lunes, 24 de abril de 2017

Federico Jiménez Losantos
El funeral del PP liberal y el triunfo de la Checa del 11M (parte I)
Con el desprestigio abrumador de buena parte de los dirigentes del PP de Madrid, lo desprestigiado es la mejor gestión del dinero público en cualquier autonomía.
2017-04-23
Ferreras, Sáenz de Santamaría, Iglesias, Montoro, Díaz e Iceta | LaSexta/PP/Podemos/Efe
Lo peor no es que personas que creíamos honradas no lo sean, o que, hartas de una política sin horizonte, se pasaran a la política como negocio. Eso es malo pero, por la torcida condición humana, resulta inevitable. Nos dejan en ridículo, pero no debería sorprendernos. Lo que ha convertido la penúltima fechoría de Soraya para proteger a Rajoy en una carnicería de la que, si hubiera justicia, sería víctima su propio tinglado mediático, cadalso de políticos del PP y peana del terror podemita, es que no hay justicia y que lo ajusticiado es el último referente político del liberalismo en España, el otrora poderoso PP de Madrid a cuyo funeral hemos asistido esta semana.
Porque no nos engañemos: lo que une a Ferreras y Soraya, Pablenín y Montoro, Iceta y Susana, el Carnicero de Mondragón y Cocomocho, a la banda impune de los Pujol y al impune ejército de los ERE, es el odio a una idea liberal de España o a una idea de España basada en la libertad. Y eso que durante casi veinte años ha representado el PP de Aguirre –e Ignacio González- es lo que ha muerto por mucho tiempo ante la opinión pública.
Adiós a un gran modelo político
Y con el desprestigio abrumador de buena parte de los dirigentes del PP de Madrid, lo desprestigiado, para alegría de comunistas, socialistas y rajoyistas, es la mejor gestión del dinero público en cualquier autonomía, la visión más libre y próspera de la sociedad, la libertad de elección de escuela y hospital, la calidad de la enseñanza, las escuelas bilingües, el metro y demás infraestructuras concebidas como inversiones básicas para que la iniciativa privada, único motor del desarrollo, cree empleo e innove, y sobre todo, el ejemplo de libertad y prosperidad que a toda España daba la Comunidad madrileña, mientras las pirañas autonómicas devoraban, servidas por el carnicero fiscal Montoro, los higadillos de Madrid.
Con Esperanza Aguirre, la Checa del 11M, el mismo García Ferreras que inventó los terroristas suicidas del 11M, ayer al servicio de Cebrián, hoy de Casals y Soraya, siempre de la tiranía, ha linchado esta semana y va a seguir linchando las que vienen, al PP de Aznar, culminando el proceso que empezó en el Congreso de Bulgaria, capital Valencia, de 2008, cuando Rajoy decidió sacrificar el partido a su supervivencia personal y política. Y el PP, con Camps y Rita Barberá, que en paz descansa una y sin paz el otro, y Arenas como muñidor, lo aceptó.
Aznar y Aguirre pudieron dar entonces la batalla, y luchar por una parte, aunque fuera minoritaria del PP identificada con una idea liberal de España. No lo hicieron, y tras ver cómo caían, aplaudidos por los artífices del 13M y de la Ley de venganza Histórica, María San GilOrtega Lara y lo mejor del PP vasco y español, que siempre tuvo en el Madrid de Aguirre su refugio de españoles maltratados, han acabado siendo víctimas de su respeto a las siglas o a esos argumentos personales que cada uno guardará en su almario y por los que nadie se interesará durante los próximos años.
Porque no estamos ante una caída, una enfermedad grave, un cáncer que se puede tratar y curar sino ante el entierro de la criatura política en la que algunos, no muchos, hemos confiado durante dos décadas. Y que deja la escena política sumida en el oprobio y arrastrando, simbólicamente, a los pocos medios que durante estos años hemos defendido lo que seguiremos defendiendo, faltaría más, pero sin nadie que nos represente y sin la menor confianza en que alguien ocupe ese hueco, fosa o abismo, del PP liberal.
Por supuesto, seguiremos diciendo -mientras nos dejen, y aunque no nos dejen- que el impuesto de sucesiones es un crimen de leso pueblo, que la política de Rajoy en Venezuela, arrendada a Zapatero, es un crimen de lesa dignidad, que la política de apaciguamiento con el separatismo catalán es un crimen de lesa patria, que la politización de la Justicia es un crimen de leso Derecho y que la inquisición mediática de las telesorayas es un crimen de lesa libertad. Pero seremos pocos y seremos infamados por la gran triunfadora de esta semana: la checa del 11M, que hoy no es la SER sino el Sextabús conducida con tres capas de calzoncillos por el mismo chófer, cabeza del grupo creado por Soraya y Rajoy (Atresmedia/La Sexta) y cerebro del proyecto de Podemos para liquidar España y nuestra libertad. Por cierto, que según Javier Ayuso el chófer Ferreras se reunió con González, su presunto testaferro Adrián de la Joya, Villarejo y Mauricio Casals. ¿Para hablar de qué? ¿Lo llamará a declarar el juez Velasco?
Pero antes de que los vichinsky del despotismo comunista instalado en el poder mediático por el fantasma de Rajoy la fantasma de Soraya, nos "haga la autocrítica", debemos hacerla nosotros. Nuestra idea de España es no sólo nacional sino de orden moral. Y por eso cualquiera de los cientos de miles de compatriotas que nos escuchan, ven y leen a diario, de los dos mil accionistas del Grupo de LD, tiene derecho a preguntar: ¿Cómo no vieron ustedes la corrupción del PP de Madrid, que aun siendo mucho menor que la del PSOE, Pujol y Podemos, tanto perjudica la idea liberal?
Más adelante (esto es tan largo que parecerá de pedro Jota) entraré en detalles, pero hay una razón absolutamente vulgar: uno no sabe estas cosas si no está dentro y no suele aceptar los rumores sobre los "suyos" si vienen de los contrarios. Añadiré otra: mi personal relación con el PP histórico, con el que rompí cuando claudicó ante el Poder Fáctico Fácilmente Reconocible (fue en una entrevista conmigo cuando Aznar no se atrevió a nombrar a Polanco) y tras la nefasta boda del Escorial, con algunos de los reclusos del PP como invitados. En mi libro "Con Aznar y contra Aznar", a cuya presentación el mejor presidente de la democracia prohibió asistir a sus ministros, con AguirreMayorAcebesZaplana y demás acatando la orden con perruna obediencia (sólo Álvarez del Manzano se atrevió a ir), se recogen los ensayos y artículos sobre la cara y cruz de aquella época.
Los fundamentales, publicados en La Ilustración Liberal, son el "Viaje al centro de la nada", por aquella internacional centrista inventada por Aznar y el del invierno mediático que esperaba la derecha si el PP perdía el Poder. La política aznarista de rendición ante la izquierda llegó al punto de negarse a cumplir la sentencia del Supremo que ordenó devolver al mercado las emisoras de Antena 3 de radio, compradas ilegalmente por Banesto para la SER, a cambio de la protección de PRISA a Mario Conde. Y el libro termina con el largo artículo en LD al día siguiente de la boda del Escorial, que, durante dos años, supuso romper toda relación con Aznar.
¿Qué cambió? Aznar, no mucho. España, del todo. Desde 2002, la Izquierda se echó a la calle y del chapapote demagógico del Nunca mais al 13M de 2004, pasando por la guerra de Irak, tuve que elegir entre el rencor al partido que votaba y pedía votar desde que Aznar llegó al Poder del PP o hacerme perdonar –lo hubiera hecho de mil amores- por la checa mediática de la Izquierda, siempre deseosa de liberales y conservadores arrepentidos. Hice justo lo contrario. En mis libros "De la noche a la mañana" y "El adiós de Aznar" explico el cómo y el porqué de mi defensa de aquel PP.
Lo que atacaban en él no era la corrupción -casi desconocida salvo casos como los de Villalonga o Canyellas, poquita cosa al lado de la del PRISOE y Pujol- sino una idea más liberal que socialista del Gobierno y a la media España que creía y cree en la Nación, la Propiedad y la Libertad. Por eso, el 15M yo abrí mi programa a las seis en la COPE diciendo que desde el 11M y el 14M, previo cerco a las sedes del PP el 13M, había diez millones de huérfanos políticos en España y que la COPE era su casa. Así fue durante cuatro años, en especial los dos primeros: la COPE, El Mundo y Libertad Digital nos quedamos solos denunciando las mentiras del 11M y los apaños de ZP con la ETA y el separatismo catalán. Promovimos once manifestaciones con centenares de miles de personas en la calle, en defensa de las víctimas del terrorismo y del régimen constitucional, entre la AVT de Alcaraz, la COPE (q.e.p.d.), El Mundo, LD… y el PP de Rajoy, Acebes y Zaplana. Nunca tan pocos hicieron frente a tantos ni por más noble causa.
La liquidación del PP por Rajoy
Pero llegaron las elecciones de 2008. Rajoy tuvo un gran resultado pero perdió frente a ZP y decidió, tras un oscuro viaje a México, no dimitir, hacer suyo en el Congreso valenciano del PP el proyecto de Gallardón que era "obviar el 11M" y denunciar ante el tribunal del PRISOE –los que le cercaron el 13M- a los medios que le habíamos apoyado, no por él, claro está, sino por lo que representaba aquel PP, y liquidar el partido de Aznar, Aguirre y San Gil, mientras esperaba el fallo de Zapatero para sucederle, no para cambiar nada importante ni para enmendar sus infinitas fechorías.
En mi libro El linchamiento (es un milagro de la Virgen del Tremedal que sobreviviera para escribirlo) cuento el proceso, padecido en primera persona, del cambio del PP de Aznar al de Rajoy, que era el de Gallardón, Zarzalejos y Cebrián; o sea, el del régimen salido del 11M. El verdadero anuncio del congreso de Bulgaria, capital Valencia, fue el juicio de Gallardón contra mí –cuya condena ha sido anulada de forma aplastante por el Tribunal de Estrasburgo- en realidad un pulso por el Poder dentro del PP. Y allí se produjo lo que la checa mediática del 11M, a cuyo liderazgo prisaico se había uncido La Sexta de Roures y ZP, llamó con regocijo -véase la hemeroteca- "la traición de los liberales a Losantos".
Los liberales que se negaron a respaldar lo que sabían perfectamente que era cierto -que Gallardón, enfrentado a la línea entonces mayoritaria en el PP, defendía literalmente en ABC y dentro del partido "obviar el 11M"- fueron Acebes, Zaplana, Aguirre e Ignacio González. No entraré en más detalles porque para eso está el libro y porque parecería que hago lo que hicieron ellos: ponerse de perfil ante alguien caído en desgracia. Sí quiero explicar por qué, igual que pasó con Aznar, volví a hablarles y, con Acebes y Zaplana ya defenestrados, he defendido a Aguirre y González en Madrid.
En primer lugar, porque me repugna la injusticia. Y lo que las checas del 11M han perpetrado esta semana es el linchamiento político del PP de ayer con el sólido argumento de hoy: la corrupción. Dos cosas me parecen especialmente repugnantes: cobrar millón y medio de López Madrid, el contratista de Villarejo, y negociar comisiones en la Venezuela chavista, como los de Podemos, algo que jamás imaginé en nadie del PP de Madrid. Pero el Sextabús, panzer del grupo Atresmedia/La Sexta, creado de forma ilegalísima por Rajoy y/o Soraya, era el que peor ha quedado, chantajeando a Cifuentes para proteger a uno de sus directivos. Y eso lo han tapado con ranas de atrezzo. La transcripción de la amenaza de Casals: "Que sepa que no es sólo La Razón, sino también Antena 3, Onda Cero y La Sexta", es, sin duda, lo más grave, porque prueba la existencia de una trama mediática y política, con cabeza en Moncloa, para impedir que la Justicia persiga la corrupción del PP. Y eso lo han ocultado descaradamente Ferreras y todos sus tertulianos, que lo habían leído en El Español y escuchado en la SER.
En segundo lugar, porque este descaro digno del Planeta mediático catalán, me permite barruntar que  podría hacer lo que hicieron conmigo los liberales del PP en 2008: negar la evidencia, ahora grabada y ayer publicada en la mismísima portada de ABC; que podría negar las coacciones evidentes y por las mismas razones: que el partido le perdone y le deje seguir en política. Eso creerá. Como enemiga de Soraya en la lucha por la herencia de Rajoy, la atropellará el Sextabús como a Aguirre. No es porque haya robado un euro, sino por no hacerlo y además desconocer la omertá rajoyana. "El PP siempre se porta bien", dijo Rajoy anteayer ante jóvenes militantes andaluces. Denunciar la corrupción es portarse mal. E implicar en ella a un directivo del grupo mediático de Moncloa, fatal.
Y en tercer lugar porque se puede sobrevivir a la pérdida del último referente político del liberalismo en España, pero no a la omnipotencia de la checa nacida entre el humo y la sombra del 11M, que ha comprobado que seguirá ganando muchísimo dinero (Atresmedia ha dado esta semana los mejores resultados de su historia) persiguiendo la corrupción ajena y protegiendo la propia. O sea, alanceando moros muertos del PP mientras se apoya a Podemos y se hunde España, mientras la empresa gane dinero.
¿Hasta qué punto supimos o debimos sospechar?
Ahora, el multimedia implicado en la mal llamada operación Lezo (podían haberle puesto un nombre menos heroico), convierte en sinónimos liberalismo y corrupción. Cuando la corrupción del liberalismo del PP de Madrid la demuestra precisamente su relación con la cadena de Podemos. Pero eso no obsta para preguntarse si sabíamos lo que pasaba, al menos en parte, o no queríamos ni mirar porque lo denunciaba la Izquierda corrupta. Yo creo que lo segundo explica, aunque no lo justifique, lo primero. Han acusado a Aguirre de corrupción tantas veces y tan falsamente en esa meca delictuosa llamada PRISA y al servicio del sospechosón Gallardón, origen, de la trama caribeña ahora descubierta, que como todo lo antiaguirrista, en general, lo de González tuvo el mismo beneficio de la duda, en particular.
Ayer, Luis Herrero, debutaba en ABC contando dos denuncias sobre la trama González-Atresmedia-La Sexta, aunque Luis dice que La Sexta es un medio periodístico o así. Así y asá. Una, que yo no conocía y es una lástima: Villar Mir le habría dicho a Lapuerta que le dio a González un millón y medio de euros. Informado Rajoy, no hizo nada. Con lo que he tenido que aguantar de la cloaca de Villarejo, con el que se reúne Luis sin que el empleado de López Madrid deje de denunciarme para ver si consigue callarme. Me hubiera encantado poderlo contar y comentar, la verdad.
De otra, hace tres años, proveniente de nuestro antiguo editorialista y luego político y alcalde de Leganés Jesús Gómez Ruiz, sí supe algo, pero a la vez que me contaban que Jesús había contratado en Leganés a Gonzalo Boye, condenado a siete años de cárcel por colaborar con la ETA en el secuestro de Revilla y promotor de una querella contra mí a cuenta del separatismo catalán. Supuse que la información sobre la famosa cuenta suiza, sin titular, procedía de ahí, y que, si era verdad, debía denunciarlo el tal Boye. Nunca lo hizo. En LD informaron del caso y nada más. Luego he leído que fue con un notario a registrar su denuncia ante Juan Carlos Vera, el aparatchik de Rajoy para echar a Aguirre y poner a Cifuentes. O sea, que de nuevo lo sabía Rajoy. Y, sin embargo, ahora le piden responsabilidades a Aguirre… los chicos de Rajoy. Me parece una broma pesada, la verdad.
Hay, sin embargo, un argumento más de fondo, que es el de la lucha ideológica contra el abuso fiscal del Gobierno. Cuando Montoro le declaró la guerra a Ignacio González porque se negó a reponer el impuesto de sucesiones y bajó los impuestos del tramo autonómico ("será que le sobra", dijo), ¿cómo no defender a Ignacio González? Cuando las mareas blancas y verdes –léase rojas y moradas- atacaban a su Gobierno porque defendía la calidad de la enseñanza y la gestión privada de los hospitales en Madrid, ¿cómo no defender que no hicieran fijos a esos maestros interinos que dicen que el Guadalquivir y el Ebro pasan por Madrid? Pues Montoro va a hacerlo. Cuando Aguirre defiende la bajada sistemática de impuestos, igual que Aznar, ¿cómo no defenderlos, que es defendernos de Montoro y del destino de nuestro dinero, que es la financiación del separatismo catalán? Y durante los años de Zapatero y los seis de Rajoy este ha sido el pan nuestro de cada día. ¿Cómo no conceder el beneficio de la duda a quien se negaba a ceder, en favor de la ciudadanía, ante Montoro y Asociados, Villalobos y Arriola, Arenas y Mato, es decir, Rajoy y Soraya, telesocios de Podemos?
La corrupción salvo para las izquierdas en general ("ahora nos toca a nosotros", dicen en Andalucía desde hace 35 años) y una parte de las derechas es indefendible. Habrá que esperar a una nueva generación de políticos limpios que se dejen votar. Pero sin estos referentes, perdidos por algún tiempo, las ideas liberales sobrevivirán. Lo invivible es un régimen totalitario como el que hemos visto en acción esta semana, con detenciones anunciadas con días de antelación y la televisión de la checa esperando a la Guardia Civil para la detención y humillación de los presuntos, con todos los detalles de los sumarios declarados secretos y, lo más grave de todo, con la defensa, como en tiempos de Lenin, del Terror Rojo o el Teleterror.


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