sábado, 18 de mayo de 2013

La dictadura franquista entre 1959-1975: aspectos sociales, políticos y económicos.



En 1957 dos ministros “tecnócratas” (Economía y Comercio) iniciaron medidas de liberalización económica: congelación salarial, reducción de créditos (especialmente los especulativos) y una Reforma fiscal que redujese el déficit público.
La supresión del sistema de cambios múltiples en el comercio exterior facilitó el ingreso de España en el FMI. El proceso inflacionario, sin embargo,  planteó la necesidad de un plan de estabilización económica (1959).
Sus fines: un desarrollo económico equilibrado en el interior y una mayor integración de la economía española en la de los países desarrollados.
Para conseguirlo: reducir la inflación, flexibilizar y liberalizar las relaciones económicas con el exterior, frenar la demanda, estabilizar los precios y reducir las importaciones..
Se adoptaron medidas como: la devaluación de la peseta, la supresión de controles de la economía por el Estado, limitación del gasto público y de los créditos al sector privado, la no pignorabilidad de los Títulos de la Deuda Pública (causa de inflación) y una mayor flexibilidad en los tipos de interés; la  fijación de un nuevo tipo de cambio de la peseta (60 pesetas/dólar) y la liberalización de las importaciones de capital para favorecer la inversión extranjera.
Los resultados inmediatos fueron traumáticos: disminución de los salarios reales, quiebra de las empresas no rentables, aumento del paro, etc. Era el precio inevitable para sacar a la economía española de la situación  a la que le había conducido la autarquía económica.

Los Planes de Desarrollo.
Una vez conseguidos estos objetivos de estabilización, la economía española estaba todavía muy por debajo de la media de los países europeos.
Los sucesivos Planes de Desarrollo pretendieron un desarrollo acelerado basado en la coincidencia de objetivos entre el Estado y las empresas privadas: las empresas, si aceptaban las condiciones establecidas por el Gobierno, tendrían ventajas fiscales, financieras y laborales.
Los Polos de Desarrollo: para alcanzar un desarrollo equilibrado y distribuir las fuentes de riqueza (industrias y servicios) por todo el país, se eligieron ciertas zonas atrasadas, pero con grandes posibilidades económicas, y se concedieron importantes ayudas y ventajas a las empresas que se establecieran en ellas. Entre 1964 y 1972 se crearon doce polos de desarrollo: La Coruña, Vigo, Villagarcía de Arosa, Oviedo, Logroño, Zaragoza, Burgos, Valladolid, Huelva, Córdoba, Sevilla y Granadas.
Efectos: la economía española experimentó entre 1960 y 1973 un crecimiento acelerado:
*.- La renta per cápita se duplicó entre 1960 y 1970
*.- Se modernizaron los sectores económicos, sobre todo por las nuevas tecnologías.
*.- El sector mas desarrollado, el secundario (industria química, metal y automóviles; dentro del sector terciario creció el turístico con en incremento del turismo extranjero.
*.- La agricultura mejoró sus rendimientos y su productividad por la introducción de nuevas técnicas, maquinaria y fertilizantes.

Tres aspectos negativos:
*.- Aparecieron grandes desequilibrios regionales entre las viejas y nuevas zonas industriales frente a territorios despoblados y atrasados económicamente.
*.- El modelo de crecimiento económico acelerado, fundamentado en la mecanización, condujo a una fuerte emigración exterior de la creciente población activa de España.
*.- La Balanza comercial fue deficitaria: más de la mitad de las importaciones eran productos caros pero necesarios (petróleo, materias primas industriales y maquinaria).
El déficit se compensó con tres fuentes de ingresos principales: la inversión de capitales extranjeros en España, la recepción de divisas de los emigrantes españoles y la entrada de divisas del turismo extranjero. Su inconveniente: establecimiento de una dependencia económica del exterior.

La política económica de finales del franquismo (1973-1975):
No se tomaron las medidas necesarias ante la creencia de que la crisis económica mundial (1973) era transitoria (crisis energética, guerra del petróleo), se confiaba en las abundantes reservas de divisas y se consideró que la adopción de medidas incrementarían el paro en momentos críticos ara la continuidad del Régimen político.
La dependencia energética y tecnológica exterior, el elevado endeudamiento exterior de la empresa española, el encarecimiento del dinero, la ineficacia de la empresa pública (INI) y la rigidez institucional agravaron la situación económica.
Un Régimen débil y acorralado por la oposición fue incapaz de adoptar las medidas necesarias,  ahondando los efectos de la crisis hasta las medidas acordadas en los Pactos de la Moncloa (1977) ya en la Transición.

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