lunes, 12 de marzo de 2018

Encuestas y elecciones

Encuestas y elecciones

Estamos ante un voto pasional, instintivo, rectificable, para emitir más tarde el guiado por la razón y los intereses

José María Carrascal

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De creer a las encuestas, Ciudadanosse consolida como primera fuerza política, plantándose de un salto ocho puntos por delante del PP y diez del PSOE, con un Podemos estancado más abajo. Un auténtico carrerón, en el que ha quitado muchos votos a los populares y algunos a los socialistas. ¿Es fiable? Naturalmente. Todas las encuestas lo son y más si vienen avaladas por una tendencia desde las últimas elecciones, como ésta. ¿Se mantendrá en las próximas? Esa es la pregunta del millón. O millones. De votos y de euros.
Se define a las encuestas como «una foto fija en un momento determinado». Es decir, vale para ese instante, pero no hay garantía de que valga para el siguiente. Y las próximas elecciones están a 15 meses, hoy una eternidad, en la que pueden cambiar muchas cosas. De ahí que prefiera equipararlas a la primera vuelta de las elecciones binarias, en la que «se vota con el corazón», según los franceses aficionados a ellas, y, en la segunda, «con la cartera». Es decir, estamos ante un voto pasional, instintivo, rectificable, para emitir más tarde el guiado por la razón y los intereses. ¿Es éste el caso? Dicho de otra forma: a la hora de la verdad, la de las urnas, ¿volverán al PP los votos que en las encuestas se le han ido a Ciudadanos? No lo sé, ni lo sabe nadie, pues depende de lo que ocurra en los próximos quince meses y del ánimo que reine en España. O el desánimo. Pues algo a tener también en cuenta es que los españoles no votamos sólo a, sino también contra, un partido o persona. Al cincuenta por ciento. Y tal vez lo más destacado de esta encuesta sea que el 86 por ciento de los españoles consideran que la situación de España es «mala». ¿Tan mal estamos? ¿Tan tétrico es nuestro estado? En un momento en que un estudio de la Universidad de Georgetown, en Washington, y del Instituto de Investigación de la Paz, en Oslo, sobre la situación de las mujeres en el mundo coloca a las españolas en quinto lugar, parece una de nuestras típicas exageraciones. Pues si nuestras mujeres son las quintas, ¿dónde estaremos nosotros? ¿En primer lugar o segundo?
Al fondo de este rompecabezas veo a Rajoy. Un hombre tan peculiar, tan distinto y distante que no crea afecto. Aborda un problema tras otro según su urgencia e importancia, en vez de todos juntos, como solemos los españoles, sin resolver ninguno. Si le dan una bofetada, no la devuelve. Compensa su falta de carisma con paciencia, virtud escasa en estos lares, y sigue pedaleando indiferente a las voces en pro o contra, con la vista fija en la meta. Ha superado el abismo económico, tiene al independentismo catalán contra las cuerdas y a Rivera por delante en las encuestas. Pero ni siquiera eso parece preocuparle, tal vez por no afectarle personalmente. Un tipo que antepone los intereses generales a los de su partido, raro de verdad. Nada de extraño que tenga tantos críticos. ¿Seguidores? Sólo los sabremos al contar los votos.




José María CarrascalJosé María CarrascalArticulista de Opinión

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