Luis María ANSON
Lo que se va publicando sobre la ideología y las prácticas de una parte
considerable de los concejales y colaboradores de Manuela Carmena está
produciendo general alarma, incluso entre muchos de los que votaron a la
alcaldesa, en busca de una regeneración de la vida española.
La semidimisión de Zapata apenas ha arreglado nada porque varios de sus
compañeros concejales están en situación similar y porque no da la sensación de
que haya arrepentimiento de fondo ni por parte de Podemos ni por parte de la
nueva alcaldesa. El partido de Pablo Iglesias, sin embargo, ya ha conseguido
uno de sus objetivos: instalarse en el cogollo de la casta política.
La responsabilidad de lo que ha ocurrido con Zapata, de lo que puede
ocurrir con otros concejales, corresponde por entero a la alcaldesa que los
nombró. La vida política es así. Ningún dirigente puede soslayar la
responsabilidad in eligendo; da igual que se trate del Partido Popular, del
PSOE, de Podemos o de las coaliciones propiciadas por la agrupación de Pablo
Iglesias. En todas las democracias serias existe una responsabilidad in
eligendo. Y esa responsabilidad corresponde en la alcaldía de Madrid a Manuela
Carmena. La alcaldesa tiene la obligación de pedir excusas a la opinión pública
por haber elegido para la concejalía de Cultura a un hombre capaz, en el
ejercicio de su libertad de expresión, de escribir atrocidades que desvelan un
pensamiento preocupante.
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