viernes, 3 de noviembre de 2017

Colau, demagogia y populismo, una vez más

Colau, demagogia y populismo, una vez más

Como se suele decir, “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. Cataluña, o mejor dicho, media Cataluña está todavía en estado de shock ante la espantada de su líder carismático Puigdemont a tierras flamencas y la alcaldesa de Barcelona decide que el del huido es el Gobierno legítimo. Una parte importante del independentismo está llamando traidor y cobarde al ex presidente de la Generalitat entre la rabia y el estupor, pero Colau prefiere alinearse y defender al que ha contratado en Bélgica a un abogado experto en prófugos etarras.
Muchos se preguntarán que cuál es la noticia y por qué la sorpresa si Ada Colau ha sido siempre así: ambigua e interesada a partes iguales. En esta ocasión se ha puesto del lado de las fuerzas independentistas (ERC, el PDeCAT y la CUP) cuando el Pleno del Ayuntamiento de Barcelona ha aprobado una propuesta en la que se reconoce al Govern cesado de Puigdemont como “el Gobierno legítimo de Cataluña”. Dicho de otra forma, no acepta la aplicación por parte del Gobierno de España del artículo 155, en virtud del cual todo el equipo de Gobierno de la Generalitat ya no lo es.
El partido de la alcaldesa, Barcelona en Comú, busca de esta forma pescar en río revuelto. Pero lo hace de una forma extraña porque para evitar que prosperase otra resolución que reclamaba al Consistorio que reconociera la proclamación de la República catalana aprobada el 27 de octubre, Barcelona en Comú, en esta ocasión, ha votado de la mano del PP, PSC y Ciudadanos.
Obviamente, está en campaña. Lanza el mensaje que más interesa en función de la situación y las necesidades del momento. Nada que reprochar, lo hacen todos los políticos. El problema es que Colau, y muchos como ella, han presumido siempre de hacer las cosas de forma distinta a los políticos. Esto es lo malo de fiarse de un producto televisivo cargado de demagogia y populismo que juega con la ignorancia de una parte de la ciudadanía. Luego vienen, acabamos de verlo, las frustraciones y decepciones.
El otro problema, el de las “Colaus” y los “Iglesias”, es que con esta forma de actuar y comportarse intentan colocarse en un espacio que ya está ocupado. La bengala brilló intensamente al principio, pero se va apagando. La gente ya no se fía -ni sus propios compañeros- y así lo demuestran los sondeos sobre intención de voto.
Lo que queda todavía por dilucidar es qué hará Pablo Iglesias, otro ambiguo que sacará la calculadora de los réditos políticos, ¿seguirá siendo amigo de Ada porque interesa o hará lo mismo que con Fachín? Hay que recordar que éste se puso también de parte de los independentistas...

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