John Elliott: «Es peligroso pensar que
tu visión de la historia es la única correcta»
jesús garcía calerocaleroje / madrid
Día 17/12/2013 - 18.03h
Ha presentado un libro sobre el Conde
Duque y habla con ABC de los peligros de reivindicar los mitos de la historia
de España, como hizo el simposio del odio «España contra Cataluña»
John Elliott: «Es peligroso pensar que
tu visión de la historia es la única correcta»
ignacio gil
Elliott, durante la entrevista con ABC
A los 83 años John Elliott no pierde la
sonrisa. Acompañado por su esposa, camina tranquilamente por el lobby del hotel
madrileño en el que hemos quedado. Posa para el fotógrafo, con un jersey de
color lila que abriga tantas horas de estudio que tiene los codos gastados y
amorosamente zurcidos. Se coloca, siguiendo las indicaciones del fotógrafo,
junto al ventanal. Y allí sonríe a ratos al presente mientras, al otro lado de
los cristales, bulle la ciudad donde reinaron monarcas a los que él podría
tutear respetuosamente -en especial Felipe IV-. Elliott mira esas calles donde
las conjuras caducas de los validos y los prebostes del siglo XVII cayeron
arrastradas como las hojas secas de este otoño. Aquellos acontecimientos
iluminan de manera intensa nuestro presente, como se verá enseguida.
Viene a presentar el libro «Memoriales y
cartas del Conde Duque de Olivares», libro que ha editado el Centro de Estudios
Europa Hispánica junto con Marcial Pons, y que recoge los documentos originales
de la política del valido de Felipe IV, que trataba de reformar España para
hacer un reino más moderno y resistente a las tensiones regionales... y no
pudo. Tensiones regionales, corrupción, censuras... A la sombra de los viejos
palacios, la actualidad hunde sus firmes raíces en la historia, aunque no lo
percibamos, casi como los árboles que circundan el Museo del Prado, de donde
viene maravillado después de saludar a sus «amigos del siglo XVII».
En el aire resuenan los ecos del
simposio del odio en el que algunos historiadores catalanes han puesto su
ciencia al servicio del resentimiento y el adoctrinamiento político: «España
contra Cataluña». A Elliott, que tanto ha dicho ya, que tanto ha comprendido y
escrito sobre Cataluña, le entristece.
Se niega a hablar de política, pero no
tiene problemas en hablar de historia: «No puedo evitar pensar en Vicens Vives
y en el empeño de su vida que fue justo el contrario: el de destruir los mitos,
desmitificar la historia de España. Pero ahora...». Y en esos puntos
suspensivos percibimos un tratado que el Instituto de Estudios Catalanes
ignora.
-La historia está de actualidad.
Seguimos en el imposible equilibrio entre la fuerza reformadora e integradora y
fuerzas centrífugas y diferenciales.
-Exacto.
-¿Qué claves nos da la época del Conde
Duque para entender el presente?
-Creo que cada uno tiene que sacar sus
propias lecciones de estos documentos. Por eso damos las cosas abiertas a los
lectores.
-Da la impresión de que en España somos
más inconformistas con la historia que con el presente.
-Cada época saca sus propias lecciones
de la historia. Algunas son buenas y otras son falsificadas.
-La aparición del libro coincide con el
simposio de Cataluña.
-La primera necesidad es siempre
desmitificar la historia, que está llena de mitos, porque cada país tiene su
tradición, o sus memorias históricas, que muchas veces son distorsionadas, por
razones políticas o por lo que sea. Y la gran obligación de los historiadores
es intentar hacer entender al público, a los lectores, que efectivamente hay
muchos senderos en la historia. Algunos se tomaron y otros no, pero había otras
posibilidades en cualquier momento.
-No es bueno reducir ese abanico...
-El gran peligro que tiene todo esto es
vivir pensando que tu historia es la única versión correcta de la historia.
Esta simplificación de una historia poniendo blancos y negros, sin pensar en
los matices entre los dos.
-En Holanda se ha revisado el papel del
gran duque de Alba, que para ellos era el demonio. Un libro analiza cosas
positivas que tuvo su gobierno.
-Es muy importante que la mirada se
eleve para entender el contexto y también otros contextos desde una perspectiva
internacional. Cada momento tiene el suyo propio y los contextos cambian. La
próxima generación no entiende el contexto de los acontecimentos. Lo llamo la
contingencia de la historia. Por ejemplo, aquí en España ya tenemos una
generación que no se acuerda de Franco, incluso de la Transición y eso cambia
mucho las cosas.
-Se relativiza el valor de la
Transición.
-Exacto, esta generación no entiende
bien por qué se hicieron unas cosas y no otras.
-Cuando uno se centra en los mitos de la
propia historia, ¿qué pierde?
-Llega uno al ensimismamiento, a mi modo
de ver. Es decir, una sociedad se empobrece si vive con una visión rígida de su
pasado. Rígida y muchas veces falsificada o distorsionada. Eso elimina la
creatividad.
-Es una pérdida importante.
-A mí el pluralismo me parece
extremamente importante, lo es para todo. Hay que asumir múltiples visiones del
pasado porque el diálogo entre las diferentes visiones es muy importante y
creativo.
-Si lo es en la Monarquía absoluta del
XVII hay que estar ciego para no valorar ese elemento en una sociedad tan
compleja y abierta como la nuestra.
-Sí, es una gran contradicción.
-El final de la guerra de Sucesión y la
toma de Barcelona en septiembre de 1714, ¿Se puede ver como si fuera una
invasión, cuando es el final de un conflicto europeo?
-En el mes de octubre ayudé a la
embajada española en Londres a organizar un simposio de dos días sobre el
tratado de Utrecht, con historiadores británicos y españoles. Y el primer día
se dedicó a las repercusiones tanto internas como externas de ese conflicto.
Por ejemplo, hicimos comparaciones entre la unión de Inglaterra con Escocia en
1707 y los Decretos de Nueva Planta [con los que Felipe V abolía las leyes
específicas del Reino de Aragón que había apoyado al candidato austracista]. Es
muy interesante compararlos, tanto en las semejanzas como en las diferencias,
así como el resultado de esta guerra internacional. Incluso hay una extensión
americana de la guerra de Sucesión de España con las luchas entre los ingleses
y los franceses en el Nuevo Mundo. Es tal vez la primera guerra mundial.
-Así que estudiarla limitándose, desde
Andalucía, Castilla o Cataluña…
-Es parte de un conjunto muchísimo más
amplio.
-Sería como analizar la Segunda Guerra
Mundial solo desde Gibraltar.
-¡Claro! Y no olvidemos que hay
divisiones internas, relativas a las lealtades que se impusieron, entre el
Borbón y el archiduque Carlos, divisiones tanto en Castilla como en Cataluña.
-Ni siquiera las regiones eran
monolíticas.
-Hubo un gran debate. En parte por las
lealtades a las casas reales. En Cataluña persistía aún el impacto de las
luchas contra los franceses tras la ocupación que Francia había hecho de
Cataluña en 1640. Y se entiende bien por qué en Cataluña escogieron al
archiduque Carlos y no al Borbón. Hay que entender todo este contexto.
-Su libro ayudará, porque habla de esa
época anterior.
-Lo importante es buscar una inmersión.
Leer alguno de los documentos originales ayuda a entender el sabor de la época.
Yo siempre he intentado ponerme en los zapatos del Conde Duque. Me pregunto:
¿Cómo solucionaría yo el problema de Flandes?
-¿Exigimos demasiado a aquellas figuras
de la historia?
-Sí. Con los documentos en la mano
estableces un diálogo con los amigos del pasado. Tengo tantos amigos en el
siglo XVII como ahora mismo. Tengo en casa unos grabados de la clase dirigente
española de entonces: el general Espínola, don Luis de Haro, etcétera. Los miro
cada vez que subo hacia mi habitación. Y es muy importante tener un
conocimiento visual de esta época
-Tenemos el Prado aquí al lado, que
acaba de visitar.
-Ver sus caras, observar las semejanzas
entre María Teresa y la Reina Mariana, con esa cara tan austriaca que a veces
las hace confundirse, es muy interesante… Aunque es pequeña la exposición de
Velázquez y la familia de Felipe IV, permite estudiar estos detalles y
comprobar el sentido del espacio de Velázquez y su capacidad de captar la
personalidad. Se nota la diferencia del ambiente de la corte papal y cómo
cambia cuando regresa de Roma, porque en Madrid había una forma más rígida de
presentar a la realeza. En el retrato de Felipe IV, ya maduro, vemos la
tragedia del hombre tanto como la del reino, aunque sus contemporáneos solo
veían la majestad del Rey.
-¿Los nuevos documentos del Conde Duque
de su libro aparecieron en la Biblioteca Nacional?
-Fernando Negredo había encontrado una
versión de uno muy interesante de 1637, sobre las «reformas en tiempo de
guerra». Al final tiene unas palabras y una rúbrica indudablemente del propio
Conde Duque. Es el primer documento que parece haber tocado y manipulado el
Conde Duque mismo. Porque su archivo se destruyó en el palacio de los duques de
Alba en dos grandes incendios a finales del siglo XVIII. Por eso ha sido
siempre tan difícil encontrar los documentos originales, pero había muchas
copias.
-Versiones censuradas, ¿por qué, si eran
papeles de Estado, para el Rey?
-No se sabe exactamente. Otro hallado
por Negredo dice que el Rey en 1639 ordenó la colección de copias de todos los
papeles importantes del Conde Duque. Lo más probable es que el Consejo de Castilla,
que tenía luchas con él, censurara algunas cosas que no le dejaban en muy buena
luz. Pero no sabemos muchas cosas.
-¿Pero es cierto que Castilla cargaba
con todo o había muchos matices?
-El peso de los impuestos sobre Castilla
es mucho más fuerte en ese momento. Se creía que Cataluña y Portugal no estaban
contribuyendo de una manera ajustada a la proporción de su población. Pero el
Conde Duque creía que la población de Cataluña era mucho mayor de lo que era.
No había estadísticas.
-¿Le sobraban enemigos?
-Sí, es cierto, los tenía. La Monarquía
hispánica a principios del XVII vio bajar el flujo de remesas de plata de las
Indias, había menos recursos, el peso de los impuestos sobre Castilla... El
pilar fundamental de la Monarquía no tenía ya los recursos de otras épocas. Y
el Conde Duque se creía escogido para frenar este proceso de declive.
-Hay tensiones regionales pero tam bién
en las altas capas de la sociedad.
-El Conde Duque quiere convertir la
vieja nobleza española en una nobleza de servicio a la Monarquía y hablaba
mucho de la falta de obediencia y sentido de servicio al Rey de los nobles.
-Y le preocupaba la corrupción: de los
impuestos llegaba poco al Rey.
-Exacto, había mucha corrupción. Era un
grave problema. Siempre se queja el Conde Duque, en todos los frentes se pierde
dinero, en las localidades, en las regiones, donde lo que se estaba
consolidando era una oligarquía. Pasaba en toda Europa.
-Todo está en los papeles.
-Están anotados, pero para mí lo más
valioso de esta colección es que es la historia pura, sin la intervención del
historiador. Leyéndolos, uno tiene la idea de los problemas de la Monarquía, de
orden económico, político o militar, y la mentalidad de un hombre de Estado
que, a pesar de sus defectos, quiso rescatar a España cuando se decía que se
estaba hundiendo el barco.
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