José Antonio Marina - Movilización educativa de la
sociedad civil
La preocupación universal por la educación ha generado un
sistema de excusas en el que todo el mundo echa las culpas al vecino. Los
padres a la escuela, la escuela a los padres, todos a la televisión, la
televisión a los espectadores, al final acabamos pidiendo soluciones al
gobierno, que apela a la responsabilidad de los ciudadanos, y otra vez a
empezar. En esta rueda infernal de las excusas podemos estar girando hasta el
día del juicio.
La única solución que se me ocurre es no esperar a que
otros resuelvan el problema, sino preguntarme: ¿qué puedo hacer yo para
solucionarlo? He oído muchas veces esta pregunta, y creo que si supiéramos
aprovechar la preocupación, la generosidad, la energía y el talento de miles de
personas dispuestas a colaborar, podríamos provocar un benefactor cambio
cultural, que es lo que necesitamos para mejorar la educación. Este es el
objetivo –como verán optimista- de la movilización educativa. Se trata de
quitarnos de encima el victimismo, la impotencia y el clima dramático que
envuelve al mundo de la educación, familiar o escolar.
Pueden participar todos los que crean que la educación es
el procedimiento más noble y eficaz para mejorar el mundo, los que crean que tiene
como finalidad poner a nuestros hijos, a nuestros conciudadanos, en las mejores
condiciones posibles para que sean felices y para que sean buenas personas, los
que piensen que es, ante todo, una creación ética. Sólo se les pide que crean
firmemente que por debajo de las diferencias políticas, económicas, religiosas,
podemos ponernos de acuerdo en los principios básicos de la educación.
OBJETIVOS DE LA MOVILIZACION
1.- Explicar a la sociedad que la educación es un asunto
de todos. De ahí su lema: “Para educar a un niño, hace falta la tribu entera”.
2.- Aliviar el sentimiento de soledad, desconcierto e
impotencia que experimentan muchos padres y docentes.
3.- Elevar los conocimientos pedagógicos de la sociedad.
Poner a disposición de todo el mundo la información más rigurosa sobre
psicología evolutiva, educación, organización de los sistemas educativos,
solución de problemas concretos. Con este fin estamos organizando una base de
datos gratuita a disposición de todos los interesados.
4.- Movilizar recursos personales, sociales, económicos,
intelectuales, para fortalecer las instituciones educativas básicas- familia y
escuela- y para mejorar las relaciones entre ambas.
5.- Poner en comunicación a las personas interesadas por
la mejora educativa, para favorecer un consenso social sobre las bases de la
educación.
6.- Estudiar y proponer modos concretos de colaboración
educativa para distintos estamentos sociales: empresarios, medios de
comunicación, sistema jurídico y sanitario, fuerzas de seguridad, administraciónes
públicas no educativas, profesionales de la cultura, o del deporte, etc.
7- Fomentar la educación afectiva y en valores, la
formación de la una personalidad con recursos psicológicos y éticos, como la
solución más esperanzadora para resolver los problemas privados, familiares y
políticos.
8.- Expresar nuestro convencimiento de que la soledad
educativa es angustiosa, pero que la colaboración educativa es alegre.
9.- Todos los objetivos propuestos por el talento de los
participantes.
La Movilización educativa es hoy por hoy un movimiento
humilde, paciente, ilustrado e independiente. Es mi propuesta para mejorar la
educación. Las nuevas tecnologías permiten comunicarnos con bajo coste, lo que
es una gran ventaja. He pensado dedicar una parte de los derechos de autor de
mis libros a este proyecto, lo que me proporciona -¿nos proporciona?- una
gozosa sensación de libertad.
No olvide que la pregunta más importante ante la
situación educativa es: ¿Y usted qué puede hacer? Nos gustaría ayudarle a que
lo hiciera.
movilizacioneducativa@telefonica.net
La clave es la educación...
"Centros educativos inteligentes o centros
educativos estúpidos". Conferencia pronunciada en Santander el 27-05-03
(organizada por el Consejo Escolar de Cantabria)
"La inteligencia creadora es nuestra gran arma
contra la pesadumbre de las cosas. Inteligencia "resuelta" que
significa inventar soluciones y marchar con decisión. La inteligencia humana es
una mezcla de conocimientos y valentía. El ingenio viene a decirnos que en la
aparente monotonía pueden encontrarse nuevas relaciones, significados
imprevistos, escorzos divertidos o parecidos sugerentes".
- Debemos de hablar de la "sociedad del
aprendizaje"
- Lo importante es resolver los problemas "a
tiempo".
- Nos sobran "listos" y nos faltan
inteligentes.
- El inteligente y el torpe se equivocan por igual, pero
el inteligente "saca la pata" antes que el torpe.
- La mayor demostración de inteligencia es la bondad.
- La inteligencia "potencial" para a
"cinética" en un entorno social.
- debemos hablar de "inteligencias
compartidas".
- Centros que aprenden, que crean conocimiento (más
eficaces, más felices, más orgullosos, y más GRANDES).
- Talentos individuales, más organización, más dirección,
producen centros inteligentes.
- La ternura es incompatible con la prisa.
- Se precisa calma, cariño, cuidado,...
- Necesitamos elevar la ratio profesor/alumnos para que
haya valores, relaciones humanas,...
- Todo el que trabaja en un centro educativo es personal
docente.
- Un problema de la educación es que todos creen saber
las soluciones: son inconscientes.
- "Los cabroncetes de los alumnos no leen los libros
de pedagogía y no saben como comportarse"
- El fin de la educación es aumentar la probabilidad de
que suceda lo que queramos.
- Es precisa una "conspiración educativa".
Nadie puede en solitario hacer nada. Es inútil el profesor aislado (profesor
asustado).
- La inteligencia trata de conseguir un mejor modo de
ganarnos la vida y de vivir la vida.
- La inteligencia trata de resolver problemas prácticos
(más complejos que los teóricos ya que exigen un plus de talento).
- Existe, además de las inteligencias matemáticas,
lingüísticas, etc., la inteligencia práctica (la que se necesita en la
enseñanza)
- No necesitamos ser sabios sino saber enseñar.
- El aula es una "selva afectiva"; alumnos y
profesores con sus problemas personales y profesionales.
- Los maestros se mueven mejor que los profesores de
secundaria dentro del "barullo cognitivo-afectivo"
- En Secundaria habíamos olvidado el sentido común
didáctico para salir bien parados de las situaciones.
- Educar es dirigir el comportamiento: Control personal,
atención.
- Las funciones de los maestros son: saber su asignatura;
educar; enseñar a resolver conflictos.
- Algunos piensan "Herodes que gran pedagogo"
(ironía)
- Hay que conseguir: reconocer los propios sentimientos;
controlarlos; reconocer los de los demás; interactuar con los de los demás.
- La inteligencia se desarrolla en contextos inteligentes
- Hay centros educativos inteligentes y centros
educativos estúpidos.
- Hay que ampliar las posibilidades de los demás y las
nuestras.
- Un profesor aislado no es el protagonista. Lo es el
Centro.
- Debe funcionar el conjunto del profesorado.
- Hay que conseguir organizaciones que
"aprendan": potenciar el talento interno. Que todos den el máximo de
si, y a gusto.
- Un centro educativo es la suma de los talentos
individuales, la organización, y el Equipo Directivo.
- Los medios de los que se sirve el maestro son: el
premio, que sirve para la satisfacción de motivaciones (fomentar conductas),
bien para aumentar el nivel de bienestar (hedonismo) o para aumentar nuestras
posibilidades vitales (crear); el castigo, para inhibir conductas, pero nunca
para promoverlas; y los cambios de creencias.
- Caemos frecuentemente en el aburrimiento del saciado.
- La felicidad es la satisfacción armoniosa de las dos
motivaciones básicas: bienestar y creación.
- Un centro inteligente unifica la comodidad y una vida
grande
- Hemos pasado del docente "sacerdote" al
docente "mártir"
- Los interesados se desaniman y los desinteresados se
alegran de que se cera que todo va mal.
- Los niños deben ser felices y buenas personas.
- Un test para diferenciar a las personas: los que tienen
miedo a la novedad y los que tienen confianza ante la novedad.
- La formación permanente impartida por la Universidad no
nos sirve a los maestros.
- "Os pido que participéis con ideas y
sugerencias... pero no con tomates".
Extraído de una conferencia organizada por el Consejo
Escolar de Navarra el 12-04-03 y otra organizada por el Consejo Escolar de
Cantabria el 27-05-03.
La conspiración educativa
"De las palabras 'conjurarse' o 'conspirar' me
encanta el prefijo 'con', que implica decisión o proyectos compartidos. Nos
gustaría organizar una gran conspiración educativa. Un movimiento capilar,
audaz y astuto, cuyo lema sería un sabio proverbio africano: "Hace falta
un pueblo entero para educar a un niño". Padres, maestros, compañeros,
políticos, intelectuales, medios de comunicación, iglesias, empresarios,
instituciones públicas o privadas, todos son necesarios y ninguno suficiente.
La educación es el resultado de un número incalculable de pequeñas influencias,
de palabras, gestos, aceptaciones o rechazos, cosas cogidas al vuelo. Educan o
maleducan todos los ciudadanos.
Como profesional de la enseñanza conozco bien los poderes
y las limitaciones de la educación. Sólo podemos aspirar a aumentar la
probabilidad de que los alumnos se comporten de forma adecuada. Una limitación
clara que puede convertirse en patrón de eficacia si la entendemos bien. ¿Y qué
es una conducta adecuada? La que aumenta sus posibilidades vitales,
profesionales, afectivas, éticas.
Para que esa probabilidad se eleve, tiene que haber una
confabulación de influencias y de actores. Tenemos que jugar a todos los paños.
Las estructuras familiares y los sistemas educativos han sido desbordados por
las circunstacias sociales y culturales. Tratamos con muchos padres, profesores
y personajes influyentes. Todo el mundo quiere resolver el problema, pero no
sabe cómo hacerlo. Les pondré un ejemplo que conocen por la prensa: el
'botellón'. En casi todas las ciudades españolas los jóvenes se reúnen los
fines de semana en espacios públicos para beber. En Madrid, según el Defensor
del Menor, al menos siguen esta moda 150.000 adolescentes, entre los 13 y 17
años de edad. Padres, vecinos, educadores, políticos, jueces -es decir, todos
menos bebedores y expendedores de alcohol- quieren terminar con el fenómeno.
¿Pero cómo hacerlo? En Sevilla, el Tribunal Superior de Justicia condenó al
Ayuntamiento por no actuar contra el consumo de bebidas en la calle. En Madrid,
el delegado del Gobierno ha mandado a la policía para desalojar los lugares de
reunión, presionado por las legítimas protestas del vecindario. ¿Es una buena
solución? El presidente de la Comunidad ha dicho que "quiere
convencer" a los jóvenes para que no beban en la calle. Pero, ¿cómo
conseguirlo? ¿Quién puede hacerlo?
Suele decirse que se trata de un problema educativo. Creo
que es un problema cultural, es decir, algo más amplio, más polimorfo, más
sutil en insidioso, que incluye, desde luego, como uno de los elementos, la
educación directa. Hace unos días me invitaron a una reunión de la FAD
(Fundación de Ayuda contra la Drogadicción), que en la actualidad preside José
Ángel Sánchez Asiaín. Se trataba de debatir sobre el mejor modo de luchar
contra las conductas de riesgo en adolescentes, un fenómeno del que el alcohol
es un caso más. Los periódicos difunden temas preocupantes. Los embarazos adolescentes
se disparan, En Cataluña, por ejemplo, en los últimos tres años el número de
embarazos entre 14 y 17 años ha aumentado el 80 por ciento. En el año 2000
abortaron el Cataluña 1941 menores de edad, de las que 33 tenían menos de 15
años. Hace unos días surgió la polémica sobre si debían instalarse máquinas
expendedoras de preservativos en los institutos de enseñanza secundaria. ¿Es
una medida correcta? Con muy buen acuerdo, la FAD quiere convertir su tarea de
prevención de drogas en un apoyo a la educación general. Pero es fácil ver que
todavía hay que ir más lejos. Cuando la educación se convierte en tarea de
todos, de lo que estamos hablando es de un cambio cultural. Y este es el único
camino.
Todos los esfuerzos deben ir dirigidos a cambiar la percepción
social, las vigencias sociales, las creencias aceptadas. Favorecemos la mala
educación cada vez que colaboramos al éxito de programas de televisión basura,
cada vez que no protestamos ante conductas violentas, o no somos colaboradores
exigentes en los esfuerzos educativos, o predicamos que el triunfo y el dinero
son lo único que cuenta, o pasamos de nuestras responsabilidades de padres, o
de ciudadanos. La conspiración educativa pretende proporcionar apoyo a los que
quieren intervenir y no saben cómo hacerlo, eliminar la impotencia de quienes
pretenden enfrentarse a solas con el problema, zarandear el miedo y la pereza.
Proponemos la técnica del castor, que palito a palito consigue hacer una presa
que cambia el curso del río.
Publicado en "El Semanal" el 17 de Febrero de
2002.
Revolución en los centros
Resulta muy difícil evaluar los Centros de Enseñanza y,
sin embargo, es una tarea necesaria y urgente. No me refiero sólo a los Centros
privados, claro está, sino también a los públicos. Necesitamos una especie de
"test de inteligencia para los Centros educativos", porque, como
luego les explicaré, puede haber Centros inteligentes y Centros necios. Los
profesionales de la enseñanza vemos ahora con mucha claridad que una asignatura
la enseña un profesor, pero que es el Centro el que educa. Un proyecto
educativo no es una suma de asignaturas, sino mucho más. Se educa en el
pasillo, en el recreo, en las normas de convivencia, en el ambiente de estímulo
o de desidia. A partir de los siete años, aparece en la vida de los niños una
nueva instancia educativa. Además de los padres y de la escuela surge el grupo
de amigos como poderosísima influencia. Por eso eso, los padres no deben
interesarse sólo por las notas de sus hijos, sino por las notas de los amigos de
sus hijos. La influencia de los padres va a disminuir progresivamente. Por
regla general, sus hijos hablarán como sus amigos, creerán lo que crean sus
amigos, se vestirán como ellos. Si tienen la suerte de integrarse en un grupo
de buenos estudiantes, su aprovechamiento mejorará. Si caen en un grupo de
malos estudiantes, su aprendizaje se resentirá. Por lo tanto, la función
educativa -buena o mala- de la escuela la van a ejercer los profesores y
también los alumnos.
Centros inteligentes
En los últimos meses, una parte de mis alumnos ha
cambiado. No son adolescentes zangolitinos, sino curtidos hombres de empresa.
Me apresuro a decir que no me he convertido en el gurú del management. Lo que
sucede es que mi interés por los temas educativos me ha llevado a estudiar el
mundo empresarial, que en estos momentos está muy preocupado por el
aprendizaje. Se habla cada vez más de "empresas inteligentes", de
"gestión del conocimiento". "Learning organizations" es el
eslogan del momento.
La inteligencia de un grupo, de un Centro escolar, de una
organización, es algo más que la suma de la inteligencia de sus miembros. O
algo menos, depende. Todas las agrupaciones humanas potencian o deprimen las
capacidades de sus componentes. Las parejas pueden animarse o desanimarse, ser
capaces de enfrentarse unidos a los problemas o, al contrario, enredarse sin
parar en situaciones conflictivas. A las familias les ocurre otro tanto. Son
sistemas complejos de comunicación, cuyos canales pueden estar bloqueados o
sesgados. Todos sabemos con cuánta facilidad se distorsionan los mensajes en
estas redes íntimas. Cada miembro puede encontrarse más libre, más capaz, más
alegre cuando está fuera de su ámbito familiar. En estos dos ejemplos aparece
claro lo que podemos llamar inteligencia compartida. La inteligencia, no
olvidemos, no es la facultad de resolver ecuaciones diferenciales o cosas
semejantes, sino la facultad de dirigir la conducta para salir bien parados de
la situación en que estemos. No está orientada al conocimiento, sino a la acción.
No está orientada al saber, sino a la felicidad.
Necesitamos Centros de Enseñanza Inteligentes. Organizaciones que sean capaces
de responder con rapidez a los problemas, de mantener un flujo de información
eficaz, de conseguir grandes cosas utilizando los saberes distribuidos. La
finalidad de la inteligencia compartida es conseguir que un grupo de personas
no extraordinarias consiga resultados extraordinarios.
Hasta ahora hemos insistido en una pedagogía individual,
que es, por supuesto imprescindible. El sujeto de la educación es siempre una
persona concreta, con sus peculiaridades individuales, sus creencias previas,
sus aficiones, sus temores y dificultades. El alumno tiene inevitablemente que
construir sus conocimientos. No se los podemos injertar desde fuera. Pero no
podemos olvidar que la inteligencia nace, se desarrolla y funciona en un
contexto, como nos está repitiendo insistentemente la nueva psicología. Por
esta razón necesitamos una pedagogía del contexto. ¿Qué quiero decir con esta
rara expresión? Cada alumno vive en un contexto familiar, social y escolar.
Nuestros esfuerzos para educar las mentes individuales choca con la acción de
estos entornos. Continuamente nos quejamos de la influencia de los medios de
comunicación, por ejemplo, sin que desde el sistema educativo estemos haciendo
nada para evitar esa influencia. Las familias están educativamente
desconcertadas. Hay, sin duda, muchas que se han desinteresado de la educación,
pero hay otras muchas que están más preocupadas que nunca y, además, con cierto
sentimiento de culpabilidad, alentado por mensajes confusos. Parece evidente
que la escuela debería ocuparse también de las familias como "contexto
educativo" de los alumnos.
La sociedad del aprendizaje
Les parecerá, sin duda, que estoy expandiendo el ámbito
educativo excesivamente. No me importa confesarme un megalómano de la
educación. Pero tengan en cuenta que hemos entrado en la "sociedad del
aprendizaje", que vamos a tener que estar continuamente aprendiendo, y que
cada vez se están transfiriendo más responsabilidades al sistema educativo.
Pronto tendremos que hacernos cargo de alumnos recién nacidos. No somos los
educadores los que nos empeñamos en arramblar más competencias. Es la sociedad
la que nos lo exige. Necesitamos convertir los Centros en Centros de
socialización, de integración cultural, en ámbitos protegidos para la infancia
y la adolescencia, y en lugares de comunicación con la familia y la sociedad.
Por ejemplo, no basta con que en los Centros haya un departamento de Orientación
para alumnos. Tiene que haber un Departamento de Orientación para padres. Y
dentro de poco debemos esperar que los padres puedan estar conectados por
Internet con el Centro, para mantener un permanente diálogo con los educadores
de sus hijos. No para fiscalizar sino para colaborar. Está bien claro que los
padres no pueden educar sin los profesores ni los profesores podemos educar sin
los padres. Para todo esto necesitamos Centros muy inteligentes, que sean
eficaces como entorno educativo. Es todo el centro el que educa al alumno, lo
que implica también un cambio en la manera de entender la función del profesor.
Más que un experto en enseñar su asignatura debe ser un experto en colaborar
con otros profesores para conseguir una educación eficaz. Los teóricos de la
organización empresarial, preocupados por la inteligencia compartida, han
estudiado el modo de mejorar el "cociente intelectual" de las
empresas. La mayor parte de nuestros Centros de Enseñanza no pasarían este
test. Los claustros no funcionan, y el profesor suele ser un llanero solitario
frente a sus indios.
El asunto me parece tan importante que aprovecho la
invitación de EL MUNDO para explicarles lo que sucede y pedirles su
colaboración. Tener un sistema educativo eficaz no interesa sólo a los padres
de chicos y chicas en edad escolar, sino a toda la sociedad, porque de nuestra
escuela va a depender cada vez más el progreso social, económico y ético del
país.
Un especial de EL MUNDO
Entrevista sobre
educación
- Hoy el profesorado quizá representa un papel más
comprometido que nunca. ¿Cómo lo ve un pensador y un docente como usted?
El profesorado no se siente con el apoyo y el respaldo de
la sociedad que necesita para ejercer su trabajo con autoridad. La tarea más
urgente es formar a unos profesores capaces de enfrentarse con unas metas
educativas más exigentes y complejas de las que tenía hasta ahora.
- ¿Qué espacio le queda al profesor en su aula para
educar presionado entre las fuerzas del sistema educativo, de la familia y de
la sociedad, si pensamos que esas fuerzas no siempre empujan en la misma
dirección ni defienden los mismos valores?
El poder del sistema educativo -dentro del que ejerce su
trabajo el docente- es enorme. En este momento hay en España más de medio
millón de profesores. El problema está en que tiene que funcionar como un
sistema inteligente. Necesitamos mejor organización educativa, diseñar unos
nuevos tipos de centros, crear sistemas de trabajo más modernos. Además,
tenemos que saber explicar a la sociedad lo que estamos haciendo, y hasta qué
punto depende de nuestro éxito el nivel de vida que podemos esperar.
- Hay quien ya ha definido la tecnología como el
"humanismo del nuevo siglo". ¿Cómo debe hacer concordar la escuela
las opiniones de los tecnófobos y tecnoutópicos?
Ni los tecnófobos ni los tecnoutópicos tienen razón. La
técnica es una maravillosa herramienta, que puede servir para el bien y para el
mal, para destruir o para construir. Lo importante es el ser humano que la
maneje. Cuando digo que "un burro conectado a Internet sigue siendo un
burro" no estoy desdeñando la tecnología informática, que admiro, y en
cuyo estudio he gastado muchas horas. Estoy diciendo sólo que la calidad de un
sistema informático depende de quien esté delante de la pantalla.
- Los nuevos Decretos sobre Enseñanzas Mínimas que ha
sacado a la luz el actual Ministerio de Educación Cultura y Deportes
prácticamente sólo hablan de contenidos conceptuales y olvidan por completo los
valores. ¿Piensa que hoy es socialmente posible una educación puramente
académica?
No. La enseñanza obligatoria es esencialmente ética. La
ética es el marco en el que deben situarse el resto de las disciplinas. Nuestra
obligación no es formar buena mano de obra, sino buenos ciudadanos.
- ¿Cuál cree que debe ser el perfil del nuevo profesional
de la educación que muchas veces ha permanecido en la reivindicación del
lamento más que en la de mejorar el quehacer del día a día?
Debe recuperar la propia confianza en lo que hace, saber
que la tarea docente, en primaria y sobre todo en secundaria, exige una serie
de habilidades complicadas. No basta con saber matemáticas, física, inglés, y
con saber explicarlos. Es preciso saber organizar clases muy heterogéneas,
saber imponerse con autoridad, ayudar a los alumnos a que vayan siendo personas
autónomas, exigir sin claudicaciones.
- Es evidente que muchos jóvenes de hoy son personas
emocionalmente muy desatendidas. ¿Está el profesorado en condiciones de, además
de instruir, ayudar al desarrollo integral de sus alumnos y alumnas?
No. Los profesores necesitan una formación más humanista.
Está apareciendo un nuevo modelo de inteligencia que va más allá de las puras
actividades cognoscitivas, y que incluye los sentimientos, las motivaciones, la
construcción de la voluntad, el compromiso con valores éticos. La sociedad
actual está exigiendo de la escuela muchas cosas nuevas y debemos explicarla
que son responsabilidades que no podemos cumplir sin contar con la ayuda de la
sociedad, y con los medios formativos y materiales necesarios.
- Usted ha escrito que "Cuando una sociedad se
libera de la miseria, de la ignorancia, del miedo, del dogmatismo y del odio,
evoluciona hacia la racionalidad, los derechos individuales, la democracia, las
seguridades jurídicas y las políticas de solidaridad". ¿Qué debe hacer la
escuela para desarrollar con profundidad el valor de la solidaridad en un mundo
multicultural, cuando aún observamos que hay opiniones que justifican la
segregación y centros educativos que, unas veces a las claras y otras con el silencio,
no admiten alumnado que pueda romper su homogeneidad?
En el nivel más elemental debe fomentar en los niños tres
sentimientos fundamentales: la compasión ante el dolor ajeno, la indignación
ante la injusticia, el respeto ante la dignidad humana. Debe también aprender
el sentido crítico del deber. Y en la adolescencia, reflexionar y fundamentar
lo aprendido en la infancia. En mi libro "La lucha por la dignidad"
he explicado como había que contar la historia de la humanidad a nuestros alumnos:
como un intento por librarnos de la violencia y de la injusticia, por una
continua lucha por la dignidad. Así se darían cuenta de la belleza de nuestros
esfuerzos y también de la precariedad de nuestra situación. Se trata de
involucrarles en el gran proyecto de la creación ética.
- ¿Justifica usted la enseñanza obligatoria hasta los 16
años cuando es tan frecuente la figura del "objetor escolar"?
Creo que es buena la enseñanza obligatoria hasta los 16
años, pero el modo actual de organizarla es demasiado rígido, ineficaz y
convencional y, por lo tanto, malo. Hay que introducir antes la formación
laboral, pero dentro de las metas formativas de la educación secundaria. La
unión de educación y formación laboral no se ha conseguido. En España se siguen
menospreciando los oficios. Es un disparate.
Revista EDUCAR
Información
personalizada
Ante la riada de información se impone el filtrado. Solo
quiero que llegue a mí lo que previamente selecciono.
Jeremy Rifkin: "...vivimos en la era del acceso.
Quien no esté conectado se quedará en la cuenta. Estamos en la era del acceso
filtrado. No quiero enterarme de lo que pasa, quiero enterarme de lo que me
interesa".
León Festinger: teoría de la "disonancia
cognitiva". "Todos tendemos a defender nuestro mundo, el conjunto de
nuestras creencias o de nuestras ideas, y nos molesta la información que la
pone en duda o la contradice. Nos sentimos en peligro cuando algo produce una
disonancia en nuestro interior. Los datos que no encajan, los gestos que no
concuerdan con lo que esperábamos, las expectativas que no se cumplen. De forma
automática tendemos a rechazar esa información inquietante. Preferimos la
seguridad al conocimiento. Así funcionan, por ejemplo, los prejuicios. Quien
tiene un prejuicio racial, religioso, político o de cualquier tipo, acaba
captando sólo la información que corrobora su idea".
Internet está produciendo un fenómeno paradójico. La
información que pone a disposición de cualquiera es tan gigantesca, que la
posibilidad de informarse acaba siendo mínima.
En teoría tenemos el mundo entero al alcance de un click,
pero en la práctica acabamos metidos en nuestro propio gueto informático. Eso
si, diseñado a nuestra medida. Personalizado.
Para ampliar nuestra capacidad de comprensión necesitamos
recibir informaciones de muchas cosas, muy diferentes, a través de canales
variados, de cosas que nos interesan y de cosas que nos interesan menos, pero
que son importantes.
Extracto de un artículo de "El Semanal"
Ponencia a cargo de Don José Antonio Marina, profesor de
Educación Secundaria y escritor con el tema "El profesorado: formación,
funciones, tutoría". (pronunciada en el Consejo Escolar de Navarra)
Su asistencia a esta Jornada, para reflexionar sobre
asuntos de trabajo, me parece un ejemplo magnífico y casi conmovedor. Me
gustaría que esta reunión fuera útil, más práctica que teórica. Uno de los
problemas que tiene la educación es que todo el mundo cree saber lo que hay que
hacer, y cada vez estoy más convencido de que cuando alguien lo piensa es un
inconsciente o un irresponsable o un impostor. La educación es un problema de
gran complejidad. Lo que tenemos que hacer es aprender continuamente de lo que
estamos haciendo, ver si lo estamos haciendo bien o si lo estamos haciendo mal.
Hay una anécdota que me gusta contar a mis alumnos más jóvenes, para
explicarles como soluciones que en teoría parecen claras, en el momento de
aplicarlas a la realidad no resultan tan eficaces como pensábamos. En los años
50 hubo en China una plaga de ratas que se comían los cultivos de arroz. Al
gobierno chino, que no tenía dinero para una campaña de desratización, se le
ocurrió una idea teóricamente genial: somos 1.200 millones de chinos, si cada
chino mata un par de ratas en un fin de semana hemos acabado con la plaga. Para
incentivar la cacería se prometió un pequeño premio por cada rata muerta. Pero
no contaron con que los cultivadores echaron cuentas y llegaron a la conclusión
de que era más rentable criar ratas que plantar arroz. Construyeron unas jaulas
fantásticas, metieron en ellas unas cuantas ratas y dejaron que la naturaleza
obrara. No tenían que estar preocupados ni por el agua, ni por el tiempo, ni
por las plagas, ¡ni por las ratas!.
Así nos pasa muchas veces en la educación. Cosas que
vemos claras en la teoría no funcionan cuando intentamos ponerlas en práctica.
Otro asunto que hemos de tener presente es que la
educación -lo que hacemos padres y docentes- solo puede aumentar la
probabilidad de que suceda lo que "nosotros" deseamos que suceda.
Esta es una exigencia de humildad que hemos de tener presente. Si el sistema de
aprendizaje fuera determinista, es decir, que si yo hiciera A sucederá
forzosamente B, todo sería sencillísimo. Pero los seres humanos no funcionamos
así. Si hago A lo más que puedo conseguir es que aumente la probabilidad de que
suceda B, pero solo la probabilidad. Si desde fuera alguien obra en el mismo
sentido, la probabilidad aumentará, pero si obra en sentido contrario,
evidentemente disminuirá. Esto significa que tenemos que ir a una especie de
"conspiración" educativa, entre padres, docentes, instituciones,
ciudadanía en general, porque nadie puede hacer nada solo, porque vamos cada
vez más hacia un tipo de educación por integración de esfuerzos e influencias,
de manera que cada vez es menos eficaz la tarea de un profesor que trabaje
aislado.
Dicho esto, voy a empezar a hablar desde lo que yo sé. Me
he dedicado muchos años a estudiar como funciona la inteligencia humana. Esto
no es un asunto marginal para la tarea educativa, porque lo que pretendemos es
desarrollar personas inteligentes. Por lo tanto, la idea que tengamos de lo que
es la inteligencia va a presionar sobre las teorías pedagógicas, sobre las
teorías acerca del alumno, sobre las programaciones, y sobre el sistema de
prestigios sociales que estimulan los comportamientos humanos. Voy a poner un
ejemplo. Hace años se realizó una encuesta entre estudiantes universitarios
americanos y miembros de una tribu africana llamada los baoulé, para averiguar
qué pensaban unos y otros que era ser una persona inteligente. Hasta cierto
nivel estaban de acuerdo, consideraban que la inteligencia era la capacidad de
aprender, la capacidad de resolver problemas nuevos, la capacidad de expresarse
bien, pero a partir de ahí los baoulès iban por otro lado y añadían que también
es una muestra de inteligencia saber resolver los problemas sociales y
colaborar para el bien de la tribu. Los americanos, en cambio, decían que eso
no tenía que ver nada con la inteligencia, sino, en todo caso con la moral. Una
persona inteligente seguía siendo inteligente aunque fuera perversa.
Es evidente que se trata de una decisión voluntaria. A mí
me parece más inteligente incluir el comportamiento dentro del concepto de
inteligencia, que reducir este concepto a un conjunto de operaciones mentales
sin trascendencia real. Durante muchos siglos nuestra cultura ha transmitido
una idea de inteligencia muy brillante pero que nos ha metido en un callejón
sin salida. Consistía en decir que la función principal de la inteligencia era
conocer, que su culminación era la ciencia, y que nuestros alumnos deberían ser
algo así como científicos en miniatura. Seguimos repitiendo que saber jugar
bien al ajedrez o resolver ecuaciones diferenciales es una demostración más
clara de inteligencia que saber mantener unas relaciones de pareja
satisfactorias, organizar una familia feliz o construir una sociedad justa. ¿A
quién se le ha ocurrido semejante disparate? Todo lo que nos preocupa es
conseguir un modo de vida que nos ponga en buenas condiciones para alcanzar la
felicidad privada y una convivencia digna. Ser feliz, implica, desde luego,
saber ganarse la vida, pero esto es solo una parte de la formación, porque es
una parte de la vida. ¿Hay que dar formación laboral a nuestros alumnos? Sin
duda, pero no es lo único importante. Habrá que explicar a muchos padres que
están preocupados por el futuro laboral de sus hijos que no miren a otro lado,
que miren a sus propias vidas y que piensen si el trabajo ha sido lo único
importante que han tenido o que han echado en falta.
¿Dónde estaba el problema? Es un problema que también
está afectando mucho a los profesores que se encuentran con unas tareas que, en
este momento, parecen que les vienen sobrevenidas y que muchas veces nos
agobian. Nosotros estuvimos muchos años preocupados por transmitir esta idea de
inteligencia: "yo lo que tengo que hacer es desarrollar la inteligencia
matemática, lingüística... de mis alumnos". Y eso hemos aprendido más o
menos a hacerlo, sabemos enseñar matemáticas, lengua, inglés, pero ahora nos
dicen que no es eso todo lo que tengo que hacer. Las aulas se han vuelto
conflictivas y ahora nos piden que hagamos unas cosas rarísimas.
Necesitamos desarrollar la inteligencia de los alumnos
desde luego, pero la inteligencia importante no es solo teórica. Nosotros, como
profesores, no tenemos una profesión teórica sino práctica. Más que ser
expertos en nuestra asignatura, necesitamos saber enseñar, es un asunto
práctico más complicado. Nos tenemos que convencer de que la inteligencia
teórica -a pesar del prestigio que tiene- está por debajo de la inteligencia
práctica. Un problema teórico se resuelve cuando conozco la solución, pero un
problema práctico no se resuelve cuando conozco la solución, sino cuando la
pongo en práctica, que suele ser lo más difícil. ¿Por qué? Porque la realidad
tiene un coeficiente de resistencia, y la libertad humana un plus de
imprevisibilidad. En el momento que convirtamos toda actividad teórica en un
caso de actividad práctica, veremos con mucha mayor claridad la esencia de nuestra
profesión. Las matemáticas, por ejemplo, no es algo que una razón pura,
desencarnada, universal, haga al relacionarse con esos maravillosos objetos
ideales que llamamos números. Es una de las actividades que hace un ser
concreto, con sus motivaciones, sus dificultades, sus manías, que consigue
aislar parte de sus recursos mentales para dedicarlos a las matemáticas. La
actividad práctica está guiada por valores. Pues bien, el científico, que sin
duda desea el conocimiento, se dedica al estudio porque la verdad le parece
"valiosa". El reino de los valores es más amplio que el reino de la
verdad.
Algo parecido ocurre con la enseñanza. No consiste en
transmitir conceptos en una especie de escuela platónica, ni siquiera en una
escuela constructivista. Los que estamos en clase estamos en una especie de
selva afectiva, donde los niños vienen con sus problemas, sus aspiraciones, sus
aburrimientos, sus miedos. Los profesores entramos también con nuestros
problemas, y en todo ese barullo la primera tarea es conseguir hacer un hueco
entre tanta maleza emocional, un claro en el bosque donde podamos transmitir o
construir ideas.
El nuevo tipo de educación que necesitamos piensa que la
finalidad de la inteligencia es dirigir bien el comportamiento para salir bien
parados de la situación en que estemos. Si la educación es científica,
consistirá en hacer buena ciencia. Si la situación es afectiva, será en
resolverla felizmente. En nuestro caso, si la situación es didáctica, la
inteligencia consiste en dirigir bien el comportamiento del propio profesor
para cumplir las metas de esa situación docente. Nuestro problema es siempre un
problema práctico: ¿Cómo consigo que los niños y las niñas que no están
interesados por las matemáticas acaben estudiándolas, comprendiéndolas, y, a
ser posible interesándose por ellas? La teoría está siempre al final. Nosotros
estamos siempre resolviendo problemas prácticos. Vistas así las cosas,
entendiendo que la vida y el mundo es un conjunto de problemas prácticos, no
resulta extraño afirmar que las funciones del profesorado actual -creo que de
los maestros de siempre- sean las siguientes:
1.- Saber su asignatura y transmitirla.
2.- Educar a través de su asignatura.
3.- Enseñar a sus alumnos a resolver conflictos.
Esta última función es la que desorienta e irrita a
muchos de nuestros colegas, que querrían tener alumnos sin conflictos o, al
menos, con conflictos que no exteriorizaran en las aulas. Pero la sociedad es
conflictiva y es iluso pretender quedarnos fuera de los conflictos. Una de las cosas
que tenemos que enseñar a nuestros alumnos es enfrentarse con una vida
conflictiva con ellos mismos, con sus vecinos, con sus familias, con sus hijos
y con el mundo en general.
¿Que antes era más sencillo? Desde luego. Vivíamos en una
sociedad más cohesionada y autoritaria. Pero nuestro trabajo no consiste en
enseñar a un alumno ideal, sino al alumno que nos llega, que ahora es más
complicado. Imaginad el ejemplo de un médico que dijese: "Los enfermos de
hoy día son detestables. Antes se tenía una gripe y era una gripe decente, pero
ahora vienen con gripes complicadas con alergias, con trastornos
psicosomáticos, y tenemos que terminar mandándole a psicoterapia para que pueda
superar la gripe. Son pacientes insoportables". En efecto, era más fácil
lo otro, pero el médico no puede decir a su paciente: "Vaya usted a que le
cure su familia, y cuando sea usted un enfermo decente, venga aquí y le
trataré". Nosotros estamos diciendo algo parecido: "A ti que te
enseñe tu familia y cuando estés medianamente educado, ven que yo te
proporcionaré el resto de la educación". A todos los profesores nos
encantaría tratar solo con alumnos maravillosos, y desearíamos estar lejos de
los vagos, los mal educados y los insociables. No hay profesor ni padre que en
algún momento no haya pensado como Antonio Machado: "¡Herodes, qué gran
pedagogo!".
Ahora los profesores hemos de admitir que tenemos que
aprender a ayudar a resolver conflictos y a tratar con situaciones afectivas y
sociales complicadas. Las personas que han tenido talento pedagógico lo han
sabido ser siempre. Lo que ocurre es que nos olvidamos de ellos porque hemos
tecnificado nuestra profesión docente. Os contaré una anécdota que me llamó la
atención:
Los que sois muy jóvenes no recordareis, pero hubo un
momento que, sobre todo en Madrid, pero también en casi todo España, había una
especie de pugna acerca de que si el mejor médico era Giménez Díaz o era
Marañon. Había mucha discusión: "pues mejor Giménez Díaz", "Pues
es mejor Marañón" (todavía no existía la clínica de Navarra). Un día en
una reunión de médicos, en que se estaba discutiendo este asunto, apareció un
médico muy viejecito diciendo:
- La respuesta a esa pregunta la sé yo.
- ¿Por qué la sabe usted?
- Porque fui durante muchos años catedrático de Patología
en San Carlos y hacia las autopsias de Marañón y las de los enfermos de Giménez
Díaz que me bajaban con su expediente. Así que sé quién es el mejor médico:
Giménez Díaz sabía mucho más que Marañón,pero
Marañón curaba más que Giménez Díaz".
- ¿Y?
- ¡Ah! Es que son dos cosas distintas.
Nosotros nos movemos en el terreno de Marañón. No
necesitamos ser los que más sabemos, sino los que más enseñamos.
De todo lo anterior se desprende que la nueva idea de
inteligencia es fundamentalmente práctica y tiene un componente afectivo. Pero
hay algo más que tiene inmediata aplicación a nuestro papel de profesor. Aunque
la inteligencia sea una capacidad personal, y cada uno tengamos la nuestra,
siempre se desarrolla en un contexto social que la estimula o la bloquea. Todos
lo sabemos por nuestra propia experiencia. A veces estamos en un grupo y la
conversación se empobrece, se deteriora, solo se nos ocurren mezquindades, y al
final salimos con una desagradable sensación de torpeza y desánimo. En cambio,
con otros grupos la dinámica es distinta. La conversación no decae, es
estimulante, en vez de desanimarse los contertulios se animan, todas las cosas
parecen más interesantes y uno mismo se considera más inteligente. Esto es lo
que llamo inteligencia compartida, que es la inteligencia de los grupos, de las
organizaciones o de las instituciones. Hay parejas inteligentes y parejas
estúpidas, familias inteligentes y familias estúpidas, centros educativos
inteligentes y centros educativos estúpidos. Doy por sentado que todos los que
estamos en un Centro Educativo somos muy inteligentes. Pero el tema está en que
un Centro puede ser muy torpe si no consigue convertirse el Centro entero en el
protagonista educativo. El profesor aislado no tiene ya capacidad de educar,
tiene que hacerlo el claustro entero. No se puede vivir como un profesor
aislado en un Centro, no se puede considerar que, a lo sumo, el Departamento es
la célula operativa docente. Esto no es suficiente.
Desde hace 4 o 5 años doy casi tantas más clases a
empresarios como doy a alumnos, porque a los empresarios de repente se les ha
despertado un interés loco por la pedagogía, porque el concepto básico de
"management" es necesitamos hacer empresas inteligentes. Incluso han
adoptado un término técnico que es llamativo que no haya salido del mundo de la
educación, "tenemos que hacer learning-organitation", tenemos que
hacer organizaciones que aprenden . Y eso no se nos ha ocurrido a nosotros, se
le ha ocurrido al mundo del dinero, al mundo empresarial. Quieren decir que
"...estamos en un mundo muy competitivo, con muchos problemas, muy rápido
y tenemos que potenciar hasta la última gota de talento que haya en nuestras
empresas". ¿En qué consiste una empresa inteligente? En que por el hecho
de estar trabajando de una manera determinada todo el mundo está dando de sí
todo lo que tiene y además se encuentra bien.
Un organismo inteligente, una organización inteligente,
un centro inteligente, es aquel en que un conjunto de personas, que no tienen
por qué ser extraordinarias, por el hecho de estar trabajando de una manera
determinada y estar dirigidas de una manera determinada, producen al final
resultados extraordinarios. Y ese plus viene de cómo está organizado.
Un Centro Educativo inteligente, donde sí nos gustaría a
todos trabajar, es el conjunto de talentos o de saberes personales, más un modo
de organización, más un modo de dirección. Por eso nos resulta de tanta
importancia mejorar la calidad de los equipos directivos de los Centros, como
de los equipos directivos de las empresas. Las empresas están dedicando un
montón de dinero y un montón de esfuerzo a la formación continua de sus cuadros
y de sus empleados, pero continuo, hasta tal punto que las empresas grandes han
creado su propia universidad corporativa: "... Es tan importante
aprovechar todo lo que tenemos en la empresa y estar reciclándonos
continuamente que voy a crear mi propia universidad, para someterlos a todos,
continuamente, a un proceso de aprovechamiento de su propio talento". Hay
unos departamentos que se llaman "Departamento de Gestión del
Talento".
Tal vez ni siquiera un centro aislado puede educar, sino
que tiene que estar relacionado con otros centros, para colaborar con ellos,
compartir experiencias y emprender proyectos conjuntos. Por eso se creó la red
de Centros de formación del profesorado, para que funcionasen como una especie
de sistema nervioso que conectara a todos los implicados en la docencia. Que
nos ayudara a luchar contra la pasividad. El sistema educativo es un diplodocus
dormido, al que hay que despertar. Si consiguiéramos hacer inteligentes
nuestros centros, todos resultaríamos beneficiados, porque seríamos nosotros
también más inteligentes. A todo el mundo le gusta trabajar en un ambiente
estimulante y animoso, y tener la conciencia de que está haciendo algo
importante.
Todo esto tenemos que explicárselo a la sociedad. Los
docentes hemos sido unos pésimos difundidores de lo que hacemos. Necesitamos un
buen marketing educativo, por muy rara que parezca la expresión. Tenemos que
hacer comprender a todas las fuerzas sociales que el nivel de vida de todos -no
solo el nivel económico, sino el social, el afectivo, el vital- va a depender
cada vez más de la educación. Repetirles hasta el aburrimiento que se trata de
aumentar la probabilidad de que ocurra lo deseable, y que esto depende de
todos. ¿A qué aspira un profesor? A lo mismo que aspiran los padres sensatos: a
que sus hijos estén en buenas condiciones para alcanzar su felicidad y
colaborar en una convivencia digna.
Para lograrlo, solo tenemos tres medios:
1.- El premio.
2.- El castigo.
3.- El cambio de creencias.
Sabemos que el castigo es muy eficaz, pero sólo para
inhibir conductas o cumplir órdenes rutinarias. Podemos hacer que nuestros
alumnos o nuestros hijos estudien por miedo al castigo, pero es más difícil que
por ese procedimiento disfruten estudiando, se despierte su curiosidad, o
construyan una personalidad autónoma.
En este sentido, los premios tienen una mayor eficacia.
El problema está en que no sabemos lo que cada persona considera un premio.
Para mi no lo sería que me invitaran a un concierto del grupo de moda, pero
para mis alumnos, sí. Quiero detenerme en este asunto porque nos afecta a
todos, también a nosotros, ya que todos poseemos sistemas de motivación muy
parecidos. ¿Por qué hacemos lo que hacemos? Unas cosas por miedo, sin duda
alguna. No queremos perder el trabajo, no queremos que nos multen, no queremos
que roben nuestro coche. Pero otras cosas las hacemos porque disfrutamos con
ellas, o porque nos gusta sentirnos útiles, o por generosidad, o por nuestras
creencias religiosas. Al final, todas esas motivaciones plurales pueden
resumirse en dos grandes motivaciones:
1.- Aumentar nuestro nivel de bienestar. Esto supone
eliminar el dolor, reducir las molestias, alcanzar el bienestar físico,
económico, afectivo. Tener seguridad. Todo esto lo necesitamos, pero no es
suficiente. Cuando tenemos satisfechas todas estas necesidades en vez de
sentirnos alegres podemos sentirnos deprimidos. Fijaos que la palabra
"saciedad", que en teoría significa algo bueno, tiene una acepción
peyorativa. El saciado está harto.
2.-La ampliación de nuestras posibilidades. Todos nos
queremos sentir eficaces, exaltados, útiles, necesarios. Todos queremos
sentirnos poderosos de alguna manera, satisfechos con lo que hacemos, sentir
que progresamos. Somos curiosos, queremos saber hacer otras cosas, ser
reconocidos, colaborar en cosas grandes. No es verdad que solo nos guíe un
hedonismo confortable. Todos experimentamos también una tentación de grandeza.
Por resumirlo en una frase: Todos queremos crear algo. Crear no es algo
extraordinario, aunque sea maravilloso. Consiste en hacer que algo valioso que
no existía, exista. Un hijo, un libro, un jardín, una acción educativa eficaz,
una amistad, un buen centro, una sociedad justa.
Es fácil ver que estas dos grandes motivaciones son en
parte contradictorias. Una me lleva hacia la comodidad, otra hacia la creación.
La felicidad es la satisfacción armoniosa de esas dos grandes motivaciones. De
las dos.
Si como profesores sólo aspiramos a la comodidad creo que
además de compórtanos mal estamos metiéndonos en un callejón sin salida. Un
centro educativo inteligente, o una empresa inteligente, o un sistema educativo
inteligente, o unos padres de familia inteligentes, son los que consiguen
unificar una vida cómoda con una vida grande.
Os decía antes que las tres herramientas que tenemos son
el castigo, el premio, y el cambio de creencias. Frente a unas creencias
reductoras de que lo único que mueve a los seres humanos es el provecho propio
y la comodidad tenemos que defender que el ser humano no es tan mezquino. La
idea que tenemos del ser humano es una de las creencias básicas para organizar
la interacción y la convivencia. Si creemos que no es de fiar, nos
comportaremos a la defensiva y acabaremos todos armados y en tensión. Gran
parte de lo que he dicho en esta charla acerca de la necesidad de cambiar la
idea de inteligencia o a la necesidad de colaborar es un intento de ayudar al
cambio de creencias. Y lo mismo sucede con mi afán de recordar que una vocación
creadora no es un lujo sino una necesidad. Necesitamos vivir con una cierta
exaltación, saber que no somos intercambiables, que hay algo importante que
solo podemos hacer en primera persona. Ortega decía: "Todos tenemos una
misión de claridad", y la que tenga yo o tu no la puede realizar otro,
porque no está en nuestra misma situación.
¿Es que todos debemos ser héroes o sacerdotes de la
educación? No. Es algo mucho menos exigente y, desde luego, mucho menos
retórico. Todos tenemos que luchar por nuestra felicidad. Pero esa felicidad
tiene un aspecto de comodidad y un aspecto de exaltación. Si supiéramos
integrar ambas cosas en nuestra vida, nuestra actividad profesional sería mucho
más interesante.
En un momento en que se está difundiendo un modelo de la
docencia como actividad de alto riesgo, aniquiladora, y terrible, debemos
reivindicar que la profesión docente es un modo muy satisfactorio de vivir.
Hemos pasado de la idea del docente sacerdote al docente mártir, así que vamos
de mal en peor. A mí en cambio me parece un modo grande y deseable de vivir. Y
los que no lo sientan así deberían buscar otro trabajo o, por lo menos, no
estorbar.
Reflexiones finales del profesor Marina expuestas en el
coloquio.
1.- No soy yo quien ha compadecido a los profesores. Al
contrario, he dicho que en este momento sufrimos una plaga de victimismo
exagerado, que se ha convertido, además, en un sistema de excusas.
2.- Respecto a la formación del profesorado, el
Ministerio pasa de ello y ha pasado siempre. Por eso ponía como ejemplo lo que
hacen las empresas, que gastan mucho dinero y esfuerzo en formación continua.
3.- Me parece absolutamente relevante mi referencia a las
empresas. Absolutamente relevante. Tenemos que aprender de quién sea. Las Leyes
educativas valen para muy poco. Lo que el sistema educativo necesita -a nivel
de Comunidades o de Estado- es un Departamento de Recursos humanos fantástico.
4.- Estos años he intervenido en muchos debates sobre la
LOCE, para decir que unas cosas son buenas, otras malas, y otras indefinidas
hasta que no aparezcan los reglamentos. Por ejemplo, ¿los itinerarios son
buenos? Pues depende de como se prestigie el itinerario más orientado a lo
profesional. Si se descuida, se convertirá en el desaguadero del sistema, y eso
sería indecente.
5.- De la formación del profesorado y de la carrera
docente, ya me dirán lo que dice la LOCE: vaguedades.
6.- Respecto a los Departamentos, acerca de los que soy
crítico, he de matizar. Como todo organismo complejo, un centro tiene órganos y
sistema de conexión entre ellos. En el cuerpo humano el sistema nervioso,
glandular y sanguíneo son sistemas de conexión. Dentro de un buen centro
educativo hay dos sistemas de órganos y dos sistemas de conexión distintos. Uno
es el académico constituido por la dirección, jefatura de estudios,
departamento, profesores. El otro tiene una estructura menos académica y mas
formativa: Dirección, Claustro, Consejo escolar, departamento de orientación,
tutorías. Para que un organismo funcione bien tienen que funcionar bien todos
los órganos.
7.- En la formación inicial del profesorado, he llegado a
la conclusión de que los sistemas de formación inicial previos a la oposición
no valen para nada. Son demasiado masivos, porque acuden a ellos licenciados
que no saben qué hacer y aprovechan el tiempo por si acaso tienen que dedicarse
a la enseñanza. Una formación inicial es muy cara si se hace bien, por lo que
la masificación implica reducir drásticamente el nivel de eficacia. Mi
propuesta es que la formación se dé después de las oposiciones. Sólo quienes
las hubieran ganado -y que por lo tanto ya han demostrado su interés por la
enseñanza- podrían y tendrían que seguir un curso e formación en centros,
recibiendo ya un sueldo. Lo mismo que ocurre con los jueces o los médicos.
Los jóvenes se han
instalado en un sentimiento de impotencia confortable.
Encuentro a los jóvenes con muy poco espíritu crítico,
tan sólo demuestran un cierto sarpullido crítico que no suele ir más lejos
porque se han instalado en un sentimiento de impotencia confortable.
Hoy en día los jóvenes muestran un comportamiento en el
que dan por sentado que no van a cambiar sus vidas ni la sociedad, lo cual
tampoco les importa mucho. También se da el caso de jóvenes ligados a
compromisos con ONGs, y otros movimientos que no son políticos porque estos
están muy desprestigiados, lo cual representa un problema porque sería muy
necesaria la participación política.
El destino de la inteligencia es adecuar el
comportamiento del hombre a la resolución de problemas que afectan a la
felicidad y a la convivencia.
Hay que relacionar y vincular la ética no con un sistema
cerrado, normativo, estricto, sino con la inteligencia porque la ética es el
conjunto de soluciones más inteligentes que se nos ha ocurrido para resolver
una serie de problemas.
UIMP. Aula 'Ortega y Gasset' de Iniciación a la
Universidad. Diario Montañes (9/9/03)
José Antonio Marina, Filósofo:
"El machismo en
España es rampante y triunfante"
El filósofo toledano José Antonio Marina estuvo a finales
de octubre en La Laguna en un curso sobre el Mediterráneo, organizado por la
corporación municipal y en el que colaboraba la universidad. Allí impartió una
conferencia sobre los flujos migratorios y el mercado de trabajo en los países ribereños.
Entrevistado con posterioridad, se mostró firme defensor de las sociedades
laicas, que son las que mejor toleran los intereses de las religiones. Marina,
convencido de que la ética es la única arma que puede arreglar problemas
transculturales, ha desmigajado la esencia de los sentimientos y su traslación
a la sociedad, y advierte que, pese a todo, el machismo campa por sus fueros en
nuestro país.
¿Un filósofo puede ser creyente?
Un filósofo puede ser religioso. Dentro de las
religiones, algunas insisten más en una fe ciega, que es menos cercana a la
filosofía, pero puede haber una fe ilustrada que sí es compatible con la
filosofía.
¿Es usted creyente?
Dicho así, no. Soy religioso. Yo creo que un filósofo
puede justificar la existencia de dios, pero en cambio puede decir poca cosa
sobre qué es dios. En la existencia del universo hay unas características de
autosuficiencia que tradicionalmente se atribuían como características de dios,
pero un filósofo no puede decir si hay algo distinto del universo que vemos.
Después de haber estudiado con mucha atención las
religiones, comprendo la belleza que tiene la religión budista, la seriedad de
la confuciana o la misericordia de la religión islámica. En cualquier caso, no
todas las religiones son igualmente aceptables. Es una pena que la religión
cristiana no esté aprovechando el gran tesoro que hay en la figura de Jesús de
Nazaret, que fue un revolucionario descomunal, absolutamente inexplicable.
También habría que aprovechar de las otras religiones algunos aspectos que la
cristiana tenía en su origen pero que ya ha perdido, como es la compasión,
típica de la religión budista, la serenidad no trágica de los confucianos, y la
sociabilidad que en estos momentos tiene la religión islámica y que la ha
perdido el cristianismo.
Investigar sobre lo que preocupa a la gente, porque eso si
son verdaderos problemas: qué hago con mis hijos, qué pienso del aborto, qué
hago con mi vida. Hay que bajar a la calle, enterarnos de qué es lo que
preocupa a la sociedad, y cuando tengamos alguna idea clara, explicárselo a la
gente.
Los sentimientos son una evaluación de cómo nos van las
cosas. Nosotros vamos a la realidad con deseos y proyectos y según se conjuguen
estos con la realidad empezamos a sentir satisfacción, frustración, furia o
miedo. Todos los sentimientos nos dicen dónde estamos y nos incitan a tomar
alguna solución.
Lo que ocurre es que en muchas ocasiones desarrollamos
estilos sentimentales que nos hacen responder de una manera sesgada a la
situación. Por ejemplo, tener un estilo sentimental acobardado, es decir, tener
miedo ante cualquier situación, resulta un estilo afectivo muy peligroso. A
través de la educación debemos fomentar estilos afectivos adecuados que nos den
energía e inteligencia para responder a cualquier situación. Los estilos
afectivos se aprenden, se pueden reeducar en parte, pero lo más importante es
educar bien desde pequeño. Hasta ahora, el niño aprendía el miedo o la timidez
y las niñas aprendían la depresión, y por eso las mujeres tienen más depresiones
que los hombres.
Los sistemas de creencias son un elemento de los estilos
afectivos. Por ejemplo, hace un tiempo, una mala moral cristiana favorecía
sentimientos de culpa o de humillación, porque se dañaba a través del pecado
original, todo ello dentro de un poderoso sistema de miedos.
Yo he estudiado la historia de los sentimientos, y puedo
decir que los hombres no han sentido siempre lo mismo.
Ahora estamos en una etapa de cambio respecto a los
sentimientos de pareja, lo que provoca un gran desconcierto, porque toda
nuestra cultura había creado una afectividad que se fundaba en unas relaciones
asimétricas, de protector y protegida. Se puede decir incluso que esa asimetría
estaba incluida en la manera de sentir de hombres y mujeres. Ahora que las
relaciones de pareja empiezan a darse en planos de igualdad, todavía no sabemos
producir los sentimientos adecuados y por eso existen muchos desajustes: las
personas creen en teoría en la igualdad de los dos sexos y, sin embargo, se
meten en relaciones de sumisión, porque no lo pueden evitar. Necesitamos las
relaciones de parejas, pero no sabemos construirlas. Inventar modos de
sentimiento es una tarea compleja que supongo que acabaremos haciendo, pero a
quien le toque en este momento lo tiene muy crudo.
Yo lo que creo es que en España el machismo es rampante y
triunfante. Mis alumnos de bachillerato son machistas, mientras que las chicas
sólo piensan igualarse adoptando los modelos machistas, creyendo que con esa
copia están consiguiendo la igualdad. Se equivocan de medio a medio.
Llevo desde hace seis años haciendo un seguimiento
sistemático de las revistas femeninas. La imagen que se proyecta de la mujer no
puede ser peor: insisten en la belleza física y en la decoración del hogar. En
una portada muy rompedora de Cosmopolitan se daban consejos de cómo detectar si
tienes un grosero en tu cama, ¡como si hiciera falta que alguien te lo
enseñara! En otro número de la misma revista se preguntaban si las mujeres
pueden tener más de un amante a la vez. La contestación era que sí, porque los
hombres las tienen. La verdad, es que no creo que los hombres hayamos
organizado un modo de vida como para tirar campanas, y mucho menos para que se
nos imite.
¿Hay personas amorales? ¿Tienen conciencia?
Sí, completamente amorales, de hecho no tienen conciencia
de los valores. Hay amorales patológicos, pero también hay gente que tiene una
gravísima dificultad para valorar a los demás y comprender el sufrimiento de
los otros. Por eso los educadores debemos tener mucho cuidado en el momento en
que se está configurando el interés por los otros, que es a partir de los 24
meses, ya que unos cuantos meses después a los niños se les ocurren conductas
de ayuda, pero luego, según van creciendo, el interés por lo social va
disminuyendo. Esto indica que los sentimientos hacia los demás es una cuestión
fundamentalmente educativa. La pedagogía está prestando mucho interés a cómo se
introduce el niño en el campo de los valores morales, que forman parte de la
educación.
¿La ética está más cercana a las personas con cultura, o
es inherente al ser humano?
La ética es una creación laica, es una moral
transcultural que permite la libertad de conciencia, lo que no sucede con las
religiones, que propugnan una verdad que hay que seguir. La ética es por tanto
una creación ilustrada que suele ser mejor comprendida por personas con una
cierta cultura. Lo deseable sería que con el tiempo tenga tal capacidad de
penetración que sea comprendida por personas incluso con una cultura básica.
¿Es moralmente justo imponer el laicismo, como ha
sucedido en Francia?
Creo que sí, que es bueno que las sociedades sean laicas,
porque los derechos humanos también lo son. Además, la visión laica de la
realidad es la única que ha protegido a las religiones, y por eso cuando éstas
se encuentran en situación de inferioridad apelan a los derechos laicos. Hay un
dirigente integrista en Francia que dice que ellos no tienen por qué obedecer
la Constitución, y eso no se puede permitir. El culto al Islam debe estar
permitido, y si hace falta sufragado en parte por el Estado para que tengan
mezquitas y mantengan su culto, pero en el momento en que haya alguna colisión
entre las creencias musulmanas y los derechos humanos son éstos últimos los que
tienen que prevalecer. A todo el que pida la nacionalidad española debería
hacérsele jurar la Carta Magna.
¿El casamiento entre homosexuales modificará la
estructura social española?
La estructura social no va a cambiar en nada. Con
respecto a los homosexuales, es muy difícil hablar de avance social, porque han
estado tan maltratados secularmente que ahora se está en un momento
reivindicativo, y como tal, se piden cosas que quizá en una discusión pacífica
ni siquiera se hubiesen llegado a proponer. Yo no estoy tan seguro de que
quieran casarse, más bien se trata de que se reconozca que no son distintos al
resto y que tienen los mismos derechos. Por otro lado, el que un niño crezca en
una pareja homosexual no determina en absoluto su orientación sexual. La
preferencia sexual se produce por unos caminos muy complejos y ajenos a las
influencias externas, con un fuerte componente genético, aunque no decisivo.
Cándida González
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