sábado, 23 de diciembre de 2017

DATOTOS

Un experto es alguien que sabe cada vez mas sobre cada vez menos, hasta llegar a conocerlo absolutamente todo sobre nada.
Salvador de Madariaga, diplomático español (1886-1978)

La libertad no hace felices a los hombres; los hace, sencillamente, hombres.
Manuel Azaña, político español (1880-1940)

Las cosas pequeñas hechas con amor, traen felicidad y paz. La falta de amor es la mayor pobreza.
Teresa de Calcuta, religiosa turca (1910-1997)

Por la calle del ya voy se va a la casa del nunca.
Miguel de Cervantes, dramaturgo español (1547-1616)

Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír.
George Orwell, escritor inglés (1903-1950)

La mayoría de los que presumen de cambiar de ideas, nunca las han tenido.
Miguel de Unamuno, escritor español (1864-1936)

El Frente Popular. Discurso de Largo Caballero en la campaña electoral de 1936 (Tema 10.3º)

"Tenemos que unirnos contra la clase burguesa.

        Nos dicen que hay que defender la Patria, pero para ello se necesita un proletariado sano. El verdadero patriotismo está en desarrollar la economía y la industria nacional, no en provecho de una minoría, sino en provecho de la colectividad.

        Por encima de críticas y de todo, hemos de unirnos contra la clase reaccionaria, y aunque en ciertos momentos nos unamos a otros elementos, sin renunciar a nuestra independencia política, como en las luchas del día 16, que se presenta en dos frentes; de un lado, la reacción (…), y del otro, los que quieren contener a esa reacción.

        Comunistas y socialistas, unidos a los republicanos, hemos firmado un pacto que no nos satisface, pero, a pesar de ello, hemos de cumplirlo todos, y el día 16 a votar, pase lo que pase en el acoplamiento de candidatos y vaya quien vaya en las candidaturas.

        Indudablemente, después, hemos de seguir nuestro camino. Pero, ¿qué sucedería si triunfasen las derechas?

        Las derechas me acusan de que yo preparo la guerra civil. Yo tengo que decir aquí que cuando yo he dicho que hay que responder con la guerra civil es contestando a sus amenazas de pasquines y prensa que dicen que van a exterminar el marxismo, (…). Todo esto lo hacen para atemorizar a la clase media, presentándonos como salvajes, porque decimos la verdad respondiendo a esas gentes y les advertimos que no hablamos por hablar, sino que cumplimos nuestra palabra.

        En el Parlamento, puestos en jarras, nos decían: ¿Por qué no la hacéis mañana?, creyendo que era sólo palabrería. Pero hemos demostrado que no somos como ellos; que si se atreven a poner en práctica sus propósitos, les cerraríamos una vez más el paso, puesto que necesitan para sus manejos fascistas a la clase obrera, y ésta, a pesar del soborno, no la conseguirán si algunos elementos no realizan una doble traición.

       Pero si desde las alturas, a pesar de todo, se realizase una nueva traición, no será al rescate de la República sólo a lo que habrá que ir, sino a algo más”

Mundo Obrero, 3 de febrero de 1936

España, 1936-1939
La caída de Largo Caballero




Manuel Azaña
presidente de la República.








 




(*) Nota de La Insignia: En los gobiernos de la República, ministro de Asuntos Exteriores.


pág. inicial
segundo
LAS CINCUENTA PREGUNTAS
volver al tema 10.3

CONTEXTO HISTÓRICO DEL TEXTO 10.3º

El Frente Popular. Discurso de Largo Caballero en la campaña electoral de 1936

Referencias del autor:
Clasificación del texto:
Como fuente: fuente primaria (histórica) o secundaria (historiográfica).
Según su materia
contexto histórico remoto y antecedentes lejanos
contexto histórico próximo y antecedentes cercanos
Referencias del autor: Largo Caballero cabecilla del PSOE y de la UGT. Decía tener ideas marxistas y hablaba de la dictadura del proletarido como objetivo de la revolución que propugnaba. Por eso le llamaban "el Lenin español". Sus rivales en el partido negaban que tuviese ideas, pero él controlaba la mayoría. Había sido colaboracionista de la dictadura de Primo de Rivera. Ahora propugnaba la unión de las sindicales CNT y UGT para hacer la revolución.

Clasificación del texto
Como fuente:
Es fuente primaria o histórica para conocer las ideas de Largo Caballero.
Es fuente secundaria o historiográfica para conocer la realidad en sus aspectos políticos, sociales y económicos.
Según su materia: político.
Contexto histórico próximo y antecedentes cercanos:

Las elecciones de noviembre de 1933 habían sido ganadas por la derecha y el centro por una gran mayoría (más de cinco millones de votos contra tres de las izquierdas).
En las Cortes que surgen de esas elecciones de 1933, aparece en primer lugar la CEDA como vencedora de las elecciones con 115 diputados;
seguida del Partido Radical de Lerroux con 102, que se puede considerar también de derechas porque su centrismo de entonces era contrario al izquierdismo sectario de Azaña.
Son los dos únicos partidos grandes. No hay ningún otro cercano a los 100 diputados. Incluso el PSOE que aparece con 58, perdiendo la mitad de los que tenía, pasa a ser casi uno de los grupos pequeños. Y los demás izquierdistas aún quedan mucho más reducidos: Acción Republicana de Azaña tiene 5, menos aún que su homóloga circunscrita a Galicia la ORGA de Casares Quiroga, que tiene 6; el partido Radical-Socialista, moderado de izquierdas, conserva sólo 18; Esquerra Republicana con 19 se mantiene bastante mejor, aunque había sido sobrepasada por la Lliga. Los grupos menores de la dercha aparecían muy incrementados: los Agrarios tenían 36; la Lliga, 24; el PNV, que seguía su acercamiento a la izquierda, aún siendo de derchas, tenía 12; TYRE tenía 37, sus siglas significaban la alianza del Tradicionalismo y Renovación Española (los monárquicos alfonsinos); también la Falange obtenía representación y José Antonio Primo de Rivera era diputado en esta legislatura.

La izquierda no admite que gobierne la derecha. En virtud del planteamiento de Azaña de que "por encima de la democracia está la República", y que ésta ha de ser gobernada sólo por lo republicanos, entendiendo por tales a los de izquierda. El problema es que el pueblo no les ha votado. Pero nunca ha importado el pueblo, lo importante siempre ha sido lo que dicen las izquierdas. Como en 1931, también ahora la derecha acepta lo que le impone la izquierda y la CEDA de Gil Robles consiente en no gobernar, en que el gobierno sea del Partido Radical apoyado desde fuera por la CEDA. Por eso se llama al período bienio radical-cedista. Sus adversarios lo denominan el bienio negro.

Azaña estuvo en primera línea de la insurrección armada contra el gobierno de la República surgido de las elecciones de 1933. En el diario El Sol de 17.04.1934, se publicaban sus palabras del día anterior en una reunión con sus seguidores republicanos izquierdistas:
"Por encima de la Constitución está la República y, aún más alta, se alza la Revolución".
Azaña intentó en julio de 1934 imponer su propio proyecto golpista al PSOE y a los catalanistas de la Esquerra, pero los socialistas no quisieron someterse y aquel golpe fracasó. Azaña para justificar su golpismo decía en julio de 1934:
“Antes que ver la República convertida en sayones del fascismo o del monarquismo preferimos cualquier catástrofe”.
Pero cuando la guerra de 1936 declaraba su consternación.

Van manteniendo la República ralentizando o no aplicando las medidas más virulentas y anticlericales.

LA REVOLUCIÓN DE 1934
Hasta que el anuncio de que va a haber 3 ministros de la CEDA en el gobierno es utilizado por la izquierda, por la conjunción republicano-socialista, para lanzarse a la insurección armada. La realizan en nombre del antifascismo, que es hasta hoy lo mismo que ponerese el pasamontañas. Preparada en toda España, la falta de entendimiento en muchos sitios con la CNT y la carencia de apoyos masivos hace que, excepto en dos lugares, sólo se manifieste en que los insurrectos van al choque con las fuerzas del orden y en que cometen algunos asesinatos.

Pero en Asturias es una cruenta revolución, la más virulenta y catastrófica de Europa Occidental hasta esa fecha, y el gobierno tiene que afrontar una verdadera guerra que para controlar la situación. Aquí funcionó el acuerdo entre la UGT socialista y la CNT anarquista; el PSOE introdujo armas y los mineros manejados por esas centrales se adueñan de la situación; se apoderan de los explosivos de las minas y de las fábricas de armas y de explosivos. Cometen asesinatos en especial de eclesiásticos. El gobierno tiene que enviar unidades militares al mando del general Franco, las cuales consiguen finalmente dominar la zona. Hay unos 1.200 muertos; de ellos unos 1.000 en acción de guerra, 400 gubernamentales y 600 revolucionarios; y unos 100 asesinados por los insurrectos y otros 100 por algunos de los agentes de la represión. Quedan 15.000 prisioneros entre los mineros de la UGT y de la CNT insurrectos vencidos.
En Barcelona, es el propio presidente de la Generalidad, Companys, sucesor de Maciá, que habia fallecido, el que, el 6.10.1934, proclama el Estat Catalá, rompiendo así el Estatuto de autonomía de Cataluña, además de la Constitución de la República, como una manera de situarse en rebeldía frente al gobierno general de España, esperando derribarle así. Pero no se le unen los anarquistas de la CNT, ni el ejército, aunque está en Cataluña al mando del general Batet, republicano izquierdista. Les debe sonar como algo ajeno el Estat Catalá.
Son rápidamente derrotados y encarcelados. Y suspedido el Estatuto de autonomía de Cataluña. Hubo 46 muertos en Barcelona y algunos más en otras localidades catalanas y fueron incendiadas toda una serie de iglesias.

CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN DE 1934
La izquierda ha proporcionado una victoria total a la derecha.
La derecha no establece el fascismo.
La derecha no establece la dictadura.
La derecha no establece la monarquía.
La derecha mantiene la Constitución de 1931.
La izquierda ha roto la Constitución de 1931.
La Esquerra Republicana ha roto el Estatuto y ha provocado la pérdida de la autonomía de Cataluña, al quedar en suspenso el Estatuto.
La derecha mantiene y consolida la República frente al intento de la izquierda de conseguir el poder, aunque fuese derribando la República.
El siguiente intento de la izquierda tendrá éxito.
La CEDA sigue sin atreverse a gobernar como le exigía el ser el grupo mayor en las Cortes. Alcalá Zamora se lo impide sin muchas dificultades.
La derecha no establece una legislación "reaccionaria", ni antisocial. Pero no se entera de que no se trataba de eso, de preocuparse por los desfavorecidos, sino de utilizarlos para hacer la revolución.
Las organizaciones que han protagonizado la acción armada, como son de izquierda, no son ilegalizadas. Y aún siguen hablando dogmáticamente de la democracia como si fueran sus propietarios y diciendo quién es demócrata y quién no.
Los radicales son impulsados por su cabecilla Lerroux a ser "los defensores y rehabilitadores del socialismo derrotado". No se daba cuenta de que para ello iban como siempre a buscar el poder por encima de todo y, de momento, pasando por encima del cadáver político de Lerroux.
La izquierda prepara la revancha y de ahí se desembocará en la guerra de 1936 y, superpuesta a ella, en otra revolución inmensamente más cruenta aún, con su correspondiente represión muchísimo más sangrientas ambas.

Alcalá Zamora impone el indulto de los jefes militares de la insurrección de la Generalidad de Cataluña. Y de esa forma el gobierno tampoco impulsa ya ningún otro castigo de personajes políticos. Hay al final 4 ejecutados de último rango entre los insurrectos de Asturias, como el sargento Vázquez.
La impunidad fue el primer paso para el viraje hacia la revancha de la derrota de esa insurrección y guerra de 1934.
Para esa revancha, las izquierdas utilizaron el victimismo, proclamando falsamente que había miles y miles de víctimas de la represión,
y que los 15.000 prisioneros debían ser liberados.

En mayo de 1935, entraba Gil Robles en el Gobierno junto con otros 4 ministros de la CEDA sin asumir la presidencia que seguía en el partido de Lerroux.

FINAL DEL BIENIO RADICAL-CEDISTA
La utilización del escándalo del estraperlo para hundir a Lerroux, a iniciativa de Prieto y Azaña oficializada por Alcalá Zamora, es aprovechada por éste para nombrar,
en diciembre de 1935, a Portela Valladares presidente del Gobierno, y para disolver las Cortes convocando nuevas elecciones para febrero.
Niceto Alcalá-Zamora durante el bienio social-azañista no se había atrevido a entrometerse en las labores gubernamentales de Azaña, pero se creía con derecho a inmiscuirse en las del gobierno de centro derecha. Su ambición, desde el principio mismo de la república, había sido dirigir o tutelar una gran fuerza conservadora capaz de contrapesar a las izquierdas. Esa aspiración se había hundido por su lamentable reacción, o falta de reacción, ante la oleada de incendios de bibliotecas, conventos y escuelas en mayo del 31. Entonces había perdido su prestigio ante la opinión de derechas. Sin embargo, él persistía en la vieja intención tuteladora, que le impulsaría a decisiones catastróficas. Tenía además otra debilidad, muy similar a la de Romanones, a cuyo lado había crecido políticamente: el miedo a ser tildado de “reaccionario” por las izquierdas, lo cual le llevaba a graves claudicaciones.

Contexto histórico remoto y antecedentes lejanos:

El marxismo.

Las internacionales.

El programa fundacional del PSOE, su programa máximo.

La huelga de 1917.

La colaboración con la dictadura y el nombramiento de Largo como Consejero de Estado de la Corona.

El Pacto de San Sebastián.

LOS ORíGENES DE LA GUERRA CIVIL ESPAñOLA
Capítulo VII: El PSOE camina a la escisión (II)
Por Pío Moa
Libertad Digital sigue publicando esta semana el libro "Los orígenes de la guerra civil", tomo II: "El derrumbe de la República y del Frente Popular", de Pío Moa. El autor analiza las consecuencias de la insurrección de octubre de 1934 y la división en el seno del PSOE. En esta ocasión ofrecemos la segunda de las tres partes en las que se divide el capítulo séptimo.

Prieto acosa a Largo Caballero...

Aun así, Prieto sabría aprovechar sus bazas. Desde el exilio escribía cartas y movía contactos en España y en la emigración. Gracias a su ingenio dialéctico y sus vínculos con los socialistas asturianos -siendo él de Asturias, aunque criado en Bilbao-, se ganó a líderes aureolados como Belarmino Tomás, Amador Fernández etc., y llegó a hacerles creer que su cese (de Prieto) en los contactos con militares, poco antes de octubre, había sido motivado la derrota. Así lo sugería una carta a los presos asturianos, enviada desde Bélgica: "Habrá que decir a quien haya sido culpable de ello, el por qué se le desplazó (a Prieto) del papel que en su principio tenía asignado (…) y por dicha causa fue casi seguro el fracaso del movimiento". Largo exageró por el lado contrario: "Nadie le desplazó de ninguna gestión. Prieto no hizo nada" (1).

El exiliado supo atraerse al encarcelado González Peña, cuya reputación, cimentada en una resonante propaganda, le vino de perlas. Fomentó el victimismo entre los asturianos, y les animó a alancear al Lenin español: "Asturias tiene mucho que decir, y Madrid mucho más que responder", escribía Amador Fernández en El pueblo, de Oviedo, el 19 de agosto, con amenaza inconcreta, pero evidente; González Peña zahería a "los de Madrid", que "son como el arco iris, salen después de la tormenta (…) Mucho hablar de la revolución, pero nos han embarcado". Largo contestó que "los asturianos no fueron los que menos contribuyeron" a precipitar el alzamiento (2).

El astur-bilbaíno utilizó a conciencia, según su rival, el truco de "atribuir a las demás actitudes por él imaginadas para darse el gusto de combatirlas* (…)

*Prieto, en efecto, dominaba ese truco. En ocasión del homenaje de las Cortes a Maciá, tras el fallecimiento de éste, el líder socialista gritó que había oído un "¡muera Cataluña!" en los escaños de la CEDA, cosa en extremo improbable. Gil-Robles le desmintió, pero se formó un escándalo mayúsculo, y la prensa de la Esquerra lanzó a toda plana una campaña de "desenmascaramiento" de las derechas por su "anticatalanismo".





Con la sospecha sembrada por Prieto de que se quería ir a la abstención electoral -¡qué disparate!- cuando era, en realidad, todo lo contrario, por la necesidad de un triunfo electoral para sacar de la cárcel a millares de presos, se pretendió también desacreditarnos". Largo estalló cuando aquel, antes acorde en desentenderse del golpe derrotado, declaró "que era una vergüenza que nadie se hiciera responsable" de él, insinuando cobardía en el bolchevique. Éste replicó: "nadie con menos autoridad podía pronunciar tales palabras. (…) Desde París censuraba a los que estábamos en la cárcel sin poder defendernos (…) ¿Por qué no regresaba y se presentaba al juez haciéndose responsable, lavando de este modo la vergüenza de que hablaba?" (3)


La fobia entre ambos líderes llegó al extremo. Para aplacarla, Vidarte fue a hablar con Largo en la cárcel. En balde: "Vi dibujarse una división, una escisión quizás, en el seno del PSOE (…) Todos tendríamos que elegir entre él y Prieto". Belarmino Tomás, en el exilio, también creía inevitable la ruptura. Quizás para profundizar la discordia acusó -falsamente- a los leninistas, de planear el ingreso de la UGT en la Comintern (sic) y la fusión del PSOE con el PCE, por lo que pedía la destitución de los dirigentes "hasta que el Congreso los juzgue". Unos y otros querían un congreso que cortase por lo sano (4).

Esta querella sorda a base de rumores, arterías y campañas de desprestigio, prosiguió a lo largo de 1935 y salió plenamente a la luz en diciembre. En ese mes reapareció El socialista, y Prieto, que se hallaba en Madrid, teóricamente clandestino, ganó la batalla por el control del diario. Tuvo de su parte al director, Julián Zugazagoitia, antes ardiente campeón de la revuelta, quien se impuso a los redactores leninistas Serrano Poncela y Cabello. El periódico había sido suspendido por el gobierno, y en su lugar el ala besteirista había editado Democracia, y la bolchevizante Claridad, ya en julio. Al volver a la calle el órgano oficial, la ejecutiva del partido exigió la desaparición de los otros dos, pero solo Democracia obedeció, perdiendo su medio de expresión el sector moderado. Por el contrario, los leninistas reforzaron Claridad hasta hacerlo diario, como plataforma de lucha contra sus enemigos.

También en diciembre obtuvo Indalecio Prieto otro éxito crucial, al desbancar a Largo de la ejecutiva. A tal fin usó la misma treta que el año anterior en vísperas de la insurrección: vulnerando los estatutos, intentó someter la minoría parlamentaria del PSOE al control del Comité Nacional, cosa que Largo juzgó un golpe de estado dentro del partido. Pero ahora Prieto redondeó su astucia con una bofetada moral y política: sabiendo que su adversario descalificaba a los parlamentarios del PSOE*, promovió una declaración de éstos aprobándose a sí mismos por su actuación en las Cortes. Para llevar a cabo su acción, viajó a Madrid, desatando las sospechas de Largo: "¿Es que se le han dado facilidades, no ya de carácter particular, sino oficial? (…) ¿Es que la policía (…) no se enteró de la presencia de Prieto y de su permanencia en su propio domicilio? (…) Es difícil creer que se pueda hacer esto sin previa garantía de impunidad". Desde luego, el centrista había ido a Madrid con el objeto de "hacer saltar de la presidencia del Partido a Largo Caballero" (5).




*Largo: "El deseo de aparecer en la prensa impulsaba a algunos diputados a facilitar noticias que solo las podía dar la Directiva (…) se firmaban proposiciones para restablecer la pena de muerte sin contar con nadie; se autorizaban proyectos de ley o proposiciones incidentales de los partidos enemigos", etc. Sobre todo por lo último, el líder bolchevique había abandonado en abril del 34 la presidencia de la minoría, pretendiendo, en vano, una retirada total del Parlamento. (6)

A estos ardides contestó el Lenin español Largo, como un año antes. Pero, al revés que entonces, ahora quedó efectivamente fuera del máximo órgano directivo, junto con tres de sus partidarios. La lucha por el poder rozó el punto de ruptura. "¡Marxistas, en pie! ¡No os dejéis arrebatar el control del partido", clamaban los leninistas contra la ejecutiva dominada por Prieto, usurpadora a su juicio, y cuya total renovación exigían.

El control de la ejecutiva y de El socialista, garantizaba a Prieto un poder real en el partido, y le evitaba sufrir el ostracismo interno de Besteiro, pero no suponía una victoria completa ni mucho menos. Los de Largo seguían hegemónicos en la decisiva UGT, y más aun en las Juventudes, así como en muchas asociaciones locales del partido, entre ellas la crucial de Madrid. Los centristas, en cambio, preponderaban en agrupaciones tan significativas como las de Asturias y Vizcaya, paradójicamente las más radicalizadas durante el año anterior, junto con la de Madrid.

En la práctica existían a finales de 1935 dos partidos socialistas enfrentados, cada uno con su órgano de expresión y su línea política. Se trataba de la crisis interna más dura y peligrosa desde la fundación del PSOE, en 1879, por el ferrolano Pablo Iglesias, figura indiscutible para los militantes, que había impreso en el partido sus rasgos personales de disciplina, severidad y austeridad, y un moralismo algo estrecho. Iglesias seguía un marxismo sin demasiadas prisas revolucionarias, aunque había manifestado en ocasiones su extremismo, llegando a justificar el atentado personal*, o promoviendo la huelga revolucionaria de 1917. Pero en otra crisis decisiva, cuando el PSOE parecía oscilar hacia la Comintern, en 1919, había volcado toda su influencia en contra, manteniendo al partido en la obediencia más moderada de la II Internacional. En 1935, su legado estaba en cuestión.

*El catalanista Cambó lo consideraba un "hombre grosero y violento al cual se le ha creado después un prestigio totalmente injustificado" (7).

En la crisis de este año, el sector centrista de Prieto quería cambiar la línea revolucionaria de octubre, y sustituirla por una alianza estratégica con la izquierda burguesa, en un retorno al primer bienio republicano. Solo que los sucesos ocurridos desde 1933 no habían sido en balde, y hacían muy difícil, si no imposible, ese retorno. Además el prietismo carecía de doctrina, y tenía que disimular su verdadero anhelo mediante estentóreas denuncias de la represión, y exigencias de amnistía. Sus críticos izquierdistas no se engañaban al acusar a Prieto de supeditar los intereses del proletariado, a los de la pequeña burguesía encarnados en Azaña.

La renuncia centrista a la revolución no debe confundirse con una postura socialdemócrata o moderada, al estilo de la besteirista. Obedecía más bien a la mayor afinidad de Prieto con el radicalismo jacobino de Azaña que con el marxismo, doctrina oficial del partido. Ello no impedía al líder centrista apelar al marxismo cuando le parecía conveniente, aunque no creía en él. En su trayectoria política, Prieto distaba en cualquier caso de lo que se ha dado en llamar moderación. Ya se había distinguido en la huelga revolucionaria de 1917, primera gran intentona del siglo XX para destruir por la violencia "el normal desarrollo de la política", según ha dicho un comentarista en referencia a un suceso posterior, la dictadura de Primo de Rivera. Huido al fracasar dicha huelga, y vuelto luego, había aprovechado el desastre de Annual para acusar al rey Alfonso XIII -sin fundamento- de tener responsabilidad directa en él, contribuyendo así, junto con el terrorismo anarquista, a llevar al régimen liberal de la Restauración a la ruina, y al país a la dictadura de Primo de Rivera.

A continuación Prieto había propugnado, en vano, la ruptura del PSOE con la dictadura, lo que habría puesto al partido en peligro. Caído Primo a principios de 1930, había logrado arrastrar al PSOE a las conspiraciones republicanas, despreciadas por Largo. La retórica prietista, muy agresiva, se conjuntaba con la de Azaña, también promotor abierto del extremismo ("no seré yo quien predique moderación" (8). Había entrado en la conjura para un golpe militar que debía imponer la II República y, fracasado éste, había vuelto a huir a Francia. Venida la república en abril de 1931, había colaborado intensamente con Azaña, pero en octubre del 33 había proclamado en las Cortes la estruendosa ruptura de su partido con los republicanos de izquierda, señal del definitivo rumbo revolucionario del PSOE. Al ganar el centro derecha las elecciones de noviembre de ese año, había propugnado el golpe de estado, y apoyado a Largo Caballero contra Besteiro, participando en la intentona revolucionaria de octubre del 34*.

*Este asunto está tratado con detenimiento en Los orígenes de la guerra civil española, capítulos 7 y 8 de la segunda parte.

Otra vez exiliado al fracasar ésta, volvía a la alianza con Azaña, aunque sin intenciones realmente democráticas, pues pensaba anular políticamente a la derecha moderada; fue también indicativo que, en la pugna partidista postinsurreccional, dejara nuevamente caer a Besteiro.

Hombre intuitivo, pragmático y con diversos talentos, pero impulsivo y sin principios claros, Prieto tenía fama de excelente maniobrero. Sin duda lo era, pero le faltaba perspectiva y doctrina, y por ello su sentido de la oportunidad solía quedarse en oportunismo, y sus maniobras conducir a encerronas. El antropólogo y memorialista Julio Caro Baroja opina de él, no sin agudeza: "un falso hombre hábil, que metió a la República en varios callejones. A algunas personas todavía les irrita, nos irrita, la fama de hábil de Prieto, responsable, en gran medida de la desgraciada revolución de Asturias (…). Era hábil, sí, para maniobrar en el Congreso, con un gobierno constitucional a la vieja usanza, como lo puede ser un cacique muñidor; pero no tenía clarividencia en los momentos más peligrosos, aunque luego se diera cuenta de lo que pasaba y escribiera artículos justificativos bastante claros" (9)

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Notas

1.- F. Largo Caballero Escritos... p. 188

2.- Ibid., p. 200

3.- F. Largo, Mis recuerdos, en edic. parcial de Mauricio Carlavilla, con el título Correspondencia secreta, Madrid, 1961, p. 160-1. Fundación Pablo Iglesias, AFLC XXII, p. 202-3.

4.- J. S. Vidarte, El bienio negro, p. 357. F. Largo, Escritos, p. 190

5.- F. Largo, Escritos, p. 246-7

6.- Ibid., p. 191-2

7.- F. Cambó, Memorias, Madrid, Alianza, 1987, p. 152

8.- M. Azaña, Tres generaciones del Ateneo, Madrid, 1931, p. 25


9.- J. Caro Baroja, Los Baroja, Madrid, Caro Raggio, 1997, p. 241DA

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