lunes, 5 de marzo de 2018

Pablo Iglesias, a la calle

Pablo Iglesias, a la calle

Domingo 04 de marzo de 201819:36h
Pablo Iglesias se ha quedado solo en el Parlamento. Ya ni sus propios diputados le ríen las gracias. En todas las encuestas figura como el líder menos valorado, por debajo, que ya es decir, de M. Rajoy. Sus declaraciones, que antes abrían los periódicos, ahora aparecen en las últimas páginas; eso, si aparecen. Las antaño multitudinarias ruedas de Prensa se han reducido a “canutazos” en las tertulias de la Sexta y Cuatro. Pasea taciturno y cabizbajo por los pasillos del Congreso.
Y ha decidido volver a sus orígenes, salir a la calle para agitar a las masas. Lo de salir a la calle es un eufemismo, pues él ya no la pisa que llueve demasiado. Ahora, como ha reconocido, solo se mueve en coche oficial por cuestiones de seguridad, no vaya a ser que un facha le tire de la coleta. En realidad, se dedica a convocar manifestaciones contra “los sinvergüenzas del Gobierno” desde su móvil 5-G de última generación que también paga el partido.
Como, pese a su declive, sigue teniendo olfato político, ha decidido movilizar a los jubilados para protestar contra la rácana subida de las pensiones a través de la Coordinadora Estatal en Defensa del Sistema de Pensiones, que a nadie se le escapa que semejante nombre solo se le puede ocurrir al líder de Podemos. Tampoco puede ser ajeno Pablo Iglesias al lema de la asociación: “por los brutales ataques contra el sistema público de pensiones que han llevado a cabo los Gobiernos del PP y del PSOE para beneficio de la gran Banca y de las aseguradoras”. Y, con ese eslogan, inspirado en el marxismo de hace medio siglo, las calles españolas se han visto invadidas por decenas de miles de jubilados que, con razón, protestan por la humillante subida de las pensiones: un 0,25; lo que en el mejor de los casos no supera un incremento de 3 euros al mes.
También ha decidido el líder de Podemos protestar en la calle contra la Ley de Seguridad Ciudadana, su “ley mordaza”, cuyo eslogan tampoco tiene desperdicio:”los policías son matones al servicio de los ricos”. En este caso, por ahora, los manifestantes son escasos. Pero todo se andará.
En efecto, el olfato político todavía no ha abandonado a Pablo Iglesias. En el Congreso de los Diputados, tanto el debate sobre las pensiones como la Ley de Seguridad Ciudadana pueden mellar al Gobierno, pero por las propuestas del PSOE y de Ciudadanos. Porque ambos partidos intentan eludir a Podemos por sus delirantes argumentos. Lo de atacar sin venir a cuento a “la gran Banca y a los ricos” ya no le suena bien ni a Pedro Sánchez.
Las manifestaciones contra el Gobierno, sin duda, están resultando un éxito. Pero no está tan claro que Podemos salga beneficiado electoralmente, pues las propuestas del PSOE y Ciudadanos, pese a ser demagógicas, son más creíbles que las populistas, cuyo afán es destruir más que construir. Puede que el tiro le salga por la culata. Como le ha ocurrido en Cataluña, por su siniestra equidistancia o, mejor, por ir de la mano de los separatistas intentando que no se notara.
Tampoco Pablo Iglesias va a tener protagonismo en las elecciones municipales. Tanto Carmena como Colau van por libre y prefieren marcar distancias con el líder de Podemos, que no va a tocar bola en la confección de las listas, como ya le han hecho saber las alcaldesas de Madrid y Barcelona. Y lo peor: las encuestas auguran unos pésimos resultados para Podemos y “mareas” hasta el punto de que podrían perder el Gobierno en las grandes ciudades. En tal caso, pese a ser derrotado a distancia, podría tambalearse su liderazgo dentro del partido. Errejón, Bescansa y los muchos purgados por el líder español más autoritario ya urden su venganza.
Pablo Iglesias ha perdido fuelle, se apaga su estrella. Pero hay que reconocer que tiene coraje; se revolverá contra quien intente desplazarle. Todavía no ha dicho la última palabra y nadie duda de que tiene cuerda para rato. Cuenta además con las cámaras de sus televisiones amigas, donde no falta a su cita diaria con Antonio Ferreras y Javier Ruiz. La famosa operación mediática que urdió Sáenz de Santamaría para erosionar al PSOE se ha convertido en el peor enemigo del Gobierno de Rajoy. Cría cuervos.

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