28/01/2016@10:49:55 GMT+1
Luis María ANSON
Cándido Méndez e Ignacio
Fernández Toxo se hartaron de reiterar hace cuatro años que las medidas
laborales aprobadas por Europa y puestas en marcha con firmeza y tenacidad por
Mariano Rajoy, iban a acrecentar de forma inevitable el paro en España. El error
de los sindicatos ha sido mayúsculo. Respondía a la voluntad de los líderes
sindicales de mantener su poder sobre el ámbito laboral español. Como ha
explicado de forma científica y clarísima José Luis Feito, presidente del
Instituto de Estudios Económicos, las excesivas exigencias sindicales estaban
en el fondo de un alto porcentaje del paro en España. Agobiadas por esas
exigencias, muchas docenas de miles de empresas se vieron abocadas al cierre en
lugar de mantener los puestos de trabajo en condiciones viables.
Frente a la algarabía de los
líderes sindicales, el Gobierno Rajoy se mantuvo firme y tras unos primeros
meses angustiosos, el signo del desempleo empezó a cambiar. Los resultados han
sido altamente positivos y la última cifra conocida, la incuestionable de la
EPA, arroja para el año 2015, 678.200 parados menos. Esta cifra de disminución
del paro es la más alta que se conoce en España desde que se hace control del
desempleo. No se puede hablar de datos satisfactorios porque todavía padece
España la tragedia de 4.779.500 parados. Se ha recorrido certeramente un camino
esperanzador pero queda mucho por hacer.
La disminución del paro el pasado
año sería factor suficiente para que Mariano Rajoy hubiera ganado de verdad las
elecciones, no, como él dice, porque el que gana las elecciones es el que reúne
asistencias suficientes para poder gobernar. ¿Por qué el Partido Popular ha
retrocedido 63 escaños y se encuentra en una situación precaria? Porque al
costado de unas cifras económicas generales y de desempleo que se pueden
calificar de abiertamente positivas, el presidente Rajoy ha hecho una gestión
política de gran torpeza y la reacción de los electores ha provocado la
catástrofe electoral para el PP. Nadie le explicó a tiempo al presidente del
Gobierno, por ejemplo, que una parte sustancial del electorado de centro
derecha prefiere la unidad de España al bienestar económico.
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