ABC
LA compleja aritmética electoral del 24-M sitúa a una quincena larga de
capitales españolas con mayoría del PP en el trance de no completar
investiduras si Ciudadanos las bloquea.
Es razonable que Albert Rivera quiera medir sus pasos en un ejercicio
táctico que mantenga viva su progresión.
Ciudadanos es consciente (y si no es así, debería serlo) de haber
absorbido una parte sustancial del electorado del PP. Al menos eso apuntaban
todos los sondeos previos a los comicios del pasado domingo, en los que cerca
del 60 por ciento de quienes aseguraban que pensaban votar a la formación
anaranjada afirmaban también que en los anteriores comicios lo habían hecho a
las candidaturas populares.
Y es lógico que el partido de Rivera quiera hacer compatible esa
certidumbre sobre la procedencia de sus nuevos apoyos con la posibilidad de
ampliar sus expectativas ante los comicios generales con el menor desgaste
posible.
No obstante, y siendo satisfactorios los resultados de una formación
que partía de cero en el ámbito nacional, no han respondido a las expectativas
que mediáticamente se habían generado.
Hasta ver si consolida su gran progresión, hoy por hoy la de Albert
Rivera es una formación bisagra capaz de condicionar mayorías de gobierno, pero
no de dirigirlas.
A partir de ahí, se impone el sentido de la responsabilidad y no
chantajes emocionales generadores de inestabilidad.
El electorado ha dibujado un difícil puzle de partidos en el que todos
han de aprender a convivir con alianzas que, como mínimo, impidan la
incertidumbre institucional y económica, algo que nunca aparece como prioridad
de la extrema izquierda, a la que le vale con el desalojo de los populares del
poder allá donde lo tengan.
Conviene no olvidar que PP y PSOE siguen siendo claramente
mayoritarios, pese al varapalo sufrido en las urnas hace cinco días, y que
gozan de legitimidad para seguir liderando alcaldías y autonomías.
El argumentario con el que Rivera ha construido un discurso nacional se
basa en la idea de una España unida, estable, profundamente democrática y
combativa con la corrupción.
Ahora no cabe ponerse de perfil.
Ciudadanos tiene la oportunidad real de aplicarlo y garantizar sus
propuestas correctoras junto al PP, partido más votado con diferencia en
lugares donde no obtuvo mayoría absoluta.
La lógica de los tiempos exige pactos fiables, no cordones sanitarios
ni castigos basados en el sectarismo y cálculos interesados en el mayor
provecho de uno mismo. Tampoco estrategias difusas para no retratarse. La llave
de Albert Rivera es valiosa para garantizar certidumbre, y no debe arrojarla al
vacío.
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