PP: del cuaderno azul a las primarias
14 de mayo de 2013.
ABC | Guillermo Gortázar
Por lo que respecta al PP, la expresión
máxima de capacidad decisoria del presidente y mínima del partido para elegir
un candidato fue en su día «el cuaderno azul» en el que se hallaba escrito, en
secreto, el nombre del sucesor, futuro presidente del PP y del Gobierno de la
Nación.
Igualmente, las listas electorales
dependen del dirigente de turno.
De modo que la lealtad y obediencia se
garantiza hacia arriba so pena de no repetir en las próximas elecciones. Por
tanto, el diputado o concejal responde mucho más a quien le incluye en las
listas que a las bases del partido, al programa electoral o a los electores.
La reciente propuesta del PSOE de
realizar primarias para la elección del secretario general y, en su día, del
candidato a presidente del Gobierno, supone una reducción del poder de la cúpula
dirigente socialista y un indudable incremento de la democracia interna de sus
militantes.
Después de treinta y cinco años de
libertad y democracia garantizada por la Constitución de 1978, se advierten
claros elementos en nuestro sistema político que precisan un estudio y debate
sereno con el objeto de mejorar la calidad de nuestra democracia.
No se trata de iniciar un nuevo
periodo constituyente, pero sí de proponer reformas puntuales que mejoren el
funcionamiento institucional y muchos de los cambios posibles no requieren
reformas legales o constitucionales inmediatas.
Uno de esos elementos mejorables es
el funcionamiento interno de los partidos que pasa por democratizar el
procedimiento de elección de los dirigentes y de los candidatos a todos los
procesos electorales.
Por lo que respecta al PP, la expresión
máxima de capacidad decisoria del presidente y mínima del partido para elegir
un candidato fue en su día «el cuaderno azul» en el que se hallaba escrito, en
secreto, el nombre del sucesor, futuro presidente del PP y del Gobierno de la
Nación.
Del mismo modo que don Manuel Fraga
nombró sucesor refrendado en un Congreso del Partido, el presidente Aznar
propuso un sucesor inmediatamente aceptado por el PP.
El procedimiento es expeditivo, pero
de escasa calidad democrática.
La pregunta que nos podemos hacer los
militantes y simpatizantes del PP es si no ha llegado la hora de invertir los
términos en la elección de candidatos y dirigentes como se propone hacer el
PSOE.
Pasar de una cooptación desde arriba
a una elección desde abajo.
Lo cual es válido tanto para el
presidente como para los comités de dirección y para las listas electorales. El
procedimiento de cooptación refrendada (el presidente saliente propone un
candidato que el Congreso del partido refrenda a la búlgara) tiene su
explicación, que no justificación, en una lectura sesgada, y probablemente
errónea, de la experiencia de la elección competitiva como presidente de AP del
Sr. Hernández Mancha en 1986.
Sin embargo, aquella elección fue un paso
positivo en un mensaje de renovación y de democracia interna que favoreció la
mejora de imagen del partido de la derecha, finalizado el ciclo de Fraga y de
su secretario general, señor Verstrynge.
La elección competitiva del
presidente de AP, Hernández Mancha, fue un paréntesis en una tradición de
liderazgo por referéndum en el centro derecha español.
Veamos en la práctica cómo funciona el
procedimiento de cooptación.
En relación a los Congresos del Partido,
las respectivas direcciones regionales se arrogan la posesión de cierto número
de compromisarios precisamente porque éstos, en su mayoría, han sido también
cooptados: el presidente del PP de Andalucía aporta, «tiene», quinientos
compromisarios; el de Valencia «tiene» cuatrocientos; Madrid, trescientos
cincuenta….
Basta un acuerdo de dos o tres
presidentes regionales, a su vez también cooptados, para que se decida el
presidente del partido, que además cuenta con quinientos avales, número de
partida inalcanzable para cualquier otro posible candidato alternativo.
Igualmente, las listas electorales
dependen del dirigente de turno.
De modo que la lealtad y obediencia
se garantiza hacia arriba so pena de no repetir en las próximas elecciones. Por
tanto, el diputado o concejal responde mucho más a quien le incluye en las
listas que a las bases del partido, al programa electoral o a los electores.
Una forma de mejorar el actual sistema
es, sin duda, entregar a los militantes (y si fuera posible, también a los
simpatizantes) la capacidad de selección de candidatos.
Ahora hay una oportunidad en el PP para
elegir el cabeza de lista de unas elecciones europeas que se adivinan de escasa
participación por diversos motivos.
Me permito advertir que si la
elección del cabeza de lista se realiza por el procedimiento del «cuaderno
azul», la movilización y apoyo de la militancia va a resultar llamativamente
baja.
Por no hablar del descriptible
entusiasmo de los electores españoles. Al amparo del art. 49.1 de los
Estatutos, el Comité Electoral Nacional puede permitir una carrera competitiva
entre cuatro o cinco candidatos del PP a cabeza de lista europea, con debates
en directo en televisión, y con las urnas abiertas en las sedes del Partido en
un día determinado para que los militantes decidan, al más votado, cabeza de lista
en las elecciones europeas.
Este puede ser un nuevo camino en la
buena dirección de regeneración democrática y en la recuperación del prestigio
de los políticos. Como decía el Conde de Romanones: «para un país, no hay
profesión más noble y útil que la de político, si se ejerce con honradez y
altura de miras».
Guillermo Gortázar fue secretario de
Formación del Partido Popular.
INSTRUCCIONES Y AGONÍA
MELCHOR MIRALLES
Nos italianizamos a marchas forzadas y
no se vislumbra la salida
GUILLERMO Gortázar, militante del PP, ex
secretario de formación de los populares, y persona de calibre e influencia,
durante años, en quienes mandaban en Génova, la lió con su artículo de ABC, de
muy elocuente título. «PP: del cuaderno azul a las primarias». Un latigazo
crítico, seco y directo a la ausencia de democracia interna en el PP. A los que
mandan hoy, y también a un Aznar que critica lo justo, porque quiere evitar que
le recuerden a cada rato que él, sólo él y nada más que él, decidió quién iba a
sucederle.
El formidable artículo tuvo efectos
previsibles e inmediatos, instrucciones urgentes de quienes mandan: «Que nadie
entre al trapo. No hay respuesta. Este debate no toca». El silencio es a veces
la primera y la última palabra. El PP es una organización escasamente
democrática. Expeditiva, sí, pero donde reina el miedo a la discrepancia. Dos
expresiones de Rajoy vienen a acreditarlo. Dijo de Cospedal que «es la número
dos perfecta, nunca me ha dicho que no» y que «no es bueno debatir en público de
esto, no conduce a nada», respecto a las diferencias con sus barones por el
déficit autonómico. Un partido donde uno decide todo y después los órganos de
dirección refrendan la decisión a la búlgara y en el que la número dos nunca le
dice que no al jefe, es una organización que no tiene nada que ver con la
democracia, condenada así a la autodestrucción.
Y lo que más dolió del mandoble del
ilustrado Gortázar a sus colegas es que pusiera de ejemplo la decisión del PSOE
de reducir el poder de la cúpula dirigente del partido e incrementar la
democracia interna de sus militantes con el proceso de primarias. Duelen las
verdades. El PSOE tiene problemas iguales, o más severos, que el PP,
sustancialmente aquellos que afectan a su ideario político y los que se refieren
a la presencia de un Rubalcaba que se presentó como solución a los problemas y
que ya es para todos un problema. Pero trata de democratizar el debate interno
y los procesos decisorios.
El número dos de los socialistas
valencianos, Francesc Romeu, ha publicado un interesante libro espoleando el
debate de las ideas en el PSOE. «Hasta aquí hemos llegado», lo titula. Se puede
coincidir o discrepar de Romeu, pero pone el toro en suerte. Si el PSOE no
abandona el debate fulanista y aclara su posición ideológica, se va a desangrar
en votos. Por la izquierda se le van a ir a IU y a formaciones nuevas que ya se
anuncian. Por el centro y la derecha, sí, la derecha, se le irán a UPyD u
otros. Más los que se vayan a su casa, o sea, a la abstención.
PP y PSOE podían haber regenerado el
sistema desde su mayoría parlamentaria, y han renunciado a ello para mantener
el statu quo, para no perder su poder. La crisis formidable se evidencia cuando
la agenda política la marcan los jueces. Nos italianizamos a marchas forzadas y
no se vislumbra la salida. En nuestra política triunfa la mediocridad,
prosperan los insignificantes, los cortesanos y más de un golfo. El sistema
agoniza. ¿Ninguno de los que mandan es consciente de que, si el sistema
fracasa, la inestabilidad en aumento puede convertirse en drama? Parece que no.
La duda es si estamos aún a tiempo. Espero que sí. Pero lo dudo.
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