martes, 10 de marzo de 2015

QUÉ LE FALLA A ALBERT: Todo lo que le sobra de capacidad de comunicación, excelente, le falta de identidad política

EDURNE URIARTE
Todo lo que le sobra de capacidad de comunicación, excelente, le falta de identidad política
¿QUÉ le falla a Mariano?, era la pregunta que nos planteaba nuestro director, Bieito Rubido, hace unos días en El Astrolabio, para analizar la paradoja de la creciente fascinación por Albert Rivera, un líder con discurso parecido al del PP, precisamente cuando los buenos resultados del Gobierno de Mariano Rajoy comienzan a ser evidentes. Y, en efecto, es una de las preguntas clave a las que tendrá que responder el PP si quiere repetir Gobierno tras las próximas generales.
Con un análisis de sus propios problemas. Y con una valoración de las contradicciones del adversario. Contradicciones que llevan a preguntarse si la fascinación por Albert se reflejará en una subida contundente en las urnas, tal como predicen las encuestas. Y, si tal subida se confirma, cuáles son sus posibilidades a medio plazo. Si será capaz de convertirse en un tercer partido, a modo de los liberales británicos, o si su gloria política será efímera y acabará precisamente como los liberales, que obtuvieron un 23% de los votos en 2010, entraron al Gobierno con los conservadores, y tienen ahora mismo una intención de voto del 8%, superados ampliamente por el nuevo tercer partido, el UKIP (en dos diferentes encuestas de hace cinco días). Porque en Gran Bretaña van a ganar conservadores o laboristas, empatados en intención de voto, y no un tercer partido.
Y aquí viene lo que le falla a Albert.
Que no es una cosa sino dos. Identidad y credibilidad.
Todo lo que le sobra de capacidad de comunicación, excelente, le falta de identidad política.
Si el PP tiene problemas de identidad con su miedo a la palabra «derecha», Ciudadanos tiene todo un boquete por ese flanco, el fundamental, en realidad.
Ni son de centro, ni de izquierdas ni de derechas, ellos mismos lo proclaman.
Y eso en política es igual a vida efímera o vida minoritaria. O respuesta puntual a malestares coyunturales, el enfado con los gobernantes en este tiempo de crisis y recortes, o partido minoritario para el siempre minoritario sector ciudadano centrista. Para la defensa de la unidad nacional, la única seña de identidad clara de Ciudadanos, ya está el PP desde hace mucho tiempo y cientos de duras batallas en las que fue la única voz discordante. Ni Ciudadanos ni UPyD aportan nada nuevo en ese campo más allá de algunos orígenes progresistas y su capacidad para atraer el voto del socialismo españolista.

Y a Albert le falla igualmente la credibilidad.
La relativa a su propuesta alternativa fundamental respecto a las de Mariano Rajoy que es la regeneración democrática, comenzando por la de los partidos.
¿Y la propone quien se ha erigido ya en líder supremo, único y carismático de Ciudadanos?
Hace poco le preguntaron al futuro ministro de Economía de Albert, Luis Garicano, por sus razones para sumarse a Ciudadanos.
Y lo primero que se le ocurrió a este azote de lo que llama «partidos tradicionales que no están por el cambio» es que «Albert Rivera es un líder excepcional, con muchísimo carisma».
Claro que este futuro ministro de Albert es el mismo que proponía echar a Rajoy para responder al desafío independentista de Mas con «una España multinacional con un creciente reconocimiento de la identidad catalana».
Lo que nos da una idea de la distancia entre las propuestas de regeneración de Ciudadanos y su propia práctica política. Y sin haber empezado a gobernar.

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