El objetivo del Estado Islámico: la plaza de Sant Jaume
El Estado Islámico ha ordenado cometer nuevos atentados en
Cataluña y, en concreto, llama a atacar la sede de la Generalitat situada en
pleno centro de Barcelona
Atentado en Barcelona
Estado Islámico La amenaza
yihadista Ministerio del Interior Terrorismo
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11 de septiembre de 2017. 21:22h
J.M.Zuloaga.
@JMZuloaga Madrid.
Una semana después del 17-A, los yihadistas distribuyeron a
través de uno de sus canales los nuevos objetivos: la emblemática plaza de Sant
Jaume es uno de los lugares marcados
Una semana después del 17-A, los yihadistas distribuyeron a
través de uno de sus canales los nuevos objetivos: la emblemática plaza de Sant
Jaume es uno de los lugares marcados
La plaza de Sant Jaume de Barcelona, lugar emblemático del
catalanismo, figuraba también entre los objetivos de una publicación del Estado
Islámico, el canal «Lone Mujahid», su línea de comunicación en inglés, que tal
y como adelantó LA RAZÓN en su edición de ayer, proponía atacar de nuevo la
Ciudad Condal. Junto a un mapa del Metro de Barcelona, sinagogas, bares,
etcétera, se destacaba la citada Plaza, que constituye el centro de encuentro
de miles de catalanes durante la Diada aunque el recorrido oficial de la
manifestación no pase por este lugar. Además, hay que señalar que en la ciatada
plaza se encuentra el centro neurálgico del poder político catalán ya que allí
están tanto la Generalitat como el Ayuntamiento de la ciudad.
Los yihadistas, en su línea habitual de ordenar atrocidades
a sus «moujahidines» (luchadores), les proponen precisamente ataques en plazas
públicas llenas de ciudadanos donde, según ellos, se reúnen para «transgredir»:
«coge un coche y rueda sin miedo; coge un cuchillo y hazles sangrar tanto como
sea posible; golpéalos con una fuerte explosión; cualquier forma de ataque que
infunda terror en sus corazones negros».
Para animar a que se cometan nuevas atentados, recuerdan a
los que perpetraron los terribles del pasado 17 de agosto: «Sin fronteras, sin
importar su raza o nacionalidad». En medios antiterroristas se comenta que debe
ser muy duro para los separatistas, que promovieron una inmigración masiva de
musulmanes para «catalanizarlos» y que les votaran a ellos (lo que no ha
ocurrido), la frase anterior. A la hora de matar, no distinguen a unos de
otros.
Más desestabilización
Las mismas fuentes expresan su preocupación por el hecho de
que en este tipo de textos para fomentar el terrorismo se cite últimamente y de
forma repetida textos de El Corán. En este caso: «191-193: matadlos donde
quieran con ellos, y expúlsalos de donde os han echado».
Tal y como adelantó este periódico, la elección de Barcelona
y Cataluña para cometer los atentados del 17-A no fue una casualidad. Los
yihadistas, como lo demostraron el 11-M en Madrid, buscan aquellos países o
zonas en los que existen enfrentamientos entre la población con el fin de
ahondar en sus contradicciones.
En un texto publicado a finales de agosto, el estado
Islámico pedía a sus combatientes que hicieran en secreto la yihad, tanto en su
modalidad de actores solitarios como integrantes de células. El objetivo
central, además de causar el mayor número de muertos y destrucción, era «agotar
al enemigo y hacer que se derrumbe y se retire». Admiten que es la manera «más
repulsiva de derrocar a los Estados, sus gobiernos, además de despertar el
espíritu de la yihad en el corazón de los creyentes». La finalidad de los
atentados de Cataluña, según las citadas fuentes, queda clara y por lo que ha
ocurrido tras las acciones criminales, tanto a nivel operativo como político,
no se puede decir que, de alguna manera, hayan logrado, en todo o en parte, ese
objetivo central.
El hecho de que la célula de Ripoll, que no pudo llevar a
cabo todos sus planes criminales tras la explosión en el piso de la localidad
tarraconense de Alcanar, hubiera recibido del Estado Islámico la indicación de
mantener su actividad en el tiempo es una demostración más de esta estrategia.
Llegado el momento, cuando decidieran utilizar las mochilas o los cinturones
bomba, cargados de metralla, los terroristas, en teoría, se tendrían que
suicidar. Pero cabe la posibilidad, como ocurrió con los artefactos utilizados
en la masacre de Madrid del 11-M, que pudieran ser activados con temporizadores
o teléfonos móviles. En los manuales que distribuye el Estado Islámico entre
sus combatientes se explica la forma de realizar atentados con esta técnica de
detonación.
Que una semana después de los atentados del 17-A la banda
yihadista estuviera reclamando la comisión de nuevas acciones criminales en
Barcelona, es un dato, según las mencionadas fuentes, que deberían tener en
cuenta los responsables de la seguridad en esta Comunidad Autónoma y sus
responsables políticos. Lo que está ocurriendo es de la suficiente gravedad y
trasmite una llamativa situación de crispación y contradicciones como para que
los terroristas islamistas eligieran este territorio para cometer sus
fechorías. Por supuesto, no trataban de beneficiar a unos u otros españoles
enfrentados, sino a sí mismos, dentro de la estrategia de desestabilización de
Occidente.
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