domingo, 13 de agosto de 2017

COMUNISMO DEL SIGLO XXI

COMUNISMO DEL SIGLO XXI

Las redes sociales se hicieron amplio eco del artículo de Luis María Anson publicado en El Mundo y que reproducimos a continuación.

-En el siglo XXI, el comunismo no podrá subsistir sin el maquillaje de las elecciones.
Se lo dijo Fidel Castro a Hugo Chávez, mientras Mario Vargas Llosa, por cierto, comparaba las gesticulaciones del caudillo bufón venezolano, al hablar en público, con las de Benito Mussolini.
No se trata de que los nuevos comunistas, cuando se instalen en el poder, convoquen simulaciones electorales al estilo totalitario. Conforme a las enseñanzas de Fidel Castro que él ya no podía atender, se trata de elecciones aceptables para los baremos democráticos occidentales y luego, si fuera necesario, aderezarlas, regatearlas y manipularlas para certificar la victoria del partido comunista, que, naturalmente, debería utilizar otro nombre, pues tras la caída del muro de Berlín y la evidencia de la catástrofe soviética había que borrar la denominación preterida.
Hugo Chávez lo entendió muy bien y ganó las elecciones por él convocadas con alteración a veces de los resultados conforme a sus conveniencias, tal y como denunciaron analistas independientes venezolanos.
El dictador Maduro no ha tenido tanta suerte. Es un político impresentable, vociferante y amenazador. Sus manipulaciones se han distinguido por la torpeza y el descaro. Perdidas las elecciones legislativas de forma indisimulable, ha acudido a la farsa de una asamblea constituyente para desplazar a los legítimos representantes del pueblo venezolano, además de lanzar contra ellos al Tribunal Supremo y de instrumentar las más burdas triquiñuelas jurídicas.
El mundo asiste hoy sin estupefacción ni sorpresa al circo organizado por el dictador para aplastar a la oposición a través de una jugarreta que ha provocado la repulsa del mundo democrático. A Maduro le favorece la reacción del Trump desmesurado porque son muchas las naciones que se agitan en el rencor, muchas veces injustificado, contra la primera potencia del mundo.
Cuba, Corea y Vietnam, por ejemplo, no pueden disfrazarse de democracias después de tantos años anclados en el totalitarismo comunista. China es otra cosa. Ha incorporado la fórmula capitalista de la propiedad privada y el libre comercio, pero manteniendo el control político a través del partido único fundado por el revolucionario máximo del siglo XXI: Mao Tse-tung. Y a mí que la actual situación china me recuerda vagamente a la España del Movimiento Nacional…
El dictador Maduro ha desencadenado la lucha de clases en Venezuela. Habla abiertamente del choque entre ricos y pobres, mientras a imagen y semejanza de Cuba, está creando la nueva clase sobre la que escribió lúcidamente Milovan Djilas. Y parece dispuesto a todo, a distorsionar hasta la náusea las elecciones y a mantenerse con las armas si no lo puede hacer con los votos. Hasta ahora, con la ayuda impagable de los activistas cubanos, permanece en el machito. “Si no se planta una parte del Ejército, no habrá manera de echarle”, me ha dicho un venezolano sagaz, exiliado en España. Pero mejor sería encontrar otra fórmula. Al médico militar al que se llama de urgencia, suele quedarse de cabecera. Que se lo digan a Franco o a Pinochet.

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