Un deber de conciencia
Luis Suárez
Erróneamente se atribuye a la fecha de
1714 un sentido que no tuvo.
Se trataba de resolver un problema
sucesorio en la Corona española.
Debido a la incapacidad de Carlos II
para tener descendencia, había que buscar la persona con más derecho a ocupar
el trono.
Pero sucedió que Fernando de Baviera,
que era el candidato más aceptable, falleció pronto y entonces las aspiraciones
se dividieron en dos ámbitos.
*.- O introducir a un nieto de Luis XIV Borbón o
*.- mantener a los Habsburgo reconociendo al
Archiduque Carlos.
Curiosamente, cuando se conoció la
decisión tomada por la Corte española en beneficio de Felipe V, fue un catalán,
Castell Dosrius, quien hizo un comentario indiscreto: «¡Qué gozo, ya no hay
Pirineos!. Se han hundido en la tierra y España y Francia formamos una sola
nación».
Esto es una indiscreción imperdonable
por parte de un diplomático, pero así pensaba mucha gente.
El hecho de que los Borbones pudieran
ocupar el trono en Francia y España asustó especialmente a Inglaterra, que
consiguió crear una alianza en favor de Carlos de Habsburgo.
En España, la inmensa mayoría,
incluyendo a Navarra, se declaró a favor de Felipe, porque se le consideraba el
creador de una forma más moderna de gobierno que podía sacar al país de la
crisis económica en la que se encontraba.
Pero en Cataluña muchos lo veían de
un modo distinto: como el peligro que siempre Francia había significado para su
comercio.
Por eso apoyaron a Carlos. al
principio, Carlos parecía que iba a lograr la victoria.
Incluso entró en Madrid.
Pero sucedió un hecho inesperado: la
muerte de su hermano le convertía a él en emperador de Austria y entonces
Inglaterra, que ya había recogido su parte del botín –Gibraltar y Menorca–
decidió poner fin a la guerra y firmar la paz de Utrecht.
A Felipe V se le planteaba entonces
un problema: favorecer a Cataluña para evitar los resquemores que quedan
siempre tras una guerra civil.
Se ha interpretado el decreto de
Nueva Planta como si fuera una represalia cuando en realidad era un favor y muy
grande.
En adelante los comerciantes catalanes
podía actuar en América sin tener que pasar por las oficinas de Sevilla.
Así, el algodón y la seda llegan en masa
a Cataluña y se crea lo que hasta hoy es esencial en su economía: la industria
textil.
A partir de este momento, Cataluña se
convierte en la región más próspera de España.
Hay sectores de la economía, como puede
ser la imprenta, que están prácticamente en manos de Cataluña todos estos
siglos.
La prueba
la tenemos cuando en 1808 hay que hacer frente a Napoleón. La mayor resistencia
se ofreció precisamente ahí, en el lado sur del Pirineo, en Zaragoza y Gerona.
Curiosamente lo que los defensores de Gerona cantaban frente a los franceses
era: «Vol que me enrandezca, si Espanya non vol pa». Gerona ha pasado a la
historia como uno de los puntos clave en la derrota de Napoleón.
Por eso me
parece absurdo que ahora se pretenda presentar la situación como si fuera un
dominio que España hubiera ejercido sobre Cataluña cuando es al revés, gracias
a Dios.
Yo hay una cosa que no puedo perdonar al señor Mas: que no me deje
querer a Cataluña tanto como la he querido siempre.
Uno de mis orgullos
fundamentales es ser correspondiente de la Academia de Buenas Letras de
Barcelona.
A ella me llevaron dos grandes amigos historiadores: Jaime Vicens-Vives
y Ferrán Soldevilla. Creo que desde el punto de vista histórico sería muy
conveniente insistir en los aspectos positivos que se han derivado de esta
unidad que los Reyes Católicos consiguieron regalar a España. De ahí depende el
futuro no sólo para los españoles, sino para Europa.
Reforzar la unidad entre
todos los europeos es un deber de conciencia y, si me apuran un poco, un deber
de egoísmo. Sólo uniéndonos podremos ser más grandes y resolver los problemas
económicos, que son bastante serios. Para todo esto hay que tener en cuenta que
lo que mueve a los pueblos es el comportamiento moral. Si no somos capaces de
entender aquello que está frente a nosotros, no nos aguarda ninguna clase de
esperanza y a mí me parece que la actitud que ciertos políticos de nuestros
días están tomando perjudica, y muy seriamente, el entendimiento.
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