La Ilustración Liberal
Libertad Digital
Diez horas de Estat Catalá
José García DomínguezImprimirComentarios (0)
More Sharing ServicesCompartir| Share on emailShare on meneame
Contemplada la sublevación
separatista de la Esquerra en 1934 con la perspectiva de casi un siglo, la
pregunta que asalta al observador atento no es cómo pudo ocurrir, sino cuándo
habrá de repetirse. Y es que, leyendo el extraordinario reportaje de Enrique de
Angulo sobre aquella astracanada delirante, lo que más extraña al lector
contemporáneo es precisamente no extrañarse frente al retrato psicológico de
los actores de la farsa. Inevitable reconocer a Ventura Gassol, a Badia y a
Dencàs en esa la legión de garibaldis de salón que fabrica cotidianamente la
opinión pública en Cataluña. Imposible no identificar la alegre
irresponsabilidad de Maragall en la pueril inanidad de Companys. Arduo ignorar
el marchamo perenne de la burguesía en la creación del caldo de cultivo
intelectual que entonces –al igual que ahora– desembocó necesariamente en el
secesionismo. Ineludible, en fin, reparar en la ceguera de las elites políticas
españolas de hoy, cuando se otea la miopía del Azaña que traspasa a la
Generalitat el mando sobre los Cuerpos de Seguridad.
"La Patria catalana,
grande o pequeña, es nuestra única Patria (…) España no es nuestra Patria, sino
una agrupación de varias Patrias". Eso había escrito Prat de la Riba, el
padre del catalanismo moderado, veinte años antes de aquel 6 de octubre. Y en
esa fe serían adoctrinados machaconamente los futuros escamots de la Esquerra
en las escuelas de la Mancomunitat que el mismo Prat fundara. "Quiero más
este revivir de la conciencia catalana que cien leyes de autonomía; quiero más
una Cataluña sin ninguna libertad, hablando en catalán y sintiendo en catalán,
que eso le traerá la libertad, que una Cataluña con los mayores atributos de
soberanía política, pero teniendo amortecida su conciencia nacional". Eso
otro anotaba en su Dietario el muy respetable regionalista Francesc Cambó,
media hora antes de salir corriendo de Barcelona, cuando a la rediviva
conciencia nacional le dio por escupir balas dum-dum contra la fachada de su mansión
de la Vía Layetana. Pues de aquellas simientes amorosamente plantadas por la
Lliga nació el afán insurreccional que habría de materializarse el Seis de
Octubre.
Entonces, llegado el momento
de izarse el telón del drama catalán, como siempre ocurre, la grandeza y la
miseria humanas comparecerían juntas y cogidas de la mano ante el patio de
butacas de la Historia. En un lado del escenario, el eterno oportunismo
impúdico de los arribistas, personificado esa vez en el jefe de los Mozos de
Escuadra, el comandante Pérez Farrás. Primero, adulador del dictador Primo de
Rivera, promotor entusiasta de una agrupación fascista, fanático patriotero
hispano, perseguidor incansable de catalanes de cualquier pelaje, enemigo
furibundo de las sardanas, fóbico hasta el espasmo nervioso y la convulsión
epiléptica ante la mera presencia de una señera. Poco después, y sin solución
de continuidad, mano derecha de Macià, revolucionario ejemplar, separatista de
firme convicción y generalísimo laureado de la revuelta contra España. En el
otro extremo de la tarima, Jaume Compte, el líder de un extraparlamentario
Partit Català Proletari. Compte, el maridaje fatal entre la heroicidad y el
absurdo, inevitable cuando se camina sobre esa delgada línea que separa lo
trágico de lo grotesco. Con la batalla perdida y los cincuenta mil máuseres del
Ejército catalán rendidos ya ante trescientos soldados de reemplazo,
abochornado por la indignidad de sus escamots y enronquecido de gritarles
"¡cobardes!", de pronto exclama: "¡Ahora veréis cómo muere un
catalán!".
Luego, se dirige solo a un
balcón situado justo enfrente a las baterías de artillería de Batet, y allí se
inmola con el pecho horadado por una descarga.
En el centro de la escena e
iluminado por todos los focos, Dencàs, consejero de Gobernación de la
Generalitat. El independentista feroz que prometiera aplastar con la fuerza
hercúlea de su puño al opresor castellano. El Atila que rasgara con una
cuchilla de afeitar todos los escudos de la República grabados en los escaños
del Congreso correspondientes a la Esquerra. El mismo hombrín que, tras sonar
las primeras descargas en la Plaza de San Jaime, corre despavorido a Radio
Barcelona para gritar un "¡Viva España!" que la cohorte de orates que
lo escolta corea estruendosamente entre aplausos. La sombra grotesca que, más
tarde, tras huir por las cloacas, "al salir de la alcantarilla cayó en el
arroyo de aguas residuales y fue arrastrado entre los detritus e inmundicias de
la ciudad, de donde fue sacado con la natural repugnancia por sus compañeros de
fuga", según reporta Angulo. El estómago atiborrado que aún no había
tenido tiempo de digerir los restos de la gran bacanal de la secesión
concelebrada horas antes. Pues, según testimonia admirado el autor del libro
que nos ocupa, "apenas oyeron por la radio el discurso subversivo de
Companys lo festejaron con un suculento banquete (…) Hubo champaña, café,
buenos cigarros, licores de todas clases (…) Las botellas de cognac, anís,
Chartreuse, Pipermint, etc., no aparecían descorchadas, sino rotas por el
cuello al estilo de lo que se hace en las películas de apaches, sin
consideración del líquido que se desperdicia".
Al fondo, como espectadora
muda, la enorme masa sindical encuadrada en la CNT, gran retablo coral de la
impotencia crónica del catalanismo político para arraigar entre la clase
obrera. Y entre la penumbra de las bambalinas, las muchas sombras que ni el
reporterismo a pie de barricada de Angulo ni más tarde el escrutinio sosegado
de los historiadores pudieron esclarecer: el móvil que empujaría a Companys a
encabezar una aventura loca en la que nunca creyó; la causa de que el propio
Companys llegase a confiar en la deslealtad del general Batet hacia el Gobierno
de la República en aquel trance; el ignoto papel en la confección del libreto de
Azaña, figurante de lujo durante la noche del estreno… Testimonio de lectura
obligatoria e inexcusable, estas Diez horas de Estat Catalá de Enrique de
Angulo, el que fuera corresponsal de El Debate en Barcelona. Imprescindible
para conocer el primer acto de una obra inconclusa que tantos personajes en
busca de autor pugnan por culminar hoy.
Enrique de Angulo, Diez
horas de Estat Catalá, Madrid, Encuentro, 2005, 219 páginas.
'Diez horas de Estat
Catalá', de Enrique de Angulo
29.11.05 | 18:04. Archivado
en Novedades
enviar a un amigoImprimir
contenido
El presente libro narra, con
todo detalle y precisión, los trágicos momentos que se registraron en Barcelona
y en otras ciudades de Cataluña, la noche- madrugada del 6 al 7 de octubre de
1934, vividos por Enrique de Angulo en las propias trincheras del “teatro de
operaciones” a fin de transmitirlo de forma directa a los lectores de El
Debate. El libro fue publicado en el mismo año de 1934, lo que indica que se
trata de un reportaje de urgencia que sólo podía escribir, de manera tan
minuciosa, un testigo ocular directísimo de tales acontecimientos. El reportaje
cobra en estos momentos una gran actualidad, ya que demuestra que las tensiones
centrífugas que se plantean ahora desde Cataluña al resto de España son las
mismas, exactamente las mismas y a veces con las mismas palabras, que
estuvieron en el origen y desarrollo de la rebelión separatista de octubre del
34. (del Prólogo)
El Autor
Enrique de Angulo
(1895-1975), licenciado en Derecho, fue cronista y corresponsal en Barcelona de
El Debate, periódico fundado por Ángel Herrera Oria, durante la II República y
la Guerra Civil. Tras la guerra, asumió por un breve periodo la dirección de El
noticiero Universal, hasta que fue obligado a dimitir. Este hecho le cerró las
puertas de los diarios durante unos años, hasta que se incorporó a la redacción
de Ya en 1942. De 1949 a 1952 se traslada a Washington como agregado de prensa
de la diplomacia española en Estados Unidos. Cesado, vuelve a España y se
reincorpora a Ya como redactor internacional.
Citas
“Desde hace cuarenta años se
ha venido incubando el movimiento secesionista, que culminó en la noche trágica
del 6 de octubre de 1934. No es la Esquerra Catalana la principal responsable
del mismo, sin que al sentar tal afirmación queramos exculparla en modo alguno.
No lo son los infelices obcecados por las propagandas nacionalistas, que
sinceramente y de buena fe odian a España por considerala explotadora de la que
creen su Patria única, Cataluña.”
“Y asi, merced a esa labor
persistente y tenaz se rompió el sentimiento de solidaridad entre Cataluña y el
resto de los españoles. Es de justicia, empero, hacer constar que la Lliga no
es separatista Comprende que Cataluña no puede estar separada de España. Pero,
cuando se ha sentado la premisa de Cataluña nación, no es de extrañar que las
masas que han respirado tales enseñanzas no se detengan en sutiles distingos
entre nacionalismo y separatismo y tiendan a hacer que la Nación Catalana y el
Estat Catalá sean una realidad.”
“Si es desolador el balance
de hechos que antecede, más triste es todavía considerar que todo ello no
hubiera podido verificarse sin la anuencia y el apoyo de los Gobiernos de
Madrid. Durante el Gobierno Azaña, estuvo éste vendido constantemente a los 50
votos de la Esquerra, imprescindibles para un quorum parlamentario que le
permitía disponer del Poder a fuerza de concesiones humillantes. Desde el
primer momento emprendió la Esquerra su campaña antiespañola.”
El día que Companys proclamó
el 'estat català'
Escoltado por la milicia
armada de ERC, desde el balcón de la Generalidad el 'president' echaba un pulso
a la II República y quebrantaba la Constitución
Companys (dcha.) , en octubre-noviembre de
1936, junto al cónsul de... Companys (dcha.) , en octubre-noviembre de 1936,
junto al cónsul de la URSS en Barcelona, Antonov-Ovséyenko.
ROBERTO VILLA GARCÍA
Actualizado: 06/10/2014 18:28 horas
13
El 6 de octubre de 1934,
minutos después de las ocho de la tarde, el presidente Luis Companys compareció
en el balcón del Palacio de la Generalidad, frente a la plaza de San Jaime.
Allí se apiñaba una muchedumbre ruidosa, que prorrumpía en diversos vítores y
entonaba estrofas de Els Segadors y otros himnos. Era una variopinta
representación de los afiliados a distintos partidos de la izquierda
catalanista, más los inevitables escamots, la naciente milicia armada de ERC.
Estos últimos se habían hecho notar en las calles de Barcelona las horas
previas, blandiendo los rifles y pistolas suministrados por orden del Consejero
de Gobernación, el exaltado independentista Josep Dencás.
Los vítores se acallaron. En
un enérgico catalán, Companys hizo saber que «las fuerzas monarquizantes y
fascistas» habían «asaltado el poder», y que la República se encontraba «en
gravísimo peligro». Anunciaba, además, que «las fuerzas auténticas republicanas
de España y los sectores socialistas avanzados» se habían alzado en armas
«contra la audaz tentativa fascista», y que la Generalidad de Cataluña no podía
permanecer al margen. Por ello, proclamaba el Estat Catalá dentro de la
«República federal española» e invitaba a los dirigentes de la lucha
antifascista a que formaran en Barcelona el «Gobierno Provisional» de esa
República. Companys asociaba así la Generalidad a la huelga general revolucionaria
que las Alianzas Obreras -constituidas por el PSOE, el Partido Comunista y, en
algunas provincias, también por los anarquistas de la CNT- habían declarado en
toda España, y que suponía, más que un paro laboral, una insurrección en toda
regla. Aparte, el president quebrantaba la Constitución de 1931 al proclamar un
Estado catalán integrado en una República federal inexistente, y al incitar a
la formación de un gobierno rebelde bajo el amparo de la Generalidad.
El detonante, ese «asalto
fascista al poder» del que hablaba Companys, fue la constitución, dos días
antes y conforme a la legalidad, de un gobierno encabezado por el líder del
Partido Republicano Radical, el centrista Alejandro Lerroux, que incluía tres
ministros de la derecha católica, la CEDA. Ciertamente, tras vencer en las
elecciones generales de 1933, la CEDA era el grupo más numeroso de la Cámara y
el eje principal, junto al Partido Radical, de la coalición de centroderecha.
En buena lógica parlamentaria, constituía una anormalidad su exclusión del
Gobierno. El apelativo de fascista con que le motejaban los socialistas y una
parte de la izquierda republicana, no se basaba en ninguna acción de la CEDA
contra la República, ni ideológicamente podía equipararse al catolicismo
político español con los movimientos nazi-fascistas. A falta de un fascismo
potente en España, esos sectores de izquierda utilizaban el concepto para
descalificar a todos los partidos conservadores, sin distinción de matices, y
hasta incluían en el catálogo de fascistas a formaciones liberal-demócratas
como el Partido Radical o el Agrario.
Con todo, la proclamación
del Estat Catalá tenía causas específicamente regionales. Desde el triunfo del
centro-derecha, los sectores más nacionalistas de ERC, formación que gobernaba
la Generalidad desde 1931, habían procurado tensar la cuerda. En este contexto,
el parlamento de Cataluña aprobó en marzo de 1934 su particular reforma
agraria. Era la ley de Contratos de Cultivo, que habilitaba mecanismos para
transferir a los rabassaires, arrendatarios de tierras de viñedo y agrupados en
un poderoso sindicato asociado a ERC, la propiedad de una parte de las tierras
que cultivaban.
Los propietarios
perjudicados, defendidos por la Lliga, la derecha catalanista, promovieron la
interposición de un recurso de inconstitucionalidad. El Tribunal Constitucional
anuló por mayoría la ley, que invadía competencias propias de las Cortes
generales. Pero, en claro desafío a la sentencia, ERC volvió a aprobar una ley
idéntica en el parlamento regional. Pese a que se abrieron negociaciones
reservadas entre Companys y el entonces presidente del Gobierno, el centrista
Ricardo Samper, este asunto suscitó una fuerte efervescencia nacionalista en
Cataluña, una radical división entre los partidarios de la Generalidad y los
del Gobierno de la República, y varios sucesos violentos promovidos por los
primeros, entre los que destacó el asalto de la Audiencia Provincial de
Barcelona por los escamots.
Este episodio deterioró la
relación institucional entre los poderes central y regional, hasta el punto que
Companys se decidió a nombrar a Dencás como consejero de Gobernación en
septiembre de 1934, con el objetivo de preparar la sublevación.
Esta constituyó un fiasco.
Tras la proclamación del Estat Catalá, el general de la IV División, Domingo
Batet, que actuaba de acuerdo con Lerroux, desplegó unidades del Ejército por
la ciudad. Los soldados fueron tiroteados por los escamots y otros afiliados a
las organizaciones nacionalistas, que se habían hecho fuertes en varios
edificios oficiales y sedes políticas y sindicales. Contra las previsiones de
Dencás, en poco influyó que la Generalidad tuviese las competencias de orden
público, pues la Guardia Civil y la de Asalto se decantaron por la legalidad
constitucional. Sólo los Mozos de Escuadra que guarnecían el Palacio de la
Generalidad dispararon contra los soldados. Después de 10 horas de lucha,
Companys se rindió y fue detenido junto con sus consejeros. Con un tacto
reconocido por los vencidos, Batet logró sofocar la sublevación minimizando la
violencia. Con todo, el saldo fue de medio centenar de muertos y más del doble
de heridos graves, entre ambas partes. Hubo también víctimas en otras capitales
y municipios importantes de la región, donde también había prendido la
rebelión.
Companys fue sustituido al
frente de la Generalidad por el coronel Jiménez Arenas, nombrado por Batet y
que se mantuvo en el cargo las semanas que duró la ley marcial. Tras el
levantamiento quedaba desmantelar la infraestructura de los sublevados -sobre
todo decomisar el armamento- y detener a los huidos, como Dencás y sus
subalternos. Se suscitó, en este periodo, un intenso debate político en que se
planteó la derogación del régimen autonómico, utilizado con evidente deslealtad
por ERC y sus aliados.
Sin embargo, el Gobierno de
Lerroux actuó con notable moderación y se negó a ello. Quedaba el problema de
cómo llenar el vacío institucional, pues para restaurar el Gobierno de la
Generalidad no podía contarse con el parlamento regional, controlado por ERC, y
cuyo presidente, Joan Casanovas, se había solidarizado con los rebeldes.
Para resolverlo, las Cortes
habilitaron, en enero de 1935, un régimen transitorio. Al tiempo que se
suspendían las facultades de la Cámara catalana, el gobierno de la República
nombró un Gobernador General que asumiría las funciones del presidente de la
Generalidad, y al que auxiliaría un Consejo Ejecutivo -un gobierno regional-
formado por representantes de los partidos catalanes contrarios a la
sublevación. Para el cargo se eligió a un político independiente y conciliador,
Manuel Portela.
Además, las Cortes revisaron
durante tres meses el Estatuto, para valorar qué competencias continuaría
ejerciendo la Generalidad y cuáles revertirían al Gobierno central, caso del
orden público. A partir de entonces, el Gobierno de la República devolvió
paulatinamente competencias a la Generalidad. El proceso se vería interrumpido
por el triunfo electoral del Frente Popular de izquierdas en febrero de 1936.
Companys sería amnistiado por el gobierno de Azaña y repuesto al frente de la
Generalidad. El régimen autonómico recuperaba, así, su estatus anterior a la
insurrección.
Roberto Villa García es
profesor de Historia Política de la Universidad Rey Juan Carlos.
Enrique de Angulo: Diez hora
de Estat Català
Barricadas en las calles de
Barcelona el 6 de octubre
El autor fue un periodista
de El Debate, diario de Acció Popular, partido que acabó integrado en la CEDA.
Después fue periodista del Ya. Vivió en directo los sucesos del 6 de octubre,
por lo que los narra con todo detalle, pero su patriotismo español y su
anticatalanismo hacen que sus opiniones sean muy poco neutrales. Su miopía
españolista le lleva al extremo de referise al músico “Pablo Casales”. El libro
se editó el mismo 1934, y lo reeditó en 2005 la Editorial Encuentro, de corte
conservador y católico, y sus prólogos son igualmente muy partidistas.
Defienden, por ejemplo, que en Catalunya hay actualmente una dictadura cultural
y política.
Los antecedentes
Para Angulo, la causa de la
rebelión secesionista de 1934 (a la que llama guerra civil) está en el
expansionismo barcelonés, la crisis del 29, los masones, los bolcheviques,
Azaña y la Lliga (principal instigadora del sentimiento catalán). Jua, jua.
Según Angulo, al nacionalismo catalán lo impulsan sólo las élites de una
Barcelona imperialista y centralista (frente a una Catalunya que la detesta),
con el objetivo de expandirse a todos los Països Catalans e incluso a las
posesiones que tuvo en la época de los almogávares. Angulo incluso avisa de
planes secretos para conquistar España, jua, jua.
Angulo sostiene que las
elecciones municipales de 1931 las ganaron los monárquicos de calle. Es cierto
que ganaron en general en España, pero en las capitales de provincia y en los
principales pueblos ganaron los republicanos de goleada, consiguiendo 40 de las
50 capitales. Además, la victoria monárquica en el campo español tenía menos
valor por el ancestral caciquismo. Eso sí, las masas republicanas salieron a la
calle para forzar el cambio de régimen, lo cual para Angulo supuso un golpe de
estado similar al que dió Miguel Primo de Rivera en 1923. Para Aznar, “España
se acostó monárquica y se levantó republicana”.
Macià proclamó el 14 de
abril de 1931 la República Catalana dentro de la Federación Española, pero al
final se conformó con la Generalitat. Según Angulo, el Estado no debía haber
traspasado el Orden Público a la Generalitat, porque eso permitió entrar a
muchos miembros de Estat Català en las fuerzas públicas catalanas, donde
mandaba Miquel Badia. Pérez Farràs se ocupó de los Mossos de Esquadra.
La causa determinante de la
rebelión fue la anulación el 8 de junio del 34, por parte del Tribunal de
Garantías Constitucionales, de la Ley de Contratos de Cultivo aprobada por el
Parlament Català. La Generalitat empezó a prepararse desarmando al Somatén y a
particulares, consiguiendo 80.000 armas, muchas de las cuales cayeron en manos
de los rabassaires.
Pero la causa desencadenante
de la revuelta fue la entrada de 3 ministros de la CEDA en el Gobierno de
Lerroux, teniendo en cuenta que Gil Robles, líder de la CEDA, hacía proclamas
totalitarias y antidemocráticas en un contexto en el que el fascismo estaba
triunfando en Italia, Alemania y Austria.
Se proclama el Estat Català
El 5 de octubre se declara
la Huelga General. Los escamots de Estat Català, dirigidos por Dencás, hacen de
piquetes. Los Guardias de Asalto también apoyan el movimiento. Se crea la
Alianza Obrera (PSOE, UGT, BOC, PCE) para apoyar la huelga. La CNT, en cambio,
no se suma a la revuelta (Angulo nunca se refiere a la CNT, sólo a la más
radical FAI).
A la 1 pm del día 6, Estat
Català se subleva sin el conocimiento previo de Companys. En el CADCI, los centros
de ERC y los edificios oficiales, empiezan a crear arsenales de armas.
Se esperaba que la Huelga
General Revolucionaria triunfara en toda España (al final sólo tuvo gran fuerza
en Asturias) y que el general Batet no tomara partido. A las 6pm hubo una manifestación
de la Alianza Obrera, y a las 8pm, muy presionado, Companys salió al balcón de
la Generalitat proclamando el Estat Català dentro de la República Federal
Española, según la fórmula de Azaña, que por esas fechas estaba en Barcelona.
Primeras escaramuzas
Las calles estaban tomadas
por las patrullas de Estat Català, que sin embargo no acudían a donde se
libraba realmente la batalla: la Generalitat, la Rambla y Gobernación. Así, por
ejemplo, el cuartel general de Badia estaba en el café Novedades, pero no se
acercaron a donde se estaba luchando. Los centros de Esquerra y los Casals de
Estat Català tampoco intervinieron en la lucha. La radio fue la gran
herramienta de propaganda del conseller de Governació, Dencàs.
Companys pidió enseguida
apoyo al General Batet , pero éste le pidió una hora para pensarlo, cuando en
realidad tenía claro que iba a sofocar la revuelta. Batet sabía desde hace días
lo que iba a pasar, y estaba preparado. Así, sobre las 10 pm, desde el Cuartel
de Atarazanas, se acercan a la Plaza de la República (hoy Plaza de Sant Jaume)
la infantería, ametralladoras y artilleros del Ejército Español. Desde la
Generalitat, el Ayuntamiento y los terrados de la plaza, los escamots
dispararon contra las tropas españolas, pero acaban siendo desalojados. Angulo
acusa a los rebeldes de disparar con balas dum-dum (explosivas).
El Ayuntamiento recibió la
peor parte, fue más bombardeado que la Generalitat. El CADCI (Centre
Autonomista de Depenents del Comerç i la Indùstria, de ideología comunista e
independentista), en la Rambla Santa Mónica, sí resistió, y consiguió frenar un
tiempo el avance de las tropas españolas. Las bombas hicieron esconderse en las
estancias internas a los miembros del CADCI. El dirigente Jaime Compte murió en
el combate, siendo el único héroe de la revuelta. Desde la Comandancia de
Somatenes, los socialistas también dispararon al Ejército.
La Resistencia no resiste
Companys esperaba que
llegarían refuerzos de escamots y rabassaires de toda Catalunya, pero nunca
llegaron. Sobre todo, fue decepcionante la falta de actividad de los
rabassaires. En algunos pueblos, la FAI aprovechó la revuelta para hacerse con
el poder, hubo desórdenes y se acabó matando a algún cura.
La artillería empezó a
lanzar bombas sobre la Generalitat y Companys capituló a las 6 de la tarde.
En la Consejería de
Gobernación (al lado de la actual Estación de Francia) estaban Dencàs, Badia,
Guarner y Pérez Salas. Finalmente, los lideres de Estat Català cogieron todo el
dinero que pudieron y huyeron por un pasadizo que enlazaba con el
alcantarillado. Se dice que Dencàs, consejero de Gobernación, llegó a caer en
las aguas residuales. Los escamots armados esperaban evitar la salida de los
soldados de los cuarteles, pero no lo consiguieron. Poco a poco, en pequeños
grupos, fueron abandonando también la Consejería.
Según Angulo, los escamots
eran muchos, bien armados pero muy cobardes y se rendían llorando antes los
pocos pero valerosos soldados españoles. Yo, en cambio, me aventuro a decir que
las tropas españolas ganaron gracias a la artillería y a su mayor preparación,
mientras que los separatistas sólo manejaban armas ligeras, y aparte de
desfilar de vez en cuando, no tenían experiencia militar.
El final de la revuelta
Batet trató muy bien a los
vencidos, y en todo momento intentó causar el menor daño posible durante la
revuelta. Al mediodía del día 7, el Gobierno catalán fue recluido en el
barco/cárcel Uruguay. Hubieron un total de 3000 detenidos. Durante el resto del
día hubo todavía algunos tiroteos.
Una de las primeras acciones
post revuelta fue la depuración de la policía para eliminar los escamots.
Los últimos comentarios del
libro son de matiza ideológicos.En contra de lo que se piensa, Franco apoyó a
Catalunya: la Seat, la Zona Franca, el complejo industrial de Tarragona… La
única patria es la española. Hay que españolizar Catalunya. Mejor que la
autonomía sería la autonomía municipal y comarcal que pedía Antonio Maura. Para
Pío Moa el origen de la guerra civil está en la revuelta de octubre de 1934,
que intentó rehabilitar el Frente Popular, que se mostró más claramente desde
febrero del 36.
Dentro de tres días se
cumplirán ochenta años de una fecha maldita para los catalanes. El 6 de octubre
de 1934 fue la última vez que un gobierno catalán declaró unilateralmente la
independencia. Lo hizo Lluis Companys al proclamar ese día el Estat Catalá,
pero el general Batet, a las órdenes del entonces jefe del Gobierno de la
República, Alejandro Lerroux, sofocó militarmente la sublevación. La
independencia duró solo 10 horas.
---
LLuís Companys Jover
(1882-1940)
Muchas cosas han cambiado
desde entonces, pero la sustancia sigue siendo la misma: entonces, al igual que
hoy, el conflicto se precipitó cuando el Constitucional suprimió decisiones del
parlamento catalán, dentro de un ambiente de discordia en el que los catalanes
acusaban al gobierno de España, como ahora, de centralismo y de no dar a
Cataluña el trato que merece por sus aportaciones económicas al Estado.
El grito "España nos
roba" es tan viejo como el deseo de la burguesía catalana de controlar con
plenitud las leyes y el gobierno de Cataluña para poder extraer mas
"jugo" a su potencia industrial y comercial, una riqueza que ellos
olvidan que se ha forjado con inversiones y plusvalías que procedían en gran
medida del resto de España.
El 6 de octubre, por su
fracaso rotundo, es un tema casi tabú en Cataluña.
Artur Mas parece mas sensato
y prudente que su antecesor Luis Companys, de Esquerra Republicana. No parece
probable que llegue tan lejos saltándose la legalidad, ni provocando
situaciones tan humillantes como aquel indulto concedido al rebelde derrotado
por el jefe del Estado, Niceto Alcalá-Zamora. El general Franco, al ordenar su
fusilamiento en 1940, convirtió en un mártir del catalanismo al derrotado
Companys.
Pero Mas está jugando con
fuego y está provocando situaciones muy graves, sobre todo dos: la división y
el odio. Se dice que los catalanes pasan con facilidad “del seny a la rauxa”,
de la cordura al arrebato, de una elegante serenidad a liarse la manta a la
cabeza. Muchos catalanes se encuentran hoy en la rauxa y se dirigen, obcecados,
hacia una separación que conlleva enfrentamiento y, probablemente, una profunda
ruina económica, ya que cientos de empresas abandonarán Cataluña y se radicarán
en España, aunque sea solo para poder vender sin aranceles y para seguir
disfrutando de las ventajas de la Unión Europea.
El aniversario del 6 de
octubre quizás sea un buen momento para la reflexión y para evitar dramas que,
aunque parezcan lejanos e inverosímiles, están ahi, a la vuelta de la esquina,
productos de la estúpida sustitución del seny por la rauxa.
Muchos españoles
agradecerían a sus compatriotas catalanes que emplearan su energía no tanto en
"romper" España como en cambiarla para que sea mas decente y justa,
contribuyendo a cambiar la impresentable dictadura actual de los partidos, sin
ciudadanos y sin democracia, por un sistema donde existieran poderes
independientes, una justicia eficaz y unos partidos y políticos sometidos a
controles democráticos, alejados de la corrupción y del abuso de poder y que
recuperen valores imprescindibles que han perdido en su sucia orgía de poder:
la verdad, el respeto al ciudadano y la ejemplaridad. Puede que de ese modo
consigan antes sus objetivos de prosperidad y justicia.
El eterno lamento catalán.
Hace 80 años, Cataluña fue independiente diez horas
Dentro de tres días se
cumplirán ochenta años de una fecha maldita para los catalanes. El 6 de octubre
de 1934 fue la última vez que un gobierno catalán declaró unilateralmente la
independencia. Lo hizo Lluis Companys al proclamar ese día el Estat Catalá,
pero el general Batet, a las órdenes del entonces jefe del Gobierno de la
República, Alejandro Lerroux, sofocó militarmente la sublevación. La
independencia duró solo 10 horas.
---
LLuís Companys Jover
(1882-1940)
Muchas cosas han cambiado
desde entonces, pero la sustancia sigue siendo la misma: entonces, al igual que
hoy, el conflicto se precipitó cuando el Constitucional suprimió decisiones del
parlamento catalán, dentro de un ambiente de discordia en el que los catalanes
acusaban al gobierno de España, como ahora, de centralismo y de no dar a
Cataluña el trato que merece por sus aportaciones económicas al Estado.
El grito "España nos
roba" es tan viejo como el deseo de la burguesía catalana de controlar con
plenitud las leyes y el gobierno de Cataluña para poder extraer mas
"jugo" a su potencia industrial y comercial, una riqueza que ellos
olvidan que se ha forjado con inversiones y plusvalías que procedían en gran
medida del resto de España.
El 6 de octubre, por su
fracaso rotundo, es un tema casi tabú en Cataluña.
Artur Mas parece mas sensato
y prudente que su antecesor Luis Companys, de Esquerra Republicana. No parece
probable que llegue tan lejos saltándose la legalidad, ni provocando
situaciones tan humillantes como aquel indulto concedido al rebelde derrotado
por el jefe del Estado, Niceto Alcalá-Zamora. El general Franco, al ordenar su
fusilamiento en 1940, convirtió en un mártir del catalanismo al derrotado
Companys.
Pero Mas está jugando con
fuego y está provocando situaciones muy graves, sobre todo dos: la división y
el odio. Se dice que los catalanes pasan con facilidad “del seny a la rauxa”,
de la cordura al arrebato, de una elegante serenidad a liarse la manta a la
cabeza. Muchos catalanes se encuentran hoy en la rauxa y se dirigen, obcecados,
hacia una separación que conlleva enfrentamiento y, probablemente, una profunda
ruina económica, ya que cientos de empresas abandonarán Cataluña y se radicarán
en España, aunque sea solo para poder vender sin aranceles y para seguir
disfrutando de las ventajas de la Unión Europea.
El aniversario del 6 de
octubre quizás sea un buen momento para la reflexión y para evitar dramas que,
aunque parezcan lejanos e inverosímiles, están ahi, a la vuelta de la esquina,
productos de la estúpida sustitución del seny por la rauxa.
Muchos españoles
agradecerían a sus compatriotas catalanes que emplearan su energía no tanto en
"romper" España como en cambiarla para que sea mas decente y justa,
contribuyendo a cambiar la impresentable dictadura actual de los partidos, sin
ciudadanos y sin democracia, por un sistema donde existieran poderes
independientes, una justicia eficaz y unos partidos y políticos sometidos a controles
democráticos, alejados de la corrupción y del abuso de poder y que recuperen
valores imprescindibles que han perdido en su sucia orgía de poder: la verdad,
el respeto al ciudadano y la ejemplaridad. Puede que de ese modo consigan antes
sus objetivos de prosperidad y justicia.
Viernes, 3 de Octubre 2014
Artículo leído 1094 veces
1.Publicado por vanlop el
03/10/2014 08:13
La gente suele escribir la
Historia según le conviene y no cabe duda que la historia que le cuentan a los
catalanes está hecha a conveniencia de los que mandan.
Por eso no se menciona el 6
de octubre ni se menciona los asesinatos cometidos por el Sr Companys, que se
pueden camuflar como cosas de la guerra, pero hay uno que fue por un asunto de
faldas, porque el Sr Companys se beneficiaba a una señora, de nombre Carmen.
Por algún sitio tengo la historia, si a alguien le interesa, la pongo.
Antes no respetaron la
legalidad, que siempre es a gusto del delincuente. Ahora veremos. Lo cierto es
que de unos doscientos años a esta parte, todos los procesos separatistas han
llevado a la independencia, de modo que este no tiene por qué ser distinto y si
no sale ahora, saldrá más tarde y sobre todo si cuenta con la inestimable
colaboración del gobierno.
2.Publicado por vanlop el
03/10/2014 12:13
Continuo porque tuve que
dejarlo.
La cuestión de los
separatismos es que juegan con ventaja. Si nos fijamos en el de Escocia o el
que pretende Artur I, se da el voto a los mayores de 16 años y en el caso
catalán, a los extranjeros, que dado que en su mayoría son musulmanes van a
votar la secesión con la feliz idea de montar el califato. Y con todo no tiene
la consulta ganada.
Como digo, desde el punto de
vista democrático es tramposa, pero la democracia no puede servir de coartada a
una reivindicación que no quiere la mayoría. Si bien es cierto que los
separatistas tienen la mayoría del parlamento, también es cierto que la
abstención es considerable y en un asunto de tanta trascendencia no se puede
ignorar la abstención.
Una cosa es formar un
gobierno que no es cosa de perseguir a la gente para que vote y al fin y al cabo
los gobiernos se terminan soportando y otra cosa convertir en extranjeros a una
parte de los habitantes.
El referendum escocés salió
bien, en el sentido que todo seguirá igual, aunque todo tendrá que cambiar,
pero si hubiera sido al revés, menos de la mitad de la población y además con
electores de 16 años, habrían convertido en extranjeros a la mayoría de la
población. Eso ni es democrático ni es decente.
Estos refrendos deberían
producirse cuando una mayoría del censo vote a opciones separatistas y debería
necesitarse un porcentaje alto del censo, no de los votos y por supuesto la
consulta en todo el país. ¿Acasdo los ingleses o los galeses no tenían derecho
a opinar sobre Escocia?
Ningún político ha hablado
de esto. Debo pensar que dado que son cosas elementales, los políticos están
conformes en la separación, donde creo que ya no están muy de acuerdo es en
quién va a pasar a la Historia como el que rompió España.
Otro hecho significativo es
que no se permite a los que se sienten españoles, expresarse. No se obliga a
cumplir las leyes, se permite que gasten dinero que les da el gobierno en
tonterías separatistas, etc, Ya me dirán si no son los gobiernos los
promotores.
Lo que me molestaría es que
hubiera una guerra de mentira, en donde murieran un ciertonúmero de militares
para dar un toque heroico a la separación. Que esto se ha dado muchas veces,
incluso en el caso hispanpamericano.
Y repito lo de siempre. De
no ser por una parte importante del censo que se sienten 3.Publicado por
Josesmegol el 03/10/2014 14:02
En eso estoy contigo y creo
que muchos también Vanlop. Siempre podríamos dividir Cataluña en dos, una que
siga siendo española con todos los que amas a España (muchísimos) y la otra
mitad para que los separatistas monten su cortijo de 2 m cuadrados y estado
diferente fuera de la UE. Todos contentos al 100% y que ni se les ocurra decir
que Cataluña es indivisible porque entonces ya si que me he perdido.
" El grito "España
nos roba" es tan viejo como el deseo de la burguesía catalana de controlar
con plenitud las leyes y el gobierno de Cataluña para poder extraer mas
"jugo" a su potencia industrial y comercial "
Que el resto del pais deje
de comprar a Cataluña, a ver cuánto dura su " potencia industrial y
comercial ", en buena parte basada en las multinacionales extranjeras afincadas
en aquella zona. Dejemos de comprarles, a ver a cuántos de estos dejamos en la
calle. Un dato: Cataluña vende más a Murcia, que a Estados Unidos ¿Y esta gente
es la que quiere la independencia?
Lo único para lo que la
quieren es para que los politicos roben a manos llenas, sin interferencias de
Madrid, tan sinverguenzas, ladrones y complices de los politicos catalanes. Las
intenciones de esta carroña está clara, lo que es de psiquiatra, en esta
supuesta Unión Europeda (de pedo) y en el siglo XXI, es la caterva de cacalanes
que se creen a pies puntillas toda la mierda que les han ido metiendo en el
cuerpo durante años
La última vez que Cataluña
proclamó la independencia
Publicado: 30/09/2014 07:54
CEST Actualizado: 29/11/2014 11:12 CET
El 6 de octubre de 1934, a
las ocho de la tarde, el presidente del Gobierno catalán, Lluis Companys,
proclama el Estat Catalá desde el balcón principal del palacio de la
Generalitat. El presidente del Consejo de Ministros, Alejandro Lerroux,
promulga el estado de guerra y el general jefe de la IV Región, Domingo Batet,
bombardea el palacio donde está reunido el Gobierno catalán, produciéndose un
enfrentamiento con las fuerzas que controla la Generalitat. La resistencia
catalana concluye a las seis de la mañana del día 7. La república independiente
catalana ha durado diez horas.
Han cambiado muchas cosas
desde entonces pero "la cuestión catalana" sigue hoy, en el fondo,
aproximadamente como entonces. Entonces, como ahora, el desencadenante del
conflicto se debió a la supresión por el Constitucional de decisiones del
Parlamento catalán, así como la acusación por parte de la Generalitat de que el
Gobierno español había iniciado un proceso de "recentralización". En
tiempos de Companys, como hoy, los nacionalistas se quejaban de que Cataluña no
obtenía el trato debido a su aportación al presupuesto del Estado.
El ridículo mata
"El 6 de octubre"
es un tema casi tabú en Cataluña. Recientemente, Artur Mas confesaba al
director de La Vanguardia, Màrius Carol, que había dos cosas que no se podía
permitir: saltarse la legalidad o hacer el ridículo. Su antecesor Lluis
Companys se saltó la legalidad republicana y, según algunos, como el jefe del
Estado, Niceto Alcalá-Zamora, entendieron que hizo el ridículo. Cuando este
indulta a todos los condenados a muerte frente al criterio de una buena parte
del Gobierno de entonces, justifica su decisión en que el ridículo mata en
política y que no quería convertir el ridículo en gloria haciendo fusilar a los
implicados. Y Añade: "No quiero volver a Barcelona como Felipe IV o Felipe
V". La trágica muerte de Companys ha salvado su memoria del ridículo al
ser fusilado por orden de Franco en el castillo de Montlluïc. A los personajes
de entonces no les ha cubierto todavía el polvo de la historia. Siguen
levantando pasiones.
Sigue vigente la frase
pronunciada por José Ortega y Gasset en la célebre controversia que mantuvo con
Manuel Azaña en el debate parlamentario sobre el estatuto de Cataluña:
"Cataluña - dictaminó el filósofo - es un problema insoluble que España
solo puede esperar a conllevarlo". La cuestión más turbadora es que los
nacionalistas catalanes asumían y siguen asumiendo la frase de Ortega en
sentido inverso: que el problema español no tenía, o no tiene, solución y que
solo se puede aspirar a conllevarlo, obteniendo ventajas en el camino.
"Yo me cago en la
peseta"
Piensa el autor que Artur
Mas es más sensato que Lluis Companys que cuando Lluis Cambó le hizo notar que
la independencia de Cataluña sería fatal para la peseta, le replicó: "Yo
me cago en la peseta". No parece sensato que el Gobierno catalán o sus
apoyos parlamentarios se caguen en el euro y quieran restaurar la peseta
aunque, ciertamente, la peseta es una palabra catalana, lo que les ahorra el
trabajo de inventarse otra moneda.
Se dice en esta tierra que
los catalanes pasan con cierta facilidad "del seny a la rauxa", de la
cordura al arrebato, de una elegante serenidad a liarse la manta a la cabeza.
Es difícil medir los sentimientos, pero percibo en mis numerosos viajes a
Barcelona que la gente se encuentra en la rauxa.
El federalismo ya no es la
palabra mágica
Lluis Companys proclama el
Estat Catalá "dentro de la República Federal Española", una república
inexistente. ¿Se conformarían hoy la Esquerra y Convergencia i Unió por la
integración de Cataluña en un Estado federal español?. Parece que no.
Los nacionalistas catalanes
piden un Estado propio, la independencia pura y dura, aunque quizás pudieran
aceptar una confederación, como la que intentó Francesc Maciá, "El
Avi", (El Abuelo) el 14 de octubre de 1931 en la primera proclamación de
un Estat Catalá dentro de una imaginaria Confederación Ibérica, una república
catalana sin adjetivos.
Se puede
observar en ambos episodios independentistas, el de Maciá y el de Companys, por
cierto, ambos dirigentes de Esquerra Republicana de Cataluña, y quizás en las
escaramuzas actuales, tripuladas por Esquerra y Convergencia y Unión, heredera
de la Lliga de Francesc Cambó -o sea, por la izquierda y la derecha
nacionalista- lo que entonces no se dio; se puede observar, repito, la
coexistencia de un deseo vehemente de independencia embridado por el vértigo de
la ruptura del cordón umbili
No hay comentarios:
Publicar un comentario