La OTAN, UCD y el PSOE
Síntesis de un trabajo realizado por el
Capitán don Juan A. Martínez, en una asignatura que el profesor Florentino
Portero impartía en el Master en Paz, Seguridad y Defensa (2001-2002).
Está publicado en la web de monografias.com en el año 2003.
OTAN
El tema de la adhesión de España a la
OTAN no se planteó por primera vez hasta el final de la dictadura.
*.- Los primeros pasos para el ingreso
de España en la Alianza se dieron durante el primer Gobierno de la Monarquía,
encabezado por Arias Navarro, quien durante la exposición al Pleno de las
Cortes de su Programa de Gobierno el 28 de enero de 1976, planteó esta
posibilidad al declarar que "se están considerando las alternativas
posibles con la OTAN".
*.- Ya durante el primer gobierno de
Adolfo Suárez se produjo un segundo impulso con la firma del Tratado Bilateral
hispano-norteamericano en septiembre de 1976, que establecía la creación de una
comisión ad hoc para la coordinación de la cooperación entre España y los
Estados Unidos con los arreglos de seguridad en el área del Atlántico Norte. A
raíz de este acuerdo, comienza a manifestarse el interés de los Estados Unidos
y otros países de la OTAN por el ingreso de España en esta organización.
Sin embargo, no todos los países de la
OTAN eran partidarios de la adhesión española, entre ellos Noruega, Dinamarca,
Holanda y el Reino Unido, por considerar que España no gozaba aún de las
suficientes garantías democráticas.
A partir de entonces España puso en
juego una discreta presión diplomática para conseguir el apoyo de todos los
países miembros de la OTAN a su eventual solicitud de ingreso, presión que fue
acompañada por una cierta estrategia de acercamiento a la organización.
En en enero de 1977 el secretario
general Luns declaraba ante periodistas españoles la conveniencia de que España
se integrase en la OTAN, declaración apoyada poco después por el vicepresidente
de los Estados Unidos Mondale.
Sin embargo, esta tendencia
"adhesionista" comenzó a chocar con una cierta postura ambigua del
Presidente del Gobierno Adolfo Suárez, más interesado en los temas de política
interior que en los de política exterior, algo totalmente lógico y comprensible
dada la fragilidad de la nueva democracia española. A este respecto, aunque el
programa de primer gobierno de Suárez se revisaron varias cuestiones pendientes
de política exterior, no se había hecho referencia al tema de la adhesión en la
OTAN.
La ambigüedad de Suárez le llevó por un
lado a realizar manifestaciones desfavorables, o cuando menos neutras ante la
integración; y por otro a allanar el camino de cara a un posible ingreso.
En cuanto al primer hecho, en una
entrevista en Washington, el Presidente norteamericano James Carter le había
mostrado su apoyo a la adhesión española, adhesión que Suárez rechazó por
considerarla contraproducente dada la situación interna española y la necesidad
de un debate nacional.
En cuanto a lo segundo, continuaba la
política de acercamiento a la organización, política que se reflejaba en varios
aspectos:
*.-Respecto al debate sobre la OTAN,
destacar el carácter europeo de la relación España-OTAN para evitar un excesivo
protagonismo de los Estados Unidos en el tema, y en la necesidad de integrar el
problema de Gibraltar dentro de la negociación.
*.- La unificación, 4 de julio de 1977,
de los tres ministerios militares en el Ministerio de Defensa, unificación que
equiparaba este Ministerio con los de los países de la OTAN.
El 15 de Junio 1977 se celebraron las
primeras elecciones democráticas en España y, conforme con la línea de
ambigüedad en el programa electoral de UCD: no se hacía mención al tema de la
OTAN, aunque sí lo hizo Suárez en el Programa de Gobierno surgido de estas
elecciones al declarar que su Gobierno era partidario de "la apertura de
un debate por los representantes del pueblo legítimamente elegidos con vistas a
examinar la posible inserción de España en el Tratado del Atlántico
Norte".
En marzo de 1978 un discurso sobre política
exterior pronunciado en el Senado, el ministro de Asuntos Exteriores Marcelino
Oreja declaró el rechazo del Gobierno a cualquier tipo de neutralidad política,
exponiendo los pros y contras de la adhesión a la Alianza y planteando la
conveniencia de un debate nacional como fórmula adecuada para la adhesión.
Para Oreja, la integración en la OTAN
era una pieza clave e imprescindible en el proceso de la inserción española en
el bloque occidental. A diferencia de otros políticos de su época, pensaba que
este proceso no se terminaba con el ingreso en la ComunidadEconómica Europea,
sino que requería sustituir la relación bilateral que España mantenía con
Estados Unidos por otra multilateral con las grandes democracias occidentales.
Y el único modo de acceder a ello era a través del ingreso en la Alianza,
ingreso que por otro lado y en opinión del ministro, podía contribuir a
acelerar las negociaciones para el ingreso en la Comunidad Económica Europea
(CEE) así como facilitar un acuerdo con el Reino Unido sobre Gibraltar.
Sus ideas se encontraron con un doble
obstáculo: por un lado, el afán del presidente Suárez por dirigir personalmente
todos los aspectos relacionados con la política exterior; por otro, la falta de
consenso en el seno de su partido y del Gobierno sobre estos aspectos. Todo
ello condicionó la postura diplomática española ante el tema de la OTAN y
provocó discrepancias entre el presidente y el ministro, discrepancias que
llevaron a su destitución en septiembre de 1980.
En estas discrepancias podemos observar
una vez más la indefinición y ambigüedad del Presidente Suárez sobre el tema de
la OTAN.
Mientras Oreja se esforzaba por perfilar
una política exterior que fuese "europea, democrática y occidental" y
hacía lo posible por aproximarse a la OTAN, Suárez visitaba a Fidel Castro y
alentaba la participación de España, como potencia observadora, en la VI Cumbre
de Países No Alineados.
Se han citado algunas posibles
explicaciones a esta actitud de Suárez:
*.- su antinorteamericanismo o a su
sentimiento nacionalista, herencia de su pasado franquista. *.- la política
exterior española de esta época estuvo marcada por la "falta de seriedad y
la aparente falta de consideración por las cuestiones estratégicas
internacionales" del presidente del gobierno Suárez.
*.- para Suárez la adhesión a la OTAN no
era un objetivo a conseguir sino más bien un tema a debatir o discutir.
*.-Quizás una explicación más coherente:
la importancia extrema que Suárez concedió a la política interior de cara a la
implantación de un sistema político democrático y en su temor a que un
desacuerdo profundo en política exterior pusiese en peligro el frágil consenso
constituyente. No quería asumir el riesgo de romper una política de acuerdos
entre todos los grupos Parlamentarios, riesgo que hubiera corrido de llevar a
cabo la adhesión a la OTAN.
En este sentido, el Gobierno de UCD
consideró prioritario como objetivo en política exterior la adhesión a la
Comunidad Económica Europea, un objetivo sobre el que sí había consenso entre
todos los partidos políticos.
En otoño de 1978 se celebró el primer
Congreso de UCD, en el que se confirmó que el partido era partidario de la
adhesión a la OTAN, aunque con ciertas peculiaridades y necesidades de
seguridad, y se proponía que paralelamente a la integración se llegara a un
acuerdo sobre el tema de Gibraltar.
Era partidario de un amplio respaldo
popular a través del Parlamento y un debate en el momento oportuno.
Después de la aprobación en referéndum
de la Constitución Española y la convocatoria de elecciones generales para el 1
de marzo de 1979, UCD en su programa electoral se mostró partidaria de la
adhesión tras un adecuado debate parlamentario, aunque prudentemente no se
comprometía a llevarla a cabo en dicha legislatura. Esta postura fue ratificada
por Suárez en su debate de investidura del 30 de marzo cuando insistió en que
la UCD era partidaria de la adhesión a la OTAN por coherencia con su vocación
europea y occidental, aunque supeditaba la adhesión a la consideración de los
condicionamientos de las particularidades y exigencias de defensa del país y a
la obtención de un amplio respaldo parlamentario.
En la primavera de 1980 se produjo un
acontecimiento de gran importancia de cara a la adhesión de España a la OTAN, y
en el que ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja, volvió de nuevo a
desempeñar un papel trascendental.
Francia veta el proceso de ampliación de
la CEE, paralizando la adhesión de España a las Comunidades.
El Gobierno español comienza a utilizar
el ingreso en la OTAN como moneda de cambio para presionar a la Alianza y
obtener la adhesión a la CEE. En este contexto el ministro Oreja realizó el 17
de junio unas declaraciones al periódico El País en las que manifestaba que el
gobierno era totalmente favorable a la pronta incorporación de España a la
Alianza Atlántica bajo dos condiciones: a) garantía de solución al contencioso
de Gibraltar, y b) continuación del proceso de integración en la CEE. En estas
declaraciones el ministro fijó por primera vez una fecha para el debate del tema,
en concreto 1981.
A los problemas que en política exterior
había supuesto para el Gobierno el veto del Presidente de la República Francesa
Valery Giscard a la ampliación de la CEE, había que sumarle las importantes
dificultades por las que se atravesaba en política interna a raíz de la moción
de censura presentada por los socialistas en mayo de ese año.
Además UCD había recibido un fuerte
varapalo en las primeras elecciones autonómicas celebradas en Cataluña y el
País Vasco, Andalucía reclamaba cada vez con más ímpetu mayores cotas de
autogobierno y exigía un referéndum. A consecuencia de todo lo anterior, la
unidad interna de UCD se resentía y las tensiones internas eran cada vez
mayores.
Por otra parte las divergencias
existentes entre el presidente Suárez y el ministro Oreja sobre al tema de la
adhesión se agudizaron a consecuencia de las declaraciones, de este último al
diario El País.
El 3 de septiembre de 1980 fue cesado.
Una una vez más el presidente Suárez
retrasó el proceso, argumentando las consecuencias desestabilizadoras que dicho
debate tendría en política interna dada la fuerte oposición del PSOE. La
actitud del presidente español comenzó a causar preocupación en los gobiernos
europeos y de los Estados Unidos, así como tensiones y distensiones en el seno
de su partido.
Acosado tanto dentro como fuera de su
partido, Suárez tomó dos decisiones de gran importancia para la política
española. En primer lugar, y envuelto en un cierto halo de secretismo, decide
integrar a España en la OTAN, tal y como lo comunica el 23 de enero de 1981 al
diputado Javier Rupérez y al ministro de Asuntos Exteriores belga Leo
Tindemans, tras haber informado al Rey, al Vicepresidente Gutiérrez Mellado y
al Ministro de Exteriores.
Días más tarde - el 27 de enero- Suárez
presentó su dimisión al Rey D. Juan Carlos.
El nuevo Gobierno de UCD, presidido por
Calvo Sotelo adoptó una postura claramente a favor de la adhesión a la OTAN.
Así, en su discurso de investidura del 18 de febrero de 1981 aparece por
primera vez formulado formalmente como objetivo del Gobierno la adhesión de
España a la Alianza, y se propone iniciar las consultas con los grupos
parlamentarios a fin de articular una mayoría, escoger el momento oportuno para
ello y definir las condiciones de la adhesión. Se produce por tanto un giro en
la política exterior con respecto al gobierno anterior.
Calvo Sotelo tenía mayor experiencia en
política exterior que Suárez: una política exterior definida, clara,
democrática y occidental (el nuevo Presidente era consciente desde un principio
de la estrecha relación existente entre la integración en la OTAN y la adhesión
a la CEE).
Además consideraba imprescindible
reformular las relaciones bilaterales con los EEUU, unas relaciones
desequilibradas a favor de estos últimos, en las que España desempeñaba el
papel de comparsa y que eran prolongación de los acuerdos firmados por Franco
con Eisenhower en 1953. En mayo de 1981 se iniciaron las negociaciones,
constatándose en seguida la escasa disposición de los Estados Unidos para alterar
el Tratado Bilateral en el sentido que exigía España sin que antes se produjera
el ingreso en la OTAN.
*.- El 23 de febrero de 1981 provocó
cierta desestabilización en la situación política interna española: se hizo
patente la necesidad de reciclar y "occidentalizar" a las Fuerzas
Armadas para evitar futuras actuaciones antidemocráticas.
*.- En mayo de 1981 la decisión de
incorporar España a la OTAN ya había sido tomada.
El 4 y 5 de ese mes el Consejo de
Ministros de la Alianza había examinado de manera favorable el ingreso de
España.
Poco después, en una visita a la
República Federal Alemana, el Presidente Calvo-Sotelo confirmaba el inmediato
ingreso de España en la OTAN y su intención al respecto de no convocar un
referéndum.
*.- El 20 de agosto de 1981 el Consejo
de Ministros solicitó al Consejo de Estado el dictamen preceptivo sobre la
entrada de España en la OTAN.
*.-El día 27 de agosto el Consejo de
Estado emitió dictamen favorable, recomendando la vía del artículo 94 de la
Constitución para la tramitación parlamentaria de la adhesión.
Días más tarde, el gobierno de UCD
presentó ante la Mesa del Congreso de los Diputados la petición de adhesión a
la OTAN, petición admitida a trámite el 3 de septiembre, aunque con los votos
en contra de socialistas y comunistas.
*.- El 15 de septiembre el Pleno del
Congreso de los Diputados decidió, por 180 votos a favor, 126 en contra y 2
abstenciones, que la Comisión de Asuntos Exteriores era competente para tratar
el proyecto de adhesión, por lo que se remitió a dicha Comisión la tramitación
de la adhesión de España a la OTAN.
*.- El 8 de octubre la Comisión autorizó
al Gobierno a concluir la adhesión y el 27 de octubre se iniciaba el Debate
parlamentario sobre la OTAN, en un clima de movilización popular en contra.
*.- El 29 quedaba aprobado el dictamen
emitido por la Comisión de Asuntos Exteriores con los 186 votos a favor de UCD,
Centro Democrático, Partido Nacionalista Vasco, Convergencia i Unió y Unión del
Pueblo Navarro; por los 146 en contra del Partido Socialista Obrero Español,
Partido Socialista Andaluz, Partido Comunista de España, Euskadiko Ezkerra,
Ezquerra Republicana de Catalunya, Partido Aragonés Regionalista y Unión del
Pueblo Canario quedaba autorizada la adhesión con las siguientes condiciones:
1.- No aceptar compromisos que
implicasen el almacenamiento o instalación de armas nucleares de la Alianza en
nuestro país.
2.- Obtener garantías para la defensa de
todo el territorio peninsular y extrapeninsular, la recuperación de la
soberanía sobre Gibraltar, el fortalecimiento de la soberanía y defensa sobre
toda España y la aceleración, de forma paralela, de la negociación política y
económica con la CEE.
*.- Un mes después, el 26 de Noviembre,
el Pleno del Senado ratificó la decisión de la Cámara Baja por 106 votos a
favor, 60 en contra y una abstención, dejando libre el camino para la
presentación en Bruselas de la petición de adhesión.
Consecuentemente, el día 28 de
noviembre, el ministro de Asuntos Exteriores dirigió una carta al secretario
general de la OTAN, comunicándole que, en base a la autorización parlamentaria,
España estaba en disposición de recibir favorablemente la invitación para la
adhesión al Tratado del Atlántico Norte y se encontraba constitucionalmente
autorizado para depositar, llegado el momento, el correspondiente instrumento
de adhesión.
*.- El 2 de diciembre el embajador
español en Bruselas, Nuño Aguirre de Cárcer, entregó oficialmente al secretario
general Joseph Luns la solicitud de adhesión; el día 10 de diciembre se firmaba
en Bruselas, en reunión ministerial del Consejo Atlántico, el Protocolo de
Adhesión, iniciándose a partir de entonces el trámite de ratificación por los
parlamentos de los quince países miembros de la Alianza. España dedicó un
esfuerzo considerable para convertirse en el miembro número 16 de la OTAN con
la máxima rapidez posible, consiguiéndolo en apenas seis meses.
*.- El 29 de mayo el secretario general
de la OTAN dirigía una carta al Gobierno español invitándole a adherirse a la
Alianza. Ese mismo día, la Oficina de Información Diplomática del Ministerio de
Asuntos Exteriores emitió el famoso comunicado por el que se anunciaba la
entrega del instrumento de adhesión del Reino de España a la OTAN. El día 30,
en una maniobra de adelantamiento a los obstáculos que el PSOE quería poner a
la adhesión, el encargado de negocios en Washington Álvarez de Toledo, entregó
el documento de adhesión al vicesecretario norteamericano de Estado Walter
Stressel y España se convertía en el 16° miembro de la OTAN. Poco después la
bandera española era izada en el Cuartel General de la OTAN en Bruselas y los
ministros españoles de Defensa y Asuntos Exteriores participaron por primera
vez en una reunión del Consejo Atlántico.
*.- El 7 de julio Javier Rupérez fue
nombrado nuevo embajador en la OTAN, y comenzó a preparar las conversaciones
preliminares para la integración de España en la OTAN. En dichas conversaciones
se trataron temas como: a) el espacio de amenazas y su percepción, b) estado de
preparación de las Fuerzas Armadas Españolas, c) asignación de fuerzas, y d)
participación española en la estructura de mandos.
*.-LA POSTURA DEL PSOE:
El PSOE y el proceso de adhesión.
Los primeros posicionamientos del PSOE
en política de defensa tuvieron un fuerte carácter neutralista y antiamericanista,
como quedó reflejado en el XXVII Congreso del PSOE celebrado en diciembre de
1976 y en el que se propugnó un modelo de neutralidad activa, cuyos objetivos
prioritarios eran el desmantelamiento de todas las bases extranjeras en
territorio español y el desmarque de la política de bloques militares. Esta
línea neutralista y de no alineación está igualmente presente en el XXVIII
Congreso, celebrado en el año 1979 y en el que Felipe González asumió la
secretaría general del partido.
Durante el año 1980, y a consecuencia de
los acercamientos del gobierno de UCD a la Alianza, la política del PSOE se
transformó claramente en antiOTAN. En marzo de 1980 González hizo pública a
nivel internacional su postura al defender en el Congreso de la Unión de Partidos
Socialistas de la Comunidad Europea la neutralización y desnuclearización del
Mediterráneo, algo completamente contradictorio con la existencia del Tratado
del Atlántico Norte.
En 1981, la posición del PSOE se fue
radicalizando conforme avanzaban los contactos y los acercamientos a la
Alianza. En febrero, durante el discurso de investidura del presidente Calvo
Sotelo, González como jefe de la oposición rechazó de lleno sus argumentos a
favor del ingreso en la Alianza, aduciendo que se trataba de una organización
que no se encontraba al servicio de los intereses occidentales sino de los de
Estados Unidos. En aquel discurso, González llegó a manifestar que "Si
algún día llegásemos al poder, propondríamos la salida de la Alianza Atlántica
si el procedimiento de entrada no es un referéndum mayoritario al pueblo
español". En julio la decisión de ingresar en la OTAN parece estar ya
tomada y arrecia la oposición socialista, buscando apoyo no sólo en la sociedad
española sino entre los partidos socialistas europeos. Con dicho fin se
sucedieron los actos públicos y las declaraciones en la prensa, como las que
realizó Felipe González al diario El País calificando el ingreso como
"barbaridad histórica" y "tremendo error", o las de Alfonso
Guerra manifestando a Diario 16 que "el eventual ingreso en la OTAN
convertiría a España en una Colonia de los Estados Unidos".
De esta manera, la decisión de Calvo
Sotelo de solicitar el ingreso en la Alianza supuso el inicio de un violento
debate nacional con indudables connotaciones electorales y que se reflejó en la
aparición de importantes movimientos y campañas antiOTAN. En este sentido,
según Portero, el Partido Socialista hizo del rechazo a la integración una
estrategia política para debilitar a la UCD y obtener la victoria en las
siguientes elecciones.
Esta estrategia, que se desarrolló bajo
el lema "OTAN, de entrada no", se cristalizó en movilizaciones
populares, como la celebrada a comienzos de julio en la Casa de Campo de Madrid
y que concentró a decenas de miles de personas en contra de la OTAN, o la
manifestación "Por la paz y el desarme" de 15 de noviembre en la que
participaron más de 250.000 personas. Se pusieron en marcha igualmente campañas
de recogida de firmas promovida por PSOE y PCE (con más de un millón de firmantes).
Y como estrategia de desgaste del Gobierno dio pronto sus frutos, produciéndose
una disminución paulatina del número de partidarios de la adhesión, que pasó
del 20 % en julio de 1981 al 13 % en septiembre.
El 3 de septiembre, un día después de
que la Mesa del Congreso acordó la admisión a trámite parlamentario de la
petición del Gobierno para la autorización de la adhesión, el PSOE presentó en
el Congreso de los Diputados una moción solicitando la convocatoria de un
referéndum. El 7 de octubre González iba un paso más lejos y se comprometía a
que, en caso de que el gobierno lograra el ingreso en la OTAN y de que el PSOE
ganara las siguientes elecciones, convocaría un referéndum aconsejando a la
ciudadanía el voto favorable a la salida. Encontramos por fin la primera
mención oficial al compromiso de celebrar un referéndum.
Durante la celebración en octubre de
1981 del Debate Parlamentario sobre la OTAN, los socialistas introdujeron dos
propuestas cuyo objeto era sin duda paralizar el ya irremediable proceso de
adhesión y que, sin embargo, no fructificaron: a) someter a consulta del
Tribunal Constitucional una posible contradicción entre el texto del Tratado y
la Constitución, y b) realización de un referéndum sobre el tema. Ante el
rechazo de estas propuestas, González manifestó al Congreso que el PSOE no se
responsabilizaría de la decisión que estaba a punto de tomarse, y que esta
responsabilidad sería sólo atribuible a los grupos que la apoyaban.
Consecuentemente con esta actitud, el Partido Socialista votó en contra de la
adhesión tanto en el Congreso como en el Senado.
El rechazo radical del Partido
Socialista a la adhesión a la OTAN se basaba en una serie de argumentos
recogidos posteriormente en las resoluciones de su XXIX Congreso en octubre de
1981. En primer lugar un sentimiento antiamericanista, consecuencia de la
imagen negativa que se tenía sobre la política exterior norteamericana
(imperialismo) y fomentada por el apoyo incondicional americano a la dictadura
del general Franco. Como señala Luis Yánez, la visión que se tenía de los
americanos no era la de paladines de la libertad y de la democracia. A esto
había que añadirle un cambio de opinión acerca de la guerra fría y el peligro
que la amenaza soviética suponía para España, cambio de opinión basado en un
análisis más crítico y real de los objetivos de la política soviética en
Europa.
En segundo lugar, se argumentaba que la
Alianza no tenía en cuenta los intereses españoles en Gibraltar ni asumía la
defensa de Ceuta y Melilla, en las que España tenía amenazas reales. Se aducía
con razón que el Norte de África, posible área de amenaza para España, no se
encontraba dentro del área de aplicación del Tratado de Washintong.
Se temía también que el ingreso de
España en la OTAN provocara un desequilibrio en el balance estratégico entre
los bloques militares, aumentando la tensión internacional. No hay que olvidar
a este respecto el aviso que la Unión Soviética había hecho al Gobierno español
el 7 de septiembre de 1981 al entregarle un memorando en que advertía que la
entrada de España en la OTAN provocaría un aumento de la tensión internacional,
reforzaría la política de bloques y animaría la carrera de armamento.
En último lugar, y relacionado con el
anterior, el ingreso en la OTAN convertiría a España en un objetivo potencial
para el Pacto de Varsovia, con el consiguiente aumento del riesgo de sufrir un
ataque nuclear.
Durante este Congreso se defendió
igualmente que la única forma aceptable para el ingreso en la OTAN sería la
decisión popular expresada a través de un referéndum consultivo, medida ésta
prevista en la Constitución para temas de especial trascendencia. González
volvía a comprometerse a la realización de un referéndum, en caso de que aún no
se hubiera celebrado, cuando el PSOE accediera al gobierno. Todas estas medidas
sobre la adhesión a la OTAN se complementaron con la elaboración de un
documento titulado "50 preguntas sobre la OTAN", que rebatía los
postulados adhesionistas del Gobierno de UCD, basándose en los inconvenientes
que supondría la incorporación a la Alianza:
*.- a.La OTAN no es garantía de la
supervivencia de la democracia española, tal y como lo demostraba la presencia
en la Organización de regímenes totalitarios como Grecia y Turquía.
*.- b.No garantizaba el ingreso en el Mercado
Común.
*.- c.Incremento notable de los gastos
militares.
*.- d.Imposibilidad de que España
constituyera una excepción en el proceso de nuclearización europea.
*.- e.Inexistencia de conexión entre la
entrada en la OTAN y la devolución de la soberanía sobre Gibraltar.
El Partido Socialista se iba complicando
poco a poco la vida en el tema de la OTAN, comprometiéndose a una no
integración de la que luego tendría que dar marcha atrás a expensas de
importantes costes políticos. Pero la historia no termina aquí: aún nos queda
por analizar la campaña para las elecciones de 1982.
El PSOE y la campaña electoral de 1982.
Tras el ingreso en la OTAN, y durante la
campaña electoral de 1982 el PSOE contrajo dos compromisos: detener el proceso
de integración y convocar un referéndum. Esta postura, usada como arma
propagandística de gran efecto durante la campaña, era consecuente con las
directrices adoptadas por el partido en el XXIX Congreso y se materializó en la
presentación de numerosas propuestas y mociones cuyo objetivo era paralizar la
adhesión. Sin embargo, un análisis detallado del programa electoral del Partido
Socialista permite aventurar la hipótesis de que realmente se trató de dejar en
un segundo plano el tema de la Alianza. En efecto, el tema es presentado dentro
de un paquete de medidas en política exterior junto con objetivos como la
adhesión a la Comunidad Europea, el desarrollo de las relaciones
internacionales con los países de Iberoamérica y Mediterráneo, las relaciones
bilaterales con Estados Unidos, etc. La referencia al tema de la OTAN aparecía
en sexto lugar.
Este "olvido" por parte del
Partido Socialista tiene una explicación lógica a juicio de algunos autores:
según el entonces subsecretario del Ministerio de Educación Joaquín Arango el
PSOE había asumido ya que no sacaría a España de la OTAN, pues abandonar la
Alianza hubiera sido interpretado por el resto de Europa Occidental como un
falta de solidaridad, que hubiera afectado la credibilidad de la política
exterior española y perjudicado el ingreso de España en la CEE. Desde una
postura muy similar, Viñas argumenta que el PSOE había experimentado una
transformación en sus planteamientos en política de defensa a consecuencia de
las modificaciones producidas en el entorno geoestratégico en que había de
desarrollar su política internacional.
Desde este punto de vista, si la
permanencia en la Alianza era necesaria para la política exterior socialista,
podemos extraer dos conclusiones de gran importancia. En primer lugar, UCD y el
hasta entonces presidente Calvo-Sotelo le había hecho un gran favor al PSOE al
incorporar España a la OTAN. En segundo lugar, introducir la propuesta del
referéndum en el programa electoral supuso un grave error, opinión esta
compartida por los ex-ministros socialistas de Defensa Narcís Serra y de
Exteriores Fernando Morán y por Joaquín Arango. En este sentido, Morán ya había
expresado durante la campaña electoral sus dudas sobre la inclusión del tema
del referéndum como promesa electoral; mientras que Serra se mostraba menos
moderado y opinaba que hubiera sido mejor no prometer el referéndum. Desde otra
perspectiva, Arango, en base a las recomendaciones y conclusiones del grupo de
trabajo que había presidido sobre el golpe de estado de 23 de febrero de 1981,
desaconsejaba plantear la salida de la OTAN.
En cuanto a la actitud de otros partidos
políticos ante el tema de la OTAN en la campaña electoral de 1982, la Unión de
Centro Democrático, Alianza Popular y Centro Democrático y Social (el nuevo
partido de Suárez) mostraron una postura favorable a la integración en la
Alianza; por el contrario el Partido Comunista era partidario de la salida e
incluso fijó la fecha para la celebración de un referéndum consultivo.
3. El PSOE en el Gobierno.
Con su victoria en las Elecciones Generales
del 28 de octubre de 1882, el primer Gobierno socialista se encontró con la
indeseable herencia de UCD: Calvo-Sotelo había incorporado a España en la OTAN
con la mayoría de la opinión pública y de los partidos políticos en contra, y
sin una definición clara y precisa de la aportación española y de los términos
de su inserción en la OTAN.
*.- El 8 de diciembre, en una reunión
del Consejo Atlántico celebrada en Bruselas, el ministro socialista de Asuntos
Exteriores Fernando Morán, anunció a los aliados la intención del nuevo
Gobierno de detener la integraciónde España en la organización militar mientras
se realizaba un análisis de los intereses estratégicos de España y se celebraba
un referéndum.
Mientras tanto España permanecería en la
Alianza con la promesa de ser un aliado seguro y fiel.
Esta postura inicial del Gobierno se
ajustaba al compromiso electoral del PSOE y a la voluntad de la sociedad
española.
Así, mientras por un lado se decidía
mantener la presencia militar y diplomática en los comités de la OTAN, por otro
se negaba a la nuclearización del territorio español en el Convenio Bilateral
con los EEUU.
Esta estrategia, que con mayor o menor
fortuna dio resultado en política exterior y en las relaciones con la Alianza,
causó no obstante enfrentamientos entre la base y la cúpula del partido y
disensiones dentro del Gobierno, ocasionadas por diversas corrientes de opinión
en cuanto al tema de la permanencia:
*.- De una parte, el Vicepresidente
Alfonso Guerra, diplomáticos como Luis Yánez y ministros como José María
Maravall, Ernest Lluch o Javier Solana, estaban dispuestos a abandonar la OTAN
y a orientar la política exterior española hacia una línea más neutralista y de
cooperación con América Latina y el Tercer Mundo.
*.- Por otro lado, el Ministro Defensa,
Narcís Serra, se mostraba partidario de la permanencia, en funciónde las
ventajas y posibilidades que ello suponía para la industria española y la
profesionalización de las Fuerzas Armadas. Idéntica postura adoptaba el
ministro de Economía, Miguel Boyer, que comprendía la contradicción entre una
política económica europeísta y otra defensiva de carácter neutral.
*.-Otros miembros del Gobierno como el
ministro Moran intentaron hallar una posición intermedia entre los postulados
ideológicos y los intereses de Estado.
Lenta y hábilmente el Presidente
González fue desmarcándose de la posición inicial de su partido, llegando
incluso a manifestar a la prensa que no era antiOTAN, e incluso demostrándolo
con las manifestaciones de apoyo en 1983 en la República Federal Alemana al
despliegue de los misiles Pershing II y Cruise.
*.- En 1983 el Ministerio de Asuntos
Exteriores elaboró un informe sobre la OTAN, boceto del famoso Decálogo de
política exterior que González presentó al Congreso de los Diputados un año más
tarde.
Los puntos recogidos por este informe
eran los siguientes:
•Definición precisa de los criterios de
no integración en la estructura militar.
•Declaración de no admisión,
establecimientos o tránsito de armamento nuclear.
•Mantenimiento de las relaciones
bilaterales con Estados Unidos, pero con reducción, mediante acuerdo, de la
presencia militar en España.
•Declaración a favor de la paz, la
distensión y del desarme controlado y verificable.
*.- En 1984, se produjo el definitivo
giro atlantista en las manifestaciones de González y del resto de los miembros
del Gabinete Socialista: declaraciones favorables en TVE y énfasis en la
relación entre la permanencia en la OTAN y la integración en la Comunidad
Europea, hasta tal punto que el Ministro de Defensa Serra declaró su confianza
en la no celebración del referéndum. Incluso alguien tan opuesto a la Alianza
como Alfonso Guerra cambió de opinión y comenzó a apoyar la permanencia. Tras
este giro político se encontraba el intento del Gobierno de aprovechar las
ventajas que la Alianza ofrecía a los intereses españoles y al proyecto
socialista.
Los días 23 a 25 de octubre de 1984 se
celebró el Debate sobre el Estado de la Nación, en el que se puso de manifiesto
el cambio de actitud del Gobierno en el tema de la OTAN. Felipe González expuso
su famoso "Decálogo" sobre la política de paz y seguridad, compuesto
por los siguientes diez puntos encaminados a la búsqueda del consenso en
política exterior:
1.Continuidad en la OTAN.
2.No integración en la estructura
militar.
3.Reducción de la presencia
norteamericana en España.
4.No nuclearización.
5.No exclusión de la firma del Tratado
de NO proliferación Nuclear.
6.Voluntad de participación en la Unión
Europea Occidental.
7.Recuperación de Gibraltar.
8.Candidatura al comité de desarme de la
ONU.
9.Desarrollo de convenios bilaterales de
cooperación defensiva con otros países de la Europa occidental.
10.Plan estratégico conjunto.
En su intervención parlamentaria,
González expuso las líneas maestras de su política en relación con la Alianza:
permanencia vinculada al ingreso en la CEE y a la disminución de la presencia
estratégica en España. Propuso igualmente el presidente del Gobierno la
celebración de un debate parlamentario sobre el tema con vistas a la consecución
de un consenso y la comunicación a la opinión pública de una amplia información
que les permitiera decidirse sobre la permanencia de España en la OTAN.
Finalmente anunció la celebración de un referéndum sobre la cuestión para
principios de 1986.
Decidida y clarificada definitivamente
su actitud con respecto a la OTAN, González se dedicó hábil y eficazmente a la
búsqueda de apoyo para sus tesis, y ningún sitio mejor para ello que el XXX
Congreso del PSOE celebrado en diciembre de 1984. Allí defendió la permanencia
en la OTAN aludiendo a argumentos tan variados como la memoria histórica del
partido que en 1949 había valorado positivamente la creación del Pacto
Atlántico, o la crítica al romanticismo e idealismo de la izquierda socialista
por su actitud neutralista. De la misma manera, en las conclusiones del
Congreso se aportaron una serie de argumentos en apoyo de la permanencia:
•No comprometer el proyecto global de
construccióneuropea en el resto de sus ámbitos (político, económico, etc.).
•No poner en entre dicho nuestra
credibilidad exterior.
•La salida de la OTAN provocaría una
alteración de los equilibrios establecidos y la fragilidad política de la
Alianza.
Evidentemente, esta toma de posición fue
apoyada por el Departamento de Estado norteamericano y los países miembros de
la OTAN, que acogieron estas medidas con euforia. Sin embargo, durante el año
1985 se produjeron varios hechos que transformaron esta euforia en
preocupación. Por un lado se recibieron presiones tanto desde los Estados
Unidos como desde el Congreso de la Unión Europea Democristiana. Por otro lado,
en España el PCE encabezó una fuerte movilización popular contra la OTAN
mediante manifestaciones, declaraciones y actuaciones de las mesas por el
referéndum.
Estas presiones, tanto exteriores como
interiores, volvieron a originar tensiones en el seno del Gobierno que
desembocaron en la destitución de Fernando Moran y su sustitución en la cartera
de Exteriores por Fernández Ordóñez, de vocación mucho más atlantista que su
predecesor. Esta medida, bien recibida por los países de la OTAN supuso una
consolidación de la figura de González al frente de la diplomacia española.
4. La campaña del referéndum de la OTAN.
En abril de 1985, y acosado por las
presiones externas e internas, González fijó el mes de marzo de 1986 como fecha
probable para la celebración del referéndum, aunque sin aclarar su carácter
vinculante o consultivo. A partir de ese momento se desató una intensa
precampaña que enrareció el ambiente político del país, con la multiplicación
de artículos de opinión desde todos los ámbitos de la sociedad española e
incluso la denuncia de maniobras para impedir la celebración del referéndum.
El día 2 de noviembre de 1985, es decir
cinco meses antes del referéndum, El País publicó un sondeo de Sofemasa que
mostraba claramente la actitud de los españoles en cuanto a la celebración del
referéndum (un 63% de los españoles deseaban el referéndum), y debió causar
gran preocupación en el Gobierno en general y en Felipe González en particular:
el 46 % de los encuestados era partidario de la salida, por sólo un 19 % de la
permanencia mientras que el porcentaje de indecisos se elevaba al 35 %.
El riesgo de derrota era alto, y el
Gobierno se movilizó de cara a la campaña electoral. Como dice irónicamente
Aguirre de aquel momento de nuestra historia, "El PSOE, utilizando todos
los argumentos –desde las supuestas ventajas tecnológicas hasta la llegada del
Pato Donald- tiene sobre sus espaldas la carga de convencer a la opinión
pública y cambiar su orientación. Una tarea poco sencilla para un partido que
llegó al poder enarbolando la bandera anti-OTAN".
Dicha tarea se realizó tanto a nivel
institucional como personal. A nivel institucional se tomaron dos medidas de
gran importancia. En primer lugar el PSOE elaboró un documento titulado
"Propuesta de una política de paz y seguridad", en el que se optaba
por la permanencia bajo una serie de condiciones como la no incorporación a la
estructura militar, prohibición de instalación, almacenamiento o paso de
armamento nuclear por nuestro territorio y reducción de la presencia
norteamericana. Por otra parte, y en conexión con lo anterior, a finales de año
comenzaba la segunda ronda de negociaciones con los Estados Unidos para la
reducción de la presencia militar en España.
A nivel personal, destacó el papel de
González, que aumentó notablemente su número de apariciones en los medios de
comunicación. Como muestrade su estrategia, valgan las declaraciones que
realizó a El país el 17 de noviembre de 1985 y que citamos por su importancia
en contraste con la postura que había defendido hacía apenas cuatro años:
"Creo que los intereses de España
se defienden mejor permaneciendo en la Alianza. Nuestra anterior valoración
sobre la Alianza y sobre su funcionamiento no era correcta (...) En la Alianza,
de verdad, están los países que tienen mayor ejercicio de la soberanía popular
del mundo, mayor nivel de desarrollo económico, de democracia, de libertades y
de respeto a los derechos humanos y mayor nivel de paz".
Esta chocante sinceridad del Presidente,
en tanto que reconocimiento de sus errores, tendría influencia en el cambio de
opinión de gran parte de la sociedad española. Así, declarada públicamente su
postura ante la opinión española, González concentró su discurso en tres aspectos
convincentes para su electorado:
•El cumplimiento del compromiso del
referéndum.
•Las consecuencias negativas que para el
Gobierno tendría un resultado negativo.
•Las consecuencias negativas de la
salida de la Alianza a nivel internacional: el aislamiento respecto del mundo
occidental, el retraso tecnológico, los riesgosimpredecibles de una actitud
contraria a los bloque militares, o el desprestigio internacional.
Como resultado de los esfuerzos del
Gobierno se produjo un giro en la opinión de buena parte de los españoles, giro
recogido en una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociales
(CIS) en febrero y que mostraba una notable división de la opinión pública (32
% a favor de la permanencia, 32 % en contra y 36 % que no contestaban). Esta
división a nivel popular, también se reflejaba entre las distintas fuerzas
políticas, como se puso de relieve en el Debate sobre la Política de Paz y
Seguridad, celebrado los días 4 y 5 de febrero de 1986 y en el que la oposición
rehusó, por distintos motivos, apoyar al Gobierno.
El 7 de febrero de 1986 se publica en el
Boletín Oficial del Estado el Real Decreto 214/1986, por el que se somete a
referéndum de la nación la decisión política del Gobierno en relación con la
Alianza Atlántica.
Resumiendo la postura del Gobierno, se
propuso a la opinión pública española que se pronuncie favorablemente a la
permanencia en la Alianza y se acuerda que dicha permanencia se establezca en
los siguientes términos:
1.No incorporación a la estructura
militar integrada.
2.Prohibición de instalar, almacenar o
introducir armamento nuclear en territorio español.
3.Reducción progresiva de la presencia
militar norteamericana en España.
La pregunta del referéndum quedó
formulada de la siguiente manera: "¿Considera conveniente para España
permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de
la Nación?".
5. Opiniones sobre el referéndum.
Un mes antes del referéndum el clima
público y político del país se caracterizaba por la confrontación y la diversidad
de opiniones. En este sentido, una vez descrita la actitud del Gobierno, vamos
a analizar las posturas y reacciones de diversos grupos e instituciones ante la
campaña del referéndum, haciendo referencia a los grupos y partidos políticos,
los medios de comunicación, la Iglesia y también a las reacciones que provocó
en la misma OTAN. Por último, analizaremos la reacción de la sociedad española,
lo que nos servirá para explicar los, cuando menos sorprendentes, resultados
finales del referéndum.
Las organizaciones antiOTAN.
La postura contraria a la permanencia en
la OTAN estuvo capitaneada la Plataforma Cívica para la Salida de la OTAN y la
Coordinadora Estatal de Organizaciones Pacifistas (CEOP). La postura de las
organizaciones antiOTAN se resumen perfectamente en un manifiesto que la CEOP
publicó como alternativa al Decálogo de González cuyos principales puntos eran:
1.La presencia en la OTAN aumenta el
peligro de guerra, reforzando los bloques militares.
2.Aumenta el peligro de instalación de
armamento nuclear en España.
3.Restringe la capacidad de maniobra de
España en asuntos internacionales, especialmente en el Tercer Mundo.
4.Favorece la industria armamentística
en detrimento de otras más necesarias.
5.Incrementa los gastos militares.
Las fuerzas políticas.
Entre los partidos políticos hubo
diversidad de opiniones y posturas, algunas sorprendentes. Obviaremos en este
apartado la evolución de la actitud del Partido Socialista Obrero Español y de
la Unión de Centro Democrático por haber sido abordada ya en este trabajo,
centrándonos en los otros dos partidos mayoritarios en España, a saber Partido
Comunista de España y Alianza Popular (mas tarde, Coalición Popular).
La postura del Partido Comunista (PCE)
ha sido siempre claramente antiatlantista, fijándose como metas en política
exterior el no alineamiento en bloques militares, el impulso al ingreso en la
CEE y el fomento de las relaciones internacionales con el Mediterráneo, el
Mundo Árabe y América Latina. Así, ya en la campaña electoral de 1982 se fijó
como objetivo básico la convocatoria del referéndum en el plazo de seis meses,
junto con otras medidas complementarias como la congelación de las
negociaciones para aclarar la situación española en la Organización, la
declaración de España como territorio desnuclearizado, la recuperación de la
soberanía gibraltareña y la no renovación del Tratado con Estados Unidos.
En 1986, y de cara al referéndum de la
OTAN, el Partido Comunista adoptó una postura radicalmente contraria a la
permanencia, participando activamente en las movilizaciones de la sociedad
española en base a argumentos rescatados de la anterior campaña: denuncia de la
política de bloques y del imperialismo yanqui, el aumento del riesgo de guerra
y de crisis nucleares en nuestro territorio, la carrera de armamento y sus
elevados costes económicos, etc. En este sentido presentó un documento llamado
"La paz es posible. Una propuesta de política exterior y de defensa fuera
de la OTAN", que propugnaba una alternativa de Defensa Neutral Integrada
dentro de un marco global de neutralidad en política exterior.
Por su parte, Alianza Popular (AP)
siempre había hecho gala de una vocación claramente atlantista. En su programa
electoral de 1979, Alianza Popular reclamaba un debate inmediato con el fin de
conseguir una inmediata integración en la OTAN como medio de sustituir la
relación bilateral existente con los Estados Unidos a la que consideraban
impopular. La integración en la Alianza se justificó entonces en base a dos
tipos de argumentos. Por un lado argumentos de carácter universal o abstracto
como el rechazo del neutralismo y del no alineamiento por ser una opción cara y
utópica, la necesidad de pertenencia de España al mundo occidental, y las
ventajas de una relación multilateral con la OTAN. Por otro lado se esgrimieron
argumentos de carácter más particular o concreto y relacionados con la política
interior, entre los que destacaban la mejora y modernización de la Fuerzas
Armadas, garantías para una mejor defensa del sistema democrático español,
garantías de supervivencia en caso de ataque de la fuerzas del Pacto de
Varsovia, posibilidades de resolver el contencioso sobre Gibraltar, y
beneficios económicos, científicos, sociales, industriales y tecnológicos.
A partir de 1982, AP es partidaria de la
integración completa en la Estructura Militar de la Alianza, dejando en segundo
lugar en orden de prioridad la adhesión a la CEE y la resolución del conflicto
de Gibraltar.
El 11 de diciembre de 1985, a pocos
meses del referéndum y ya como Coalición Popular (CP), tras unirse con el
Partido Demócrata Popular y el Partido Liberal, esta intención de conseguir la
integración total se concreta en una Declaración Conjunta en la que se solicita
la cancelación del referéndum aduciendo los intereses partidistas del gobierno
del PSOE y las consecuencias negativas para el sistema político español. Se
anunciaba que en caso de celebrarse la consulta no participaría en la misma.
Contrariado por las condiciones de la
permanencia y por la convocatoria del referéndum, Coalición Popular adoptó una
postura abstencionista, recomendando la abstención a sus votantes en una clara
intención de perjudicar y castigar al Gobierno, privándole así de un número de
votantes importante. Esta actitud fue no sólo poco comprendida por los
socialistas, sino ampliamente criticada por sus votantes, los conservadores
europeos y representantes de los países miembros de la Alianza.
En último lugar, entre los partidos
nacionalistas, proatlantista de tradición, predominó la ambigüedad e indefinición.
Convergéncia i Unió había presentado en diciembre de 1985 ante el Parlamento
una moción a favor de la permanencia de España en la OAN; sin embargo de cara
al referéndum dio libertad de voto a sus electores. Por su parte, en el Partido
Nacionalista Vasco hubo posturas contrarias como la de Xabier Arzalluz
(favorable al sí) y la de Carlos Garaikoetxea (partidario del no).
Los medios de comunicación.
Dada la influencia de los medios de
comunicación en la opinión pública nos vamos a detener brevemente en este
apartado, analizando la postura de los diferentes medios acerca de tres hechos:
•Las consecuencias políticas del
referéndum.
•La adecuación de la convocatoria del
referéndum.
•La postura a tomar.
En cuanto a las consecuencias del
referéndum existía una opinión generalizada por parte de todos los medios en
las repercusiones negativas que tendría para algunas figuras políticas como el
Presidente del Gobierno, a causa de sus contradicciones y vaivenes políticos en
el tema de la OTAN; pero también en el Presidente de Coalición Popular Manuel
Fraga, por su postura abstencionista calificada por la opinión pública como
voto de castigo al Gobierno y de poco solidaria por los países miembros de la
Alianza.
Ante el hecho de la convocatoria del
referéndum se pueden distinguir tres actitudes diferenciadas. La clara mayoría
de los medios de comunicación, encabezados por los diarios ABC, Ya, La
Vanguardia y Diario 16, se mostraron abiertamente en contra. La cadena SER
también se manifestó en este sentido aunque más discreta y subliminalmente.
Otros diarios mantuvieron una postura ambigua, como El Periódicode Barcelona
que lo calificaba de acierto moral, pero de error político. Por último, una
minoría se mostró a favor de la celebración del referéndum. En este sentido se
manifestaron el diario El País y algunos columnista de la cadena Zeta.
Acerca de la postura a tomar ante el
referéndum se produjo una mayor diversidad, pero también algunas coincidencias
sorprendentes. La Vanguardia, que había desaconsejado en un principio la
celebración del referéndum y mostrado su disgusto por la convocatoria, dio un
giro radical y solicitó encarecidamente el voto afirmativo.
Por su parte, El
País pasó de una actitud neutra ante este tema a adoptar una posición favorable
al sí, afirmando que el voto negativo podría suscitar tensiones
institucionales. El diario ABC y la revista Época defendieron la abstención, en
tanto que los diarios El Periódico y Ya mantuvieron una postura ambigua o
intermedia, aunque de distinta forma. Así Ya pareció inclinarse por el voto
afirmativo, aunque hizo un llamamiento a la reflexión sobre el sentido del voto
en base a las consecuencias del referéndum. El Periódico mostró una actitud más
neutra, exponiendo las razones para el sí y para el no, sin pronunciarse salvo
en el carácter vinculante del referéndum. Por último, y evidentemente por
distintas motivaciones, diarios tan opuestos como El Alcázar y Mundo Obrero
defendieron denodadamente el no.
La Iglesia.
En cuanto a la Iglesia manifestó sus
reparos al referéndum en un comunicado de la Conferencia Episcopal Española. La
Iglesia aludía en este sentido a la complejidad que la formulación de la
pregunta representaría para muchos españoles, así como a las interpretaciones y
valoraciones que el Gobierno pudiera hacer de los resultados y que calificó de
dudosas.
Los
países aliados. Podemos decir que la reacción de los países aliados ante la
convocatoria del referéndum no fue demasiado airada, por ser una medida
esperada y que la diplomacia española