El paso al frente de Sánchez
posibilita una investidura que Rajoy impedía
EL PAÍS
3 FEB 2016 - 00:00 CET
Audiencia del rey Felipe VI a
Pedro Sánchez en la que el líder socialista se ofreció como candidato a la
presidencia del Gobierno.
Audiencia del rey Felipe VI a
Pedro Sánchez en la que el líder socialista se ofreció como candidato a la
presidencia del Gobierno. Chema Moya EFE
La decisión real de proponer a
Pedro Sánchez como candidato a jefe del Gobierno acaba con el bloqueo de los
vetos cruzados entre los dirigentes de las diversas formaciones. Es muy
positivo que el líder socialista haya dado el paso de ofrecerse para
desbloquear la situación y trate de armar un acuerdo, a pesar de las profundas
dificultades que representa hacerlo desde una base parlamentaria de solo 90
diputados. Y hay que elogiar la actuación del Rey, que ha cumplido de forma
impecable, pese a los obstáculos que le ha puesto el PP, con su obligación
constitucional de impulsar un proceso de investidura.
Lo lógico era que Mariano Rajoy
hubiera dado ese paso como cabeza de la fuerza más votada. No haberlo hecho
supone la segunda negativa de facto a someterse a la investidura tras el
rechazo que el presidente en funciones ya expresó a la propuesta del Rey en la
primera ronda: una actitud que mantenía a las instituciones en estado de
bloqueo. Era indispensable romperlo por algún sitio, tanto para abrir la vía
que inicia la constitución de un Gobierno como para que empiecen a cumplirse
los trámites que lleven a la repetición de las elecciones, en el indeseable
supuesto de que no haya otro remedio. El ofrecimiento de Sánchez permite el
desbloqueo de los mecanismos constitucionales.
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