Luis
María ANSON
La
preocupación crece. Las inversiones extranjeras se paralizan. La prima de
riesgo se mueve ya en los 150 puntos. La Bolsa se precipita. Las empresas están
a la expectativa. Los partidos no atienden al interés general sino al de sus
agrupaciones. En lugar de generosidad los políticos exhiben su indeclinable
personalismo. Lo único que les importa es su ascenso o su supervivencia. No se
salvan los partidos emergentes que están ya sumidos en la pomada.
Se
van a cumplir los dos meses tras las elecciones y la incertidumbre preside la
vida política española con repercusión muy agria sobre la economía que empieza
a cuartearse y que puede hacerse angustiosa en los próximos meses. Mariano
Rajoy y Pedro Sánchez siguen emperrados en sus exclusiones personalistas. Se
alza un clamor de opinión pública para que los líderes políticos lleguen a un
acuerdo razonable y se supere la incertidumbre que a todos asfixia.
Europa
contempla la situación española con preocupación. Estados Unidos, que mantiene
dos importantes bases militares en España, está aturdido por las campanas que
doblan alarmadas.
Pedro
Sánchez, que es un líder mediocre y carece de la pegada de Felipe González,
está actuando con inesperada habilidad personal y avanza por el pedregal que
las elecciones han dejado en la política española. Me aseguran socialistas
habitualmente bien informados que el acuerdo PSOE-IU-Podemos con la adenda de
PNV y la abstención de ERC está prácticamente concluido a falta de peinar
algunos flecos exigidos por Pablo Iglesias. Por otra parte, Ciudadanos no ceja
en conseguir, como ya hizo en la Mesa del Congreso, un acuerdo con el PSOE que
despejaría la investidura si Mariano Rajoy cede y el PP se abstiene.
El
ciudadano medio, en fin, sigue entre el tedio y la alarma el caminar egoísta de
los líderes políticos y su repercusión en la vida económica. La salud nacional
exige que no se demore más el estado de incertidumbre.
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