LUIS MARÍA ANSON
ACTUALIZADO 28/01/201603:00
PARECE mentira que un hombre tan
inteligente como Pablo Iglesias haya escenificado sus exigencias de Gobierno
dejándose filmar y fotografiar con su equipo de 'ministros'.
La política seria, como subrayaba
Adenauer, no entiende de ocurrencias. Tampoco de imprudentes precipitaciones.
La imagen de Pablo Iglesias y sus
'ministros' ha provocado una reacción furibunda en algunos sectores del PSOE,
ha producido estupefacción en la opinión pública y ha encendido las alarmas en
la Europa gobernada por Merkel y también en los servicios de inteligencia de
Estados Unidos, la nación que mantiene en España su principal base militar del
Occidente europeo.
Ante el panorama abierto por las
precipitadas exigencias podemitas se ha robustecido, por un lado, la solución
de nuevas elecciones y, por el otro, se ha intensificado con variantes el plan
B de Pedro Sánchez.
La alianza entre el PSOE y
Ciudadanos, 130 escaños, podría imponerse en la segunda votación de la
investidura si se produce la abstención del PP.
Destacados dirigentes de los tres
partidos negocian a marchas forzadas esta fórmula, que podría sustituir a la
que prefiere Pedro Sánchez y que es su plan A: Frente Progresista, es decir,
Frente Popular entre el PSOE y los dos partidos comunistas, Podemos e Izquierda
Unida, ampliado con los seis escaños del PNV.
El Comité Federal, al que debe
someterse el señor Sánchez, se pronunciará el sábado sobre los diversos planes
del líder socialista.
Aunque la sombra de Felipe
González es alargada, los especialistas en PSOE creen que Pedro Sánchez ganará
las votaciones del Comité Federal, si es que se producen.
Y volvamos a Podemos.
Tras subrayar el error de
Iglesias en la precipitación, habrá que convenir que sus exigencias se
encuentran dentro de la normalidad democrática.
Si el PSOE aporta 90 diputados y
Podemos-IU 71, parece razonable que el 40% de los ministerios sea ocupado por
quien decida Pablo Iglesias.
También entra en la lógica que a
él le corresponda la vicepresidencia primera del Gobierno, de la que depende,
por cierto, un organismo clave: el CNI.
El líder podemita anhela poner su
coleta sobre Educación, Sanidad, Hacienda, Interior y Defensa. Y, claro, RTVE.
No conseguirá todo lo que se
propone pero sí una parte, en caso de que el Comité Federal del PSOE acepte la
negociación, con determinados límites, entre el Partido Socialista y Podemos.
Mariano Rajoy pudo aprobar hace
tres años una reforma de la ley electoral a doble vuelta, que hubiese
consolidado el bipartidismo, dejando a los emergentes sin capacidad para la
coacción y el chantaje.
Pero no quiso proceder el
presidente, conforme a la máxima arriólica de «no hay que hacer nada porque el
tiempo lo arregla todo y lo mejor es tener cerrado el pico».Imposible, en fin,
pronunciarse sobre una situación que cambia cada media hora.
En el día de ayer detecté cerca
de 40 reuniones negociadoras entre dirigentes de los diversos partidos que
filtran, en plena apoteosis del voluntarismo, lo que más les conviene, sin
darse cuenta de que están encabronando a España y hartando a los electores,
cada vez más asqueados de unos partidos políticos que ponen su interés de
campanario siempre sobre el interés general, siempre sobre el bien común de los
españoles.28/01/2016@10:49:55 GMT+1
Luis María ANSON
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