Cómo detectar el maltrato psicológico en la pareja
El maltrato psicológico es una conducta perversa y destructiva que
ejerce un miembro de la pareja sobre el otro, de mayor vulnerabilidad.
Las conductas de maltrato
psicológico se producen en relaciones asimétricas, en las que uno se sitúa por
encima del otro dominándolo, y éste otro progresivamente pierde su sentido de
libertad.
El maltrato psicológico se gesta en una primera fase de la relación, en
la que se instaura gradualmente, a través de un proceso de seducción.
En esta primera fase, se desestabiliza a la víctima, que pierde progresivamente
confianza en sí misma.
El que maltrata seduce a su pareja para atraerla, a la vez que de forma
indirecta opera manipuladoramente, para influirle cada vez más, y así conseguir
que su pareja decida o se comporte de modo diferente a como lo haría
espontáneamente.
Así, se hace creer al otro que
es libre, se le impide tomar conciencia de la realidad del acoso, ya que se
trata de un proceso insidioso y gradual, en el que la realidad queda confusa
debido a la manipulación ejercida y el proceso de seducción.
La víctima va perdiendo el sentido crítico y la capacidad de
defenderse, se mantiene en un modo dependiente, mostrando su seguimiento hacia
la pareja maltratadora, que ejerce un dominio destructivo.
En un primer momento de la fase de dominación, la víctima obedece para
contentar a su compañero, posteriormente lo hace porque tiene miedo.
En el acoso psicológico se deforma la comunicación con objeto de
utilizar al otro. Esta deformación de la comunicación es necesaria para
mantener confundida a la persona que padece la situación de maltrato.
La comunicación no es directa: el que maltrata no utiliza un lenguaje
claro y directo. Es sinuoso e indirecto. No responde ante preguntas o lo hace
con gestos reprobadores, rechaza el diálogo, niega la existencia de conflicto.
Deformación del lenguaje: el mensaje de sus frases puede ser vago e
impreciso, generando confusión. Puede sostener discursos contradictorios, no
terminar las frases por lo que las interpretaciones pueden ser varias, dar
mensajes insidiosos que después niega…
En sus conductas agresivas, el tono del lenguaje puede ser normal, no
alterado. Utiliza un lenguaje abstracto o dogmático, en el que el interlocutor
se desorienta.
Mensajes incompletos y paradójicos. Las cosas se dicen sin decirlas, se
le ataca en forma de “broma”, se le dice una cosa a nivel verbal y en el no
verbal se expresa lo contrario. Se niegan las interpretaciones de la víctima.
Utilización del sarcasmo, la burla y el desprecio. El agredido percibe
la hostilidad pero no está seguro si la cosa va en serio o es una broma. El
agresor descalifica, en un principio de forma soterrada, y posteriormente ya lo
hace directamente.
Dejar de dirigirle la palabra al otro, ridiculizarlo u ofenderlo ante
otros.
Privación de la expresión libre del otro, por ejemplo, a través del cuestionamiento
y el enjuiciamiento con respecto las expresiones de la víctima.
Alusiones negativas con respecto a los allegados de la víctima para
así, enfrentarlos entre ellos.
Imposición de autoridad con discurso totalitario.
Consecuencias del maltrato psicológico en la víctima: La víctima, se ve
incapaz de defenderse y de salir del problema. En una primera fase del maltrato
se resiste, pero con el tiempo acaba cediendo ante el agresor. Intenta
encontrar explicaciones lógicas a lo que sucede, busca el diálogo con el
agresor para encontrar soluciones. Sin embargo, el diálogo no es posible, ya
que el maltratador no está dispuesto a ello. Entonces, la víctima procura
adaptarse a las demandas del perseguidor, para evitar conflicto y satisfacerlo.
Se siente confundida por la dualidad que ejerce el agresor hacia ella y por su
modo sinuoso de actuar.
Una víctima de maltrato psicológico se identifica cuando:
Cuestiona su propia forma de ser, sus actitudes y comportamientos
Excusa y exculpa a su maltratador, a la vez que se culpa a sí misma
Duda de ella misma y de sus acciones
Presenta sentimiento de inferioridad y dependencia emocional
Una situación de maltrato psicológico prolongado provoca:
Estrés y tensión: sensaciones de opresión, ahogo y fatiga,
palpitaciones, trastornos del sueño, nerviosismo, irritabilidad, dolores de
cabeza, trastornos digestivos, ansiedad…
Miedo ante los encuentros y las reacciones de la pareja maltratadora.
Depresión: tras una larga serie de intentos y fracasos para solucionar
la situación, la víctima se desmoraliza y se siente incapaz de defenderse. Cae
en un estado de desánimo y tristeza
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