La estabilidad de España en las últimas
cuatro décadas se asienta en el pacto de Estado de la Transición: lucha
política sin fisuras pero, con relación a las grandes cuestiones de terrorismo,
territorialidad y política internacional, acuerdo entre los dos partidos
nacionales de centro derecha y centro izquierda que representan al 80% del
pueblo español. Suárez, Calvo-Sotelo, González y Aznar respetaron el pacto de
la Transición. Solo Zapatero lo quebrantó enviando a los desvanes de la
Historia al Partido Popular y entendiéndose con los partidos nacionalistas que,
con su tradicional voracidad, le tomaron enseguida la cabellera.
Alfredo Pérez Rubalcaba, que es un peso pesado de la política, ha retornado al espíritu de la Transición y ha hecho una declaración constructiva y admirable. “Rajoy siempre podrá contar con el PSOE en cuestiones de Estado”. La respuesta al órdago secesionista de Oriol Junqueras y su marioneta Arturo Mas solo será efectiva con el pacto de los dos grandes partidos nacionales para yugular el despropósito secesionista.
Bien por Rubalcaba. Ha dicho lo que debía decir. Lástima que hace dos años, cuando se acentuaron las veleidades soberanistas de una parte de la clase política catalana, no se atajara el desafío con una declaración conjunta de los dos grandes partidos. En todo caso, aunque con lamentable retraso, tanto el PP como el PSOE han contestado de forma adecuada a la trampa del secesionismo catalán, que se ha organizado sobre la manipulación y la mentira histórica para engañar al pueblo de Cataluña.
Alfredo Pérez Rubalcaba, que es un peso pesado de la política, ha retornado al espíritu de la Transición y ha hecho una declaración constructiva y admirable. “Rajoy siempre podrá contar con el PSOE en cuestiones de Estado”. La respuesta al órdago secesionista de Oriol Junqueras y su marioneta Arturo Mas solo será efectiva con el pacto de los dos grandes partidos nacionales para yugular el despropósito secesionista.
Bien por Rubalcaba. Ha dicho lo que debía decir. Lástima que hace dos años, cuando se acentuaron las veleidades soberanistas de una parte de la clase política catalana, no se atajara el desafío con una declaración conjunta de los dos grandes partidos. En todo caso, aunque con lamentable retraso, tanto el PP como el PSOE han contestado de forma adecuada a la trampa del secesionismo catalán, que se ha organizado sobre la manipulación y la mentira histórica para engañar al pueblo de Cataluña.
Luis María ANSON de la Real Academia
Española
RAJOY Y RUBALCABA, UNIDOS CONTRA
JUNQUERAS Y MAS
Oriol Junqueras y su marioneta Arturo
Mas han conseguido unir a Mariano Rajoy y a Alfredo Pérez Rubalcaba contra su
pirueta secesionista. Los líderes de los dos grandes partidos de centro derecha
y centro izquierda, que representan al 80% del pueblo español, han manifestado
públicamente y de forma inequívoca su rechazo a que se celebre una consulta
soberanista en Cataluña porque la soberanía nacional reside en el entero pueblo
español y lo que pretenden Junqueras y su guiñol Arturo Mas es claramente
anticonstitucional.
La respuesta de Rajoy y Rubalcaba ha sido clara y contundente: no habrá consulta secesionista en Cataluña. Junqueras y su títere Arturo Mas se han metido en un callejón sin salida. También Rajoy y Rubalcaba tienen una situación especialmente compleja porque la confrontación es ya un hecho y, si para los líderes del secesionismo resulta difícil llevar a cabo su proyecto, para los dirigentes constitucionalistas no parece fácil arbitrar el procedimiento constitucional que cercene el despropósito.
Alfonso Guerra ya anticipó que sería necesario aplicar el artículo 155 de la Constitución. Antes de llegar a ese extremo convendría encontrar fórmulas que no pasen por la suspensión de la Autonomía catalana. Cualquier simplificación de la situación creada podría conducir a términos contraproducentes para todos.
La respuesta de Rajoy y Rubalcaba ha sido clara y contundente: no habrá consulta secesionista en Cataluña. Junqueras y su títere Arturo Mas se han metido en un callejón sin salida. También Rajoy y Rubalcaba tienen una situación especialmente compleja porque la confrontación es ya un hecho y, si para los líderes del secesionismo resulta difícil llevar a cabo su proyecto, para los dirigentes constitucionalistas no parece fácil arbitrar el procedimiento constitucional que cercene el despropósito.
Alfonso Guerra ya anticipó que sería necesario aplicar el artículo 155 de la Constitución. Antes de llegar a ese extremo convendría encontrar fórmulas que no pasen por la suspensión de la Autonomía catalana. Cualquier simplificación de la situación creada podría conducir a términos contraproducentes para todos.
Lo que está claro, en todo caso, es que
el Gobierno y los dos grandes partidos no tolerarán la fragmentación de España
porque su obligación es cumplir y hacer cumplir la Constitución. En Moncloa se
ha creído durante mucho tiempo que el desafío secesionista era solo una finta
para conseguir más dinero de Madrid. Desde esta canela escrita al aire libre he
advertido en reiteradas ocasiones que esta vez el órdago iba en serio.
Luis María ANSON de la Real Academia
Española
Hace ya diez años que planteé de forma
abierta la necesidad de reformar la Constitución. Entre políticos, periodistas,
sindicalistas, líderes religiosos conseguimos el milagro de la Transición: el
trasvase sin traumas ni sangre desde una dictadura de cuatro décadas hasta una
democracia pluralista plena. Pero no hemos sabido transmitir a las nuevas
generaciones el alcance de aquella operación histórica. Y hoy la juventud está
divorciada del sistema y, al menos al 70%, indiferente. El régimen se ha
agotado y la reforma constitucional resulta imprescindible para que las nuevas
generaciones intervengan en ella y se sientan partícipes de la renovación del
sistema.
Mariano Rajoy no tiene fuerza para
llevar adelante esa operación. Sí puede y debe encargar al Rey que la ponga en
marcha. A la llamada del Monarca acudirían Felipe González, José María Aznar,
José Luis Rodríguez Zapatero, Javier Solana, Joaquín Almunia, José Bono,
Eduardo Zaplana y una decena de catedráticos de Derecho Constitucional. A todos
ellos el Monarca les diría: “Hay que hacer una reforma constitucional de fondo.
Pero no la vuestra. Habrá que consultar con los líderes de las nuevas
generaciones, con los líderes políticos, sindicales, religiosos,
universitarios, intelectuales, deportivos, con los dirigentes jóvenes de los
medios de comunicación, para incorporar su idea de España a la Constitución
reformada”. Conforme al artículo 168 de nuestra Carta Magna, una vez concordada
la reforma se sometería a la aprobación del Congreso y luego del Senado.
Conseguidos los dos tercios de los votos, se convocarían elecciones generales y
el nuevo Congreso y el nuevo Senado deberían aprobar también por dos tercios el
texto reformado, que se sometería después a referéndum nacional para obtener el
apoyo mayoritario de los ciudadanos. Los catalanes ejercerían así el derecho a decidir,
junto al resto de los españoles, pues después de 500 años de historia unida,
corresponde a todos cualquier decisión sobre la territorialidad y el futuro de
España.
Luis María ANSON de la Real Academia
Española.
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