Federico Jiménez Losantos
El funeral del PP liberal y el triunfo de la Checa del 11M
(parte I)
Con el desprestigio abrumador de buena parte de los
dirigentes del PP de Madrid, lo desprestigiado es la mejor gestión del dinero
público en cualquier autonomía.
2017-04-23
Ferreras, Sáenz de Santamaría,
Iglesias, Montoro, Díaz e Iceta | LaSexta/PP/Podemos/Efe
Lo peor no es que personas que creíamos honradas no lo sean,
o que, hartas de una política sin horizonte, se pasaran a la política como
negocio. Eso es malo pero, por la torcida condición humana, resulta inevitable.
Nos dejan en ridículo, pero no debería sorprendernos. Lo que ha convertido la
penúltima fechoría de Soraya para proteger a Rajoy en una carnicería de la que, si hubiera
justicia, sería víctima su propio tinglado mediático, cadalso de políticos del
PP y peana del terror podemita, es que no hay justicia y que lo ajusticiado es
el último referente político del liberalismo en España, el otrora poderoso PP
de Madrid a cuyo funeral hemos asistido esta semana.
Porque no nos engañemos: lo que une a Ferreras y Soraya, Pablenín y Montoro, Iceta y Susana, el
Carnicero de Mondragón y Cocomocho, a
la banda impune de los Pujol y al impune ejército de los ERE, es el odio a una idea liberal de España o
a una idea de España basada en la libertad. Y eso que durante casi veinte años
ha representado el PP de Aguirre –e Ignacio González- es lo que ha muerto por
mucho tiempo ante la opinión pública.
Adiós a un gran modelo político
Y con el desprestigio abrumador de buena parte de los
dirigentes del PP de Madrid, lo desprestigiado, para alegría de comunistas,
socialistas y rajoyistas, es la mejor gestión del dinero público en cualquier
autonomía, la visión más libre y próspera de la sociedad, la libertad de elección
de escuela y hospital, la calidad de la enseñanza, las escuelas bilingües, el
metro y demás infraestructuras concebidas como inversiones básicas para que la
iniciativa privada, único motor del desarrollo, cree empleo e innove, y sobre
todo, el ejemplo de libertad y prosperidad que a toda España daba la Comunidad
madrileña, mientras las pirañas autonómicas devoraban, servidas por el
carnicero fiscal Montoro, los higadillos de Madrid.
Con Esperanza Aguirre, la Checa del 11M, el mismo García Ferreras que inventó los terroristas suicidas del 11M,
ayer al servicio de Cebrián, hoy
de Casals y Soraya, siempre de la tiranía, ha linchado esta semana
y va a seguir linchando las que vienen, al PP de Aznar, culminando el proceso
que empezó en el Congreso de Bulgaria, capital Valencia, de 2008, cuando Rajoy
decidió sacrificar el partido a su supervivencia personal y política. Y el PP,
con Camps y Rita Barberá, que en paz descansa una y sin paz el otro, y Arenas
como muñidor, lo aceptó.
Aznar y Aguirre pudieron dar entonces la batalla, y luchar
por una parte, aunque fuera minoritaria del PP identificada con una idea
liberal de España. No lo hicieron, y tras ver cómo caían, aplaudidos por los
artífices del 13M y de la Ley de venganza Histórica, María San Gil, Ortega Lara y lo mejor del PP
vasco y español, que siempre tuvo en el Madrid de Aguirre su refugio de
españoles maltratados, han acabado siendo víctimas de su respeto a las siglas o
a esos argumentos personales que cada uno guardará en su almario y por los que
nadie se interesará durante los próximos años.
Porque no estamos ante una caída, una enfermedad grave, un
cáncer que se puede tratar y curar sino ante el entierro de la criatura
política en la que algunos, no muchos, hemos confiado durante dos décadas. Y
que deja la escena política sumida
en el oprobio y arrastrando, simbólicamente, a los pocos medios que durante estos años
hemos defendido lo que seguiremos defendiendo, faltaría más, pero sin nadie que
nos represente y sin la menor confianza en que alguien ocupe ese hueco, fosa o
abismo, del PP liberal.
Por supuesto, seguiremos diciendo -mientras nos dejen, y
aunque no nos dejen- que el impuesto de sucesiones es un crimen de leso pueblo,
que la política de Rajoy en Venezuela, arrendada a Zapatero, es un crimen de lesa dignidad,
que la política de apaciguamiento con el separatismo catalán es un crimen de
lesa patria, que la politización de la Justicia es un crimen de leso Derecho y
que la inquisición mediática de las telesorayas es un crimen de lesa libertad.
Pero seremos pocos y seremos infamados por la gran triunfadora de esta semana:
la checa del 11M, que hoy no es la SER sino el Sextabús conducida con tres
capas de calzoncillos por el mismo chófer, cabeza del grupo creado por Soraya y
Rajoy (Atresmedia/La Sexta) y cerebro del proyecto de Podemos para liquidar
España y nuestra libertad. Por cierto, que según Javier Ayuso el chófer
Ferreras se reunió con González, su presunto testaferro Adrián de la Joya,
Villarejo y Mauricio Casals. ¿Para hablar de qué? ¿Lo llamará a declarar el
juez Velasco?
Pero antes de que los vichinsky del despotismo comunista instalado en el poder
mediático por el fantasma de Rajoy la fantasma de Soraya, nos
"haga la autocrítica", debemos hacerla nosotros. Nuestra idea de España
es no sólo nacional sino de orden moral. Y por eso cualquiera de los cientos de
miles de compatriotas que nos escuchan, ven y leen a diario, de los dos mil
accionistas del Grupo de LD, tiene derecho a preguntar: ¿Cómo no vieron ustedes
la corrupción del PP de Madrid, que aun siendo mucho menor que la del PSOE,
Pujol y Podemos, tanto perjudica la idea liberal?
Más adelante (esto es tan largo que parecerá de pedro Jota)
entraré en detalles, pero hay una razón absolutamente vulgar: uno no sabe estas
cosas si no está dentro y no suele aceptar los rumores sobre los
"suyos" si vienen de los contrarios. Añadiré otra: mi personal relación con el PP histórico, con
el que rompí cuando claudicó ante el Poder Fáctico Fácilmente Reconocible (fue
en una entrevista conmigo cuando Aznar no se atrevió a nombrar a
Polanco) y tras la nefasta boda del Escorial, con algunos de los reclusos del
PP como invitados. En mi libro "Con Aznar y contra Aznar", a cuya
presentación el mejor presidente de la democracia prohibió asistir a sus ministros,
con Aguirre, Mayor, Acebes, Zaplana y demás acatando la orden con
perruna obediencia (sólo Álvarez del Manzano se atrevió a ir), se recogen los
ensayos y artículos sobre la cara y cruz de aquella época.
Los fundamentales, publicados en La Ilustración Liberal, son
el "Viaje al centro de la nada", por aquella internacional centrista
inventada por Aznar y el del invierno mediático que esperaba
la derecha si el PP perdía el Poder. La política aznarista de rendición ante la
izquierda llegó al punto de negarse a cumplir la sentencia del Supremo que
ordenó devolver al mercado las emisoras de Antena 3 de radio, compradas
ilegalmente por Banesto para la SER, a cambio de la protección de PRISA a Mario Conde. Y el libro termina con el
largo artículo en LD al día siguiente de la boda del Escorial, que, durante dos
años, supuso romper toda relación con Aznar.
¿Qué cambió? Aznar, no mucho. España, del todo. Desde 2002,
la Izquierda se echó a la calle y
del chapapote demagógico del Nunca mais al 13M de 2004, pasando por
la guerra de Irak, tuve que elegir entre el rencor al partido que votaba y
pedía votar desde que Aznar llegó al Poder del PP o hacerme perdonar –lo
hubiera hecho de mil amores- por la checa mediática de la Izquierda, siempre
deseosa de liberales y conservadores arrepentidos. Hice justo lo contrario. En
mis libros "De la noche a la mañana" y "El adiós de Aznar"
explico el cómo y el porqué de mi defensa de aquel PP.
Lo que atacaban en él no era la corrupción -casi desconocida
salvo casos como los de Villalonga o Canyellas, poquita cosa al lado de la del
PRISOE y Pujol- sino una idea más liberal que socialista del Gobierno y a la
media España que creía y cree en la Nación, la Propiedad y la Libertad. Por
eso, el 15M yo abrí mi programa a las seis en la COPE diciendo que desde el 11M
y el 14M, previo cerco a las sedes del PP el 13M, había diez millones de
huérfanos políticos en España y que la COPE era su casa. Así fue durante cuatro
años, en especial los dos primeros: la COPE, El Mundo y Libertad Digital nos
quedamos solos denunciando las mentiras del 11M y los apaños de ZP con la ETA y
el separatismo catalán. Promovimos once manifestaciones con centenares de miles
de personas en la calle, en defensa de las víctimas del terrorismo y del
régimen constitucional, entre la AVT
de Alcaraz, la COPE (q.e.p.d.), El Mundo, LD…
y el PP de Rajoy, Acebes y Zaplana. Nunca tan pocos hicieron frente
a tantos ni por más noble causa.
La liquidación del PP por Rajoy
Pero llegaron las elecciones de 2008. Rajoy tuvo un gran
resultado pero perdió frente a ZP y decidió, tras un oscuro viaje a México, no
dimitir, hacer suyo en el Congreso valenciano del PP el proyecto de Gallardón que era "obviar el
11M" y denunciar ante el tribunal del PRISOE –los que le cercaron el 13M-
a los medios que le habíamos apoyado, no por él, claro está, sino por lo que
representaba aquel PP, y liquidar el partido de Aznar, Aguirre y San Gil,
mientras esperaba el fallo de Zapatero para sucederle, no para cambiar nada
importante ni para enmendar sus infinitas fechorías.
En mi libro El linchamiento (es un milagro
de la Virgen del Tremedal que sobreviviera para escribirlo) cuento el proceso, padecido en primera persona, del
cambio del PP de Aznar al de Rajoy, que era el de Gallardón, Zarzalejos y
Cebrián; o sea, el del régimen salido del 11M. El verdadero anuncio del
congreso de Bulgaria, capital Valencia, fue el juicio de Gallardón contra mí
–cuya condena ha sido anulada de forma aplastante por el Tribunal de
Estrasburgo- en realidad un pulso por el Poder dentro del PP. Y allí se produjo
lo que la checa mediática del 11M, a cuyo liderazgo prisaico se había uncido La
Sexta de Roures y ZP, llamó con regocijo -véase la hemeroteca- "la
traición de los liberales a Losantos".
Los liberales que se negaron a respaldar lo que sabían
perfectamente que era cierto -que Gallardón, enfrentado a la línea entonces
mayoritaria en el PP, defendía literalmente en ABC y dentro
del partido "obviar el
11M"- fueron Acebes, Zaplana, Aguirre e Ignacio González. No
entraré en más detalles porque para eso está el libro y porque parecería que
hago lo que hicieron ellos: ponerse de perfil ante alguien caído en desgracia.
Sí quiero explicar por qué, igual que pasó con Aznar, volví a hablarles y, con
Acebes y Zaplana ya defenestrados, he
defendido a Aguirre y González en Madrid.
En primer lugar, porque me repugna la injusticia. Y lo que
las checas del 11M han perpetrado esta semana es el linchamiento político del PP de ayer con
el sólido argumento de hoy: la corrupción. Dos cosas me parecen especialmente
repugnantes: cobrar millón y medio de López Madrid, el contratista de
Villarejo, y negociar comisiones en la Venezuela chavista, como los de Podemos,
algo que jamás imaginé en nadie del PP de Madrid. Pero el Sextabús, panzer del
grupo Atresmedia/La Sexta, creado de forma ilegalísima por Rajoy y/o Soraya,
era el que peor ha quedado, chantajeando a Cifuentes para proteger a uno de sus
directivos. Y eso lo han tapado con ranas de atrezzo. La
transcripción de la amenaza de Casals: "Que sepa que no es sólo La
Razón, sino también Antena 3, Onda Cero y La Sexta", es, sin duda, lo
más grave, porque prueba la existencia de una trama mediática y política, con cabeza en Moncloa, para impedir
que la Justicia persiga la corrupción del PP. Y eso lo han ocultado
descaradamente Ferreras y todos sus tertulianos, que lo habían leído en El
Español y escuchado en la SER.
En segundo lugar, porque este descaro digno del Planeta
mediático catalán, me permite barruntar que podría hacer lo que hicieron conmigo los liberales del PP en 2008:
negar la evidencia, ahora grabada y ayer publicada en la mismísima portada de ABC;
que podría negar las coacciones evidentes y por las mismas razones: que el
partido le perdone y le deje seguir en política. Eso creerá. Como enemiga de
Soraya en la lucha por la herencia de Rajoy, la atropellará el Sextabús como a Aguirre. No es porque
haya robado un euro, sino por no hacerlo y además desconocer la omertá rajoyana.
"El PP siempre se porta bien", dijo Rajoy anteayer ante jóvenes
militantes andaluces. Denunciar la corrupción es portarse mal. E implicar en
ella a un directivo del grupo mediático de Moncloa, fatal.
Y en tercer lugar porque se puede sobrevivir a la pérdida del
último referente político del liberalismo en España, pero no a la omnipotencia
de la checa nacida entre el humo y la sombra del 11M, que ha comprobado que
seguirá ganando muchísimo dinero (Atresmedia ha dado esta semana los mejores
resultados de su historia) persiguiendo la corrupción ajena y protegiendo la
propia. O sea, alanceando moros muertos del PP mientras se apoya a Podemos y se hunde España,
mientras la empresa gane dinero.
¿Hasta qué punto supimos o debimos sospechar?
Ahora, el multimedia implicado en la mal llamada operación
Lezo (podían haberle puesto un nombre menos heroico), convierte en sinónimos liberalismo y
corrupción. Cuando la corrupción del liberalismo del PP de Madrid
la demuestra precisamente su relación con la cadena de Podemos. Pero eso no
obsta para preguntarse si sabíamos lo que pasaba, al menos en parte, o no
queríamos ni mirar porque lo denunciaba la Izquierda corrupta. Yo creo que lo
segundo explica, aunque no lo justifique, lo primero. Han acusado a Aguirre de
corrupción tantas veces y tan falsamente en esa meca delictuosa llamada PRISA y
al servicio del sospechosón Gallardón, origen, de la trama caribeña ahora
descubierta, que como todo lo antiaguirrista, en general, lo de González tuvo
el mismo beneficio de la duda, en particular.
Ayer, Luis Herrero, debutaba en ABC contando
dos denuncias sobre la trama González-Atresmedia-La Sexta, aunque Luis dice que
La Sexta es un medio periodístico o así. Así y asá. Una, que yo no conocía y es
una lástima: Villar Mir le habría dicho a Lapuerta que le dio a González un
millón y medio de euros. Informado Rajoy, no hizo nada. Con lo que he tenido
que aguantar de la cloaca de Villarejo, con el que se reúne Luis sin que el
empleado de López Madrid deje de denunciarme para ver si consigue callarme. Me
hubiera encantado poderlo contar y comentar, la verdad.
De otra, hace tres años, proveniente de nuestro antiguo
editorialista y luego político y alcalde de Leganés Jesús Gómez Ruiz, sí supe algo, pero a
la vez que me contaban que Jesús había contratado en Leganés a Gonzalo Boye,
condenado a siete años de cárcel por colaborar con la ETA en el secuestro de
Revilla y promotor de una querella contra mí a cuenta del separatismo catalán.
Supuse que la información sobre la famosa cuenta suiza, sin titular, procedía
de ahí, y que, si era verdad, debía denunciarlo el tal Boye. Nunca lo hizo. En
LD informaron del caso y nada más. Luego he leído que fue con un notario a
registrar su denuncia ante Juan Carlos Vera, el aparatchik de Rajoy para echar
a Aguirre y poner a Cifuentes. O sea, que de nuevo lo sabía Rajoy. Y, sin
embargo, ahora le piden responsabilidades a Aguirre… los chicos de Rajoy. Me
parece una broma pesada, la verdad.
Hay, sin embargo, un argumento más de fondo, que es el de la
lucha ideológica contra el abuso
fiscal del Gobierno. Cuando Montoro le declaró la guerra a Ignacio
González porque se negó a reponer el impuesto de sucesiones y bajó los
impuestos del tramo autonómico ("será que le sobra", dijo), ¿cómo no
defender a Ignacio González? Cuando las mareas blancas y verdes –léase rojas y
moradas- atacaban a su Gobierno porque defendía la calidad de la enseñanza y la
gestión privada de los hospitales en Madrid, ¿cómo no defender que no hicieran
fijos a esos maestros interinos que dicen que el Guadalquivir y el Ebro pasan
por Madrid? Pues Montoro va a hacerlo. Cuando Aguirre defiende la bajada
sistemática de impuestos, igual que Aznar, ¿cómo no defenderlos, que es defendernos de Montoro y del
destino de nuestro dinero, que es la financiación del separatismo catalán? Y
durante los años de Zapatero y los seis de Rajoy este ha sido el pan nuestro de
cada día. ¿Cómo no conceder el beneficio de la duda a quien se negaba a ceder,
en favor de la ciudadanía, ante Montoro y Asociados, Villalobos y Arriola,
Arenas y Mato, es decir, Rajoy y Soraya, telesocios de Podemos?
La corrupción salvo para las izquierdas en general
("ahora nos toca a nosotros", dicen en Andalucía desde hace 35 años)
y una parte de las derechas es indefendible. Habrá que esperar a una nueva
generación de políticos limpios que se dejen votar. Pero sin estos referentes,
perdidos por algún tiempo, las ideas liberales sobrevivirán. Lo invivible es un
régimen totalitario como el que hemos visto en acción esta semana, con
detenciones anunciadas con días de antelación y la televisión de la checa
esperando a la Guardia Civil para la detención y humillación de los presuntos,
con todos los detalles de los sumarios declarados secretos y, lo más grave de
todo, con la defensa, como en tiempos de Lenin, del Terror Rojo o el
Teleterror.
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