JOSÉ PABLO FERRÁNDIZ / IGNACIO URQUIZU
13 ENE 2015 - 00:00 CET
Podemos ha pasado de representar la
gran novedad sobre la escena política nacional tras su irrupción en las
elecciones europeas del pasado 25 de mayo a ser un habitual de los primeros
puestos en las encuestas de intención de voto.
Un invitado incómodo para casi
todos.
*.- Para el PP y el PSOE porque ha
logrado romper —de momento solo en las encuestas— la dinámica bipartidista
protagonizada por ellos y que ha car
acterizado el sistema de partidos español en las últimas décadas.
acterizado el sistema de partidos español en las últimas décadas.
*.- Para IU y UPyD (además de para
otras fuerzas minoritarias) porque les ha impedido capitalizar el desgaste
electoral de los dos grandes partidos que todas las encuestas pronosticaban ya
con anterioridad a la aparición de Podemos.
*.- Y para los partidos nacionalistas
porque parece haber roto el eje nacionalista-no nacionalista, que
tradicionalmente acaba configurando los apoyos electorales en algunas regiones,
logrando apoyos a ambos lados del eje (el coordinador general de CDC, Josep
Rull, ha llegado a definir a Podemos como “el caballo de Troya” del
Estado español contra el proceso soberanista catalán).
La pregunta que muchos se hacen es
hasta cuándo aguantará en la fiesta este invitado. En otras palabras: ¿qué
futuro puede tener Podemos?
La respuesta —no fácil— a esta pregunta
pasa por dos cuestiones —que no son las únicas pero sí, probablemente, las
principales—:
*.- quiénes son los potenciales
votantes de Podemos —definidos como aquellos electores que manifiestan su
intención de votar o su simpatía por este partido en el caso de que unas
hipotéticas nuevas elecciones generales tuvieran lugar de manera inmediata—
*.- y, sobre todo, qué es lo que
les lleva a confiar en esta formación política.
El potencial votante de Podemos
no difiere sustancialmente de los potenciales votantes del resto de partidos en
algunos rasgos básicos.
*.- Son mayoría quienes actualmente
tienen trabajo, quienes cuentan con estudios de segundo grado, quienes residen
en municipios de menos de 100.000 habitantes y quienes se definen de clase
media.
*.- Eso sí, entre ellos predominan los
votantes masculinos (característica compartida con los potenciales votantes de
IU y UPyD) y quienes se declaran no creyentes, ateos o agnósticos (coincidente
con IU). La edad media del potencial votante de Podemos es de 43 años, solo por
encima de la que tiene el potencial votante de UPyD (40).
*.-
Ideológicamente, se posicionan en el 3.9 de la escala izquierda/derecha (que
consta de once puntos: de 0 a 10, correspondiendo e l 0 a un posicionamiento de
extrema izquierda y el 10 a otro de extrema derecha),
*.- y
perciben a Podemos en el 2.8, es decir, más escorado a la izquierda de donde
ellos mismos se perciben.
*.- En
términos de esta escala, los votantes potenciales de Podemos resultan estar
ideológicamente más cerca de los votantes potenciales del PSOE (que se
posicionan en el 4.2) que de su nuevo partido.
*.- Este es un
hecho nada sorprendente si se tiene en cuenta que entre el posible electorado
de Podemos predominan quienes en las elecciones de 2011 votaron a los
socialistas.
*.- Además, la
mayoría se considera socialdemócrata o socialista y solo un 7 % se define
como comunista o radical de izquierdas, a pesar de que un 32 % utiliza estas mismas etiquetas para definir a Podemos. Se trata, pues, de un electorado apreciablemente menos orientado a la izquierda respecto a cómo perciben a la formación que dicen tener intención de votar. Es decir, no se engañan.
como comunista o radical de izquierdas, a pesar de que un 32 % utiliza estas mismas etiquetas para definir a Podemos. Se trata, pues, de un electorado apreciablemente menos orientado a la izquierda respecto a cómo perciben a la formación que dicen tener intención de votar. Es decir, no se engañan.
¿Pueden estos pequeños
desacoplamientos ideológicos constituir el fermento de futuros desistimientos
de la intención de voto por Podemos manifestada ahora, en un momento en el que
no hay elecciones a la vista ni, por tanto, debates que propicien la
clarificación ideológico-electoral? ¿O no constituyen razón suficiente para
dejar de apoyar en un futuro a la formación liderada por Pablo Iglesias?
Los datos de intención de voto
muestran una gran estabilidad en los apoyos de Podemos.
*.- Desde que
esta fuerza política emergió este pasado otoño está disputando la hegemonía a
PP y PSOE con una intención de voto que oscila entre el 25 % y el 28 %. Una
estabilidad que se explica fundamentalmente por las razones que sustentan su
apoyo: de forma sistemática una mayoría de sus votantes admite apoyarles como
resultado de la decepción y el desencanto con el resto de partidos.
Pero, ¿en qué
consisten esta decepción y este desencanto?
El crecimiento de Ciudadanos se
explica por los mismos motivos que el ascenso del partido de Iglesias.
*.- En los
últimos años, fruto de las múltiples crisis por las que pasa nuestro país, la
ciudadanía ha asociado gran parte de nuestros problemas al bipartidismo.
*.- Consideran
que la gestión de los dos grandes partidos —PP y PSOE— es la que nos ha
conducido a la situación actual.
*.- Así, el
bipartidismo se asocia con elementos tan negativos como la corrupción o la mala
gestión económica.
De hecho,
un año antes del surgimiento de Podemos tres de cada cuatro españoles (74 %) ya
pensaban que sería bueno para nuestro sistema político que PP y PSOE dejaran de
ser los dos únicos partidos predominantes en la escena política y que pasaran a
compartir el protagonismo con otros partidos de ámbito nacional con los que
tendrían que contar para configurar una mayoría de Gobierno.
Una opinión que
ahora —ya con Podemos en la escena pública— sigue expresando la misma
proporción de ciudadanos.
Con lo cual,
este rechazo al bipartidismo y a la corrupción son las grandes motivaciones que
subyacen tras el voto a Podemos, siendo mucho más relevantes que la posible
alternativa ideológica que puedan representar.
Además, el
deseo de acabar con el bipartidismo es transversal a todos los grupos sociales
e ideológicos, aunque representa una motivación mayor para los votantes de
izquierdas y moderados.
Estos mismos motivos descritos para el
caso de Podemos son los que parecen subyacer tras el crecimiento de Ciudadanos.
El partido de Albert Rivera —el líder
político, hoy por hoy, mejor evaluado por la ciudadanía— pasaría a ser en sus
pocos meses de vida el cuarto más votado, por delante de IU y UPyD.
Un nuevo invitado incómodo que parece
querer unirse a la fiesta atrayendo fundamentalmente a una parte sustancial (en
torno al 10 %) de votantes desencantados del PP (y a los que la opción de
Podemos no les acababa de convencer ni siquiera para acabar con el
bipartidismo).
Hay, por tanto, numerosas
incertidumbres por despejar en los próximos meses y no puede saberse cómo
influirán en el voto a la formación de Pablo Iglesias o a la del propio Rivera.
Pero si la principal motivación que está detrás de estos apoyos es propiciar el
fin del bipartidismo, es muy probable que el sistema de partidos pueda cambiar
en nuestro país este 2015. La pregunta que se vuelve cada vez más pertinente
es: ¿aguantarán el embate el PP y el PSOE?
José Pablo Ferrándiz es sociólogo
y vicepresidente de Metroscopia, e Ignacio Urquizu, profesor de Sociología en
la Universidad Complutense de Madrid y colaborador de la Fundación Alternativas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario