08
de noviembre de 2015. 04:05hRicardo Coarasa.
–¿Cómo
reaccionará el Gobierno a la decisión del Parlamento catalán de poner en marcha
mañana el proceso de creación de una Cataluña independiente?
–La
maquinaria jurídica se pondrá en marcha nada más aprobarse la propuesta de
Junts pel Sí y la CUP de poner los primeros cimientos de una República
catalana. El Gobierno celebrará el mismo martes, horas después del desafío
soberanista, un Consejo de Ministros extraordinario para dar luz verde a la
impugnación ante el Tribunal Constitucional (TC) de la resolución del
Parlament.
–¿Qué sucederá en esas 24 horas posteriores a la anunciada «desconexión» de Cataluña del resto de España?
–Nada
más conocerse los términos exactos de la resolución, el Consejo de Estado se
pondrá manos a la obra para elaborar un informe en el que señalará la
inconstitucionalidad de la declaración secesionista y avalará el recurso de la
Abogacía del Estado.
–¿Cuándo recurrirá la Abogacía del Estado la resolución del Parlament?
–Con
el informe del Consejo de Estado en la mano, los Servicios Jurídicos del Estado
recurrirán ante el TC el mismo miércoles, invocando expresamente el artículo
161,2 de la Constitución, que estipula que la impugnación del Gobierno de una
resolución adoptada por un órgano de una comunidad autónoma lleva aparejada la
suspensión de la disposición recurrida.
–¿Durante cuánto tiempo estará en vigor esa suspensión?
–El
Tribunal Constitucional acordará la suspensión por un plazo de cinco meses, que
se prorrogará mientras decida sobre el fondo del asunto.
–¿Contra qué artículos de la Carta Magna choca frontalmente la declaración independentista?
–La
Abogacía del Estado esgrimirá en su recurso que la decisión del Parlament tiene
efectos jurídicos (sin ir más lejos, la anunciada pretensión soberanista de
tramitar las «leyes del proceso consituyente, de Seguridad Social y de Hacienda
Pública») y vulnera, en primer lugar, el artículo 1,2 de la Constitución, que
establece que la soberanía nacional «reside en el pueblo español, del que
emanan los poderes del Estado». Además, también infringe el artículo 2, que
estipula la «indisoluble unidad de la Nación española», así como el 9 («los
ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto
del ordenamiento jurídico») y el 168, que delimita los cauces para la reforma
de la Constitución.
–¿Qué sucederá a partir de entonces?
–Una
vez suspendido el acuerdo de la Cámara catalana, el TC tramitará el recurso y
pedirá al Parlament que presente sus alegaciones antes de pronunciarse sobre el
fondo.
–¿Existe algún precedente?
–Sí.
En marzo de 2013, el Parlamento catalán aprobó una declaración de soberanía y
el «derecho a decidir del pueblo de Cataluña». El TC suspendió la declaración
soberanista tras el recurso del Gobierno y, un año después, anuló la resolución
del Parlament negando el carácter soberano del pueblo catalán aunque abriendo
la puerta al «derecho a decidir» siempre y cuando se lleve a cabo respetando
los cauces legales.
–¿Qué puede hacer el TC si el Parlament ignora la suspensión y sigue adelante con su hoja de ruta independentista?
–El
escenario es completamente distinto al que se dio en 2013. La posterior reforma
de la ley orgánica del Tribunal Constitucional deja en manos del TC una batería
de medidas para garantizar que se acate la suspensión cautelar, desde
requerimientos y multas hasta la suspensión de las autoridades o funcionarios
responsables del incumplimiento o, incluso, dejar en manos del Gobierno la
ejecución del mandato del Alto Tribunal.
La identidad política permite numerosas opciones culturales. Ese derecho a decidir es de los individuos, no de los territorios: si un territorio tiene derecho a decidir por su cuenta, los demás ciudadanos ven mutilado el suyo
FERNANDO SAVATER 9 NOV 2015 - 00:00 CET
Contra la figura hierática
de don Tancredo en la plaza de toros ya hizo los debidos comentarios, no
indebidamente elogiosos, José Bergamín. También el presidente Mariano Rajoy se
ha llevado por su actitud no menos estólida ante la intentona golpista de los
nacionalistas catalanes comentarios desfavorables, muchos de los cuales
muestran impaciencia razonable, otros franco sectarismo (si no tiene la culpa
también de esto el Gobierno popular, ¿quién la va a tener?) y algunos, como los
de Ximo Puig, apuntan cierto bloqueo de las funciones de cerebración superior,
por decirlo amablemente. Las más comprensibles de estas críticas señalan que
Rajoy no solo debía haber recordado la ley y sus profetas, lo que está muy
bien, sino directamente hacerla cumplir, sobre todo en un caso de flagrante
ilegalidad como la consulta del 9-N. Otros señalan que no debió atrincherarse
en la legalidad (incluso hay quien opina que no debió “amenazar” con hacer
cumplir la ley, lenguaje extraño en una democracia), sino ofrecer un diálogo que
aportase a los sediciosos cierta comprensión, soluciones imaginativas y
propuestas ilusionantes, como mandan los cánones. Del contenido concreto de
estas generosas alternativas no se dice demasiado, o más bien nada. Está claro
que Rajoy debía haber ofrecido algo, pero no está claro (ni oscuro: no está) el
qué.
Los, si no lo
entiendo mal, que, según el PSOE, el Gobierno debía haber ofertado una reforma
constitucional como la que ahora ese partido propone en su programa electoral
para el 20 de diciembre. Dejemos a un lado los aspectos de tal reforma —en la
que sin duda hay cosas interesantes— que no afectan directamente al Asunto por
excelencia, la organización territorial del país y la unidad de España, puesto
que solo estas cuestiones interesan al nacionalismo insurgente. Según dice el
borrador publicado en este periódico, el PSOE se compromete a “reconocer las
singularidades de distintas nacionalidades y regiones y sus consecuencias
concretas: lengua propia, cultura, foralidad, derechos históricos, insularidad,
organización territorial o peculiaridades históricas de derecho civil”. O sea,
más o menos lo que hay ahora y que nos ha traído a la conflictiva situación
actual. No veo que nadie niegue la lengua propia de las autonomías (el problema
más bien es que se respete el castellano en la enseñanza de algunas de ellas),
ni la insularidad de las islas (que resulta bastante evidente, a mi juicio), ni
la cultura de las nacionalidades y regiones, es decir, de los ciudadanos que
son quienes hacen cultura en todas partes. La foralidad, los derechos
históricos, etcétera, también están, ay, reconocidos ya, lo cual da lugar a
privilegios en unos casos y equívocos en otros, lo que es inevitable cuando se
admiten constitucionalmente derechos prepolíticos.
Ni siquiera se plantea si
esos atavismos han de conservarse solo si favorecen al país entero y no en
cualquier otro caso, lo cual sería un verdadero cambio. La novedad es que se
incluirá en la Constitución el nombre de todas las comunidades autónomas, lo
cual podría complementarse con el de todos los ríos, montes y playas de nuestro
bello país, ya puestos. A no ser que se pongan aduanas entre las comunidades,
para asegurar que nadie se distrae de la singularidad de cada una. Me imagino
los carteles en carreteras, estaciones y aeropuertos: “Ya está usted en el País
Vasco: póngase su txapela”,“Llega a la Comunidad Valenciana: la
paella, declarada bien comestible de la humanidad”, “Estamos en Andalucía:
recoja sus castañuelas en ventanilla”, etcétera. Por no hablar de la genialidad
de que todas las lenguas cooficiales puedan utilizarse en todas las comunidades
sin discriminación, babelización absurda que desconoce o minusvalora la
ventaja, no ya cultural sino política,de tener una lengua común que
sirve para entenderse a los ciudadanos de todas partes en el Estado, sea cual
fuere su lengua materna.
En vez de dedicarse a
sacralizar o inventar singularidades para dar gusto a los narcisistas de las
pequeñas diferencias (Freud dixit),resulta más útil explicar los
elementos compartidos en que se basa nuestra ciudadanía. Cuando se pregunta a
intelectuales no nacionalistas que justifiquen su opinión, responden: a) “A
mí no me gustaría que Cataluña se separase de España”, potente argumento al que
Romeva o Mas pueden contestar que a ellos sí. b) “A los
catalanes les iría económicamente peor separados”, que es como tratar de
disuadir a un atracador diciéndole que el dinero mal habido no da la
felicidad. c) “¡La unidad de España!”, muy bien, pero ¿por qué
es importante? La confusión interesada entre identidad cultural e identidad
política es la base de todo nacionalismo. La identidad política, o sea la
ciudadanía que da el Estado de derecho, siempre permite numerosas opciones
culturales entre las que cada cual perfila a partir de lo común su identidad
propia. Ese derecho a decidir es de los individuos, no de los territorios: si
un territorio tiene derecho a decidir por su cuenta, los demás ciudadanos ven
mutilado el suyo. Queremos ser ciudadanos por entero y, por tanto, no españoles
a medias. Los nacionalistas pretenden que el área de la que han decidido
apropiarse es una nación sin Estado (con derecho a tenerlo); los
antinacionalistas defendemos un Estado sin naciones, es decir, sin miniestados
dentro del Estado.
¿Qué son esas entidades
fabulosas de las que hablan los nacionalistas? El maestro de sociólogos Juan
José Linz escribió: “El tema de las diversas aspiraciones culturales y/o
políticas queda generalmente definido con el uso de expresiones genéricas
como los vascos o los galeses, o
de términos como la nación vasca, el pueblovasco, el grupo
étnico y demás. Son pocos los intentos para definir de modo más
preciso a qué aluden dichos términos, qué características definitorias se
emplean para incluir a alguien en esas categorías y cómo verificar el grado en
que una entidad colectiva de esta índole es una realidad, experimentada como
tal por sus presuntos miembros”. Eso aclara por qué Pujol dijo de Borrell que
era “un señor nacido en Cataluña, no un catalán”, Carme Forcadell considera “no
catalanes” a los votantes de C’S o el PP, y el inefable Arzallus aseguró en una
entrevista que yo no soy vasco “porque mi padre era notario y los notarios no
son de ninguna parte”. Todos ellos tienen razón, porque ser “catalán” o “vasco”
para un nacionalista no depende de rasgos culturales o biográficos, sino de la
adhesión al ideal separatista de romper la ciudadanía estatal. Los no
nacionalistas que siguen hablando de “lo que quiere Cataluña” o de que “los
catalanes se sientan a gusto” confirman la ideología nacionalista sin saberlo.
“¡Y se terminó la broma!”,
dijo optimista García Albiol. Ojalá, pero por desgracia la broma continúa. Uno
se desespera de ver a tantos jóvenes emburrecidos por la alfalfa nacionalista,
convencidos de que “nos quieren quitar lo de aquí” y que todo lo malo llega
porque no son independientes, es decir, puros y buenos salvajes. ¿Cómo acabará
esto? No sé cómo, pero en cambio estoy seguro de que acabará mal. Aplico uno de
los estupendos aforismos de Jorge Wagensberg: “Hay cosas que acaban mal porque,
si no, no acaban”. Pues eso.
Fernando Savater es
escritor.
LOS PARTIDOS SECESIONISTAS
CONTRA LA CONSTITUCIÓN
07/11/2015@18:02:10 GMT+1
Luis María ANSON
Todavía José Luis Rodríguez
Zapatero en Moncloa, Luis María Anson publicó en el diario El Mundo el 7 de
julio de 2011 el artículo que reproducimos a continuación. En él se anticipaba
lo que podía ocurrir y lo que ha ocurrido. Vale la pena leer este artículo del
presidente de El Imparcial que publicamos sin alterar una coma.
“Se lo advirtió José Ortega
y Gasset, primera inteligencia española del siglo XX, a Manuel Azaña, el
político ambiguo ante el que todavía babea cierto progresismo merengoso: la
voracidad de los partidos nacionalistas no tiene otro límite que la secesión.
El Estatuto catalán defendido ardorosamente por Azaña no era más que un peldaño
en la escalera hacia la independencia. Solo tres años después, la realidad dio
la razón al filósofo sobre el político y el general Batet tuvo que desarticular
por la fuerza la proclamación de hecho de la independencia catalana contra la
Constitución de la II República.
En la macroencuesta
realizada antes de que empezara el circo actual, ni el 5% de los catalanes
estaba interesado en modificar el Estatuto articulado por la Monarquía
parlamentaria. Los despropósitos de Zapatero despertaron al dragón dormido
pero, a pesar de la parafernalia de la publicidad, la propaganda política y el
coro de tertulianos y articulistas, menos del 50% de los ciudadanos catalanes
acudieron a votar el referéndum que aprobó el Estatuto. Como la clase política
catalana lo único que quiere de verdad es más poder, mandar más, hoy camina
francamente, a izquierda y a derecha, hacia la secesión. Zapatero es el
responsable político de lo que se nos vendrá encima en un plazo más o menos
corto.
Aznar dejó a Eta acorralada,
exangüe, moribunda. La banda agonizaba. El nuevo presidente por accidente
proporcionó al enfermo terminal el balón de oxígeno que necesitaba, abriendo
una negociación política de tú a tú entre el Gobierno y los terroristas que ha
cristalizado con la instalación de Eta en las instituciones. De Bildueta y sus
fazañas es responsable José Luis Rodríguez Zapatero. Según sectores cualificados
de la vida española, el Gobierno incluso informó a dirigentes etarras de que
iban a ser detenidos para que pudieran escapar. Al caso Faisán, y al contenido
de algunos aspectos de la negociación reflejados en las actas de los encuentros
Eta-Gobierno, se les califica de colaboración con banda armada por parte de
destacados dirigentes del PP.
La Constitución de 1978
admite que, desde el Estado de Derecho, se pueda alcanzar la secesión. Los
pasos a dar para Bildueta y el PNV, por poner un ejemplo, serían, conforme al
Título X, artículos 166-169, los siguientes: modificación de los artículos
correspondientes de la Constitución por los dos tercios del Congreso de los
Diputados; a continuación el texto constitucional exige que los dos tercios del
Senado confirmen lo aprobado por el Congreso y después debe producirse la
disolución inmediata de las dos Cámaras; tras elecciones generales, el nuevo
Congreso deberá aprobar otra vez por dos tercios la reforma constitucional y
seguidamente el Senado, también por dos tercios, tendría que votar la
modificación de los artículos correspondientes. Finalmente, corresponde decidir
al entero pueblo español en referéndum.
Como parece claro que ni
Bildueta ni el PNV ni los partidos nacionalistas catalanes contarán nunca con
apoyos suficientes para salvar los escollos de la carta magna española, la
colisión en el futuro entre el secesionismo y la Constitución se hará
inevitable. Esa es la herencia que deja José Luis Rodríguez Zapatero. Sus
propios partidarios lo escabecharon en abril por la disparatada gestión que ha
hecho de la crisis económica. Pero el paro, el déficit y la deuda se resolverán
antes o después. Sin embargo, ¿quién le pone el cascabel a la hiena del
secesionismo vasco, del secesionismo catalán, atizados por las ocurrencias y la
inepcia de Zapatero?”
LOS PARTIDOS SECESIONISTAS
CONTRA LA CONSTITUCIÓN
07/11/2015@18:02:10 GMT+1
Luis María ANSON
Todavía José Luis Rodríguez
Zapatero en Moncloa, Luis María Anson publicó en el diario El Mundo el 7 de
julio de 2011 el artículo que reproducimos a continuación. En él se anticipaba
lo que podía ocurrir y lo que ha ocurrido. Vale la pena leer este artículo del
presidente de El Imparcial que publicamos sin alterar una coma.
“Se lo advirtió José Ortega
y Gasset, primera inteligencia española del siglo XX, a Manuel Azaña, el
político ambiguo ante el que todavía babea cierto progresismo merengoso: la
voracidad de los partidos nacionalistas no tiene otro límite que la secesión.
El Estatuto catalán defendido ardorosamente por Azaña no era más que un peldaño
en la escalera hacia la independencia. Solo tres años después, la realidad dio
la razón al filósofo sobre el político y el general Batet tuvo que desarticular
por la fuerza la proclamación de hecho de la independencia catalana contra la
Constitución de la II República.
En la macroencuesta
realizada antes de que empezara el circo actual, ni el 5% de los catalanes
estaba interesado en modificar el Estatuto articulado por la Monarquía
parlamentaria. Los despropósitos de Zapatero despertaron al dragón dormido
pero, a pesar de la parafernalia de la publicidad, la propaganda política y el
coro de tertulianos y articulistas, menos del 50% de los ciudadanos catalanes
acudieron a votar el referéndum que aprobó el Estatuto. Como la clase política
catalana lo único que quiere de verdad es más poder, mandar más, hoy camina
francamente, a izquierda y a derecha, hacia la secesión. Zapatero es el
responsable político de lo que se nos vendrá encima en un plazo más o menos
corto.
Aznar dejó a Eta acorralada,
exangüe, moribunda. La banda agonizaba. El nuevo presidente por accidente
proporcionó al enfermo terminal el balón de oxígeno que necesitaba, abriendo
una negociación política de tú a tú entre el Gobierno y los terroristas que ha
cristalizado con la instalación de Eta en las instituciones. De Bildueta y sus
fazañas es responsable José Luis Rodríguez Zapatero. Según sectores
cualificados de la vida española, el Gobierno incluso informó a dirigentes
etarras de que iban a ser detenidos para que pudieran escapar. Al caso Faisán,
y al contenido de algunos aspectos de la negociación reflejados en las actas de
los encuentros Eta-Gobierno, se les califica de colaboración con banda armada
por parte de destacados dirigentes del PP.
La Constitución de 1978
admite que, desde el Estado de Derecho, se pueda alcanzar la secesión. Los
pasos a dar para Bildueta y el PNV, por poner un ejemplo, serían, conforme al
Título X, artículos 166-169, los siguientes: modificación de los artículos
correspondientes de la Constitución por los dos tercios del Congreso de los
Diputados; a continuación el texto constitucional exige que los dos tercios del
Senado confirmen lo aprobado por el Congreso y después debe producirse la
disolución inmediata de las dos Cámaras; tras elecciones generales, el nuevo
Congreso deberá aprobar otra vez por dos tercios la reforma constitucional y
seguidamente el Senado, también por dos tercios, tendría que votar la
modificación de los artículos correspondientes. Finalmente, corresponde decidir
al entero pueblo español en referéndum.
Como parece claro que ni
Bildueta ni el PNV ni los partidos nacionalistas catalanes contarán nunca con
apoyos suficientes para salvar los escollos de la carta magna española, la
colisión en el futuro entre el secesionismo y la Constitución se hará
inevitable. Esa es la herencia que deja José Luis Rodríguez Zapatero. Sus
propios partidarios lo escabecharon en abril por la disparatada gestión que ha
hecho de la crisis económica. Pero el paro, el déficit y la deuda se resolverán
antes o después. Sin embargo, ¿quién le pone el cascabel a la hiena del
secesionismo vasco, del secesionismo catalán, atizados por las ocurrencias y la
inepcia de Zapatero?”
Evaluar para mejorar
La enseñanza necesita
mecanismos para premiar la calidad docente
EL PAÍS 8 NOV 2015 - 00:00
CET
El filósofo José Antonio
Marina. / CARLOS ROSILLO
Habrá que esperar a conocer
a finales de noviembre el contenido del Libro Blanco de la Función Básica
Docente—que el ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, ha encargado al
filósofo y pedagogo José Antonio Marina— para analizar el alcance de sus
propuestas, pero algunas de las que han trascendido deben ser tomadas en
consideración muy seriamente. En concreto, la relativa a la necesidad de
implantar un sistema de evaluación de los docentes. La competencia del
profesorado es un elemento clave de la calidad de cualquier sistema educativo.
Los países con mejores resultados tienen sistemas estables de evaluación del
profesorado y los utilizan como un instrumento de mejora continua de la
enseñanza. Una de las principales carencias del sistema educativo español es
precisamente la ausencia de este tipo de revisiones.
En una cultura tan poco
proclive a rendir cuentas como la nuestra, la evaluación externa es vista con
frecuencia desde posiciones corporativistas como una amenaza o como un intento
de control arbitrario por parte de la autoridad. Pero no tiene por qué ser así.
Al contrario: es saludable que quienes cumplen una función pública rindan
cuentas de su trabajo. Lo lógico es que la sociedad quiera asegurarse de que
los recursos que destina a algo tan importante como la educación se utilicen de
la forma más eficiente posible. Por otra parte, un sistema que trate de la
misma manera a quien hace las cosas bien, y se esfuerza por mejorar, que a
quien no lo hace carece de incentivos para alcanzar la excelencia.
Hacia un Estado laico
(24/10/2015)
Reforma educativa por
acuerdo (29/07/2015)
Hace falta evaluar
(06/05/2015)
Implantar un buen sistema de
evaluación no es sencillo. La primera dificultad radica en definir los
criterios de calidad que se van a medir. La segunda es elegir una metodología
que sea a la vez rigurosa y justa, capaz de valorar de forma transparente
diferentes parámetros del trabajo del docente, como el conocimiento de la
materia, sus habilidades didácticas o sus aportaciones a las tareas colectivas.
Para ello existen diferentes métodos ya probados en otros países, que incluyen
mecanismos de autoevaluación, test de competencias o pruebas observacionales
dentro del aula. Los resultados académicos de los alumnos son también un
elemento a tener en cuenta, siempre que se ponderen las circunstancias
socio-culturales del centro.
Otra dificultad radica en
decidir quién ha de evaluar, en qué momento y qué efectos se quieren obtener
del resultado de esa evaluación. Parece lógico que un buen resultado en la
evaluación tenga efectos positivos en la carrera del profesor y se refleje
también en su remuneración. Vincular ciertos incentivos económicos a la calidad
docente es un poderoso estímulo de mejora. Pero un buen sistema de evaluación
requiere al mismo tiempo el desarrollo de una carrera docente y la implantación
de un sistema de formación continuada.
La adecuada combinación de
estos elementos es lo que ha permitido a países como Finlandia mejorar la
calidad de su sistema educativo. Es de esperar que el Libro Blanco haga
propuestas en esta dirección y que las partes implicadas, especialmente los
docentes, participen en el debate sin apriorismos ni reservas, porque la
evaluación mejora el funcionamiento de los centros y redunda en un mayor
reconocimiento social del profesorado.
'El buen maestro no puede
cobrar lo mismo que el malo'
Los docentes rechazan un
sistema de incentivos por resultados
JOSÉ ANTONIO MARINA
06/11/201503:14
Para ayudar a traer la
educación al debate público, acepté elaborar el Libro blanco de la profesión
docente, sobre el que estos días se han alzado varias polémicas.
Me alegra que se hayan
planteado, porque el debate sobre estos temas es necesario, pero me entristece
que se hayan basado en malentendidos o en información fragmentada, porque
pueden dar al traste con una posibilidad que me parece hermosa. Es posible que
haya tenido yo la culpa.
"Han surgido
malentendidos que me gustaría aclarar sobre la evaluación de los docentes y
sobre el uso de grabaciones para la formación de los docentes"
Para evitar precisamente
malas interpretaciones, decidí trabajar a la vista de todos. Por ello abrí una
web explicando lo que mi equipo y yo estábamos haciendo
www.libroblanco.joseantoniomarina.net) y además di un correo para que todo el
que quisiera pudiera participar mandándonos información.
Eso ha hecho olvidar que
hasta que no esté terminado no se puede decir nada sobre él. Está en
construcción.
Para colmo de males, todo
esto ha coincidido con la presentación de un libro mío sobre la transformación
de la escuela española -'Despertad al diplodocus'-, cuya aparición estaba
prevista desde antes de que el ministro me encargara el libro blanco.
Allí, desde un punto de
vista más general, se habla de temas que tienen que ver con los docentes.
Algunos medios de comunicación han mezclado información de las dos fuentes y ha
sido otro motivo de equívocos.
Han surgido dos
malentendidos que me gustaría aclarar.
Uno, relativo a la
evaluación de los docentes, y otro al uso de grabaciones para la formación de
los docentes.
Empecemos con la evaluación.
Ha irritado mucho que haya
ligado los incentivos al desempeño.
Es algo que está recogido en
el estatuto del funcionariado, de modo que las reclamaciones, a él.
Pero lo importante es que
necesitamos mejorar nuestro sistema educativo.
Todos los estudios
internacionales y nacionales nos dicen que la acción de los docentes es
imprescindible para conseguir una escuela de calidad.
No es el único factor, por
supuesto, pero es el que va a llevar cualquier cambio al aula o va a impulsarlo
desde el aula.
En todo el mundo se trabaja
para atraer a la docencia a los mejores, para lo cual es imprescindible
prestigiar la profesión, reconocer su enorme relevancia social, apelar a la
vocación ética de muchas personas, y también diseñar una carrera profesional
atractiva, con posibilidades de desarrollo personal y laboral.
Y es ahí donde, como una de
las tareas del libro blanco, estamos estudiando la manera en que lo intentan
otros países.
Hay un ideal común: atraer al 30% de los
mejores expedientes académicos al campo de la educación. ¿Cómo podemos hacerlo?
"La calidad de la
docencia se puede y se debe evaluar con los procedimientos adecuados, y como la
educación es compleja, los criterios deben ser complejos"
Lo primero es diseñar una
carrera profesional que permita a los docentes una expansión de posibilidades,
que presente alguna manera de progresar en ella. Por supuesto que el premio
mayor es la satisfacción del deber cumplido, pero vamos a valorar también los
premios que vienen después.
Es necesario el
reconocimiento del esfuerzo, de la calidad, de la excelencia.
No podemos seguir alérgicos
a todo lo que sea valorar el mérito.
Al proponer que el desempeño
de los docentes debería ser evaluado, un sindicato ha dicho que no era
necesario porque los docentes, con sus ejercicios de ingreso, habían demostrado
ya su idoneidad.
¿De manera que una prueba de
acceso asegura la competencia a lo largo de una vida laboral entera?
La idea de que 'yo ya me he
ganado el puesto porque me esforcé para ganar la oposición' entraña una lógica
malsana.
Tampoco tiene razón Irene
Rigau, consejera de Educación catalana -que ha hecho cosas estupendas- cuando
dice que no está de acuerdo conmigo porque "todos los profesores tienen
que ser muy buenos".
De acuerdo, ¿y eso cómo se
hace?
Sólo apunta a la selección
de los futuros docentes.
Pero sucede que la
transformación de la escuela española no puede esperar a que nuevas
generaciones de docentes maravillosos sucedan a los que estamos.
El cambio en la escuela
tenemos que hacerlo los docentes actuales, y hay que utilizar todas las
astucias motivadoras para conseguir que todos sean excelentes.
La siguiente crítica es que
enseñar no es como fabricar tornillos.
Es una actividad que no se
puede evaluar. Y entonces, se pone como ejemplo de disparate que yo haya dicho
que se debe medir la calidad de un profesor (y por lo tanto sus incentivos)
atendiendo a las notas de sus alumnos.
Hay que saber muy poco de
evaluación educativa para pensar así.
La calidad de la docencia se
puede y se debe evaluar con los procedimientos adecuados, y como la educación
es un tema complejo, los criterios deben ser complejos.
Del repaso de los
procedimientos que se utilizan en otros países hemos seleccionado, hasta este
momento, siete:
(1)
El portfolio del docente, es decir, toda su historia laboral, el modo como ha
actuado hasta ese momento, sus cursos, sus trabajos, etc.
(2)
El progreso educativo de sus alumnos. No se trata de la nota, sino de cómo ha
avanzado. Que un niño pase de tener un 1 a tener un 4 es un progreso mayor que
el de un alumno que pase de 9 a 10. Sin embargo, la nota de este último es
mucho más alta. (3) La opinión de sus alumnos.
(4)
La observación en el aula de la actividad del profesor. Para ojos expertos,
resulta fácil saber si un profesor lo hace bien o mal.
(5)
El modo de relacionarse con las familias, que son un factor importante en el
proceso educativo.
(6) La manera de participar
en la vida del centro, de cooperar con otros docentes en proyectos comunes, de
mantener la relación en el claustro, de colaborar a que haya una pasión por
aprender.
(7)
La calidad del centro en que trabaja. ¿Por qué este último aspecto es
importante? Porque si el progreso de un profesor va ligado no sólo a la calidad
de su trabajo, sino también a la calidad del trabajo de sus compañeros, se
esforzará en que todos lo hagan muy bien.
Estos factores de evaluación
tienen que ser ponderados, porque no todos tienen la misma relevancia, y tienen
además que ser corregidos atendiendo al entorno en que se mueve el centro, al
número de alumnos inmigrantes, a las condiciones económicas y sociales.
Supongan que ser profesor en
un centro muy conflictivo tuviera más valor que serlo en un centro sin
problemas. Sería más fácil encontrar profesores que quisieran ir a ellos.
Creo que fue Bayrou, un
ministro francés de Educación, quien propuso crear un cuerpo docente de élite
especializado en centros muy conflictivos.
Me pareció una buena
solución.
En este momento, en la
escuela pública, las plazas se van adjudicando por antigüedad o por méritos, lo
que hace que a los centros más complicados vayan los recién llegados.
No parece sensato.
La otra polémica que ha
surgido la ha provocado un titular alarmante de 'ABC'.
Al parecer, yo proponía
"grabar las clases para evaluar al profesor".
Vino a verme un equipo de
una televisión para preguntarme si proponía poner cámaras de vigilancia en las
aulas.
Lo que había explicado con
todo detenimiento es que formar a un docente es complicado, y que un método
útil -que se aplica en EEUU no sólo en la docencia, sino, por ejemplo, en el
entrenamiento de psicólogos- es grabar una clase y comentarla con el protagonista
para ver los problemas, las virtudes, los aciertos y las equivocaciones.
A todos nos resulta muy
difícil darnos cuenta de cómo se nos ve desde fuera.
Creemos que hemos sido
amistosos y tenemos un gesto hosco.
Pensamos que hablamos con
voz clara y no se nos entiende.
No nos percatamos de que
damos la clase atendiendo a un solo alumno.
Esas cosas son muy fáciles
de mostrar en un vídeo.
Mencioné incluso que la
Fundación Bill y Melinda Gates ha dedicado 300 millones de dólares a un
programa llamado 'Measures of Effective Teaching' que pretende hallar las claves
para mejorar la educación.
Uno de sus objetivos es
construir sistemas justos y fiables para medir la calidad del docente.
Un primer resumen de los resultados se ha publicado con el título 'Learning
about teaching: Initial findings from the Measures of Effective teaching
Project'. En el
proyecto han participado 3000 profesores voluntarios.
Se han grabado 20.000
clases, con los comentarios de los docentes, que fueron analizadas para
intentar sacar conclusiones.
Mi propósito al aceptar
elaborar este libro blanco es hacerlo desde el aula hacia el Ministerio, porque
todos los que se han hecho han ido desde el Ministerio hacia las aulas.
Supondría para mí una gran
decepción que los malentendidos, la actitud de recelo y desconfianza que se ha
instalado en el mundo educativo, frustrara esta oportunidad. No es mi libro
blanco.
Un libro blanco, un 'white
paper', es una documentación rigurosamente seleccionada y ordenada para
facilitar la tarea de los que tienen que tomar decisiones. No pretendo nada
más, pero tampoco nada menos.
José Antonio Marina es
filósofo y autor del Libro Blanco sobre la Profesión Docente.
'El buen maestro no puede
cobrar lo mismo que el malo'Los docentes rechazan un sistema de incentivos por
resultados
JOSÉ ANTONIO MARINA
ACTUALIZADO 06/11/201503:14
Para ayudar a traer la
educación al debate público, acepté elaborar el Libro blanco de la profesión
docente, sobre el que estos días se han alzado varias polémicas.
Me alegra que se hayan
planteado, porque el debate sobre estos temas es necesario, pero me entristece
que se hayan basado en malentendidos o en información fragmentada, porque
pueden dar al traste con una posibilidad que me parece hermosa. Es posible que
haya tenido yo la culpa.
"Han surgido
malentendidos que me gustaría aclarar sobre la evaluación de los docentes y
sobre el uso de grabaciones para la formación de los docentes"
Para evitar precisamente
malas interpretaciones, decidí trabajar a la vista de todos. Por ello abrí una
web explicando lo que mi equipo y yo estábamos haciendo
www.libroblanco.joseantoniomarina.net) y además di un correo para que todo el
que quisiera pudiera participar mandándonos información.
Eso ha hecho olvidar que
hasta que no esté terminado no se puede decir nada sobre él. Está en
construcción
Para colmo de males, todo
esto ha coincidido con la presentación de un libro mío sobre la transformación
de la escuela española -'Despertad al diplodocus'-, cuya aparición estaba
prevista desde antes de que el ministro me encargara el libro blanco.
Allí, desde un punto de
vista más general, se habla de temas que tienen que ver con los docentes.
Algunos medios de
comunicación han mezclado información de las dos fuentes y ha sido otro motivo
de equívocos. Han surgido dos malentendidos que me gustaría aclarar. Uno,
relativo a la evaluación de los docentes, y otro al uso de grabaciones para la
formación de los docentes. Empecemos con la evaluación.
Ha irritado mucho que haya
ligado los incentivos al desempeño.
Es algo que está recogido en
el estatuto del funcionariado, de modo que las reclamaciones, a él.
Pero lo importante es que
necesitamos mejorar nuestro sistema educativo.
Todos los estudios
internacionales y nacionales nos dicen que la acción de los docentes es imprescindible
para conseguir una escuela de calidad. No es el único factor, por supuesto,
pero es el que va a llevar cualquier cambio al aula o va a impulsarlo desde el
aula.
En todo el mundo se trabaja
para atraer a la docencia a los mejores, para lo cual es imprescindible
prestigiar la profesión, reconocer su enorme relevancia social, apelar a la
vocación ética de muchas personas, y también diseñar una carrera profesional
atractiva, con posibilidades de desarrollo personal y laboral.
Y es ahí donde, como una de
las tareas del libro blanco, estamos estudiando la manera en que lo intentan
otros países.
Hay un ideal común: atraer
al 30% de los mejores expedientes académicos al campo de la educación. ¿Cómo
podemos hacerlo?
"La calidad de la
docencia se puede y se debe evaluar con los procedimientos adecuados, y como la
educación es compleja, los criterios deben ser complejos"
Lo primero es diseñar una
carrera profesional que permita a los docentes una expansión de posibilidades,
que presente alguna manera de progresar en ella.
Por supuesto que el premio
mayor es la satisfacción del deber cumplido, pero vamos a valorar también los
premios que vienen después.
Es necesario el
reconocimiento del esfuerzo, de la calidad, de la excelencia. No podemos seguir
alérgicos a todo lo que sea valorar el mérito.
Al proponer que el desempeño
de los docentes debería ser evaluado, un sindicato ha dicho que no era
necesario porque los docentes, con sus ejercicios de ingreso, habían demostrado
ya su idoneidad.
¿De manera que una prueba de
acceso asegura la competencia a lo largo de una vida laboral entera?
La idea de que 'yo ya me he
ganado el puesto porque me esforcé para ganar la oposición' entraña una lógica
malsana.
Tampoco tiene razón Irene
Rigau, consejera de Educación catalana -que ha hecho cosas estupendas- cuando
dice que no está de acuerdo conmigo porque "todos los profesores tienen
que ser muy buenos".
De acuerdo, ¿y eso cómo se
hace?
Sólo apunta a la selección
de los futuros docentes. Pero sucede que la transformación de la escuela
española no puede esperar a que nuevas generaciones de docentes maravillosos
sucedan a los que estamos.
El cambio en la escuela
tenemos que hacerlo los docentes actuales, y hay que utilizar todas las
astucias motivadoras para conseguir que todos sean excelentes.
La siguiente crítica es que
enseñar no es como fabricar tornillos.
Es una actividad que no se
puede evaluar.
Y entonces, se pone como
ejemplo de disparate que yo haya dicho que se debe medir la calidad de un
profesor (y por lo tanto sus incentivos) atendiendo a las notas de sus alumnos.
Hay que saber muy poco de
evaluación educativa para pensar así.La calidad de la docencia se puede y se
debe evaluar con los procedimientos adecuados, y como la educación es un tema
complejo, los criterios deben ser complejos.
Del repaso de los
procedimientos que se utilizan en otros países hemos seleccionado, hasta este
momento, siete:
(1) El portfolio del docente, es decir, toda su historia laboral, el modo como ha actuado hasta ese momento, sus cursos, sus trabajos, etc.
(2) El progreso educativo de
sus alumnos. No se trata de la nota, sino de cómo ha avanzado. Que un niño pase
de tener un 1 a tener un 4 es un progreso mayor que el de un alumno que pase de
9 a 10. Sin embargo, la nota de este último es mucho más alta.
(3) La opinión de sus
alumnos.
(4) La observación en el
aula de la actividad del profesor. Para ojos expertos, resulta fácil saber si
un profesor lo hace bien o mal.
(5) El modo de relacionarse
con las familias, que son un factor importante en el proceso educativo.
(6) La manera de participar
en la vida del centro, de cooperar con otros docentes en proyectos comunes, de
mantener la relación en el claustro, de colaborar a que haya una pasión por
aprender.
(7) La calidad del centro en
que trabaja. ¿Por qué este último aspecto es importante? Porque si el progreso
de un profesor va ligado no sólo a la calidad de su trabajo, sino también a la
calidad del trabajo de sus compañeros, se esforzará en que todos lo hagan muy
bien.
Estos factores de evaluación
tienen que ser ponderados, porque no todos tienen la misma relevancia, y tienen
además que ser corregidos atendiendo al entorno en que se mueve el centro, al
número de alumnos inmigrantes, a las condiciones económicas y sociales.
Supongan que ser profesor en
un centro muy conflictivo tuviera más valor que serlo en un centro sin
problemas. Sería más fácil encontrar profesores que quisieran ir a ellos.
Creo que fue Bayrou, un
ministro francés de Educación, quien propuso crear un cuerpo docente de élite especializado
en centros muy conflictivos. Me pareció una buena solución.
En este momento, en la
escuela pública, las plazas se van adjudicando por antigüedad o por méritos, lo
que hace que a los centros más complicados vayan los recién llegados.
No parece sensato.
La otra polémica que ha
surgido la ha provocado un titular alarmante de 'ABC'. Al parecer, yo proponía
"grabar las clases para evaluar al profesor".
Vino a verme un equipo de
una televisión para preguntarme si proponía poner cámaras de vigilancia en las
aulas.
Lo que había explicado con
todo detenimiento es que formar a un docente es complicado, y que un método
útil -que se aplica en EEUU no sólo en la docencia, sino, por ejemplo, en el
entrenamiento de psicólogos- es grabar una clase y comentarla con el
protagonista para ver los problemas, las virtudes, los aciertos y las
equivocaciones. A todos nos resulta muy difícil darnos cuenta de cómo se nos ve
desde fuera.
Creemos que hemos sido
amistosos y tenemos un gesto hosco.
Pensamos que hablamos con
voz clara y no se nos entiende.
No nos percatamos de que damos la clase atendiendo a un solo
alumno.
Esas cosas son muy fáciles
de mostrar en un vídeo.
Mencioné incluso que la
Fundación Bill y Melinda Gates ha dedicado 300 millones de dólares a un programa
llamado 'Measures of Effective Teaching' que pretende hallar las claves para
mejorar la educación.
Uno de sus objetivos es construir sistemas justos y fiables para medir la calidad del docente.
Un primer resumen de los resultados se ha publicado con el título
'Learning about teaching: Initial findings from the Measures of Effective
teaching Project'. En el proyecto han participado 3000 profesores voluntarios.
Se han grabado 20.000
clases, con los comentarios de los docentes, que fueron analizadas para intentar
sacar conclusiones.
Mi propósito al aceptar
elaborar este libro blanco es hacerlo desde el aula hacia el Ministerio, porque
todos los que se han hecho han ido desde el Ministerio hacia las aulas.
Supondría para mí una gran
decepción que los malentendidos, la actitud de recelo y desconfianza que se ha
instalado en el mundo educativo, frustrara esta oportunidad. No es mi libro
blanco.
Un libro blanco, un 'white
paper', es una documentación rigurosamente seleccionada y ordenada para
facilitar la tarea de los que tienen que tomar decisiones. No pretendo nada
más, pero tampoco nada menos.
José Antonio Marina es
filósofo y autor del Libro Blanco sobre la Profesión Docente.
El libro de los
malentendidos
JOSÉ ANTONIO MARINA
ACTUALIZADO
06/11/201503:14Para ayudar a traer la educación al debate público, acepté
elaborar el Libro blanco de la profesión docente, sobre el que estos días se
han alzado varias polémicas. Me alegra que se hayan planteado, porque el debate
sobre estos temas es necesario, pero me entristece que se hayan basado en
malentendidos o en información fragmentada, porque pueden dar al traste con una
posibilidad que me parece hermosa. Es posible que haya tenido yo la culpa.
"Han surgido
malentendidos que me gustaría aclarar sobre la evaluación de los docentes y
sobre el uso de grabaciones para la formación de los docentes"
Para evitar precisamente
malas interpretaciones, decidí trabajar a la vista de todos. Por ello abrí una
web explicando lo que mi equipo y yo estábamos haciendo
www.libroblanco.joseantoniomarina.net) y además di un correo para que todo el
que quisiera pudiera participar mandándonos información. Eso ha hecho olvidar
que hasta que no esté terminado no se puede decir nada sobre él. Está en
construcción. Para colmo de males, todo esto ha coincidido con la presentación
de un libro mío sobre la transformación de la escuela española -'Despertad al
diplodocus'-, cuya aparición estaba prevista desde antes de que el ministro me
encargara el libro blanco. Allí, desde un punto de vista más general, se habla
de temas que tienen que ver con los docentes. Algunos medios de comunicación
han mezclado información de las dos fuentes y ha sido otro motivo de equívocos.
Han surgido dos malentendidos que me gustaría aclarar. Uno, relativo a la
evaluación de los docentes, y otro al uso de grabaciones para la formación de
los docentes. Empecemos con la evaluación. Ha irritado mucho que haya ligado
los incentivos al desempeño. Es algo que está recogido en el estatuto del
funcionariado, de modo que las reclamaciones, a él. Pero lo importante es que necesitamos
mejorar nuestro sistema educativo. Todos los estudios internacionales y
nacionales nos dicen que la acción de los docentes es imprescindible para
conseguir una escuela de calidad. No es el único factor, por supuesto, pero es
el que va a llevar cualquier cambio al aula o va a impulsarlo desde el aula. En
todo el mundo se trabaja para atraer a la docencia a los mejores, para lo cual
es imprescindible prestigiar la profesión, reconocer su enorme relevancia
social, apelar a la vocación ética de muchas personas, y también diseñar una
carrera profesional atractiva, con posibilidades de desarrollo personal y
laboral. Y es ahí donde, como una de las tareas del libro blanco, estamos
estudiando la manera en que lo intentan otros países. Hay un ideal común: atraer
al 30% de los mejores expedientes académicos al campo de la educación. ¿Cómo
podemos hacerlo?
"La calidad de la
docencia se puede y se debe evaluar con los procedimientos adecuados, y como la
educación es compleja, los criterios deben ser complejos"
Lo primero es diseñar una
carrera profesional que permita a los docentes una expansión de posibilidades,
que presente alguna manera de progresar en ella. Por supuesto que el premio
mayor es la satisfacción del deber cumplido, pero vamos a valorar también los
premios que vienen después. Es necesario el reconocimiento del esfuerzo, de la
calidad, de la excelencia. No podemos seguir alérgicos a todo lo que sea
valorar el mérito. Al proponer que el desempeño de los docentes debería ser
evaluado, un sindicato ha dicho que no era necesario porque los docentes, con
sus ejercicios de ingreso, habían demostrado ya su idoneidad. ¿De manera que
una prueba de acceso asegura la competencia a lo largo de una vida laboral
entera? La idea de que 'yo ya me he ganado el puesto porque me esforcé para
ganar la oposición' entraña una lógica malsana. Tampoco tiene razón Irene
Rigau, consejera de Educación catalana -que ha hecho cosas estupendas- cuando
dice que no está de acuerdo conmigo porque "todos los profesores tienen que
ser muy buenos". De acuerdo, ¿y eso cómo se hace? Sólo apunta a la
selección de los futuros docentes. Pero sucede que la transformación de la
escuela española no puede esperar a que nuevas generaciones de docentes
maravillosos sucedan a los que estamos. El cambio en la escuela tenemos que
hacerlo los docentes actuales, y hay que utilizar todas las astucias
motivadoras para conseguir que todos sean excelentes.La siguiente crítica es
que enseñar no es como fabricar tornillos. Es una actividad que no se puede evaluar.
Y entonces, se pone como ejemplo de disparate que yo haya dicho que se debe
medir la calidad de un profesor (y por lo tanto sus incentivos) atendiendo a
las notas de sus alumnos. Hay que saber muy poco de evaluación educativa para
pensar así.La calidad de la docencia se puede y se debe evaluar con los
procedimientos adecuados, y como la educación es un tema complejo, los
criterios deben ser complejos. Del repaso de los procedimientos que se utilizan
en otros países hemos seleccionado, hasta este momento, siete: (1) El portfolio
del docente, es decir, toda su historia laboral, el modo como ha actuado hasta
ese momento, sus cursos, sus trabajos, etc. (2) El progreso educativo de sus
alumnos. No se trata de la nota, sino de cómo ha avanzado. Que un niño pase de
tener un 1 a tener un 4 es un progreso mayor que el de un alumno que pase de 9
a 10. Sin embargo, la nota de este último es mucho más alta. (3) La opinión de
sus alumnos. (4) La observación en el aula de la actividad del profesor. Para
ojos expertos, resulta fácil saber si un profesor lo hace bien o mal. (5) El
modo de relacionarse con las familias, que son un factor importante en el
proceso educativo. (6) La manera de participar en la vida del centro, de
cooperar con otros docentes en proyectos comunes, de mantener la relación en el
claustro, de colaborar a que haya una pasión por aprender. (7) La calidad del
centro en que trabaja. ¿Por qué este último aspecto es importante? Porque si el
progreso de un profesor va ligado no sólo a la calidad de su trabajo, sino
también a la calidad del trabajo de sus compañeros, se esforzará en que todos
lo hagan muy bien. Estos factores de evaluación tienen que ser ponderados,
porque no todos tienen la misma relevancia, y tienen además que ser corregidos
atendiendo al entorno en que se mueve el centro, al número de alumnos
inmigrantes, a las condiciones económicas y sociales. Supongan que ser profesor
en un centro muy conflictivo tuviera más valor que serlo en un centro sin
problemas. Sería más fácil encontrar profesores que quisieran ir a ellos. Creo
que fue Bayrou, un ministro francés de Educación, quien propuso crear un cuerpo
docente de élite especializado en centros muy conflictivos. Me pareció una
buena solución. En este momento, en la escuela pública, las plazas se van
adjudicando por antigüedad o por méritos, lo que hace que a los centros más
complicados vayan los recién llegados. No parece sensato.La otra polémica que
ha surgido la ha provocado un titular alarmante de 'ABC'. Al parecer, yo
proponía "grabar las clases para evaluar al profesor". Vino a verme
un equipo de una televisión para preguntarme si proponía poner cámaras de
vigilancia en las aulas. Lo que había explicado con todo detenimiento es que
formar a un docente es complicado, y que un método útil -que se aplica en EEUU
no sólo en la docencia, sino, por ejemplo, en el entrenamiento de psicólogos-
es grabar una clase y comentarla con el protagonista para ver los problemas,
las virtudes, los aciertos y las equivocaciones. A todos nos resulta muy difícil
darnos cuenta de cómo se nos ve desde fuera. Creemos que hemos sido amistosos y
tenemos un gesto hosco. Pensamos que hablamos con voz clara y no se nos
entiende. No nos percatamos de que damos la clase atendiendo a un solo alumno.
Esas cosas son muy fáciles de mostrar en un vídeo. Mencioné incluso que la
Fundación Bill y Melinda Gates ha dedicado 300 millones de dólares a un
programa llamado 'Measures of Effective Teaching' que pretende hallar las
claves para mejorar la educación. Uno de sus objetivos es construir sistemas
justos y fiables para medir la calidad del docente. Un
primer resumen de los resultados se ha publicado con el título 'Learning about
teaching: Initial findings from the Measures of Effective teaching Project'. En el proyecto han participado
3000 profesores voluntarios. Se han grabado 20.000 clases, con los comentarios
de los docentes, que fueron analizadas para intentar sacar conclusiones.Mi
propósito al aceptar elaborar este libro blanco es hacerlo desde el aula hacia
el Ministerio, porque todos los que se han hecho han ido desde el Ministerio
hacia las aulas. Supondría para mí una gran decepción que los malentendidos, la
actitud de recelo y desconfianza que se ha instalado en el mundo educativo,
frustrara esta oportunidad. No es mi libro blanco. Un libro blanco, un 'white
paper', es una documentación rigurosamente seleccionada y ordenada para
facilitar la tarea de los que tienen que tomar decisiones. No pretendo nada
más, pero tampoco nada menos.José Antonio Marina es filósofo y autor del Libro
Blanco sobre la Profesión Docente.
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'El buen maestro no puede
cobrar lo mismo que el malo
'Los docentes rechazan un sistema de incentivos por resultados
'Los docentes rechazan un sistema de incentivos por resultados
JOSÉ ANTONIO MARINA
ACTUALIZADO
06/11/201503:14Para ayudar a traer la educación al debate público, acepté
elaborar el Libro blanco de la profesión docente, sobre el que estos días se
han alzado varias polémicas. Me alegra que se hayan planteado, porque el debate
sobre estos temas es necesario, pero me entristece que se hayan basado en
malentendidos o en información fragmentada, porque pueden dar al traste con una
posibilidad que me parece hermosa. Es posible que haya tenido yo la culpa.
"Han surgido
malentendidos que me gustaría aclarar sobre la evaluación de los docentes y
sobre el uso de grabaciones para la formación de los docentes"
Para evitar precisamente
malas interpretaciones, decidí trabajar a la vista de todos. Por ello abrí una
web explicando lo que mi equipo y yo estábamos haciendo
www.libroblanco.joseantoniomarina.net) y además di un correo para que todo el
que quisiera pudiera participar mandándonos información. Eso ha hecho olvidar
que hasta que no esté terminado no se puede decir nada sobre él. Está en
construcción. Para colmo de males, todo esto ha coincidido con la presentación
de un libro mío sobre la transformación de la escuela española -'Despertad al
diplodocus'-, cuya aparición estaba prevista desde antes de que el ministro me
encargara el libro blanco. Allí, desde un punto de vista más general, se habla
de temas que tienen que ver con los docentes. Algunos medios de comunicación
han mezclado información de las dos fuentes y ha sido otro motivo de equívocos.
Han surgido dos malentendidos que me gustaría aclarar. Uno, relativo a la
evaluación de los docentes, y otro al uso de grabaciones para la formación de
los docentes. Empecemos con la evaluación. Ha irritado mucho que haya ligado
los incentivos al desempeño. Es algo que está recogido en el estatuto del
funcionariado, de modo que las reclamaciones, a él. Pero lo importante es que
necesitamos mejorar nuestro sistema educativo. Todos los estudios
internacionales y nacionales nos dicen que la acción de los docentes es
imprescindible para conseguir una escuela de calidad. No es el único factor,
por supuesto, pero es el que va a llevar cualquier cambio al aula o va a
impulsarlo desde el aula. En todo el mundo se trabaja para atraer a la docencia
a los mejores, para lo cual es imprescindible prestigiar la profesión,
reconocer su enorme relevancia social, apelar a la vocación ética de muchas
personas, y también diseñar una carrera profesional atractiva, con
posibilidades de desarrollo personal y laboral. Y es ahí donde, como una de las
tareas del libro blanco, estamos estudiando la manera en que lo intentan otros
países. Hay un ideal común: atraer al 30% de los mejores expedientes académicos
al campo de la educación. ¿Cómo podemos hacerlo?
"La calidad de la
docencia se puede y se debe evaluar con los procedimientos adecuados, y como la
educación es compleja, los criterios deben ser complejos"
Lo primero es diseñar una
carrera profesional que permita a los docentes una expansión de posibilidades,
que presente alguna manera de progresar en ella. Por supuesto que el premio
mayor es la satisfacción del deber cumplido, pero vamos a valorar también los
premios que vienen después. Es necesario el reconocimiento del esfuerzo, de la
calidad, de la excelencia. No podemos seguir alérgicos a todo lo que sea
valorar el mérito. Al proponer que el desempeño de los docentes debería ser
evaluado, un sindicato ha dicho que no era necesario porque los docentes, con
sus ejercicios de ingreso, habían demostrado ya su idoneidad. ¿De manera que
una prueba de acceso asegura la competencia a lo largo de una vida laboral
entera? La idea de que 'yo ya me he ganado el puesto porque me esforcé para
ganar la oposición' entraña una lógica malsana. Tampoco tiene razón Irene
Rigau, consejera de Educación catalana -que ha hecho cosas estupendas- cuando
dice que no está de acuerdo conmigo porque "todos los profesores tienen que
ser muy buenos". De acuerdo, ¿y eso cómo se hace? Sólo apunta a la
selección de los futuros docentes. Pero sucede que la transformación de la
escuela española no puede esperar a que nuevas generaciones de docentes
maravillosos sucedan a los que estamos. El cambio en la escuela tenemos que
hacerlo los docentes actuales, y hay que utilizar todas las astucias
motivadoras para conseguir que todos sean excelentes.La siguiente crítica es
que enseñar no es como fabricar tornillos. Es una actividad que no se puede evaluar.
Y entonces, se pone como ejemplo de disparate que yo haya dicho que se debe
medir la calidad de un profesor (y por lo tanto sus incentivos) atendiendo a
las notas de sus alumnos. Hay que saber muy poco de evaluación educativa para
pensar así.La calidad de la docencia se puede y se debe evaluar con los
procedimientos adecuados, y como la educación es un tema complejo, los
criterios deben ser complejos. Del repaso de los procedimientos que se utilizan
en otros países hemos seleccionado, hasta este momento, siete: (1) El portfolio
del docente, es decir, toda su historia laboral, el modo como ha actuado hasta
ese momento, sus cursos, sus trabajos, etc. (2) El progreso educativo de sus
alumnos. No se trata de la nota, sino de cómo ha avanzado. Que un niño pase de
tener un 1 a tener un 4 es un progreso mayor que el de un alumno que pase de 9
a 10. Sin embargo, la nota de este último es mucho más alta. (3) La opinión de
sus alumnos. (4) La observación en el aula de la actividad del profesor. Para
ojos expertos, resulta fácil saber si un profesor lo hace bien o mal. (5) El
modo de relacionarse con las familias, que son un factor importante en el
proceso educativo. (6) La manera de participar en la vida del centro, de
cooperar con otros docentes en proyectos comunes, de mantener la relación en el
claustro, de colaborar a que haya una pasión por aprender. (7) La calidad del
centro en que trabaja. ¿Por qué este último aspecto es importante? Porque si el
progreso de un profesor va ligado no sólo a la calidad de su trabajo, sino
también a la calidad del trabajo de sus compañeros, se esforzará en que todos
lo hagan muy bien. Estos factores de evaluación tienen que ser ponderados,
porque no todos tienen la misma relevancia, y tienen además que ser corregidos
atendiendo al entorno en que se mueve el centro, al número de alumnos
inmigrantes, a las condiciones económicas y sociales. Supongan que ser profesor
en un centro muy conflictivo tuviera más valor que serlo en un centro sin
problemas. Sería más fácil encontrar profesores que quisieran ir a ellos. Creo
que fue Bayrou, un ministro francés de Educación, quien propuso crear un cuerpo
docente de élite especializado en centros muy conflictivos. Me pareció una
buena solución. En este momento, en la escuela pública, las plazas se van
adjudicando por antigüedad o por méritos, lo que hace que a los centros más
complicados vayan los recién llegados. No parece sensato.La otra polémica que
ha surgido la ha provocado un titular alarmante de 'ABC'. Al parecer, yo
proponía "grabar las clases para evaluar al profesor". Vino a verme
un equipo de una televisión para preguntarme si proponía poner cámaras de
vigilancia en las aulas. Lo que había explicado con todo detenimiento es que
formar a un docente es complicado, y que un método útil -que se aplica en EEUU
no sólo en la docencia, sino, por ejemplo, en el entrenamiento de psicólogos-
es grabar una clase y comentarla con el protagonista para ver los problemas,
las virtudes, los aciertos y las equivocaciones. A todos nos resulta muy difícil
darnos cuenta de cómo se nos ve desde fuera. Creemos que hemos sido amistosos y
tenemos un gesto hosco. Pensamos que hablamos con voz clara y no se nos
entiende. No nos percatamos de que damos la clase atendiendo a un solo alumno.
Esas cosas son muy fáciles de mostrar en un vídeo. Mencioné incluso que la
Fundación Bill y Melinda Gates ha dedicado 300 millones de dólares a un
programa llamado 'Measures of Effective Teaching' que pretende hallar las
claves para mejorar la educación. Uno de sus objetivos es construir sistemas
justos y fiables para medir la calidad del docente. Un
primer resumen de los resultados se ha publicado con el título 'Learning about
teaching: Initial findings from the Measures of Effective teaching Project'. En el proyecto han participado
3000 profesores voluntarios. Se han grabado 20.000 clases, con los comentarios
de los docentes, que fueron analizadas para intentar sacar conclusiones.Mi
propósito al aceptar elaborar este libro blanco es hacerlo desde el aula hacia
el Ministerio, porque todos los que se han hecho han ido desde el Ministerio
hacia las aulas. Supondría para mí una gran decepción que los malentendidos, la
actitud de recelo y desconfianza que se ha instalado en el mundo educativo,
frustrara esta oportunidad. No es mi libro blanco. Un libro blanco, un 'white
paper', es una documentación rigurosamente seleccionada y ordenada para
facilitar la tarea de los que tienen que tomar decisiones. No pretendo nada
más, pero tampoco nada menos.José Antonio Marina es filósofo y autor del Libro
Blanco sobre la Profesión Docente.
06/11/2015 10:13 horas
En los días pasados he
tenido conversaciones con varios docentes y todos ellos discuten su
planteamiento con los motivos o lugares comunes que usted cita: no se puede
juzgar por las notas, cada escuela es un mundo, ya nos han examinado, todos
somos buenos, cada alumno es distinto... Y de nada sirve razonar con ellos ...
Quizás el motivo en el fondo fondo es que son incapaces de más autocrítica que
la trivial, elloos mismos victimas felices e inconscientes del mal que usted
señala. En mi ya larga vida habré tenido un centenar de maestros, y de ellos
solo a dos recuerdo como excelentes profesores, una media docena buenos y el
resto perfectamente olvidables. Mi queja principal: muchos no dominaban sus
materias y muy pocos incentivaban la curiosidad y el razonamiento. El resumen
positivo: hay grandes oportunidades de mejora.
Salmrustic
06/11/2015 10:28 horas
Aquí es imposible hacer
ningún debate con base técnica o de eficiencia, ya sea de plan hidrográfico,
sanidad, educación, etc, etc. El bajísimo nivel de los políticos que tenemos y
los rebaños que les siguen lo lleva todo al terreno de una u otra banda y la
continua promesa de derogarlo todo a la siguiente alternancia política. No se
habla de cómo dar tal o cual servicio público con calidad y a un coste adecuado
-hoy día todo se mide y se puede contrastar-. Se habla de si público a privado.
LO QUE NO INTERESA ES UN SERVICIO MALO Y CARO.
Me parecen correcciones
adecuadas y esperanzadoras. Por cierto, como este tema ha estado muy en boca de
todos los profesores estos días he de decir que casi todos estamos de acuerdo
en que se graben las clases. Para evaluarnos a nosotros y para que se conozca
la realidad del aula. Yo lo rogaría.
Paula60
06/11/2015 13:49 horas
Un libro blanco... ¡mira qué
bien! Yo mismo he tenido ocasión de participar en la elaboración de dos y la
secretaria de estado de turno ha presumido mucho con ellos... Y ahí se quedó la
cosa. En fin. A ver, Sr. Marina, tampoco hay que darle muchas vueltas; la
educación en España tiene dos males fundamentales: a) la politización de la
educación; b) la terrible mediocridad imperante; b) guarda relación con a),
porque es mejor tener espíritus, o lo que queda de ellos, adocenados que
personal crítico. Los planes de estudio son una aberración, con todas las
letras, la formación y selección del profesorado... ni nombre merece; súmele a
ello la endogamia y mediocridad universitaria, y tiene el cuadro completo. En
su primera página del libro blanco ponga: los cuarenta y pico de millones de
españoles quedan obligados a asistir a un curso de un año, temario: I. la
Ilustración; 2. el uso de la razón; 3. La corrupción: orígenes, consecuencias y
tipologías.
06/11/2015 12:54 horas
La sanidad y educacion tan
politizadas nos han traido demasiados males. Totalmente de acuerdo con Marina.
Soy profesora universitaria y cuando empeze solo me dijeron el horario y
asignatura que me tocaba. Pobres alumnos. Y lo pase fatal yo. .... en colegios
no quiero ni imaginar la pesadilla
Guillenfather
06/11/2015 11:22 horas
Mi admiración, como siempre,
por Marina. Su indiscutible claridad de planteamientos ofende a aquellos a los
que una evaluación les produce pánico. Y la lectura apresurada hace que
aparezcan noticias falaces, como la de las grabaciones. Dos aspectos, por
cierto, que sirven para describir al ciudadano medio de nuestro país. Gracias,
Marina.
Tomasyelmundo
06/11/2015 11:06 horas
Desde que se ha apartado el
mérito como cualidad a incentivar, olvidémonos de lo demás. Que desgracia.
Crowv
06/11/2015 10:26 horas
Después de llevar leyendo y
escuchado sobre el tema durante años, he llegado a la conclusión, que un alto
porcentaje del problema de la enseñanza, parte de los docentes.
Salmrustic
06/11/2015 10:28 horas
Aquí es imposible hacer
ningún debate con base técnica o de eficiencia, ya sea de plan hidrográfico,
sanidad, educación, etc, etc. El bajísimo nivel de los políticos que tenemos y
los rebaños que les siguen lo lleva todo al terreno de una u otra banda y la
continua promesa de derogarlo todo a la siguiente alternancia política. No se
habla de cómo dar tal o cual servicio público con calidad y a un coste adecuado
-hoy día todo se mide y se puede contrastar-. Se habla de si público a privado.
LO QUE NO INTERESA ES UN SERVICIO MALO Y CARO.
06/11/2015 10:13 horas
En los días pasados he
tenido conversaciones con varios docentes y todos ellos discuten su
planteamiento con los motivos o lugares comunes que usted cita: no se puede
juzgar por las notas, cada escuela es un mundo, ya nos han examinado, todos
somos buenos, cada alumno es distinto... Y de nada sirve razonar con ellos ...
Quizás el motivo en el fondo fondo es que son incapaces de más autocrítica que
la trivial, elloos mismos victimas felices e inconscientes del mal que usted
señala. En mi ya larga vida habré tenido un centenar de maestros, y de ellos
solo a dos recuerdo como excelentes profesores, una media docena buenos y el
resto perfectamente olvidables. Mi queja principal: muchos no dominaban sus
materias y muy pocos incentivaban la curiosidad y el razonamiento. El resumen
positivo: hay grandes oportunidades de mejora.
FILÓSOFO, ESCRITOR, PEDAGOGO
E INVESTIGADOR
José Antonio Marina: “Quiero
mantener la independencia, mi único partido es la educación”
{Toledo, 1939} Marina –uno
de los máximos exponentes del pensamiento crítico y mente responsable de
encaminar el sistema educativo español con la redacción del libro blanco–
inaugura con una conferencia hoy, a las 19.00 horas, el Aula de Familias La
Salle Santiago. Presentado por el exrector Senén Barro, la entrada es libre
MARÍA ALMODÓVAR SANTIAGO A-
A+
Señor Marina, hoy dará una
conferencia que lleva por título A educación do talento e o papel dos pais e
nais. ¿Qué nos va a contar?
Lo que vamos a escuchar es
qué sabemos en este momento -a partir de la neurociencia- de la gestión de la
inteligencia y de las emociones. Durante mucho tiempo han estado separadas las
dos cosas, durante siglos la inteligencia solo tenía funciones cognitivas y el
mundo de las emociones era más bien perturbador. La pasión y la razón se
opusieron como enemigos irreconciliables.
Ahora la neurociencia lo que
nos dice es que la función de la inteligencia no es conocer, sino dirigir el
comportamiento para resolver los problemas, que pueden ser científicos,
prácticos, emocionales, políticos, familiares... Entonces ahí tenemos que ver
cómo sin las emociones no se puede concebir el comportamiento humano, pues
forman parte de los sistemas de dirección de la inteligencia humana y tenemos que
cuidarlos, conocerlos y aprender a gestionarlos.
Entrevista completa en El
Correo Gallego (edición papel) y en Orbyt
Doctores están asombrados
Mamá local desvela el
secreto para perder peso rápido
#1 José Antonio Marina el
ideologo y cerebro...¿Como conseguir denigrar aún más si cabe al profesorado?
* Por si no hubiera poco con
la falta de medios, los planes de estudios y los recortes en Educación ahora se
les ocurre dar otra vuelta de tuerca de evaluar el trabajo del profesorado..El
buen maestro no puede cobrar lo mismo que el malo, sin percatarse de que cobra
lo mismo e incluso más el diputado que no situó sus posaderas sobre el escaño,
que el que presentó cientos de enmiendas.
* Sin embargo al ideólogo de
esto el filósofo, Sr. Marina no le preocupa que la Administración cubriese las
bajas de profesorado que no cubre, que colocase profesores de apoyo, que
acabara con la masificación de las aulas, que aumentara el profesorado y que el
licenciado en historia no acabara dando inglés; el de francés, geografía, y el
licenciado en matemáticas impartiese física. Mejor aún sería que nuestra
educación no encabezara los países de la UE donde más cayeron los presupuestos,
que en el 2014 sufrieron una rebaja del 16,7 %, unos 7.300 millones de euros
menos.
“Los profesores deben
fomentar que se excluya a los malos docentes”
El filósofo y pedagogo José
Antonio Marina defiende relacionar el sueldo del maestro con la evolución de
sus alumnos, "la evaluación de su trabajo en el aula y lo que consigue su
centro"
Marina pide condicionar el sueldo de los docentes a la evaluación del centro
PILAR ÁLVAREZ Madrid 3 NOV
2015 - 00:02 CET
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Economía
El profesor Jose Antonio
Marina. / CARLOS ROSILLO
El filósofo y pedagogo José
Antonio Marina es el responsable de trazar las líneas maestras del Libro Blanco
del Docente, un documento que le ha encargado el Ministerio de Educación. Y ya
tiene algunas ideas. Quiere cambiar la elección, la formación y la retribución
del profesor. Entre otras medidas, Marina propone que parte del sueldo esté
condicionado a los resultados.
"Los profesores buenos
no deben cobrar lo mismo que los malos", ha dejado escrito en su último
libro Despertad al diplodocus (editorial Ariel), en el que propone cambios
"sensatos" para dar la vuelta como a un calcetín al sistema educativo
español en un plazo de cinco años y con el que está de promoción estos días.
El sueldo de un docente debe
relacionarse "con el efecto que causa en el progreso de sus alumnos, con
la evaluación de su trabajo en el aula y con lo que consigue su centro",
explica en una entrevista con este periódico. Las evaluaciones que propone
tendrían en cuenta el contexto sociocultural en el que se encuentra el centro
para evitar que se segregue al alumnado o se den sistemas a distintas
velocidades.
“Los buenos profesores no
pueden cobrar igual que los malos”
“Hay que cambiar el sistema
educativo por otro más creativo”
La educación que no cabe en un
examen
"El tiempo del profesor
aislado se ha terminado", señala Marina, que pide que sean los propios
docentes quienes "fomenten la exclusión de los malos profesores, porque
desde fuera es muy difícil de detectar". "No es que sean fiscalizadores,
es que son defensores del alumno", responde cuando se le pregunta si unos
deben vigilar a otros.
El pedagogo rescata, para
aplicarla a medio plazo, la propuesta de un MIR educativo —como la formación de
los sanitarios pero para docentes— que el PSOE vuelve a incluir en su programa
electoral y que también ha asumido Ciudadanos para las próximas elecciones
generales del 20 de diciembre.
Pero antes, propone un
sistema "flexible" para el funcionariado docente. "Debemos
tender a que los nuevos funcionarios que entren sepan que están sometidos a una
cierta evaluación, que no son cargos vitalicios. Si lo estás haciendo mal, no
se te renueva tu condición de funcionario".
Marina, que entregará el
Libro Blanco a finales de noviembre, pide colaboración ciudadana para su elaboración.
Cualquier persona puede mandarle sus propuestas al correo electrónico:
libroblanco@joseantoniomarina.es. El ministro de Educación, Íñigo Méndez de
Vigo, se mostró el lunes favorable a estudiar la propuesta de supeditar parte
del sueldo del docente a la evaluación de su centro, según señaló en un
desayuno informativo organizado por la agencia Europa Press. En función de los
resultados de las próximas elecciones, el documento será asumido o no por el
próximo Gobierno de España.
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