domingo, 25 de marzo de 2018

Puigdemont, en su sitio

EDITORIAL

Puigdemont, en su sitio

Domingo 25 de marzo de 201816:53h

De nuevo, la inteligencia del juez Llarena ha dado sus frutos. Esperó a procesar por rebelión a Puigdemont para emitir la orden internacional de detención del expresidente, a quien en su torpe ingenuidad se le ocurrió adentrarse en Alemania bajo la atenta mirada de los agentes del CNI. Y ahí le han cazado. Ahora se encuentra detenido a la espera de que la Fiscalía germana, en contacto con la española, emita una petición al Ministerio de Justicia del Gobierno de Merkel. Es fácil suponer que Rajoy y la canciller están en contacto telefónico.

Debía desconocer también Puigdemont que el delito de alta traición en Alemania, equivalente al de rebelión en España, está castigado con entre 10 años de cárcel y la prisión permanente revisable, tan denostada por los progresistas de nuestra nación. Además, las relaciones bilaterales entre ambos países son excelentes, por lo que es de suponer que el fugado, en un máximo de dos meses, sea extraditado. Hoy ya duerme en una prisión.

El paradero de Puigdemont era una incógnita desde que este sábado tanto su abogado como el diputado finés que organizó su viaje a Finlandia asegurasen que había abandonado el país el viernes. Una vez emitida la orden de detención internacional por el magistrado del Supremo, la obsesión del expresidente era llegar a su refugio de Waterloo, donde se sentía protegido por la meliflua legislación belga, que ya en su día impidió la extradición de etarras. Pero en su alocado periplo, ha caído en manos de la policía alemana. Ya debe saber Puigdemont que ha caído en el peor país para sus intereses. Alemania no es Bélgica. El país germano no ha olvidado que los dictadores aniquilan la democracia, la libertad y la convivencia. 

Se acabó la fuga del golpista que tanto daño ha hecho a Cataluña y a España y que tan cobardemente huyó de la Justicia dejando a sus compañeros de viaje separatista encarcelados y procesados. Al fin, está donde se merece. En su sitio. Y antes que después se verá las caras con el juez Llarena que previsiblemente le condenará por rebelión, sedición y malversación.

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