura de los ciudadanos que no llegue
a precisar su empleo, y que por parte de todos con su civismo y amor a la
República, contribuirán al restablecimiento de la paz perturbada.
De acuerdo con los
preceptos de la Constitución, Ley de Orden Público, Código de Justicia Militar
y Orden de 6 de enero de 1934, después de requerir a los rebeldes y revoltosos
a deponer su actitud para quedar exentos de pena, los que no sean jefes, si lo
hacen en el término de dos horas a partir de la publicación de este bando, y a
cumplir todo lo que en él y en las prevenciones anexas se dispone:
Ordeno y mando:
1º. Los reos del
delito de rebelión militar serán juzgados en juicio sumarísimo si a ello
hubiere lugar, y castigados con la pena de muerte o con la de reclusión
perpetua a muerte, según los casos, y los establecidos en el Código de Justicia
Militar.
2º. Serán considerados
reos de tal delito, según la Ley, entre otros, los que al alzarse en armas
contra el Gobierno legítimo hostilicen a las fuerzas del Ejército, Cuerpo de
Seguridad y fuerzas de Asalto, estos dos últimos cuando vistan sus uniformes
reglamentarios; los que ataquen a los cuarteles, polvorines o dependencias
militares, los que atenten contra las vías o redes de comunicaciones, metros o
servicios públicos, incluso los a cargo de empresas particulares, Bancos,
fábricas y establecimientos y edificios de todas clases que estén custodiados
por fuerzas del Ejército u otras de las unidades armadas citadas anteriormente.
3º. La mera tenencia
de armas, artefactos explosivos, incendiarios, de gases (asfixiantes o
lacrimógenos) que hagan presumir propósitos de ataque, destrucción o
resistencia, si no tuviese calificación más grave, se considerará, según el
caso, como tentativa o auxilio a la rebelión.
4º. Incurrirán en
análoga calificación los que abandonen su ocupación o trabajo habitual, o los
que por haberlo abandonado no se reintegren al mismo y faciliten de este modo
los planes de los rebeldes; y en todos los casos, los que atenten contra la
libertad individual y de trabajo.
5º. Serán culpables de
seducir, provocar o excitar a los rebeldes los que en cualquier forma inciten a
la revuelta, desobediencia, resistencia, desacato o menosprecio a las
autoridades y sus agentes, cualquiera que sea el medio empleado, incluso la
imprenta, el grabado o dibujo.
6º. La agresión,
insulto o amenazas a todo militar que vista su uniforme reglamentario, se
considerará insulto a la fuerza armada.
7º. Igualmente serán
juzgados por la jurisdicción de Guerra los delitos de robo en cuadrilla,
secuestro de personas, incendio y cuantos afecten de un modo evidente y directo
al orden público, con relación, conspiración, provocación, inducción,
excitación, sedición y auxilio a la rebelión citada.
8º. Se recuerda a los
reclutas en Caja, a los que se encuentren en primera o segunda situación
activa, y a los de la reserva, que por los delitos comprendidos en el Código de
Justicia Militar o en este bando, serán reputados como militares y sometidos al
fuero de Guerra en toda su integridad.
9º. Por último, se
advierte que las autoridades y los agentes autorizados para ello, se consideran
como centinela, salvaguardia o fuerza armada, con arreglo al Código de Justicia
Militar, y que las órdenes recibidas para hacerse obedecer son severísimas, por
lo que deben ser acatadas por todos los ciudadanos, sin distinción de clase ni
de categoría alguna por elevada que ésta sea.
Artículo adicional. A
los efectos de términos legales, se hace la publicación de este bando a las
veinte horas de hoy, día de la fecha.
Como catalán, como
español y como hombre que sólo mira y aspira al bien de la humanidad, lamento
este momento y espero de la cordura de todos que no se dará lugar al
derramamiento de sangre.
Barcelona, 6 de
octubre de 1934.
Domingo Batet
Prevenciones anexas
al Bando.
1º. Se invita a
cuantos rebeldes tengan armas, artefactos explosivos, incendiarios o de gases,
a la entrega inmediata de los mismos, o indicar dónde se encuentran, para
proceder a su destrucción.
2º. Queda prohibido en
absoluto, con la pena de sanciones que expresa el bando, utilizar aviones para
efectuar vuelos locales o a distancia, salvo las empresas y líneas regulares autorizadas.
Excepto a los equipos
de relevo, que acreditarán su identidad, queda terminante y absolutamente
prohibido aproximarse desde las seis de la tarde a las siete de la mañana a las
líneas férreas, de energía eléctrica, conducciones de agua, gas, cuarteles,
polvorines y dependencias militares, Bancos y establecimientos fabriles e
industriales y edificios públicos y serán repelidos por la fuerza sin previa
intimación los actos de violencia realizados contra los mismos.
3º. Se declaran
incautados y a mi disposición los automóviles de carga, viajeros y
particulares, motocicletas, bicicletas, aviones particulares y vehículos de
todas clases, tanto en el interior de las poblaciones, como fuera del casco de
las mismas, y en las carreteras, caminos, pistas y veredas, en tanto los
conductores no se provean de una licencia especial para cada caso y viaje, que
será solicitado de la autoridad militar o de los jefes de puesto de la Guardia
Civil más próximo de las localidades donde no exista Comandancia Militar,
quienes las concederán previas las garantías que se consideren oportunas.
4º. Toda persona que
presencia cualquier agresión o acto de violencia, queda obligada a concurrir
inmediatamente a la Comisaría, Cuartel, Juzgado, Tribunal o lugar oficial más
próximo para aportar su testimonio, y si no lo hiciere, incurrirá en
desobediencia grave.
5º. Las fuerzas del
servicio de Orden Público, dependientes de la Generalidad (Guardia Civil, Mozos
de Escuadra, Cuerpo de Seguridad y Asalto, Somatenes, guardias armados del
Municipio) pasarán a depender únicamente de mi autoridad, sin que obedezcan
otras órdenes que aquellas que de mí emanen, y serán reputadas fuerzas o
auxiliares del Ejército, a los efectos de quedar sometidos a los preceptos del
Código de Justicia Militar, por lo que se refiere a disciplina y subordinación,
estando dispuesto a castigar con la máxima energía cualquier infracción que
cometan.
Todos los individuos
pertenecientes a Somatenes presentarán en esta División los carnés correspondientes
para su revisión, entregando las armas ínterin al Parque del Ejército; de no
efectuarlo en un plazo de cinco horas, contadas a partir de las ocho horas del
día de mañana, se les considerará como sediciosos o rebeldes.
6º. No podrá celebrarse
ninguna reunión, mitin, conferencia o manifestación pública, ni aun las juntas
generales ordinarias o extraordinarias de Asociaciones o Sindicatos, sin
autorización, que será solicitada por escrito, con expresión del objeto de la
misma, por lo menos tres días antes de que hayan de tener lugar; autorizado que
sea cualquiera de dichos actos, asistirá a los mismos, cuando lo consideren
conveniente, un delegado civil o militar, según se acuerde en cada caso, el
cual podrá suspenderlo tan pronto como por los que tomen parte o asistan a
ellos se pronuncien discursos o se profieran frases atentatorias al régimen, al
Jefe del Estado o a las autoridades, o exciten a cometer cualquier acto
contrario a los mismos o al orden público o hagan la apología de la violencia o
la apelación a conseguir por la fuerza cualquier ideal o propósito.
En tales casos serán,
además, detenidos en el acto el orador o personas que profieran las frases o
conceptos delictivos, y el presidente, y serán puestos a disposición de los Tribunales
competentes.
La reunión del
Pleno municipal. El acta auténtica de la sesión.
Minutos antes de las
diez de la noche comenzaron a llegar al Ayuntamiento los concejales convocados.
Todos ellos pasaron seguidamente al pequeño salón del Consistorio, donde debía
reunirse el Pleno. Este, que duró veinte minutos escasos, comenzó poco después.
Como en realidad se
trató de una sesión verdaderamente histórica, reproducimos textualmente el acta
levantada.
Decía así:
«En la ciudad de
Barcelona, siendo las 10:20 de la noche del día 6 del mes de octubre de 1934,
bajo la presidencia del señor Escofet y con asistencia de los señores Mori,
Rosell, Granier, Barrera, Pumarola, Cordomí, Junyent, Cortés, Hurtado, Gispert,
Bernades, Altaba, Codó, Salvadó, Pla, Pi y Suñer, Ventós, Durán y Reynals,
Vilalta, Martínez Cuenca, Durán y Ventosa, Sagarra, Roda Ventura, Vendrell,
Bausili, Codolá, Saltor, Calderó, Carbonell y Oliva, consejeros, se reunió en
sesión extraordinaria el Ayuntamiento de Barcelona, actuando de secretario el
titular del mismo, don José María Pi y
Suñer.»
El presidente
manifestó que se leería una proposición presentada por distintos consejeros,
dando cuenta el secretario de la misma.
La proposición dice
así:
«Al Ayuntamiento
Pleno.– Los consejeros municipales que suscriben, ante la proclamación del
Estado Catalán de la República Federal Española, fieles a los ideales que han
servido lealmente toda la vida, proponen al Pleno consistorial que acuerde su
firme y decidida adhesión al Presidente y al Gobierno de Cataluña.– Barcelona,
6 de octubre de 1934.
Lo firman el alcalde,
señor Pi y Suñer; los consejeros-regidores y algunos concejales de la mayoría
consistorial.»
Se levantó a
defenderla el señor Pi y Suñer, glosando sus conceptos y pidiendo al Pleno que
la aprobase.
Durán y Ventosa se
opusieron, en nombre de la minoría de Lliga Catalana, extendiéndose en
consideraciones para demostrar la improcedencia de dicha proposición.
Rectificaron ambos,
sosteniendo sus respectivos puntos de vista.
El señor Estanislao
Durán Reynals y Ventosa pidió votación nominal, que dio el siguiente resultado:
Votaron que sí: Mori,
Rosell, Granier Barrera, Pumarola, Cordomí, Junyent, Cortés, Hurtado, Gispert,
Bernades, Altaba, Codó, Salvadó, Pla, Pi y Suñer, Ventós, Estanislao Durán
Reynals, Vilalta, Martínez Cuenca, Carbonell y Oliva, y el presidente Escofet.
Total: 22.
Dijeron que no: Durán
y Ventosa, Sagarra, Federico Roda, Ventura Vendrell, Andrés Bausili Sanromá,
Condolá, Saltor y Calderó. Total: 8.
Dado cuenta del
resultado, el presidente declara aprobada la proposición y se levanta la sesión
a la 1 de la madrugada.
Contexto:
Proclamada la
República el 14 de abril de 1931, siguieron dos años y medio de gobiernos y
mayorías parlamentarias de signo republicano y socialista.
El 19 de noviembre de
1933 se celebraron elecciones democráticas, invirtiéndose la situación.
El Centro-Derecha
consiguió 375 escaños y la Izquierda, 98. El partido más votado fue la
coalición derechista CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas)
liderada por José María Gil Robles, que obtuvo 115 escaños.
El PSOE quedó reducido
a 60 escaños, a los que se sumaron 38 de sus afines, entre los que figuraba el
PC con un solo diputado.
Las izquierdas no
aceptaron los resultados, impidiendo con amenazas de violencia social, que
participara en el Gobierno el partido más votado.
Tras diez meses de
desórdenes, declararon el día 5 de octubre de 1934 la huelga general
revolucionaria, teniendo sus episodios más destacados en Madrid, con un intento
de asalto al Poder, en Barcelona, donde el gobierno autonómico proclamó la
independencia de Cataluña, y en Asturias, que vivió una revolución marxista y
anarquista de grandes proporciones.
El gobierno de la
República respondió militarmente.
En Madrid, el intento
fracasó.
En Barcelona quedó
aplastado el movimiento tras ser cañoneado el palacio de la Generalidad.
En Asturias, mediante
una campaña militar con participación de fuerzas procedentes de otras
provincias y de Marruecos, la revolución quedó dominada el 15 de octubre de
1934
Muertos civiles:
1.051; heridos: 2.000; Muertos de las Fuerzas Armadas: 321; heridos: 870;
desaparecidos: 7.
«Las nubes van
cargadas camino de octubre: repetimos lo que dijimos hace unos meses: ¡Atención
al disco rojo! El mes próximo puede ser nuestro Octubre. Nos aguardan jornadas
duras. La responsabilidad del proletariado español y sus cabezas directoras es
enorme. Tenemos nuestro ejército a la espera de ser movilizado. Y nuestros
planes de socialización.» “El Socialista”. 27 de septiembre de 1934
«La rebelión
socialista empezó a gestarse el mismo día que el partido socialista abandonó el
poder. No disimuló su propósito ni su intento la dirección del Partido
Socialista Obrero: se lanzó a la tarea de preparar un movimiento
revolucionario.» Diego Martínez Barrio
«La revolución de
octubre, lo he dicho y lo he escrito muchas veces, acabó con la República.»
Claudio Sánchez Albornoz.
«Con la rebelión de
1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para
condenar la rebelión de 1936.» Salvador de Madariaga
«Me declaro culpable
ante mi conciencia ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi
participación en el movimiento revolucionario. Lo declaro como culpa, como
pecado; no como gloria. Estoy exento de responsabilidad en la génesis de aquel
movimiento; pero la tengo plena en su preparación y desarrollo.» Indalecio Prieto
Tuero.
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