Manifiesto
por la unidad de España:
Por
la igualdad y la solidaridad de todos los españoles
“España
se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como
valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la
igualdad y el pluralismo político. La soberanía nacional reside en el pueblo
español, del que emanan los poderes del Estado”. Constitución española,
Artículo 1.
Desde
la Transición democrática los nacionalismos vasco y catalán han constituido la
vanguardia de una ofensiva continuada y sistemática contra la unidad
constitucional de España. Esos nacionalismos, lejos de aceptar la autonomía
regional que en su día reclamaron, se han servido deslealmente del régimen
autonómico diseñado en la Constitución de 1978 para romper el consenso y
trabajar en la destrucción de España como ámbito político común de actuación,
legalidad, historia y convivencia.
Desde
finales de la década de los noventa esa ofensiva se ha radicalizado. El nacionalismo
identitario en su conjunto, con ETA como punta del iceberg, viene coordinando
sus estrategias para debilitar el Estado, romper las normas constitucionales y
disolver la Nación española, tratando de imponer a sus ciudadanos un proyecto
de raíz etnocultural y esencialista que sería la antepuerta de un nuevo
totalitarismo. Así lo prueban el Pacto de Estella – Lizarra, el Pacto de
Perpiñán o la antidemocrática Declaración de Barcelona. El Plan Ibarretxe y el
acuerdo del Parlamento de Cataluña para impulsar un estatuto inconstitucional
han sido sólo los primeros hitos de este proceso que tiene un calado que no nos
podemos arriesgar a ignorar.
Por
estos motivos, los firmantes de este manifiesto, como parte del movimiento cívico
opuesto al nacionalismo identitario, queremos hacer llegar a todos los
ciudadanos y a la clase política que:
1.
Somos muchos los ciudadanos que creemos en España y que, en este momento
histórico, nos vemos impelidos a reclamar una vez más el cumplimiento de la
Constitución y la unidad de la nación española como garante de la igualdad y la
solidaridad de todos los españoles.
2.
Sentimos como una inadmisible y delirante tergiversación que se identifique
como reaccionaria la unidad de los españoles o la propia idea de España y se
considere progresista la Cataluña o la Euskal Herria insolidarias e independientes
con las que sueñan los nacionalistas.
La
realidad es precisamente la contraria: la esencia del pensamiento reaccionario
desde el Siglo XIX son esos sueños totalitarios que anteponen la supuesta
patria a las personas y a sus libertades individuales; esos sueños que reclaman
la limpieza etnocultural, el privilegio, la desigualdad ante la Ley; esos
sueños que se fundamentan en un concepto de la Historia como fuente mítica e
inapelable del derecho (los falseados y denominados "derechos
históricos") oponiéndose así a los fundamentos democráticos de la sociedad
moderna y de nuestro sistema constitucional.
3.
La racional descentralización del Estado y el reconocimiento de las peculiaridades
de todas sus comunidades autónomas –signo inequívoco de la voluntad integradora
de todas las identidades en nuestra Constitución de 1978- no pueden ser
confundidos con la glorificación del egoísmo, la insolidaridad y la mezquindad
como valores legítimos sobre los que se pueda construir una sociedad
democrática.
4.
Creemos que existe un riesgo cierto de acostumbrarnos a debatir, como si fuera
algo normal, proyectos que van contra la noción de España y en contra de la
igualdad de todos los ciudadanos, que ponen en entredicho los pilares de
nuestro sistema de libertades y que dinamitan el consenso constitucional básico.
Por esto no aceptamos que el debate sobre la reforma del Estatuto catalán o
cualesquiera otras propuestas semejantes se convierta en un tema exclusivo de
juristas, en el que se oculte o minusvalore su gravedad intrínseca en cuanto al
impacto que sobre la estructura política de España y la vida de los españoles
tienen estos proyectos.
5.
Consideramos que la reforma, en todo caso, razonable de los Estatutos sería la
que se orientarse a que el sistema autonómico trate equitativamente a unas
regiones con otras, eliminando las asimetrías competenciales. Asimismo, los
gobernantes deben plantearse la reforma del sistema electoral para corregir la
sobrerrepresentación que actualmente logran los partidos nacionalistas en el
Congreso de los Diputados y, de esta manera, evitar su excesiva influencia en
la gobernación de España. Nos oponemos a que los debates sobre la estructura
del Estado se planteen sólo en una dirección. No resulta razonable que se pueda
estar constantemente poniendo en entredicho la nación española y no se pueda
cuestionar el nivel de autogobierno de las Comunidades Autónomas en orden a
asegurar el bienestar y la seguridad del conjunto de los españoles.
6.
Esperamos y deseamos que el Partido Socialista, como responsable máximo del
gobierno de España, sepa poner fin a los proyectos y a las actitudes que
amenazan con romper la unidad nacional y que ya han causado alarma, desconfianza
y dolor a tantos que deseamos seguir siendo españoles. Pedimos al Gobierno, a
las Cortes Generales y a las fuerzas políticas constitucionalistas que se
opongan frontalmente a cualquier proyecto que pretenda debilitar España como
ámbito de decisión común, de convivencia, de igualdad y de solidaridad.
7.
Nuestro futuro dependerá de lo que hagamos en el presente. Es necesario comprender
que el proyecto que el nacionalismo trata de llevar adelante es una agresión
directa hacia la Constitución y hacia España como ámbito de solidaridad,
igualdad de derechos y de acción común. El proyecto nacionalista es radicalmente
hostil e incompatible con la idea de España que tenemos la inmensa mayoría de
los españoles. Por todo esto hacemos un llamamiento a toda la ciudadanía para
que tome la iniciativa, no permanezca ajena a los acontecimientos y trabaje por
defender, desde el respeto estricto a la legalidad, este proyecto común que es
España.
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