viernes, 1 de diciembre de 2017

en un plazo más o menos corto.

en un plazo más o menos corto.
Azar dejó a Eta acorralada, exangüe, moribunda. La banda agonizaba. El nuevo presidente por accidente proporcionó al enfermo terminal el balón de oxígeno que necesitaba, abriendo una negociación política de tú a tú entre el Gobierno y los terroristas que ha cristaliz
 ado con la instalación de Eta en las instituciones. De Bildueta y sus fazañas es responsable
 José Lui“La declaración del Parlament es una barbaridad, un salto al precipicio”
Josep Antoni Duran i Lleida, líder de Unió, propone una ponencia en el Congreso, tras el 20-D, que estudie la reforma constitucional
El Gobierno pedirá al Constitucional el bloqueo de todo acto secesionista
FERNANDO GAREA Madrid 11 NOV 2015 - 08:40 CET
Ya hace tres años que advirtió a Mariano Rajoy en el Congreso que si no hacía nada corría el riesgo de encontrarse con una declaración de independencia en Cataluña. Rechaza de plano la declaración independentista aprobada en el Parlament y propone una ponencia en el Congreso que estudie tras el 20-D una reforma constitucional. Josep Antoni Duran i Lleida (Huesca, 1952) será cabeza de lista de Unió a las generales, por primera vez sin Convergència, después de que no lograra representación en las autonomicas catalanas del 27 de septiembre.

Pregunta. ¿Qué le parece la resolución del Parlament y su aprobación?
Respuesta. Ya me he referido a ella ampliamente y es una barbaridad, una clara manifestación de incumplimiento de la legalidad y eso es lo peor que puede hacerse en un Estado de derecho porque las leyes están para cambiarlas, pero cuando no las cumples pierdes todo tipo de autoridad moral y política para hacer ese cambio de ley. La aprobación es un salto al precipicio, que no es bueno ni para la causa independentista ni por supuesto para Cataluña, su proyección internacional y en la Unión Europea.

P. ¿Qué debería hacer el Gobierno de Mariano Rajoy?
R. Lo que ha hecho ya, pedirle informe al Consejo de Estado y plantear el recurso de inconstitucionalidad y espero y deseo y hago un llamamiento a quienes tengan responsabilidades, porque lo curioso es que se insta a un Gobierno que no existe, que el día que el Constitucional suspenda esa declaración que no incumplan la ley, ni provoquen medidas de ningún tipo. Entraríamos en una espiral que va a ser muy mala para todos, puede engrasar algunas urnas, pero eso es mirar solo a corto plazo. Mirando un poco más allá es peor para todos.

P. ¿Prevé que se desobedezca al Tribunal Constitucional?
R. Soy consciente de que se ha impuesto la irracionalidad política y todo puede pasar y todo es esperable, pero no quiero situarme en ese estadio y quiero ser muy escrupuloso y guardar la serenidad. Falta reflexión y sobran emociones. La mejor arma de un demócrata para combatir lo que no se corresponde con la democracia es cumplir las reglas del juego.

Es una barbaridad. Se ha impuesto la irracionalidad política
P. ¿Si hay desobediencia el Gobierno debería aplicar la ley del Constitucional y suspender a la presidenta del Parlament, usar la vía penal o la del 155 de la Constitución?
R. Lo que estoy seguro es que no debe adoptar medidas que sean completamente desproporcionadas y afinar en ver quién tiene esa responsabilidad. Cualquier medida que pasara por la suspensión de la autonomía es algo que no castigaría a quienes incumplan la decisión del Constitucional, si no afectarían negativamente a la sociedad catalana y eso sería un castigo que Cataluña no merece. Cuando llegue el momento el Gobierno pensará y decidirá e imagino que consultará a los grupos parlamentarios.

P. ¿El independentismo ha pasado el punto de no retorno?
R. Creo que esta declaración es un punto para ellos de no retorno pero peor que lleva a Catalunya a la irrelevancia... No solo no tendremos independencia, sino que es posible que perdamos parte de lo que tenemos como autogobierno. Los independentistas han hecho un mal uso de una fuerza que tienen en escaños, pero no la tienen en número de votos. Nadie de Junts pel Si habló de república durante la campaña electoral y ahora la declaración habla de república. Es un fraude electoral.

P. ¿Es posible una salida dialogada?
R. El 20-D debe abrir la vía de la reforma pactada, de actualización del pacto de la transición. No veo otra solución y eso es bueno para Cataluña, para España y para Europa. No va a haber, y que quede claro y basta de engañar, Ningún tipo de espacio para negociar la ruptura, ni una coma para pactar la independencia. Ni en la España de hoy, ni en la que gobernasen los socialistas, ni la Alemania de hoy, ni la Francia de hoy... Creo en la negociación como única posibilidad para redefinir jurídica y políticamente el Estado, no solo para la cuestión catalana, sino para otras grietas del sistema, como la ley electoral o las reformas sociales. Quienes quieran apoyar a quien se ve con ganas de pensar que esa es la única vía yo voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para que se abra en la próxima legislatura con una ponencia en el Congreso que busque una solución que pase por la transición es decir que cada uno ceda y renuncie a algo.

P. ¿Es posible esa salida con Mas y Rajoy?
R. Se pasó el tiempo del diálogo bilateral y Mas y Rajoy son, aunque en proporción distinta, responsables de eso. Ahora la salida se dará en el marco parlamentario e insisto en la idea de la ponencia. Fuimos capaces de un gran pacto en la Transición y hay que recuperar ese espíritu de convivencia y consenso. Hoy más allá de la propaganda independentista no hay propuesta real. Sé que es difícil pero más difícil fue en el 78 y más difícil es negociar la independencia. No veo otro marco que el parlamentario con una ponencia que se tome en serio las demandas políticas y otras grietas del sistema político.

P. Pero la opción que usted representa fue derrotada en las urnas por los catalanes el 27 de septiembre.
Aplicar el artículo 155 sería un castigo a Cataluña, que no lo merece
R. Si, lo fue. No tenemos representación parlamentaria. Fuimos víctimas de varios elementos: errores propios, el marco plebiscitario que no lo era jurídicamente, pero sí políticamente, éramos un partido que no estaba en la escena política de forma autónoma, tuvimos en poco tiempo ruptura interna de la coalición y de Unió... Ahora los factores y el escenario es distinto. Muchos que pudieron votar Junts pel si de buena fe y pensaron que no podría haber ruptura unilateral se encuentran con la declaración de independencia y quieren la negociación y el acuerdo. Necesitamos pactar una disposición adicional en la Constitución que reconozca la realidad nacional, blindar la lengua y la cultura, un concierto fiscal solidario y que eso sea consultado a la ciudadanía. Reflexionar si el Estado de las autonomías funciona y reformar el Senado.

P. ¿Prevé elecciones anticipadas en Cataluña?
R. Desgraciadamente es uno de los dos escenarios, los dos son malos y no sé cuál es peor. O bien un Gobierno condicionado por la CUP, que con todos mis respetos es una opción antisistema, antisistema capitalista y que desea estar fuera de la UE y yo no deseo que Cataluña esté ni un solo segundo fuera de Europa. Un Gobierno que tenga como muleta la CUP es un Gobierno que va más allá de la parálisis de futuro. La alternativa es otra vez elecciones, cuatro elecciones en cinco años. Me gustaría poder priorizar y hablar de otras cosas como el paro, pero estamos atascados en el tema de independencia.

P. A usted que ha trabajado con los dirigentes de Convergència, ¿qué impresión le da verlos con dependencia de la CUP y desobedeciendo las leyes?
R. Me sorprende, es algo que no encaja en lo que es mi opinión sobre Convergència y sus electores. No lo entiendo. No reniego del pasado de CiU y no quiero basar mis propuestas en la crítica, pero que CDC admita que se suspendan las conversaciones para la investidura porque las CUP cuestionaban que los Mossos, de acuerdo con un mandato judicial, procedan a detener a presuntos responsables de acciones anarquistas es que no entiendo absolutamente nada.

P. Le pongo nombre a esa opinión: Jordi Jané trabajó con usted en el Congreso, era miembro de la Mesa con perfil institucional y ahora es conseller de gobernación y vota la desobediencia.
R. Aprecio mucho a Jané y por eso no quiero decir más de lo que es ya visible. Me cuesta verlo pero le estoy viendo aplaudiendo aunque quizás no con la efusividad de otros, no dejo de estar perplejo, pero son personas a las que quiero y tengo afecto.

P. ¿Prevé grietas en Convergència?
La solución debe salir tras el 20-D de una ponencia en el Congreso
R. Mis funciones son intentar que Unió recupere su espacio. Parece ser que hay diferencias importantes en CDC, pero no quiero entrar en eso. Me gustaría que si realmente existieran esas voces tomaran conciencia. Debo decir que también ha habido inmovilismo por parte del Gobierno central, recuerden que hace tres años advertí en el Congreso al presidente del Gobierno que si no hacía nada habría una declaración unilateral de independencia y el tiempo me da la razón y habrá que recuperarlo.

P. ¿Conocía usted lo del 3%?
R. No, no, no. Y tendrá que probarse, hay una investigación que tendrá que llevarse a fondo, que la Justicia siga su camino, pero con presunción de inocencia. Hay noticias preocupantes, pero hasta que no se demuestre por quien debe demostrarlo hay que dejarlo en manos de los jueces.

P. ¿Conocía usted el enriquecimiento de la familia Pujol?
R. No, no, no, yo no llevo su declaración de patrimonio y no tengo ni idea del que tienen, ni del que tenían y si lo que se publica es cierto o no. Para eso están los jueces y esa no es mi función.

P. ¿Los de CiU han sido gobiernos corruptos?
R. Que yo sepa no. En todo gobierno puede haber una persona que haya hecho que no se haya ajustado a la ley, pero no han sido gobiernos corruptos. Otra cosa es que un día se descubra que ha habido algo, pero yo he sido consejero y pueden mirar la acción de mi gobierno desde el primer día hasta el último. Corrupción la ha habido y la hay en todas partes, pero lo importante es que los jueces lo persigan y tengan medios.

P. ¿Y cree como Mas que hay una cacería?
R. No quiero entrar en eso. Es evidente que a veces ha habido informes policiales que no se han correspondido luego con la realidad, pero Dios me libre de admitir que la Justicia es manejable y manipulable. Si aceptase como demócrata eso yo que tengo responsabilidades públicas estoy diciendo al ciudadano que en un pleito privado no acate la Justicia.



BIEN POR PEDRO SÁNCHEZ
10/11/2015@13:10:51 GMT+1
Luis María ANSON
La objetividad exige reconocer el acierto de Pedro Sánchez ante el órdago secesionista catalán. Ha hablado repetidas veces con Mariano Rajoy y se ha entrevistado en dos ocasiones para acordar con el presidente del Gobierno una actuación común. Eso honra al líder del PSOE. La Transición consistió, entre otras cosas fundamentales, en el pacto de Estado entre el centro derecha y el centro izquierda, que han venido representando a más del 80% del voto popular, para cuestiones de gran trascendencia como la territorialidad, el terrorismo, la alta política internacional…
Conforme al espíritu de la Transición, el Partido Popular y el PSOE, con la adenda de Ciudadanos que ocupa lugar relevante en el centro político, se han puesto de acuerdo para dar respuesta a Arturo Mas y a sus cómplices. La opinión pública se ha sentido satisfecha ante esta muestra de cordura, sobre todo por lo que respecta a Pedro Sánchez que, con las elecciones generales a las puertas, ha visitado a Rajoy en el palacio de la Moncloa. No era fácil en estas jornadas preelectorales el gesto pero Pedro Sánchez lo ha hecho, siguiendo la estela de Felipe González, que actuó siempre como un hombre de Estado, que fue el gran hombre de Estado del siglo XX, como Cánovas del Castillo lo fue del XIX.
Bien, pues, por Pedro Sánchez. La respuesta conjunta a la pirueta de los golpistas civiles catalanes impedirá, con el respaldo del Tribunal Constitucional, la quiebra del medio milenio de la España unida. Delitos castigados con prisión
Ignorar un marco legal conduce a la necesidad de formular uno distinto. Según la resolución separatista, en un plazo de 30 días comenzará la tramitación parlamentaria de leyes. Pero ignorar la Constitución entraña también consecuencias jurídicas. La Abogacía del Estado y la Fiscalía estudian las acciones legales pertinentes por la vía penal contra el presidente de Cataluña en funciones, Artur Mas; la presidenta del Parlamento autonómico, Carme Forcadell; y para los diputados que propusieron la resolución soberanista: Jordi Turull y Marta Rovira, de Juntos por el sí, y Antonio Baños y Anna Gabriel, de la CUP.
El incumplimiento de las resoluciones del Constitucional acarrea un delito de desobediencia, tal y como recoge el artículo 410 del Código Penal. Tras la reforma del tribunal de garantías impulsada por el Partido Popular, está entre sus capacidades imponer multas y suspender en sus funciones a autoridades y empleados públicos. Pero no obedecerán. Llegados a este punto, mientras progrese esa "hoja de ruta" hacia la ruptura se ampliará el catálogo de posibles delitos penales incurridos.
Delito de sedición. De acuerdo con el artículo 548 del Código Penal, se dirige hacia quienes se alcen públicamente para impedir la aplicación de las leyes. Si es una autoridad política quien comete la sedición o sublevación, como en este caso, se enfrentaría a una pena de 10 a 15 años de cárcel e inhabilitación. Consideran los expertos de la Fiscalía que la justicia sancionaría este delito en caso de que se produzca un alzamiento de un sector de la población a cargo de los responsables políticos. En un peldaño inferior se encuentra el delito de conspiración, castigado con, al menos, dos años y medio de cárcel. En cualquier caso no eludirían el ingreso en prisión.
Delito de rebelión. Atendiendo al artículo 572 del Código Penal, es un acto de rebelión "declarar la independencia de una parte del territorio nacional". La pena tipificada oscila entre diez y quince años de prisión e inhabilitación absoluta. Se pondrían en relieve también el delito de usurpación de atribuciones por la consulta popular convocada por el Gobierno autonómico de Mas sin tener competencia para ello y el delito de ultrajes a España, ambos contemplados por la Ley.
Todo dependerá de la actuación de los grupos independentistas. En función de los pasos que den a partir de ahora aflorarán o no los indicios de delitos penales, pero también otras figuras delictivas como la desobediencia al Tribunal Constitucional e incluso la malversación de fondos públicos por financiar con dinero del Estado conductas presuntamente ilegales.
Según publican algunos medios Moncloa liderará la respuesta política que se armaría con la suspensión de las nuevas remesas del Fondo de Liquidez y el control de la Policía de la Generalidad, es decir, los mozos de escuadra. Son las medidas previas antes de recurrir al famosos Artículo 155 de la Constitución que el Gobierno de Mariano Rajoy, como ha reconocido en varias ocasiones, quiere evitar a toda costa.Firmeza y política ante la insurgencia


El intento de ruptura de Cataluña exige unidad y determinación
EL PAÍS 10 NOV 2015 - 00:00 CET
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Una pantalla muestra en el Parlamento de Cataluña el resultado de la votación de la declaración de independencia. / ALBERT GEA (REUTERS)
La declaración de ruptura con la España constitucional de Junts pel Sí y la CUP, que obtuvieron menos del 48% del voto en Cataluña, es un acto ilegal e ilegítimo que requiere una respuesta firme del Gobierno y las fuerzas políticas y la utilización de todos los instrumentos del Estado —legales, jurídicos, políticos e institucionales— para defender la democracia y la legalidad.
Pero una actuación defensiva, imprescindible, no es suficiente. Es necesario acompañarla de un plan, de un proyecto que permita responder al grave momento por el que atraviesa el país, momento del que Cataluña es un síntoma, extremo, alarmante, pero uno más de lo que claramente es un fin de ciclo histórico. Hemos clamado muchas veces en estas páginas por reformas y medidas políticas que hubieran podido evitar que se llegara a donde hoy nos encontramos. No las hemos pedido ni las seguimos pidiendo por contentar a los insurrectos o tratar de calmar infantilmente las aguas. Reclamamos acciones políticas porque son la mejor garantía de poder salir de la crisis actual con ciertas perspectivas de estabilidad futura.
Paradójicamente, el clima preelectoral que hoy domina España no es el más adecuado para requerir del Gobierno y de los partidos políticos un ambicioso y profundo proyecto de país. Precisamente por eso hubiera sido adecuado adelantar las elecciones generales y separar lo más posible la campaña de la crisis catalana. Pero el Gobierno —quién sabe con qué cálculo— prefirió no hacerlo así y ahora nos encontramos ante una campaña intoxicada y condicionada por la rebelión independentista.
Nuestra voluntad de que el Gobierno sea aún capaz de ofrecer un futuro para Cataluña no está, por supuesto, reñida con nuestro apoyo al uso enérgico de la ley. El presidente, Mariano Rajoy, respondió rápidamente al envite independentista con una declaración firme y preparada en la que detalló cuáles serán los próximos pasos del ejecutivo para hacer cumplir la Constitución.
Mas se define como un activo de la independencia y es el mayor pasivo de una Cataluña próspera
La firmeza de Rajoy, que contrasta con la falta de respuesta durante años ante el desafío secesionista, es una buena noticia, como también lo es la unidad lograda con algunos de los principales partidos (PSOE, Ciudadanos y UPyD, entre otros), para defender la legalidad constitucional.
La medidas explicadas por el presidente parecen razonables y ajustadas a la ley. También es positivo que se quiera evitar a toda costa la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Pero los partidos constitucionalistas no pueden escudarse en la campaña electoral del 20-D para no luchar unidos contra la insurgencia en Cataluña y tomar decisiones, por muy difíciles que sean, cuando la situación lo requiera. Medidas legales y jurídicas, pero también soluciones políticas que requieren reformas de calado que modifiquen el marco de convivencia de nuestro país.
Las 12 horas y 13 minutos del 9 de noviembre se recordará como el momento en el que la representación de la mitad de los catalanes quiso dar un golpe a un Estado bajo cuyas leyes Cataluña ha logrado los mayores niveles de prosperidad y autogobierno de su historia. El ambiente en el Parlament respiraba aromas radicales, sin que el Gobierno de la Generalitat en funciones, con Artur Más a la cabeza, mostrara excesivo entusiasmo. Varios consellers no se prodigaron en los aplausos y todos parecían mostrar preocupación ante el nuevo paso dado con el abrazo programático a una CUP que ni siquiera va a aplicar la reciprocidad para votar la investidura de Mas. La desunión en las filas de Convergència se va escenificando día a día a medida que los diputados avanzan hacia el abismo con la sensación de estar secuestrados por ese pacto.
Artur Mas se declaraba “el mayor activo del independentismo” en su penúltimo intento de conseguir la investidura, sin darse cuenta de que se ha convertido en el mayor pasivo para una Cataluña próspera. Además de ser consciente de la ilegalidad de sus actos, él sabe que un país solo puede ser independiente si hay alguien dispuesto a reconocerlo, y hay unanimidad internacional en su contra.
La campaña electoral no debe impedir la acción de los constitucionalistas contra la secesión
En la calle, apenas 200 personas ondeaban las esteladas, un gesto mínimo comparado con el poder de convocatoria exhibido por el nacionalismo. Es como si los catalanes, en lugar de celebrar, empezaran a darse cuenta del laberinto al que les han llevado unos líderes que siguen huyendo hacia adelante incumpliendo las leyes de España y de Cataluña sin importarles más que salvar la cara.
Es la hora de utilizar todos los instrumentos del Estado para atajar este intento de ruptura. Instrumentos legales, jurídicos, políticos y también institucionales. Este país afronta su peor crisis tras el 23-F y no hay que olvidar que la Constitución de 1978 establece, entre las limitadas funciones del rey Felipe VI como Jefe del Estado, la defensa de la unidad de España y el papel de árbitro y moderador en la política.

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A diferencia de la insurrección catalana de 1934, la de hoy parece jugarse en los límites de una acción pacífica. Comparten de forma insidiosa la ruptura con la legalidad por parte de una institución surgida de la propia legalidad constitucional
LLUÍS BASSETS 10 NOV 2015 - 00:00 CET
Como todos sabemos, Cataluña tiene de todo. Incluso un mito insurreccional, fraguado sobre la historia de un momento trágico y excepcional, en que tropas armadas a las órdenes del Gobierno catalán se enfrentaron breve pero cruentamente con tropas a las órdenes del Gobierno de la República Española. Fue en 1934, el 6 de octubre, cuando el presidente Lluís Companys proclamó el Estado Catalán de la República Federal Española desde el balcón de la Generalitat en la plaza de Sant Jaume.
La intentona duró apenas unas diez horas, que arrojaron un terrible balance, solo disminuido por las dimensiones de la carnicería que se avecinaba apenas a dos años vista con la Guerra Civil. Fueron 74 los muertos y 252 los heridos, entre cuatro y siete millares los detenidos, entre ellos el Gobierno catalán en pleno con su presidente a la cabeza, así como el alcalde de Barcelona, numerosos funcionarios, diputados, cargos públicos y dirigentes políticos y sindicales. La autonomía fue intervenida, el Parlamento quedó suspendido, fueron prohibidos los principales periódicos catalanistas, se reinstauró la censura sobre los otros y dos militares se hicieron cargo de la presidencia accidental de la Generalitat y de la comisaría de Orden Público.
La insurrección catalana fue un episodio más y no el más grave de una intentona revolucionaria de mayor alcance contra el Gobierno derechista surgido de las elecciones de 1933, que tuvo en Asturias su capítulo más cruento. Pretendía frenar el fascismo pero dio pie en cambio a una brutal regresión de la democracia y del autogobierno catalán de la que Cataluña apenas se recuperaría durante unos pocos meses, antes de caer en el caos y el desgobierno de la Guerra Civil.
Sobre las causas y lecciones del Seis de Octubre ha corrido desde entonces mucha tinta, y una parte muy importante precisamente en los últimos años, con motivo del proceso soberanista y de los temores y esperanzas que ha suscitado. ¿No queremos un nuevo Seis de Octubre?, se ha oído decir desde hace ya unos años en el campo nacionalista. Para unos es un error a evitar; pero para otros, en cambio, es la experiencia que conviene corregir y mejorar para que ahora salga bien.
Esta vez no es el balcón presidencial sino el parlamento donde se produce la proclama
Sobre las diferencias de circunstancias entre 1934 y hoy no hace falta extenderse, porque casi todo es distinto, la época y las sociedades. Esta vez no es el balcón presidencial sino el parlamento donde se produce la proclama o acontecimiento inicial. No hay ahora una proclamación unilateral de la independencia con pretensiones de efectos inmediatos, sino una declaración que anuncia la ruptura o desconexión diferida o a plazos con la legalidad constitucional y la desvinculación de la autoridad del Tribunal Constitucional. A diferencia de los violentos años 30, todo parece jugarse en los límites de la acción democrática y pacífica, en manifestaciones cívicas, en los medios de comunicación, en la actuación de los Gobiernos y los parlamentos o en los recursos a los tribunales. Aunque unos y otros pronuncian palabras graves y duras, más o menos eufemísticas, como desconexión, ruptura, insurgencia o rebelión, nada de momento sitúa la confrontación en el plano del uso de la fuerza. Y lo que menos lo permite es precisamente el contexto europeo, la desaparición de las fronteras y las soberanías compartidas —la disolución precisamente de la idea de independencia nacional— bien distinto al de la época de los nacionalismos agresivos, la escalada armamentística y los totalitarismos.
Pero también hay semejanzas. La mayor, probablemente la más insidiosa para la democracia y la que más se ha subrayado, es que se trata en ambos casos de una ruptura con la legalidad por parte de una institución surgida de la propia legalidad constitucional. En los dos casos se confía en la acción unilateral para modificar la relación con el resto de España, sin una negociación ni un acuerdo previo. Tal como han señalado algunos historiadores, Lluís Companys no pretendía la separación, sino repetir la jugada de Francesc Macià el 14 de abril de 1931, cuando proclamó la República Catalana dentro de la Federación de Repúblicas Ibéricas, adelantándose así a la proclamación de la República en Madrid por parte de Niceto Alcalá Zamora, para conseguir con ello una negociación posterior, que es la que desembocó en el Estatuto de 1932; nada muy distinto a lo que pretende ahora Artur Mas, que quiere forzar una negociación tirando millas en el camino de la independencia unilateral.
Algunas de las analogías sugieren comportamientos recurrentes. Entonces como ahora, los dos presidentes no eran inicialmente secesionistas; y en ambos casos nada puede entenderse sin la radicalización izquierdista y el abandono de la moderación. También entonces como ahora, todo se juega al final en la correlación de fuerzas y en la capacidad de hacer un buen cálculo de las propias y las ajenas. En 1934, la insurrección no contó con la movilización obrera y callejera y quedaron en nada las milicias armadas que debían apoyar el golpe. En el actual proceso, Artur Mas no ha obtenido la mayoría parlamentaria indestructible que pedía ya en las elecciones de 2012 y tampoco ahora cuando pedía un resultado plebiscitario que los electores le han negado, aunque haya ganado las elecciones con una mayoría insuficiente para gobernar sin el apoyo de la CUP. Su aislamiento internacional es pavoroso, pero además no cuenta con aliados en España; y se ha enajenado a la mitad de la población catalana.
Entonces se respondió a la fuerza militar con la fuerza militar. Ahora las armas son jurídicas
El juego comparativo no ha terminado. También tiene sentido fijarse en las reacciones del Gobierno español. Entonces se respondió a la fuerza militar con la fuerza militar. Ahora las armas son jurídicas y gradualistas; el reproche, justísimo, es la falta de respuesta política. Ante la aprobación en el pleno, ahora responde Rajoy con el anuncio del recurso al Constitucional que produzca la inmediata suspensión de la declaración y de sus efectos.
Con Artur Mas en funciones y a la espera de una improbable investidura, el papel de Companys corresponde ahora a Carme Forcadell, la presidenta del Parlament sobre la que ha recaído la responsabilidad de un trámite tan irregular como precipitado para aprobar la declaración. Pero no será por esta actuación partidista en la interpretación del reglamento del Parlament por lo que se le pedirá responsabilidades, sino por las iniciativas que pueda tomar en el futuro en cumplimiento de la declaración que el Constitucional suspenderá en las próximas horas. Si Forcadell es la primera que actúa contra la legalidad de la que deriva su presidencia será ella y no Mas quien alcanzará una palma del martirio patriótico similar a la que obtuvo Companys el Seis de Octubre de 1934. Seguro que será un honor para ella, pero también que no le importará a Mas, si le sirve para seguir dirigiendo el proceso hasta su culminación.

RAJOY: TARDE Y NO SABEMOS SI BIEN
09/11/2015@12:18:53 GMT+1
Luis María ANSON
El Parlamento catalán ha consensuado el desafío secesionista. Si hace dos años, Mariano Rajoy hubiera reaccionado como exigía el órdago lanzado por Arturo Mas no se habría llegado a la situación límite en la que estamos. La responsabilidad viene de atrás, de la ligereza de Adolfo Suárez al establecer el “café para todos” y, sobre todo, de la ocurrencia de José Luis Rodríguez Zapatero al respaldar una reforma del Estatuto que, en ese momento, no importaba ni al 5% del pueblo catalán, conforme a una encuesta publicada en La Vanguardia.
La memez del “no hay que hacer nada porque el tiempo lo arregla todo y lo mejor es tener cerrado el pico”, mantenida por Pedro Arriola, quebró un principio básico de la política seria: prevenir y no curar. Como Mariano Rajoy no fue capaz de prever lo que muchos anunciamos que iba a ocurrir ahora no le queda otro remedio, en vísperas electorales, que tomar las medidas necesarias para que en el Estado de Derecho español se respete la ley. Es tarde, muy tarde, y no sabemos si el Gobierno actuará bien. Confiemos en que sí. Esperemos que después de tanta torpeza, Mariano Rajoy tome las decisiones que cercenen la tropelía a la que España asiste atónita. En 1934, un presidente del Gobierno de ideología izquierdista, Alejandro Lerroux, supo liquidar en unas horas no la aprobación de independencia de Cataluña, sino la proclamación del “Estado catalán dentro de la República federal española”. Ahora lo mejor sería no tener que emplear la fuerza sino hacer funcionar la maquinaria de la justicia con la debida celeridad. Vamos a ver en pocas horas si el Gobierno se queda en declaraciones inanes o si actúa con la contundencia que la situación exige.

TEXTO DE JUNTOS POR EL SÍ Y LA CUP
Los nueve puntos de la resolución independentista aprobada en el Parlamento catalán
09/11/2015@09:52:18 GMT+1
Por EL IMPARCIAL
Los nueve puntos de la resolución independentista aprobada en el Parlamento catalánAmpliar  
La propuesta de resolución independentista presentada por Juntos por el Sí y la CUP como inicio del proceso de desconexión de España, punto por punto.
PROPUESTA DE RESOLUCIÓN
El Parlamento de Cataluña:
PRIMERO.- Constata que el mandato democrático obtenido en las pasadas elecciones del 27 de septiembre de 2015 se basa en una mayoría de escaños de las fuerzas parlamentarias con el objetivo de que Cataluña se convierta en un Estado independiente y con una amplia mayoría soberanista en votos y escaños que apuesta por la apertura de un proceso constituyente no subordinado.

SEGUNDO.- Declara solemnemente el inicio del proceso de creación del Estado catalán independiente en forma de república.
TERCERO.- Proclama el comienzo de un proceso constituyente ciudadano, participativo, abierto, integrador y activo para preparar las bases de la futura Constitución catalana.
CUARTO.- Insta al futuro Gobierno a adoptar las medidas necesarias para hacer efectiva esta declaración.
QUINTO.- Considera pertinente iniciar en el plazo máximo de 30 días la tramitación de las leyes del proceso constituyente, de seguridad social y de hacienda pública.
SEXTO.- Como depositario de la soberanía y expresión del poder constituyente, reitera que este Parlamento y el proceso de desconexión democrática no se supeditarán a las decisiones de las instituciones del Estado español, en particular del Tribunal Constitucional, al que considera deslegitimado y sin competencia desde la sentencia de junio de 2010 sobre el Estatuto de Autonomía de Cataluña votado previamente por el pueblo en referendo, entre otros.
SÉPTIMO.- Adoptará las medidas necesarias para abrir este proceso de desconexión democrática, masiva, sostenida y pacífica con el Estado español, de tal manera que permita el empoderamiento de la ciudadanía a todos los niveles y en base a una participación abierta, activa e integradora.
OCTAVO.- Insta al futuro Gobierno a cumplir exclusivamente aquellas normas o mandatos emanados de esta Cámara, legítima y democrática, a fin de blindar los derechos fundamentales que pudieran verse afectados por decisiones de las instituciones del Estado español.
NOVENO.- Declara la voluntad de iniciar las negociaciones para hacer efectivo el mandato democrático de creación de un Estado catalán independiente en forma de república y, así mismo, lo pone en conocimiento del Estado español, de la Unión Europea y del conjunto de la comunidad internacional".El desafío choca con 4 artículos

–¿Cómo reaccionará el Gobierno a la decisión del Parlamento catalán de poner en marcha mañana el proceso de creación de una Cataluña independiente?
–La maquinaria jurídica se pondrá en marcha nada más aprobarse la propuesta de Junts pel Sí y la CUP de poner los primeros cimientos de una República catalana. El Gobierno celebrará el mismo martes, horas después del desafío soberanista, un Consejo de Ministros extraordinario para dar luz verde a la impugnación ante el Tribunal Constitucional (TC) de la resolución del Parlament.
–¿Qué sucederá en esas 24 horas posteriores a la anunciada «desconexión» de Cataluña del resto de España?
–Nada más conocerse los términos exactos de la resolución, el Consejo de Estado se pondrá manos a la obra para elaborar un informe en el que señalará la inconstitucionalidad de la declaración secesionista y avalará el recurso de la Abogacía del Estado.
–¿Cuándo recurrirá la Abogacía del Estado la resolución del Parlament?
–Con el informe del Consejo de Estado en la mano, los Servicios Jurídicos del Estado recurrirán ante el TC el mismo miércoles, invocando expresamente el artículo 161,2 de la Constitución, que estipula que la impugnación del Gobierno de una resolución adoptada por un órgano de una comunidad autónoma lleva aparejada la suspensión de la disposición recurrida.
–¿Durante cuánto tiempo estará en vigor esa suspensión?
–El Tribunal Constitucional acordará la suspensión por un plazo de cinco meses, que se prorrogará mientras decida sobre el fondo del asunto.
–¿Contra qué artículos de la Carta Magna choca frontalmente la declaración independentista?
–La Abogacía del Estado esgrimirá en su recurso que la decisión del Parlament tiene efectos jurídicos (sin ir más lejos, la anunciada pretensión soberanista de tramitar las «leyes del proceso consituyente, de Seguridad Social y de Hacienda Pública») y vulnera, en primer lugar, el artículo 1,2 de la Constitución, que establece que la soberanía nacional «reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado». Además, también infringe el artículo 2, que estipula la «indisoluble unidad de la Nación española», así como el 9 («los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico») y el 168, que delimita los cauces para la reforma de la Constitución.
–¿Qué sucederá a partir de entonces?
–Una vez suspendido el acuerdo de la Cámara catalana, el TC tramitará el recurso y pedirá al Parlament que presente sus alegaciones antes de pronunciarse sobre el fondo.
–¿Existe algún precedente?
–Sí. En marzo de 2013, el Parlamento catalán aprobó una declaración de soberanía y el «derecho a decidir del pueblo de Cataluña». El TC suspendió la declaración soberanista tras el recurso del Gobierno y, un año después, anuló la resolución del Parlament negando el carácter soberano del pueblo catalán aunque abriendo la puerta al «derecho a decidir» siempre y cuando se lleve a cabo respetando los cauces legales.
–¿Qué puede hacer el TC si el Parlament ignora la suspensión y sigue adelante con su hoja de ruta independentista?
–El escenario es completamente distinto al que se dio en 2013. La posterior reforma de la ley orgánica del Tribunal Constitucional deja en manos del TC una batería de medidas para garantizar que se acate la suspensión cautelar, desde requerimientos y multas hasta la suspensión de las autoridades o funcionarios responsables del incumplimiento o, incluso, dejar en manos del Gobierno la ejecución del mandato del Alto Tribunal.


Leer más:  El desafío choca con 4 artículos  http://www.larazon.es/espana/el-desafio-choca-con-4-articulos-KF11149065#Ttt1scMEpsrWP8WC
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La broma
La identidad política permite numerosas opciones culturales. Ese derecho a decidir es de los individuos, no de los territorios: si un territorio tiene derecho a decidir por su cuenta, los demás ciudadanos ven mutilado el suyo
FERNANDO SAVATER 9 NOV 2015 - 00:00 CET
Contra la figura hierática de don Tancredo en la plaza de toros ya hizo los debidos comentarios, no indebidamente elogiosos, José Bergamín. También el presidente Mariano Rajoy se ha llevado por su actitud no menos estólida ante la intentona golpista de los nacionalistas catalanes comentarios desfavorables, muchos de los cuales muestran impaciencia razonable, otros franco sectarismo (si no tiene la culpa también de esto el Gobierno popular, ¿quién la va a tener?) y algunos, como los de Ximo Puig, apuntan cierto bloqueo de las funciones de cerebración superior, por decirlo amablemente. Las más comprensibles de estas críticas señalan que Rajoy no solo debía haber recordado la ley y sus profetas, lo que está muy bien, sino directamente hacerla cumplir, sobre todo en un caso de flagrante ilegalidad como la consulta del 9-N. Otros señalan que no debió atrincherarse en la legalidad (incluso hay quien opina que no debió “amenazar” con hacer cumplir la ley, lenguaje extraño en una democracia), sino ofrecer un diálogo que aportase a los sediciosos cierta comprensión, soluciones imaginativas y propuestas ilusionantes, como mandan los cánones. Del contenido concreto de estas generosas alternativas no se dice demasiado, o más bien nada. Está claro que Rajoy debía haber ofrecido algo, pero no está claro (ni oscuro: no está) el qué.
Supongamos, si no lo entiendo mal, que, según el PSOE, el Gobierno debía haber ofertado una reforma constitucional como la que ahora ese partido propone en su programa electoral para el 20 de diciembre. Dejemos a un lado los aspectos de tal reforma —en la que sin duda hay cosas interesantes— que no afectan directamente al Asunto por excelencia, la organización territorial del país y la unidad de España, puesto que solo estas cuestiones interesan al nacionalismo insurgente. Según dice el borrador publicado en este periódico, el PSOE se compromete a “reconocer las singularidades de distintas nacionalidades y regiones y sus consecuencias concretas: lengua propia, cultura, foralidad, derechos históricos, insularidad, organización territorial o peculiaridades históricas de derecho civil”. O sea, más o menos lo que hay ahora y que nos ha traído a la conflictiva situación actual. No veo que nadie niegue la lengua propia de las autonomías (el problema más bien es que se respete el castellano en la enseñanza de algunas de ellas), ni la insularidad de las islas (que resulta bastante evidente, a mi juicio), ni la cultura de las nacionalidades y regiones, es decir, de los ciudadanos que son quienes hacen cultura en todas partes. La foralidad, los derechos históricos, etcétera, también están, ay, reconocidos ya, lo cual da lugar a privilegios en unos casos y equívocos en otros, lo que es inevitable cuando se admiten constitucionalmente derechos prepolíticos.
En vez de sacralizar diferencias, expliquemos las bases compartidas de nuestra ciudadanía
Ni siquiera se plantea si esos atavismos han de conservarse solo si favorecen al país entero y no en cualquier otro caso, lo cual sería un verdadero cambio. La novedad es que se incluirá en la Constitución el nombre de todas las comunidades autónomas, lo cual podría complementarse con el de todos los ríos, montes y playas de nuestro bello país, ya puestos. A no ser que se pongan aduanas entre las comunidades, para asegurar que nadie se distrae de la singularidad de cada una. Me imagino los carteles en carreteras, estaciones y aeropuertos: “Ya está usted en el País Vasco: póngase su txapela”,“Llega a la Comunidad Valenciana: la paella, declarada bien comestible de la humanidad”, “Estamos en Andalucía: recoja sus castañuelas en ventanilla”, etcétera. Por no hablar de la genialidad de que todas las lenguas cooficiales puedan utilizarse en todas las comunidades sin discriminación, babelización absurda que desconoce o minusvalora la ventaja, no ya cultural sino política,de tener una lengua común que sirve para entenderse a los ciudadanos de todas partes en el Estado, sea cual fuere su lengua materna.
En vez de dedicarse a sacralizar o inventar singularidades para dar gusto a los narcisistas de las pequeñas diferencias (Freud dixit),resulta más útil explicar los elementos compartidos en que se basa nuestra ciudadanía. Cuando se pregunta a intelectuales no nacionalistas que justifiquen su opinión, responden: a) “A mí no me gustaría que Cataluña se separase de España”, potente argumento al que Romeva o Mas pueden contestar que a ellos sí. b) “A los catalanes les iría económicamente peor separados”, que es como tratar de disuadir a un atracador diciéndole que el dinero mal habido no da la felicidad. c) “¡La unidad de España!”, muy bien, pero ¿por qué es importante? La confusión interesada entre identidad cultural e identidad política es la base de todo nacionalismo. La identidad política, o sea la ciudadanía que da el Estado de derecho, siempre permite numerosas opciones culturales entre las que cada cual perfila a partir de lo común su identidad propia. Ese derecho a decidir es de los individuos, no de los territorios: si un territorio tiene derecho a decidir por su cuenta, los demás ciudadanos ven mutilado el suyo. Queremos ser ciudadanos por entero y, por tanto, no españoles a medias. Los nacionalistas pretenden que el área de la que han decidido apropiarse es una nación sin Estado (con derecho a tenerlo); los antinacionalistas defendemos un Estado sin naciones, es decir, sin miniestados dentro del Estado.
No minusvaloremos la ventaja, no ya cultural sino política, de tener una lengua común
¿Qué son esas entidades fabulosas de las que hablan los nacionalistas? El maestro de sociólogos Juan José Linz escribió: “El tema de las diversas aspiraciones culturales y/o políticas queda generalmente definido con el uso de expresiones genéricas como los vascos o los galeses, o de términos como la nación vasca, el pueblovasco, el grupo étnico y demás. Son pocos los intentos para definir de modo más preciso a qué aluden dichos términos, qué características definitorias se emplean para incluir a alguien en esas categorías y cómo verificar el grado en que una entidad colectiva de esta índole es una realidad, experimentada como tal por sus presuntos miembros”. Eso aclara por qué Pujol dijo de Borrell que era “un señor nacido en Cataluña, no un catalán”, Carme Forcadell considera “no catalanes” a los votantes de C’S o el PP, y el inefable Arzallus aseguró en una entrevista que yo no soy vasco “porque mi padre era notario y los notarios no son de ninguna parte”. Todos ellos tienen razón, porque ser “catalán” o “vasco” para un nacionalista no depende de rasgos culturales o biográficos, sino de la adhesión al ideal separatista de romper la ciudadanía estatal. Los no nacionalistas que siguen hablando de “lo que quiere Cataluña” o de que “los catalanes se sientan a gusto” confirman la ideología nacionalista sin saberlo.
“¡Y se terminó la broma!”, dijo optimista García Albiol. Ojalá, pero por desgracia la broma continúa. Uno se desespera de ver a tantos jóvenes emburrecidos por la alfalfa nacionalista, convencidos de que “nos quieren quitar lo de aquí” y que todo lo malo llega porque no son independientes, es decir, puros y buenos salvajes. ¿Cómo acabará esto? No sé cómo, pero en cambio estoy seguro de que acabará mal. Aplico uno de los estupendos aforismos de Jorge Wagensberg: “Hay cosas que acaban mal porque, si no, no acaban”. Pues eso.
Fernando Savater es escritor.
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 LOS PARTIDOS SECESIONISTAS CONTRA LA CONSTITUCIÓN
07/11/2015@18:02:10 GMT+1

Luis María ANSON
Todavía José Luis Rodríguez Zapatero en Moncloa, Luis María Anson publicó en el diario El Mundo el 7 de julio de 2011 el artículo que reproducimos a continuación. En él se anticipaba lo que podía ocurrir y lo que ha ocurrido. Vale la pena leer este artículo del presidente de El Imparcial que publicamos sin alterar una coma.
“Se lo advirtió José Ortega y Gasset, primera inteligencia española del siglo XX, a Manuel Azaña, el político ambiguo ante el que todavía babea cierto progresismo merengoso: la voracidad de los partidos nacionalistas no tiene otro límite que la secesión. El Estatuto catalán defendido ardorosamente por Azaña no era más que un peldaño en la escalera hacia la independencia. Solo tres años después, la realidad dio la razón al filósofo sobre el político y el general Batet tuvo que desarticular por la fuerza la proclamación de hecho de la independencia catalana contra la Constitución de la II República.
En la macroencuesta realizada antes de que empezara el circo actual, ni el 5% de los catalanes estaba interesado en modificar el Estatuto articulado por la Monarquía parlamentaria. Los despropósitos de Zapatero despertaron al dragón dormido pero, a pesar de la parafernalia de la publicidad, la propaganda política y el coro de tertulianos y articulistas, menos del 50% de los ciudadanos catalanes acudieron a votar el referéndum que aprobó el Estatuto. Como la clase política catalana lo único que quiere de verdad es más poder, mandar más, hoy camina francamente, a izquierda y a derecha, hacia la secesión. Zapatero es el responsable político de lo que se nos vendrá encima s Rodríguez Zapatero. Según sectores cualificados de la vida española, el Gobierno incluso informó a dirigentes etarras de que iban a ser detenidos para que pudieran escapar. Al caso Faisán, y al contenido de algunos aspectos de la negociación reflejados en las actas de los encuentros Eta-Gobierno, se les califica de colaboración con banda armada por parte de destacados dirigentes del PP.
La Constitución de 1978 admite que, desde el Estado de Derecho, se pueda alcanzar la secesión. Los pasos a dar para Bildueta y el PNV, por poner un ejemplo, serían, conforme al Título X, artículos 166-169, los siguientes: modificación de los artículos correspondientes de la Constitución por los dos tercios del Congreso de los Diputados; a continuación el texto constitucional exige que los dos tercios del Senado confirmen lo aprobado por el Congreso y después debe producirse la disolución inmediata de las dos Cámaras; tras elecciones generales, el nuevo Congreso deberá aprobar otra vez por dos tercios la reforma constitucional y seguidamente el Senado, también por dos tercios, tendría que votar la modificación de los artículos correspondientes. Finalmente, corresponde decidir al entero pueblo español en referéndum.
Como parece claro que ni Bildueta ni el PNV ni los partidos nacionalistas catalanes contarán nunca con apoyos suficientes para salvar los escollos de la carta magna española, la colisión en el futuro entre el secesionismo y la Constitución se hará inevitable. Esa es la herencia que deja José Luis Rodríguez Zapatero. Sus propios partidarios lo escabecharon en abril por la disparatada gestión que ha hecho de la crisis económica. Pero el paro, el déficit y la deuda se resolverán antes o después. Sin embargo, ¿quién le pone el cascabel a la hiena del secesionismo vasco, del secesionismo catalán, atizados por las ocurrencias y la inepcia de Zapatero?”
Luis María ANSON
de la Real Academia Española










LOS PARTIDOS SECESIONISTAS CONTRA LA CONSTITUCIÓN
07/11/2015@18:02:10 GMT+1

Evaluar para mejorar
La enseñanza necesita mecanismos para premiar la calidad docente
EL PAÍS 8 NOV 2015 - 00:00 CET
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Opinión Calidad enseñanza Comunidad educativa Política educativa Sistema educativo Educación Política España

El filósofo José Antonio Marina. / CARLOS ROSILLO
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Habrá que esperar a conocer a finales de noviembre el contenido del Libro Blanco de la Función Básica Docente—que el ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, ha encargado al filósofo y pedagogo José Antonio Marina— para analizar el alcance de sus propuestas, pero algunas de las que han trascendido deben ser tomadas en consideración muy seriamente. En concreto, la relativa a la necesidad de implantar un sistema de evaluación de los docentes. La competencia del profesorado es un elemento clave de la calidad de cualquier sistema educativo. Los países con mejores resultados tienen sistemas estables de evaluación del profesorado y los utilizan como un instrumento de mejora continua de la enseñanza. Una de las principales carencias del sistema educativo español es precisamente la ausencia de este tipo de revisiones.

En una cultura tan poco proclive a rendir cuentas como la nuestra, la evaluación externa es vista con frecuencia desde posiciones corporativistas como una amenaza o como un intento de control arbitrario por parte de la autoridad. Pero no tiene por qué ser así. Al contrario: es saludable que quienes cumplen una función pública rindan cuentas de su trabajo. Lo lógico es que la sociedad quiera asegurarse de que los recursos que destina a algo tan importante como la educación se utilicen de la forma más eficiente posible. Por otra parte, un sistema que trate de la misma manera a quien hace las cosas bien, y se esfuerza por mejorar, que a quien no lo hace carece de incentivos para alcanzar la excelencia.

Editoriales anteriores

Hacia un Estado laico (24/10/2015)
Reforma educativa por acuerdo (29/07/2015)
Hace falta evaluar (06/05/2015)
Implantar un buen sistema de evaluación no es sencillo. La primera dificultad radica en definir los criterios de calidad que se van a medir. La segunda es elegir una metodología que sea a la vez rigurosa y justa, capaz de valorar de forma transparente diferentes parámetros del trabajo del docente, como el conocimiento de la materia, sus habilidades didácticas o sus aportaciones a las tareas colectivas. Para ello existen diferentes métodos ya probados en otros países, que incluyen mecanismos de autoevaluación, test de competencias o pruebas observacionales dentro del aula. Los resultados académicos de los alumnos son también un elemento a tener en cuenta, siempre que se ponderen las circunstancias socio-culturales del centro.

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Otra dificultad radica en decidir quién ha de evaluar, en qué momento y qué efectos se quieren obtener del resultado de esa evaluación. Parece lógico que un buen resultado en la evaluación tenga efectos positivos en la carrera del profesor y se refleje también en su remuneración. Vincular ciertos incentivos económicos a la calidad docente es un poderoso estímulo de mejora. Pero un buen sistema de evaluación requiere al mismo tiempo el desarrollo de una carrera docente y la implantación de un sistema de formación continuada.

La adecuada combinación de estos elementos es lo que ha permitido a países como Finlandia mejorar la calidad de su sistema educativo. Es de esperar que el Libro Blanco haga propuestas en esta dirección y que las partes implicadas, especialmente los docentes, participen en el debate sin apriorismos ni reservas, porque la evaluación mejora el funcionamiento de los centros y redunda en un mayor reconocimiento social del profesorado.

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'El buen maestro no puede cobrar lo mismo que el malo'
Los docentes rechazan un sistema de incentivos por resultados
JOSÉ ANTONIO MARINA
06/11/201503:14
Para ayudar a traer la educación al debate público, acepté elaborar el Libro blanco de la profesión docente, sobre el que estos días se han alzado varias polémicas.
Me alegra que se hayan planteado, porque el debate sobre estos temas es necesario, pero me entristece que se hayan basado en malentendidos o en información fragmentada, porque pueden dar al traste con una posibilidad que me parece hermosa. Es posible que haya tenido yo la culpa.
"Han surgido malentendidos que me gustaría aclarar sobre la evaluación de los docentes y sobre el uso de grabaciones para la formación de los docentes"
Para evitar precisamente malas interpretaciones, decidí trabajar a la vista de todos. Por ello abrí una web explicando lo que mi equipo y yo estábamos haciendo www.libroblanco.joseantoniomarina.net) y además di un correo para que todo el que quisiera pudiera participar mandándonos información.
Eso ha hecho olvidar que hasta que no esté terminado no se puede decir nada sobre él. Está en construcción.
Para colmo de males, todo esto ha coincidido con la presentación de un libro mío sobre la transformación de la escuela española -'Despertad al diplodocus'-, cuya aparición estaba prevista desde antes de que el ministro me encargara el libro blanco.
Allí, desde un punto de vista más general, se habla de temas que tienen que ver con los docentes. Algunos medios de comunicación han mezclado información de las dos fuentes y ha sido otro motivo de equívocos.
Han surgido dos malentendidos que me gustaría aclarar.
Uno, relativo a la evaluación de los docentes, y otro al uso de grabaciones para la formación de los docentes.
Empecemos con la evaluación.
Ha irritado mucho que haya ligado los incentivos al desempeño.
Es algo que está recogido en el estatuto del funcionariado, de modo que las reclamaciones, a él.
Pero lo importante es que necesitamos mejorar nuestro sistema educativo.
Todos los estudios internacionales y nacionales nos dicen que la acción de los docentes es imprescindible para conseguir una escuela de calidad.
No es el único factor, por supuesto, pero es el que va a llevar cualquier cambio al aula o va a impulsarlo desde el aula.
En todo el mundo se trabaja para atraer a la docencia a los mejores, para lo cual es imprescindible prestigiar la profesión, reconocer su enorme relevancia social, apelar a la vocación ética de muchas personas, y también diseñar una carrera profesional atractiva, con posibilidades de desarrollo personal y laboral.
Y es ahí donde, como una de las tareas del libro blanco, estamos estudiando la manera en que lo intentan otros países.
 Hay un ideal común: atraer al 30% de los mejores expedientes académicos al campo de la educación. ¿Cómo podemos hacerlo?
"La calidad de la docencia se puede y se debe evaluar con los procedimientos adecuados, y como la educación es compleja, los criterios deben ser complejos"
Lo primero es diseñar una carrera profesional que permita a los docentes una expansión de posibilidades, que presente alguna manera de progresar en ella. Por supuesto que el premio mayor es la satisfacción del deber cumplido, pero vamos a valorar también los premios que vienen después.
Es necesario el reconocimiento del esfuerzo, de la calidad, de la excelencia.
No podemos seguir alérgicos a todo lo que sea valorar el mérito.
Al proponer que el desempeño de los docentes debería ser evaluado, un sindicato ha dicho que no era necesario porque los docentes, con sus ejercicios de ingreso, habían demostrado ya su idoneidad.
¿De manera que una prueba de acceso asegura la competencia a lo largo de una vida laboral entera?
La idea de que 'yo ya me he ganado el puesto porque me esforcé para ganar la oposición' entraña una lógica malsana.
Tampoco tiene razón Irene Rigau, consejera de Educación catalana -que ha hecho cosas estupendas- cuando dice que no está de acuerdo conmigo porque "todos los profesores tienen que ser muy buenos".
De acuerdo, ¿y eso cómo se hace?
Sólo apunta a la selección de los futuros docentes.
Pero sucede que la transformación de la escuela española no puede esperar a que nuevas generaciones de docentes maravillosos sucedan a los que estamos.
El cambio en la escuela tenemos que hacerlo los docentes actuales, y hay que utilizar todas las astucias motivadoras para conseguir que todos sean excelentes.
La siguiente crítica es que enseñar no es como fabricar tornillos.
Es una actividad que no se puede evaluar. Y entonces, se pone como ejemplo de disparate que yo haya dicho que se debe medir la calidad de un profesor (y por lo tanto sus incentivos) atendiendo a las notas de sus alumnos.
Hay que saber muy poco de evaluación educativa para pensar así.
La calidad de la docencia se puede y se debe evaluar con los procedimientos adecuados, y como la educación es un tema complejo, los criterios deben ser complejos.
Del repaso de los procedimientos que se utilizan en otros países hemos seleccionado, hasta este momento, siete:

(1) El portfolio del docente, es decir, toda su historia laboral, el modo como ha actuado hasta ese momento, sus cursos, sus trabajos, etc.
(2) El progreso educativo de sus alumnos. No se trata de la nota, sino de cómo ha avanzado. Que un niño pase de tener un 1 a tener un 4 es un progreso mayor que el de un alumno que pase de 9 a 10. Sin embargo, la nota de este último es mucho más alta. (3) La opinión de sus alumnos.
(4) La observación en el aula de la actividad del profesor. Para ojos expertos, resulta fácil saber si un profesor lo hace bien o mal.
(5) El modo de relacionarse con las familias, que son un factor importante en el proceso educativo.
(6) La manera de participar en la vida del centro, de cooperar con otros docentes en proyectos comunes, de mantener la relación en el claustro, de colaborar a que haya una pasión por aprender.
(7) La calidad del centro en que trabaja. ¿Por qué este último aspecto es importante? Porque si el progreso de un profesor va ligado no sólo a la calidad de su trabajo, sino también a la calidad del trabajo de sus compañeros, se esforzará en que todos lo hagan muy bien.

Estos factores de evaluación tienen que ser ponderados, porque no todos tienen la misma relevancia, y tienen además que ser corregidos atendiendo al entorno en que se mueve el centro, al número de alumnos inmigrantes, a las condiciones económicas y sociales.
Supongan que ser profesor en un centro muy conflictivo tuviera más valor que serlo en un centro sin problemas. Sería más fácil encontrar profesores que quisieran ir a ellos.
Creo que fue Bayrou, un ministro francés de Educación, quien propuso crear un cuerpo docente de élite especializado en centros muy conflictivos.
Me pareció una buena solución.
En este momento, en la escuela pública, las plazas se van adjudicando por antigüedad o por méritos, lo que hace que a los centros más complicados vayan los recién llegados.
No parece sensato.


La otra polémica que ha surgido la ha provocado un titular alarmante de 'ABC'.
Al parecer, yo proponía "grabar las clases para evaluar al profesor".
Vino a verme un equipo de una televisión para preguntarme si proponía poner cámaras de vigilancia en las aulas.
Lo que había explicado con todo detenimiento es que formar a un docente es complicado, y que un método útil -que se aplica en EEUU no sólo en la docencia, sino, por ejemplo, en el entrenamiento de psicólogos- es grabar una clase y comentarla con el protagonista para ver los problemas, las virtudes, los aciertos y las equivocaciones.
A todos nos resulta muy difícil darnos cuenta de cómo se nos ve desde fuera.
Creemos que hemos sido amistosos y tenemos un gesto hosco.
Pensamos que hablamos con voz clara y no se nos entiende.
No nos percatamos de que damos la clase atendiendo a un solo alumno.
Esas cosas son muy fáciles de mostrar en un vídeo.
Mencioné incluso que la Fundación Bill y Melinda Gates ha dedicado 300 millones de dólares a un programa llamado 'Measures of Effective Teaching' que pretende hallar las claves para mejorar la educación.
Uno de sus objetivos es construir sistemas justos y fiables para medir la calidad del docente.
Un primer resumen de los resultados se ha publicado con el título 'Learning about teaching: Initial findings from the Measures of Effective teaching Project'. En el proyecto han participado 3000 profesores voluntarios.
Se han grabado 20.000 clases, con los comentarios de los docentes, que fueron analizadas para intentar sacar conclusiones.
Mi propósito al aceptar elaborar este libro blanco es hacerlo desde el aula hacia el Ministerio, porque todos los que se han hecho han ido desde el Ministerio hacia las aulas.
Supondría para mí una gran decepción que los malentendidos, la actitud de recelo y desconfianza que se ha instalado en el mundo educativo, frustrara esta oportunidad. No es mi libro blanco.
Un libro blanco, un 'white paper', es una documentación rigurosamente seleccionada y ordenada para facilitar la tarea de los que tienen que tomar decisiones. No pretendo nada más, pero tampoco nada menos.
José Antonio Marina es filósofo y autor del Libro Blanco sobre la Profesión Docente.



'El buen maestro no puede cobrar lo mismo que el malo'Los docentes rechazan un sistema de incentivos por resultados
JOSÉ ANTONIO MARINA
ACTUALIZADO 06/11/201503:14
Para ayudar a traer la educación al debate público, acepté elaborar el Libro blanco de la profesión docente, sobre el que estos días se han alzado varias polémicas.
Me alegra que se hayan planteado, porque el debate sobre estos temas es necesario, pero me entristece que se hayan basado en malentendidos o en información fragmentada, porque pueden dar al traste con una posibilidad que me parece hermosa. Es posible que haya tenido yo la culpa.
"Han surgido malentendidos que me gustaría aclarar sobre la evaluación de los docentes y sobre el uso de grabaciones para la formación de los docentes"
Para evitar precisamente malas interpretaciones, decidí trabajar a la vista de todos. Por ello abrí una web explicando lo que mi equipo y yo estábamos haciendo www.libroblanco.joseantoniomarina.net) y además di un correo para que todo el que quisiera pudiera participar mandándonos información.
Eso ha hecho olvidar que hasta que no esté terminado no se puede decir nada sobre él. Está en construcción
Para colmo de males, todo esto ha coincidido con la presentación de un libro mío sobre la transformación de la escuela española -'Despertad al diplodocus'-, cuya aparición estaba prevista desde antes de que el ministro me encargara el libro blanco.
Allí, desde un punto de vista más general, se habla de temas que tienen que ver con los docentes.
Algunos medios de comunicación han mezclado información de las dos fuentes y ha sido otro motivo de equívocos. Han surgido dos malentendidos que me gustaría aclarar. Uno, relativo a la evaluación de los docentes, y otro al uso de grabaciones para la formación de los docentes. Empecemos con la evaluación.
Ha irritado mucho que haya ligado los incentivos al desempeño.
Es algo que está recogido en el estatuto del funcionariado, de modo que las reclamaciones, a él.
Pero lo importante es que necesitamos mejorar nuestro sistema educativo.
Todos los estudios internacionales y nacionales nos dicen que la acción de los docentes es imprescindible para conseguir una escuela de calidad. No es el único factor, por supuesto, pero es el que va a llevar cualquier cambio al aula o va a impulsarlo desde el aula.
En todo el mundo se trabaja para atraer a la docencia a los mejores, para lo cual es imprescindible prestigiar la profesión, reconocer su enorme relevancia social, apelar a la vocación ética de muchas personas, y también diseñar una carrera profesional atractiva, con posibilidades de desarrollo personal y laboral.
Y es ahí donde, como una de las tareas del libro blanco, estamos estudiando la manera en que lo intentan otros países.
Hay un ideal común: atraer al 30% de los mejores expedientes académicos al campo de la educación. ¿Cómo podemos hacerlo?
"La calidad de la docencia se puede y se debe evaluar con los procedimientos adecuados, y como la educación es compleja, los criterios deben ser complejos"
Lo primero es diseñar una carrera profesional que permita a los docentes una expansión de posibilidades, que presente alguna manera de progresar en ella.
Por supuesto que el premio mayor es la satisfacción del deber cumplido, pero vamos a valorar también los premios que vienen después.
Es necesario el reconocimiento del esfuerzo, de la calidad, de la excelencia. No podemos seguir alérgicos a todo lo que sea valorar el mérito.
Al proponer que el desempeño de los docentes debería ser evaluado, un sindicato ha dicho que no era necesario porque los docentes, con sus ejercicios de ingreso, habían demostrado ya su idoneidad.
¿De manera que una prueba de acceso asegura la competencia a lo largo de una vida laboral entera?
La idea de que 'yo ya me he ganado el puesto porque me esforcé para ganar la oposición' entraña una lógica malsana.
Tampoco tiene razón Irene Rigau, consejera de Educación catalana -que ha hecho cosas estupendas- cuando dice que no está de acuerdo conmigo porque "todos los profesores tienen que ser muy buenos".
De acuerdo, ¿y eso cómo se hace?
Sólo apunta a la selección de los futuros docentes. Pero sucede que la transformación de la escuela española no puede esperar a que nuevas generaciones de docentes maravillosos sucedan a los que estamos.
El cambio en la escuela tenemos que hacerlo los docentes actuales, y hay que utilizar todas las astucias motivadoras para conseguir que todos sean excelentes.
La siguiente crítica es que enseñar no es como fabricar tornillos.
Es una actividad que no se puede evaluar.
Y entonces, se pone como ejemplo de disparate que yo haya dicho que se debe medir la calidad de un profesor (y por lo tanto sus incentivos) atendiendo a las notas de sus alumnos.
Hay que saber muy poco de evaluación educativa para pensar así.La calidad de la docencia se puede y se debe evaluar con los procedimientos adecuados, y como la educación es un tema complejo, los criterios deben ser complejos.
Del repaso de los procedimientos que se utilizan en otros países hemos seleccionado, hasta este momento, siete:
 (1) El portfolio del docente, es decir, toda su historia laboral, el modo como ha actuado hasta ese momento, sus cursos, sus trabajos, etc.
(2) El progreso educativo de sus alumnos. No se trata de la nota, sino de cómo ha avanzado. Que un niño pase de tener un 1 a tener un 4 es un progreso mayor que el de un alumno que pase de 9 a 10. Sin embargo, la nota de este último es mucho más alta.
(3) La opinión de sus alumnos.
(4) La observación en el aula de la actividad del profesor. Para ojos expertos, resulta fácil saber si un profesor lo hace bien o mal.
(5) El modo de relacionarse con las familias, que son un factor importante en el proceso educativo.
(6) La manera de participar en la vida del centro, de cooperar con otros docentes en proyectos comunes, de mantener la relación en el claustro, de colaborar a que haya una pasión por aprender.
(7) La calidad del centro en que trabaja. ¿Por qué este último aspecto es importante? Porque si el progreso de un profesor va ligado no sólo a la calidad de su trabajo, sino también a la calidad del trabajo de sus compañeros, se esforzará en que todos lo hagan muy bien.
Estos factores de evaluación tienen que ser ponderados, porque no todos tienen la misma relevancia, y tienen además que ser corregidos atendiendo al entorno en que se mueve el centro, al número de alumnos inmigrantes, a las condiciones económicas y sociales.
Supongan que ser profesor en un centro muy conflictivo tuviera más valor que serlo en un centro sin problemas. Sería más fácil encontrar profesores que quisieran ir a ellos.
Creo que fue Bayrou, un ministro francés de Educación, quien propuso crear un cuerpo docente de élite especializado en centros muy conflictivos. Me pareció una buena solución.
En este momento, en la escuela pública, las plazas se van adjudicando por antigüedad o por méritos, lo que hace que a los centros más complicados vayan los recién llegados.
No parece sensato.

La otra polémica que ha surgido la ha provocado un titular alarmante de 'ABC'. Al parecer, yo proponía "grabar las clases para evaluar al profesor".
Vino a verme un equipo de una televisión para preguntarme si proponía poner cámaras de vigilancia en las aulas.
Lo que había explicado con todo detenimiento es que formar a un docente es complicado, y que un método útil -que se aplica en EEUU no sólo en la docencia, sino, por ejemplo, en el entrenamiento de psicólogos- es grabar una clase y comentarla con el protagonista para ver los problemas, las virtudes, los aciertos y las equivocaciones. A todos nos resulta muy difícil darnos cuenta de cómo se nos ve desde fuera.
Creemos que hemos sido amistosos y tenemos un gesto hosco.
Pensamos que hablamos con voz clara y no se nos entiende.
No nos percatamos  de que damos la clase atendiendo a un solo alumno.
Esas cosas son muy fáciles de mostrar en un vídeo.
Mencioné incluso que la Fundación Bill y Melinda Gates ha dedicado 300 millones de dólares a un programa llamado 'Measures of Effective Teaching' que pretende hallar las claves para mejorar la educación.
Uno de sus objetivos es construir sistemas justos y fiables para medir la calidad del docente.
Un primer resumen de los resultados se ha publicado con el título 'Learning about teaching: Initial findings from the Measures of Effective teaching Project'. En el proyecto han participado 3000 profesores voluntarios.
Se han grabado 20.000 clases, con los comentarios de los docentes, que fueron analizadas para intentar sacar conclusiones.
Mi propósito al aceptar elaborar este libro blanco es hacerlo desde el aula hacia el Ministerio, porque todos los que se han hecho han ido desde el Ministerio hacia las aulas.
Supondría para mí una gran decepción que los malentendidos, la actitud de recelo y desconfianza que se ha instalado en el mundo educativo, frustrara esta oportunidad. No es mi libro blanco.
Un libro blanco, un 'white paper', es una documentación rigurosamente seleccionada y ordenada para facilitar la tarea de los que tienen que tomar decisiones. No pretendo nada más, pero tampoco nada menos.
José Antonio Marina es filósofo y autor del Libro Blanco sobre la Profesión Docente.



TRIBUNA LIBRE
El libro de los malentendidos
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JOSÉ ANTONIO MARINA
ACTUALIZADO 06/11/201503:14Para ayudar a traer la educación al debate público, acepté elaborar el Libro blanco de la profesión docente, sobre el que estos días se han alzado varias polémicas. Me alegra que se hayan planteado, porque el debate sobre estos temas es necesario, pero me entristece que se hayan basado en malentendidos o en información fragmentada, porque pueden dar al traste con una posibilidad que me parece hermosa. Es posible que haya tenido yo la culpa.
"Han surgido malentendidos que me gustaría aclarar sobre la evaluación de los docentes y sobre el uso de grabaciones para la formación de los docentes"
Para evitar precisamente malas interpretaciones, decidí trabajar a la vista de todos. Por ello abrí una web explicando lo que mi equipo y yo estábamos haciendo www.libroblanco.joseantoniomarina.net) y además di un correo para que todo el que quisiera pudiera participar mandándonos información. Eso ha hecho olvidar que hasta que no esté terminado no se puede decir nada sobre él. Está en construcción. Para colmo de males, todo esto ha coincidido con la presentación de un libro mío sobre la transformación de la escuela española -'Despertad al diplodocus'-, cuya aparición estaba prevista desde antes de que el ministro me encargara el libro blanco. Allí, desde un punto de vista más general, se habla de temas que tienen que ver con los docentes. Algunos medios de comunicación han mezclado información de las dos fuentes y ha sido otro motivo de equívocos. Han surgido dos malentendidos que me gustaría aclarar. Uno, relativo a la evaluación de los docentes, y otro al uso de grabaciones para la formación de los docentes. Empecemos con la evaluación. Ha irritado mucho que haya ligado los incentivos al desempeño. Es algo que está recogido en el estatuto del funcionariado, de modo que las reclamaciones, a él. Pero lo importante es que necesitamos mejorar nuestro sistema educativo. Todos los estudios internacionales y nacionales nos dicen que la acción de los docentes es imprescindible para conseguir una escuela de calidad. No es el único factor, por supuesto, pero es el que va a llevar cualquier cambio al aula o va a impulsarlo desde el aula. En todo el mundo se trabaja para atraer a la docencia a los mejores, para lo cual es imprescindible prestigiar la profesión, reconocer su enorme relevancia social, apelar a la vocación ética de muchas personas, y también diseñar una carrera profesional atractiva, con posibilidades de desarrollo personal y laboral. Y es ahí donde, como una de las tareas del libro blanco, estamos estudiando la manera en que lo intentan otros países. Hay un ideal común: atraer al 30% de los mejores expedientes académicos al campo de la educación. ¿Cómo podemos hacerlo?
"La calidad de la docencia se puede y se debe evaluar con los procedimientos adecuados, y como la educación es compleja, los criterios deben ser complejos"
Lo primero es diseñar una carrera profesional que permita a los docentes una expansión de posibilidades, que presente alguna manera de progresar en ella. Por supuesto que el premio mayor es la satisfacción del deber cumplido, pero vamos a valorar también los premios que vienen después. Es necesario el reconocimiento del esfuerzo, de la calidad, de la excelencia. No podemos seguir alérgicos a todo lo que sea valorar el mérito. Al proponer que el desempeño de los docentes debería ser evaluado, un sindicato ha dicho que no era necesario porque los docentes, con sus ejercicios de ingreso, habían demostrado ya su idoneidad. ¿De manera que una prueba de acceso asegura la competencia a lo largo de una vida laboral entera? La idea de que 'yo ya me he ganado el puesto porque me esforcé para ganar la oposición' entraña una lógica malsana. Tampoco tiene razón Irene Rigau, consejera de Educación catalana -que ha hecho cosas estupendas- cuando dice que no está de acuerdo conmigo porque "todos los profesores tienen que ser muy buenos". De acuerdo, ¿y eso cómo se hace? Sólo apunta a la selección de los futuros docentes. Pero sucede que la transformación de la escuela española no puede esperar a que nuevas generaciones de docentes maravillosos sucedan a los que estamos. El cambio en la escuela tenemos que hacerlo los docentes actuales, y hay que utilizar todas las astucias motivadoras para conseguir que todos sean excelentes.La siguiente crítica es que enseñar no es como fabricar tornillos. Es una actividad que no se puede evaluar. Y entonces, se pone como ejemplo de disparate que yo haya dicho que se debe medir la calidad de un profesor (y por lo tanto sus incentivos) atendiendo a las notas de sus alumnos. Hay que saber muy poco de evaluación educativa para pensar así.La calidad de la docencia se puede y se debe evaluar con los procedimientos adecuados, y como la educación es un tema complejo, los criterios deben ser complejos. Del repaso de los procedimientos que se utilizan en otros países hemos seleccionado, hasta este momento, siete: (1) El portfolio del docente, es decir, toda su historia laboral, el modo como ha actuado hasta ese momento, sus cursos, sus trabajos, etc. (2) El progreso educativo de sus alumnos. No se trata de la nota, sino de cómo ha avanzado. Que un niño pase de tener un 1 a tener un 4 es un progreso mayor que el de un alumno que pase de 9 a 10. Sin embargo, la nota de este último es mucho más alta. (3) La opinión de sus alumnos. (4) La observación en el aula de la actividad del profesor. Para ojos expertos, resulta fácil saber si un profesor lo hace bien o mal. (5) El modo de relacionarse con las familias, que son un factor importante en el proceso educativo. (6) La manera de participar en la vida del centro, de cooperar con otros docentes en proyectos comunes, de mantener la relación en el claustro, de colaborar a que haya una pasión por aprender. (7) La calidad del centro en que trabaja. ¿Por qué este último aspecto es importante? Porque si el progreso de un profesor va ligado no sólo a la calidad de su trabajo, sino también a la calidad del trabajo de sus compañeros, se esforzará en que todos lo hagan muy bien. Estos factores de evaluación tienen que ser ponderados, porque no todos tienen la misma relevancia, y tienen además que ser corregidos atendiendo al entorno en que se mueve el centro, al número de alumnos inmigrantes, a las condiciones económicas y sociales. Supongan que ser profesor en un centro muy conflictivo tuviera más valor que serlo en un centro sin problemas. Sería más fácil encontrar profesores que quisieran ir a ellos. Creo que fue Bayrou, un ministro francés de Educación, quien propuso crear un cuerpo docente de élite especializado en centros muy conflictivos. Me pareció una buena solución. En este momento, en la escuela pública, las plazas se van adjudicando por antigüedad o por méritos, lo que hace que a los centros más complicados vayan los recién llegados. No parece sensato.La otra polémica que ha surgido la ha provocado un titular alarmante de 'ABC'. Al parecer, yo proponía "grabar las clases para evaluar al profesor". Vino a verme un equipo de una televisión para preguntarme si proponía poner cámaras de vigilancia en las aulas. Lo que había explicado con todo detenimiento es que formar a un docente es complicado, y que un método útil -que se aplica en EEUU no sólo en la docencia, sino, por ejemplo, en el entrenamiento de psicólogos- es grabar una clase y comentarla con el protagonista para ver los problemas, las virtudes, los aciertos y las equivocaciones. A todos nos resulta muy difícil darnos cuenta de cómo se nos ve desde fuera. Creemos que hemos sido amistosos y tenemos un gesto hosco. Pensamos que hablamos con voz clara y no se nos entiende. No nos percatamos de que damos la clase atendiendo a un solo alumno. Esas cosas son muy fáciles de mostrar en un vídeo. Mencioné incluso que la Fundación Bill y Melinda Gates ha dedicado 300 millones de dólares a un programa llamado 'Measures of Effective Teaching' que pretende hallar las claves para mejorar la educación. Uno de sus objetivos es construir sistemas justos y fiables para medir la calidad del docente. Un primer resumen de los resultados se ha publicado con el título 'Learning about teaching: Initial findings from the Measures of Effective teaching Project'. En el proyecto han participado 3000 profesores voluntarios. Se han grabado 20.000 clases, con los comentarios de los docentes, que fueron analizadas para intentar sacar conclusiones.Mi propósito al aceptar elaborar este libro blanco es hacerlo desde el aula hacia el Ministerio, porque todos los que se han hecho han ido desde el Ministerio hacia las aulas. Supondría para mí una gran decepción que los malentendidos, la actitud de recelo y desconfianza que se ha instalado en el mundo educativo, frustrara esta oportunidad. No es mi libro blanco. Un libro blanco, un 'white paper', es una documentación rigurosamente seleccionada y ordenada para facilitar la tarea de los que tienen que tomar decisiones. No pretendo nada más, pero tampoco nada menos.José Antonio Marina es filósofo y autor del Libro Blanco sobre la Profesión Docente.


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'El buen maestro no puede cobrar lo mismo que el malo'Los docentes rechazan un sistema de incentivos por resultados
JOSÉ ANTONIO MARINA
ACTUALIZADO 06/11/201503:14Para ayudar a traer la educación al debate público, acepté elaborar el Libro blanco de la profesión docente, sobre el que estos días se han alzado varias polémicas. Me alegra que se hayan planteado, porque el debate sobre estos temas es necesario, pero me entristece que se hayan basado en malentendidos o en información fragmentada, porque pueden dar al traste con una posibilidad que me parece hermosa. Es posible que haya tenido yo la culpa.
"Han surgido malentendidos que me gustaría aclarar sobre la evaluación de los docentes y sobre el uso de grabaciones para la formación de los docentes"
Para evitar precisamente malas interpretaciones, decidí trabajar a la vista de todos. Por ello abrí una web explicando lo que mi equipo y yo estábamos haciendo www.libroblanco.joseantoniomarina.net) y además di un correo para que todo el que quisiera pudiera participar mandándonos información. Eso ha hecho olvidar que hasta que no esté terminado no se puede decir nada sobre él. Está en construcción. Para colmo de males, todo esto ha coincidido con la presentación de un libro mío sobre la transformación de la escuela española -'Despertad al diplodocus'-, cuya aparición estaba prevista desde antes de que el ministro me encargara el libro blanco. Allí, desde un punto de vista más general, se habla de temas que tienen que ver con los docentes. Algunos medios de comunicación han mezclado información de las dos fuentes y ha sido otro motivo de equívocos. Han surgido dos malentendidos que me gustaría aclarar. Uno, relativo a la evaluación de los docentes, y otro al uso de grabaciones para la formación de los docentes. Empecemos con la evaluación. Ha irritado mucho que haya ligado los incentivos al desempeño. Es algo que está recogido en el estatuto del funcionariado, de modo que las reclamaciones, a él. Pero lo importante es que necesitamos mejorar nuestro sistema educativo. Todos los estudios internacionales y nacionales nos dicen que la acción de los docentes es imprescindible para conseguir una escuela de calidad. No es el único factor, por supuesto, pero es el que va a llevar cualquier cambio al aula o va a impulsarlo desde el aula. En todo el mundo se trabaja para atraer a la docencia a los mejores, para lo cual es imprescindible prestigiar la profesión, reconocer su enorme relevancia social, apelar a la vocación ética de muchas personas, y también diseñar una carrera profesional atractiva, con posibilidades de desarrollo personal y laboral. Y es ahí donde, como una de las tareas del libro blanco, estamos estudiando la manera en que lo intentan otros países. Hay un ideal común: atraer al 30% de los mejores expedientes académicos al campo de la educación. ¿Cómo podemos hacerlo?
"La calidad de la docencia se puede y se debe evaluar con los procedimientos adecuados, y como la educación es compleja, los criterios deben ser complejos"
Lo primero es diseñar una carrera profesional que permita a los docentes una expansión de posibilidades, que presente alguna manera de progresar en ella. Por supuesto que el premio mayor es la satisfacción del deber cumplido, pero vamos a valorar también los premios que vienen después. Es necesario el reconocimiento del esfuerzo, de la calidad, de la excelencia. No podemos seguir alérgicos a todo lo que sea valorar el mérito. Al proponer que el desempeño de los docentes debería ser evaluado, un sindicato ha dicho que no era necesario porque los docentes, con sus ejercicios de ingreso, habían demostrado ya su idoneidad. ¿De manera que una prueba de acceso asegura la competencia a lo largo de una vida laboral entera? La idea de que 'yo ya me he ganado el puesto porque me esforcé para ganar la oposición' entraña una lógica malsana. Tampoco tiene razón Irene Rigau, consejera de Educación catalana -que ha hecho cosas estupendas- cuando dice que no está de acuerdo conmigo porque "todos los profesores tienen que ser muy buenos". De acuerdo, ¿y eso cómo se hace? Sólo apunta a la selección de los futuros docentes. Pero sucede que la transformación de la escuela española no puede esperar a que nuevas generaciones de docentes maravillosos sucedan a los que estamos. El cambio en la escuela tenemos que hacerlo los docentes actuales, y hay que utilizar todas las astucias motivadoras para conseguir que todos sean excelentes.La siguiente crítica es que enseñar no es como fabricar tornillos. Es una actividad que no se puede evaluar. Y entonces, se pone como ejemplo de disparate que yo haya dicho que se debe medir la calidad de un profesor (y por lo tanto sus incentivos) atendiendo a las notas de sus alumnos. Hay que saber muy poco de evaluación educativa para pensar así.La calidad de la docencia se puede y se debe evaluar con los procedimientos adecuados, y como la educación es un tema complejo, los criterios deben ser complejos. Del repaso de los procedimientos que se utilizan en otros países hemos seleccionado, hasta este momento, siete: (1) El portfolio del docente, es decir, toda su historia laboral, el modo como ha actuado hasta ese momento, sus cursos, sus trabajos, etc. (2) El progreso educativo de sus alumnos. No se trata de la nota, sino de cómo ha avanzado. Que un niño pase de tener un 1 a tener un 4 es un progreso mayor que el de un alumno que pase de 9 a 10. Sin embargo, la nota de este último es mucho más alta. (3) La opinión de sus alumnos. (4) La observación en el aula de la actividad del profesor. Para ojos expertos, resulta fácil saber si un profesor lo hace bien o mal. (5) El modo de relacionarse con las familias, que son un factor importante en el proceso educativo. (6) La manera de participar en la vida del centro, de cooperar con otros docentes en proyectos comunes, de mantener la relación en el claustro, de colaborar a que haya una pasión por aprender. (7) La calidad del centro en que trabaja. ¿Por qué este último aspecto es importante? Porque si el progreso de un profesor va ligado no sólo a la calidad de su trabajo, sino también a la calidad del trabajo de sus compañeros, se esforzará en que todos lo hagan muy bien. Estos factores de evaluación tienen que ser ponderados, porque no todos tienen la misma relevancia, y tienen además que ser corregidos atendiendo al entorno en que se mueve el centro, al número de alumnos inmigrantes, a las condiciones económicas y sociales. Supongan que ser profesor en un centro muy conflictivo tuviera más valor que serlo en un centro sin problemas. Sería más fácil encontrar profesores que quisieran ir a ellos. Creo que fue Bayrou, un ministro francés de Educación, quien propuso crear un cuerpo docente de élite especializado en centros muy conflictivos. Me pareció una buena solución. En este momento, en la escuela pública, las plazas se van adjudicando por antigüedad o por méritos, lo que hace que a los centros más complicados vayan los recién llegados. No parece sensato.La otra polémica que ha surgido la ha provocado un titular alarmante de 'ABC'. Al parecer, yo proponía "grabar las clases para evaluar al profesor". Vino a verme un equipo de una televisión para preguntarme si proponía poner cámaras de vigilancia en las aulas. Lo que había explicado con todo detenimiento es que formar a un docente es complicado, y que un método útil -que se aplica en EEUU no sólo en la docencia, sino, por ejemplo, en el entrenamiento de psicólogos- es grabar una clase y comentarla con el protagonista para ver los problemas, las virtudes, los aciertos y las equivocaciones. A todos nos resulta muy difícil darnos cuenta de cómo se nos ve desde fuera. Creemos que hemos sido amistosos y tenemos un gesto hosco. Pensamos que hablamos con voz clara y no se nos entiende. No nos percatamos de que damos la clase atendiendo a un solo alumno. Esas cosas son muy fáciles de mostrar en un vídeo. Mencioné incluso que la Fundación Bill y Melinda Gates ha dedicado 300 millones de dólares a un programa llamado 'Measures of Effective Teaching' que pretende hallar las claves para mejorar la educación. Uno de sus objetivos es construir sistemas justos y fiables para medir la calidad del docente. Un primer resumen de los resultados se ha publicado con el título 'Learning about teaching: Initial findings from the Measures of Effective teaching Project'. En el proyecto han participado 3000 profesores voluntarios. Se han grabado 20.000 clases, con los comentarios de los docentes, que fueron analizadas para intentar sacar conclusiones.Mi propósito al aceptar elaborar este libro blanco es hacerlo desde el aula hacia el Ministerio, porque todos los que se han hecho han ido desde el Ministerio hacia las aulas. Supondría para mí una gran decepción que los malentendidos, la actitud de recelo y desconfianza que se ha instalado en el mundo educativo, frustrara esta oportunidad. No es mi libro blanco. Un libro blanco, un 'white paper', es una documentación rigurosamente seleccionada y ordenada para facilitar la tarea de los que tienen que tomar decisiones. No pretendo nada más, pero tampoco nada menos.José Antonio Marina es filósofo y autor del Libro Blanco sobre la Profesión Docente.
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En los días pasados he tenido conversaciones con varios docentes y todos ellos discuten su planteamiento con los motivos o lugares comunes que usted cita: no se puede juzgar por las notas, cada escuela es un mundo, ya nos han examinado, todos somos buenos, cada alumno es distinto... Y de nada sirve razonar con ellos ... Quizás el motivo en el fondo fondo es que son incapaces de más autocrítica que la trivial, elloos mismos victimas felices e inconscientes del mal que usted señala. En mi ya larga vida habré tenido un centenar de maestros, y de ellos solo a dos recuerdo como excelentes profesores, una media docena buenos y el resto perfectamente olvidables. Mi queja principal: muchos no dominaban sus materias y muy pocos incentivaban la curiosidad y el razonamiento. El resumen positivo: hay grandes oportunidades de mejora.
06/11/2015 10:28 horas
Aquí es imposible hacer ningún debate con base técnica o de eficiencia, ya sea de plan hidrográfico, sanidad, educación, etc, etc. El bajísimo nivel de los políticos que tenemos y los rebaños que les siguen lo lleva todo al terreno de una u otra banda y la continua promesa de derogarlo todo a la siguiente alternancia política. No se habla de cómo dar tal o cual servicio público con calidad y a un coste adecuado -hoy día todo se mide y se puede contrastar-. Se habla de si público a privado. LO QUE NO INTERESA
06/11/2015 15:52 horas
Me parecen correcciones adecuadas y esperanzadoras. Por cierto, como este tema ha estado muy en boca de todos los profesores estos días he de decir que casi todos estamos de acuerdo en que se graben las clases. Para evaluarnos a nosotros y para que se conozca la realidad del aula. Yo lo rogaría.
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Paula60
06/11/2015 13:49 horas
Un libro blanco... ¡mira qué bien! Yo mismo he tenido ocasión de participar en la elaboración de dos y la secretaria de estado de turno ha presumido mucho con ellos... Y ahí se quedó la cosa. En fin. A ver, Sr. Marina, tampoco hay que darle muchas vueltas; la educación en España tiene dos males fundamentales: a) la politización de la educación; b) la terrible mediocridad imperante; b) guarda relación con a), porque es mejor tener espíritus, o lo que queda de ellos, adocenados que personal crítico. Los planes de estudio son una aberración, con todas las letras, la formación y selección del profesorado... ni nombre merece; súmele a ello la endogamia y mediocridad universitaria, y tiene el cuadro completo. En su primera página del libro blanco ponga: los cuarenta y pico de millones de españoles quedan obligados a asistir a un curso de un año, temario: I. la Ilustración; 2. el uso de la razón; 3. La corrupción: orígenes, consecuencias y tipologías.
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06/11/2015 10:26 horas
Después de llevar leyendo y escuchado sobre el tema durante años, he llegado a la conclusión, que un alto porcentaje del problema de la enseñanza, parte de los docentes.
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Salmrustic
06/11/2015 10:28 horas
Aquí es imposible hacer ningún debate con base técnica o de eficiencia, ya sea de plan hidrográfico, sanidad, educación, etc, etc. El bajísimo nivel de los políticos que tenemos y los rebaños que les siguen lo lleva todo al terreno de una u otra banda y la continua promesa de derogarlo todo a la siguiente alternancia política. No se habla de cómo dar tal o cual servicio público con calidad y a un coste adecuado -hoy día todo se mide y se puede contrastar-. Se habla de si público a privado. LO QUE NO INTERESA ES UN SERVICIO MALO Y CARO.
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Leerpensarynotragar
06/11/2015 10:13 horas
En los días pasados he tenido conversaciones con varios docentes y todos ellos discuten su planteamiento con los motivos o lugares comunes que usted cita: no se puede juzgar por las notas, cada escuela es un mundo, ya nos han examinado, todos somos buenos, cada alumno es distinto... Y de nada sirve razonar con ellos ... Quizás el motivo en el fondo fondo es que son incapaces de más autocrítica que la trivial, elloos mismos victimas felices e inconscientes del mal que usted señala. En mi ya larga vida habré tenido un centenar de maestros, y de ellos solo a dos recuerdo como excelentes profesores, una media docena buenos y el resto perfectamente olvidables. Mi queja principal: muchos no dominaban sus materias y muy pocos incentivaban la curiosidad y el razonamiento. El resumen positivo: hay grandes oportunidades de mejora.





FILÓSOFO, ESCRITOR, PEDAGOGO E INVESTIGADOR
José Antonio Marina: “Quiero mantener la independencia, mi único partido es la educación”
{Toledo, 1939} Marina –uno de los máximos exponentes del pensamiento crítico y mente responsable de encaminar el sistema educativo español con la redacción del libro blanco– inaugura con una conferencia hoy, a las 19.00 horas, el Aula de Familias La Salle Santiago. Presentado por el exrector Senén Barro, la entrada es libre
MARÍA ALMODÓVAR SANTIAGO A- A+
Señor Marina, hoy dará una conferencia que lleva por título A educación do talento e o papel dos pais e nais. ¿Qué nos va a contar?
Lo que vamos a escuchar es qué sabemos en este momento -a partir de la neurociencia- de la gestión de la inteligencia y de las emociones. Durante mucho tiempo han estado separadas las dos cosas, durante siglos la inteligencia solo tenía funciones cognitivas y el mundo de las emociones era más bien perturbador. La pasión y la razón se opusieron como enemigos irreconciliables.

Ahora la neurociencia lo que nos dice es que la función de la inteligencia no es conocer, sino dirigir el comportamiento para resolver los problemas, que pueden ser científicos, prácticos, emocionales, políticos, familiares... Entonces ahí tenemos que ver cómo sin las emociones no se puede concebir el comportamiento humano, pues forman parte de los sistemas de dirección de la inteligencia humana y tenemos que cuidarlos, conocerlos y aprender a gestionarlos.

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1 comentarios

#1 José Antonio Marina el ideologo y cerebro...¿Como conseguir denigrar aún más si cabe al profesorado?
* Por si no hubiera poco con la falta de medios, los planes de estudios y los recortes en Educación ahora se les ocurre dar otra vuelta de tuerca de evaluar el trabajo del profesorado..El buen maestro no puede cobrar lo mismo que el malo, sin percatarse de que cobra lo mismo e incluso más el diputado que no situó sus posaderas sobre el escaño, que el que presentó cientos de enmiendas.

* Sin embargo al ideólogo de esto el filósofo, Sr. Marina no le preocupa que la Administración cubriese las bajas de profesorado que no cubre, que colocase profesores de apoyo, que acabara con la masificación de las aulas, que aumentara el profesorado y que el licenciado en historia no acabara dando inglés; el de francés, geografía, y el licenciado en matemáticas impartiese física. Mejor aún sería que nuestra educación no encabezara los países de la UE donde más cayeron los presupuestos, que en el 2014 sufrieron una rebaja del 16,7 %, unos 7.300 millones de euros menos.
“Los profesores deben fomentar que se excluya a los malos docentes”
El filósofo y pedagogo José Antonio Marina defiende relacionar el sueldo del maestro con la evolución de sus alumnos, "la evaluación de su trabajo en el aula y lo que consigue su centro"
Marina pide condicionar el sueldo de los docentes a la evaluación del centro
PILAR ÁLVAREZ Madrid 3 NOV 2015 - 00:02 CET
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Archivado en: José Antonio Marina Íñigo Méndez de Vigo Comunidad educativa Cataluña Sistema educativo Partidos políticos Educación Política España Administración pública Finanzas Economía

El profesor Jose Antonio Marina. / CARLOS ROSILLO
El filósofo y pedagogo José Antonio Marina es el responsable de trazar las líneas maestras del Libro Blanco del Docente, un documento que le ha encargado el Ministerio de Educación. Y ya tiene algunas ideas. Quiere cambiar la elección, la formación y la retribución del profesor. Entre otras medidas, Marina propone que parte del sueldo esté condicionado a los resultados.
"Los profesores buenos no deben cobrar lo mismo que los malos", ha dejado escrito en su último libro Despertad al diplodocus (editorial Ariel), en el que propone cambios "sensatos" para dar la vuelta como a un calcetín al sistema educativo español en un plazo de cinco años y con el que está de promoción estos días.

El sueldo de un docente debe relacionarse "con el efecto que causa en el progreso de sus alumnos, con la evaluación de su trabajo en el aula y con lo que consigue su centro", explica en una entrevista con este periódico. Las evaluaciones que propone tendrían en cuenta el contexto sociocultural en el que se encuentra el centro para evitar que se segregue al alumnado o se den sistemas a distintas velocidades.

 “Los buenos profesores no pueden cobrar igual que los malos”
“Hay que cambiar el sistema educativo por otro más creativo”
La educación que no cabe en un examen
"El tiempo del profesor aislado se ha terminado", señala Marina, que pide que sean los propios docentes quienes "fomenten la exclusión de los malos profesores, porque desde fuera es muy difícil de detectar". "No es que sean fiscalizadores, es que son defensores del alumno", responde cuando se le pregunta si unos deben vigilar a otros.

El pedagogo rescata, para aplicarla a medio plazo, la propuesta de un MIR educativo —como la formación de los sanitarios pero para docentes— que el PSOE vuelve a incluir en su programa electoral y que también ha asumido Ciudadanos para las próximas elecciones generales del 20 de diciembre.

Pero antes, propone un sistema "flexible" para el funcionariado docente. "Debemos tender a que los nuevos funcionarios que entren sepan que están sometidos a una cierta evaluación, que no son cargos vitalicios. Si lo estás haciendo mal, no se te renueva tu condición de funcionario".


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