martes, 23 de enero de 2018

BIEN POR EL JUEZ LLANERA

BIEN POR EL JUEZ LLANERA

Desde hace meses, el Gobierno suele embestir con bravura la muleta que le tiende Carlos Puigdemont. El expresidente felón lidia al natural, es decir, con la mano izquierda, las embestidas rajoyanas entre el aplauso encendido de la afición secesionista. Menos mal que el juez Pablo Llarena, desde la alta autoridad del Tribunal Supremo, está colocando a Puigdemont en su sitio.

En Bruselas pretendió que la Justicia belga le extraditara por un delito menor y no por rebelión y sedición durante su intento de golpe de Estado. En Dinamarca aspiraba a que le detuvieran para negociar con el Parlamento catalán como detenido y no como fugado.

Pablo Llarena, en su impecable auto, desgrana una argumentación irreprochable para negarse a atender la embestida de la Fiscalía General del Estado. No he oído nada más que comentarios favorables por parte de los ciudadanos y los políticos y, sobre todo, por parte de los juristas al escrito del magistrado del Supremo.

El expresidente prófugo ha visto cómo el juez desmantelaba su carpa circense. Frente a la sagacidad de Pablo Llarena, las piruetas y las añagazas de Puigdemont han quedado al descubierto y condenadas al fracaso. El expresidente está in púribus ante la opinión pública. Bien por Pablo Llarena. Desde la absoluta independencia que exige la administración de la Justicia en un Estado de Derecho, está dando una lección a los políticos precipitados y voluntaristas de lo que significa actuar con prudencia y con sagacidad.

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