¿Es
la Historia una Ciencia?
No
podría circular durante mucho tiempo, sin desprestigio de su autor, un libro de
Física en el que se dijera que la velocidad de la luz era de 10.000 kilómetros
por hora.
Sin
embargo, pueden circular, y de hecho circulan –lo que no deja de ser un curioso
contraste- libros sobre la II República española y la guerra de 1936 (y también
de la época siguiente, y de la anterior también) con disparates parecidos.
Quizá sea que los libros de Física dicen lo que está claramente averiguado y
comprobado, y las ideas, preferencias o intereses del autor, ajenos a los
fenómenos físicos, no cuentan.
En
Historia, por el contrario, sí que cuentan. Cuentan tanto que desfiguran los
hechos, de manera que, con demasiada frecuencia, pesan más las ideas,
preferencias o intereses del autor que los hechos.
Eso
sucede porque en Física –por seguir con el mismo ejemplo- se exponen los datos
y los hechos; en Historia, a menudo quedan soterrados por interpretaciones,
opiniones y omisiones, además de utilizar datos que años atrás quedaron
obsoletos por haberse comprobado que eran falsos.
Sería
deseable que los historiadores nos decidiéramos a trabajar respetando en su
desnudez los datos que proporcionan las fuentes, sin aferrarnos a nuestra
opinión y liberándonos de nuestro prejuicio y teniendo la honradez de
rectificar cuantas veces la crítica demuestre su inconsistencia.
Y,
sobre todo, a no erigirnos en jueces de vivos y muertos.
Publicado
por Ramon Manuel Gonzalvo Mourelo
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