domingo, 31 de marzo de 2013

Inicios de la República.



Las elecciones de junio de 1931 dieron el poder a la coalición de republicanos de izquierdas y socialistas.
Durante dos años, hasta fines de 1933, el nuevo gobierno dirigido por Manuel Azaña intentó encontrar solución a los principales problemas que aquejaban al país.
La tarea resultó mucho más complicada de lo previsto y agrandó la separación entre derechas, que creían que las reformas eran demasiado radicales y atrevidas, e izquierdas que creían que eran demasiado moderadas y lentas.

Escándalos como el de Casas viejas, la lentitud de las reformas y el creciente desempleo impulsaron a los socialistas a abandonar un gobierno Azaña desprestigiado.
La crisis desembocó en las elecciones de 1933.

LA PROCLAMACIÓN DE LA REPÚBLICA
Las causas de la instauración del régimen republicano: el agotamiento del sistema político de la Restauración y la incapacidad de la monarquía de asumir sus errores durante la Dictadura.
El descontento popular fue antimonárquico y pro republicano.
El rey, Alfonso XIII, estaba aislado, la clase obrera lo consideraba el símbolo de la opresión, la clase media no le perdonaba los siete años de dictadura, incluso para la clase dirigente la monarquía ya no representaba una solución de continuidad.
El nuevo gobierno presidido por el general Dámaso Berenguer trató inútilmente de volver a la situación anterior a la Dictadura, pero fue imposible. La mayoría de la opinión pública estaba ya resueltamente en contra de la monarquía.
En el verano de 1930 se produjo un pacto entre diversos sectores del republicanismo. El “Pacto de San Sebastián”, fue clave en el tránsito de la monarquía a la república. Alcalá Zamora fue elegido presidente del comité revolucionario creado con la firma del Pacto de San Sebastián. Sus principales integrantes:
*.- El republicanismo “histórico”, Alejandro Lerroux, fundador del Partido Radical en 1908.
*.- La nueva izquierda republicana de Manuel Azaña que junto a Marcelino Domingo y Alvaro Albornoz, representaba a los elementos del radical-socialismo.
*.- Los socialistas, Indalecio Prieto convenció a los socialistas para que se unieran a las posiciones republicanas.
*.- El catalanismo de izquierdas (Carrasco Formiguera, Matías Malliol y Jaume Aiguader).
*.- El regionalismo gallego (Casares Quiroga al frente de la ORGA, partido republicano gallego).
*.- El republicanismo moderado (Niceto Alcalá Zamora, Miguel Maura).

Antes de que este Pacto se pudiera plantear como alternativa y salida pacífica, estimulados por diversos círculos militares (Unión Militar Republicana), la guarnición de Jaca, con el capitán Fermín Galán y el teniente García Hernández al frente se sublevaron contra la monarquía y proclamaron la República. Aislados los rebeldes, sus cabecillas fueron fusilados. Los firmantes del Pacto de San Sebastián fueron encarcelados.
En las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, las candidaturas republicanas vencieron en todas las principales ciudades españolas. Los datos oficiales señalaron 29.953 concejales monárquicos frente a 8.855 republicanos pero en aquella época los votos de las ciudades eran los que decidían y éstas habían votado mayoritariamente por la República.

La proclamación de la República fue acogida con euforia, representaba la esperanza de una nueva España moderna y más justa. Alfonso XIII salió de España rumbo a un exilio voluntario.
Su primer jefe de gobierno fue Alcalá Zamora.
En el nuevo gabinete podían identificarse miembros de reconocido corte anticlerical o que ejercían profesiones liberales, representantes de la Institución Libre de Enseñanza: Miguel Maura (Gobernación), Fernando de los Ríos (Justicia), Casares Quiroga (Marina), Alvaro de Albornoz (Fomento), Marcelino Domingo (Educación) y Manuel Azaña (Guerra).

Nada más formarse este nuevo gobierno la República tuvo su primera dificultad: desde el balcón de la Generalitat, Francesc Macià, proclamó la Republica Catalana.
Varios ministros viajaron a Barcelona para persuadirle de que abandonara su idea y que aceptase la vía estatutaria.
El 11 de mayo de 1931, el anticlericalismo se convirtió en violencia callejera. Después de un enfrentamiento entre monárquicos y republicanos el día anterior, los partidarios de la República prendieron fuego a seis iglesias en Madrid.
La policía republicana no hizo nada para impedir la quema de los conventos. Manuel Azaña, futuro presidente de la República, dijo ese día: “Todos los conventos de Madrid no valen la vida de un republicano”.
Los republicanos promulgaron una Ley de Defensa de la República.
El proceso de reformas quedó paralizado. La izquierda, alarmada, defendía que detrás de Gil Robles se escondía la amenaza del fascismo.
En 1934 el fascismo se extendía por Europa, las dictaduras reemplazaban a las democracias parlamentarias. Los socialistas españoles temían que lo mismo ocurriera en España si la CEDA ocupaba el poder. Para calmarles se formó un gobierno de centro dirigido por el jefe del Partido Radical, Alejandro Lerroux.
Gil Robles y la CEDA lo apoyaron, aunque no entraron a formar parte del mismo, a pesar de que era el partido más votado.

Esperaba la ocasión más propicia para hacerse con el poder. Mientras tanto, la sustitución de las escuelas religiosas por las laicas se pospuso, la Reforma Agraria se abandonó en gran medida, y se produjo una amplia amnistía política hacia los conspiradores de 1932.
La situación fue tornándose cada vez más confusa. Ante las vacilaciones del presidente de la República en promulgar la ley que perdonaba a Sanjurjo y los conspiradores de 1932, Lerroux dimitió en mayo de 1934 siendo sustituido por otro radical, Ricardo Samper, que contaba con muchos menos apoyos en las Cortes.
Ante la debilidad del gobierno, el 4 de octubre Gil Robles retiró el apoyo de la CEDA a Samper que dimitió. Alcalá Zamora no hizo otra cosa que volver a encomendar su formación a Lerroux, pero ahora Gil Robles exigió que tres de sus partidarios de la CEDA entraran como ministros. Este hecho fue suficiente para que los socialistas, que seguían creyendo que Gil Robles era “otro Mussolini”, se levantaran contra el poder constitucional.

En Madrid la UGT declaró la huelga general, en Barcelona, el presidente de la Generalitat Lluís Companys, juzgando erróneamente la situación, proclamó el “Estado Catalán”.
La rebelión fue aplastada. El movimiento revolucionario fracasó en todo el país con una excepción: Asturias.
Las guarniciones en Asturias se vieron impotentes para frenar una ofensiva revolucionaria que produjo violentos combates. Todas las ciudades y pueblos de la cuenca minera quedaron sometidos a un comité revolucionario.
El gobierno tuvo que llamar a las tropas coloniales y la Legión. Los generales Manuel Goded y Francisco Franco coordinaron la ofensiva desde Madrid. Apoyados por la aviación liberaron Oviedo, Gijón cayó el 10 de octubre y en 15 días la rebelión quedó sofocada.

Casi 2.000 personas murieron en la revolución asturiana, algunas ejecutadas sin previo juicio, miles de republicanos y socialistas en toda España fueron encarcelados. La rebelión había fracasado principalmente por su falta de cohesión, pero la izquierda había aprendido una valiosa lección. Durante los dos años siguientes el deseo de amnistía para sus compañeros encarcelados contribuyó a forjar la alianza de la izquierda.

Antes el gobierno debía quedar desprestigiado. El castigo a los rebeldes de 1934 suscitó las primeras divisiones en el seno del gobierno de centro-derecha. Gil Robles y la CEDA eran partidarios de la aplicación de varias penas de muerte.
Alcalá Zamora les recordó las medidas de gracia impuestas a los conspiradores de 1932 y no las ejecutó. Los ministros de la CEDA retiraron el apoyo al gobierno radical de Lerroux.
En marzo de 1935 se vió obligado a incluir cinco nuevos ministros de la CEDA, con Gil Robles al frente del Ministerio de la Guerra.
En octubre de 1935 el gabinete se hundió debido al escándalo del “estraperlo” en el que Lerroux quedó bastante mal parado.
El Partido Radical se desmoronó y el 4 de enero de 1936 el presidente de la República tuvo que disolver por segunda vez las Cortes. Las nuevas elecciones quedaron fijadas para el 16 de febrero.

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