lunes, 29 de enero de 2018

VICTORIA PÍRRICA DE RAJOY Y SANTAMARÍA

Ni Mariano Rajoy ni Soraya Sáenz de Santamaría podían consentir que el prófugo Puigdemont volviera a proclamarse presidente de la Generalidad tras desfilar bajo los arcos triunfales desplegados en Bruselas. Ante la opinión pública, la investidura del gran trilero hubiera significado la humillación y la derrota del marianismo. Demasiado fuerte que el presidente destituido regresara tras dos meses de vivir a cuerpo de rey, mofarse del Gobierno de España y lidiar a Rajoy al natural con la mano izquierda.
Habrá que reconocer que Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría han jugado sus cartas a la desesperada lanzando un arriesgado órdago sobre el tapete jurídico y político de España. Les abofeteó el Consejo de Estado pero, desde un análisis objetivo y desapasionado, han ganado la partida en el Tribunal Constitucional, cuando el taimado Roger Torrent se las prometía muy felices y lo tenía todo preparado para la investidura telemática.
Los secesionistas están que braman; algunos constitucionalistas cicateros, fastidiados; los analistas independientes, perplejos. Pero la realidad es la que es. Y la decisión del Tribunal Constitucional, redactada con extraordinaria habilidad, ha devuelto al circo al payaso Puigdemont, despejando el camino para que Mariano Rajoy mantenga el parche, solo el parche, que ha puesto sobre la crisis catalana, la cual precisa de una vasta y larga operación política si se quiere que las aguas retornen a sus cauces. Victoria pírrica, en fin, pero victoria decisiva.
Está claro que el expresidente felón se revolverá en su hotel bruselense y que incluso solicitará autorización judicial para estar presente en la sesión de investidura. Pero lo tiene crudo. El constitucionalismo, que se ha mantenido a la defensiva desde la aplicación del artículo 155, está en plena ofensiva para impedir que Puigdemont continúe mofándose de España.

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