sábado, 1 de julio de 2017

La secesión de Cataluña, vista desde EL PAÍS

Reunimos los editoriales sobre los movimientos del independentismo catalán
9 JUN 2017 - 11:13 CEST
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, anuncia la fecha y la pregunta del referéndum sobre la independencia de Cataluña. LLUIS GENE AFP
Descartado ya oficialmente el objetivo de un referéndum independentista pactado, el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha anunciado la fecha y pregunta del referéndum unilateral ilegal que pretende convocar. Apelamos a su responsabilidad y le pedimos que no rompa la convivencia democrática.
Editorial | Fiasco secesionista (7 junio)
La cumbre del Pacto Nacional por el Referéndum que agrupaba a la Generalitat, a los secesionistas favorables a la ruptura unilateral, a los partidarios de una consulta legal pactada y a otras muchas entidades fracasó con estrépito. No por ello ha quedado menos claro que el secesionismo, minoritario socialmente, se ha quedado políticamente aislado. Sin alianzas. Ni externas ni internas.
Editorial | Restaurar la racionalidad (4 junio)
Ante el golpe antiestatutario en marcha, urge un golpe de timón a cargo de las fuerzas catalanas para sustituir la actual dinámica de choque por otra de pacto, Asegura Puigdemont que mantiene su compromiso de retirarse en breve. ¿Con la responsabilidad de legar una derrota autoinferida, una situación inmanejable y una desafección de aquellos a los que su partido ilusionó con sueños?
Editorial | Que actúen las cortes (24 mayo)
La cuestión catalana se ha convertido, como nunca, en el primer problema político español. Como tal debe enfocarse. Y por tanto las instituciones comunes deben implicarse en su resolución. Si el Gobierno es incapaz de hacerlo, la responsabilidad recae en el Parlamento.
Editorial | Fraude secesionista (23 mayo)
Esa ley de ruptura es jurídicamente un dislate y un fraude. Pretende regular una “transición” y se autodenomina “fundacional”: términos antitéticos. Es una ley ordinaria que busca derogar la máxima norma catalana (el Estatut) y española (la Constitución) sin siquiera atender el requerido quorum reforzado previsto para reformas estatutarias menores. Cualesquiera que sean la viabilidad o imposibilidad de sus propuestas —hay de todo—, el Gobierno no debe parapetarse en la inacción.
Editorial | Parlament secuestrado (12 mayo)
Hasta hace poco el Parlament era bastante eficiente y progresista. A cada nuevo paso, el secesionismo va adoptando pautas propias del populismo extremo y autoritario. Se apresta a cambiar el reglamento de la Cámara para hurtarle el debate sobre la ley de desconexión exprés.
Editorial | El ‘procés’ amenaza (26 abril)
A medida que se acerca la fecha de la autoconvocatoria de un referéndum ilegal, el procés soberanista catalán extrema sus aristas más autoritarias. Y se olvida de la prometida “revolución de las sonrisas” emprendida “con ilusión” por tantos ciudadanos de buena fe.
Editorial | Cataluña, final de etapa (16 abril)
El plazo de 18 meses preconizado por el secesionismo en el poder para culminar la legislatura catalana ha sido sobrepasado: igual que las fechas de 2015 y 2016 antes previstas para la independencia. Y los preparativos del referéndum unilateral —el que bajo la retórica pactista se propone— son tan débiles como estéril el balance legislativo y de gobierno del periodo. Todo pespuntea un final de etapa.
Editorial | Autogolpe en Cataluña (8 marzo)
Los guardianes del Estatut quieren ejecutar el autogolpe al Estatut en silencio, por sorpresa, contra sus propias promesas de transparencia, respeto a la legalidad y compromiso de contar con la mayoría social. Esa proclamación de una República “de derecho” catalana que se pretende realizar cambiando el orden del día de una jornada parlamentaria.
Editorial | Golpe parlamentario (1 marzo)
El secesionismo catalán busca legitimidad en el desprecio a la calidad de la democracia española. Olvida que esta está solemnemente homologada con las democracias más avanzadas; que CiU ha sido el tercer grupo en presencia parlamentaria e influencia de la misma; que la Generalitat es sustancia clave de esa democracia.


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