EDURNE
URIARTE
Todo
lo que le sobra de capacidad de comunicación, excelente, le falta de identidad
política
¿QUÉ
le falla a Mariano?, era la pregunta que nos planteaba nuestro director, Bieito
Rubido, hace unos días en El Astrolabio, para analizar la paradoja de la
creciente fascinación por Albert Rivera, un líder con discurso parecido al del
PP, precisamente cuando los buenos resultados del Gobierno de Mariano Rajoy
comienzan a ser evidentes. Y, en efecto, es una de las preguntas clave a las
que tendrá que responder el PP si quiere repetir Gobierno tras las próximas
generales.
Con
un análisis de sus propios problemas. Y con una valoración de las
contradicciones del adversario. Contradicciones que llevan a preguntarse si la
fascinación por Albert se reflejará en una subida contundente en las urnas, tal
como predicen las encuestas. Y, si tal subida se confirma, cuáles son sus
posibilidades a medio plazo. Si será capaz de convertirse en un tercer partido,
a modo de los liberales británicos, o si su gloria política será efímera y
acabará precisamente como los liberales, que obtuvieron un 23% de los votos en
2010, entraron al Gobierno con los conservadores, y tienen ahora mismo una
intención de voto del 8%, superados ampliamente por el nuevo tercer partido, el
UKIP (en dos diferentes encuestas de hace cinco días). Porque en Gran Bretaña
van a ganar conservadores o laboristas, empatados en intención de voto, y no un
tercer partido.
Y
aquí viene lo que le falla a Albert.
Que no es una cosa sino dos. Identidad y
credibilidad.
Todo lo que le sobra de capacidad de comunicación, excelente, le
falta de identidad política.
Si el PP tiene problemas de identidad con su miedo
a la palabra «derecha», Ciudadanos tiene todo un boquete por ese flanco, el
fundamental, en realidad.
Ni son de centro, ni de izquierdas ni de derechas,
ellos mismos lo proclaman.
Y eso en política es igual a vida efímera o vida
minoritaria. O respuesta puntual a malestares coyunturales, el enfado con los
gobernantes en este tiempo de crisis y recortes, o partido minoritario para el
siempre minoritario sector ciudadano centrista. Para la defensa de la unidad
nacional, la única seña de identidad clara de Ciudadanos, ya está el PP desde
hace mucho tiempo y cientos de duras batallas en las que fue la única voz
discordante. Ni Ciudadanos ni UPyD aportan nada nuevo en ese campo más allá de
algunos orígenes progresistas y su capacidad para atraer el voto del socialismo
españolista.
Y
a Albert le falla igualmente la credibilidad.
La relativa a su propuesta
alternativa fundamental respecto a las de Mariano Rajoy que es la regeneración
democrática, comenzando por la de los partidos.
¿Y la propone quien se ha
erigido ya en líder supremo, único y carismático de Ciudadanos?
Hace poco le
preguntaron al futuro ministro de Economía de Albert, Luis Garicano, por sus
razones para sumarse a Ciudadanos.
Y lo primero que se le ocurrió a este azote
de lo que llama «partidos tradicionales que no están por el cambio» es que
«Albert Rivera es un líder excepcional, con muchísimo carisma».
Claro que este
futuro ministro de Albert es el mismo que proponía echar a Rajoy para responder
al desafío independentista de Mas con «una España multinacional con un
creciente reconocimiento de la identidad catalana».
Lo que nos da una idea de
la distancia entre las propuestas de regeneración de Ciudadanos y su propia
práctica política. Y sin haber empezado a gobernar.
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