01/12/2015@12:17:07 GMT+1
Luis María ANSON
Le humillan con delectación. Le vejan sin piedad. Le avergüenzan con
alevosía. Le ultrajan sin cesar. Le tienen postrado, genuflexo ante el rebenque
de la CUP. Arturo Mas calla como un puta sin reaccionar ante el ultraje
permanente. Se arrastra igual que si fuera un gusano.

Dirigentes de CUP se han cachondeado de él, al ofrecerle el
nombramiento de “comi-sionado internacional”. Es la última vejación. Arturo
Mas, que es un cadáver político de cuerpo presente, continúa, sin embargo,
negociando. Aseguran los enterados que la oferta de prebendas políticas y
económicas a destacados representantes de CUP hacen confiar a Arturo Mas en el
tamayazo de los dos votos que necesita.
Cataluña, en fin, está avergonzada. La mayor parte del pueblo catalán
cree que Arturo Mas debería mostrar un rasgo final de decencia y marcharse a su
casa, al cementerio político que es donde debería ya estar enterrado. La
Historia de España no recuerda un caso similar de ambición de poder unida a
tanta capacidad para la humillación.
Como a CUP no le convienen nuevas elecciones, porque ahora tiene la
llave de la Generalidad y los comicios podrían relegar a los antisistema,
Arturo Mas conserva la esperanza de que finalmente podrá mantenerse en su
despacho presidencial, aunque sea como florero.
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