jueves, 16 de mayo de 2013

¿Vivir por encima de nuestras posibilidades?



Vivir por encima de nuestras posibilidades
El País | Rafael R. Tranche
“Los créditos para satisfacer los intereses y el capital de la deuda pública de las Administraciones se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de sus presupuestos y su pago gozará de prioridad absoluta”. Artículo 135 reformado de la Constitución.
El 7 de septiembre de 2011 el Senado aprobaba la reforma del artículo 135 de la Constitución Española limitando el techo de gasto de las Administraciones según los márgenes establecidos por la Unión Europea.
Límite fundamentado por la necesidad de salvaguardar la “estabilidad presupuestaria”.
Sin embargo, bajo este propósito queda enquistada en nuestra Carta Magna la obligación de satisfacer el pago de la deuda como objetivo prioritario de la gestión pública con independencia de otras necesidades.
Al tiempo, fija en el cuerpo social el estigma de lo público como algo gravoso cuyos excesos hay que vigilar y limitar.
No se puede gastar lo que no se tiene”, dirá después Rajoy.
En realidad, este supuesto dispendio, amplificado por los casos de corrupción y despilfarro que han creado tanta alarma mediática y social, es en gran medida el resultado de subordinar la financiación de la deuda al juego especulativo de los mercados financieros.

Pero este cuadro no tiene nada de frío diagnóstico económico.
Encierra una estrategia política doble:
*.- establecer una estricta correlación entre deuda y recortes (sociales, se entiende) y
*.- trasladar el peso de la deuda sobre la conciencia colectiva.
Como ya experimentan las sociedades griega, portuguesa y española, el tándem deuda / recortes ha entrado en un círculo vicioso cuya única solución sería purgar al Estado por su obesidad mórbida.
Es decir, acometer “reformas” estructurales que corregirían el derroche de lo público hasta equilibrarlo con la eficacia de lo privado.
Porque ahí donde se elimina gasto social aparece, casualmente, un nicho de mercado.
Esta idea no sería compartida o soportada si no fuera legitimada por la segunda estrategia: todos somos deudores y debemos responder por ese déficit.
Invocación a la autoinculpación dialécticamente atrapada en la telaraña de la corresponsabilidad colectiva: “Sin las renuncias parciales de cada uno la recuperación de todos es imposible”, asegura nuevamente Rajoy.
Esta “socialización de la culpa” se ha revelado una coartada realmente eficaz, pues exime a los verdaderos causantes al diluir sus responsabilidades en el conjunto de la ciudadanía. Es lo que salmodian algunos voceros desde distintas instancias del poder: “Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”.
La frase merece ser diseccionada, pues en su inclusión enunciativa y ambigua ejemplaridad encuentra su mayor consenso: “yo”, el que la pronuncia, también me señalo y con ello refuerzo la admonitoria responsabilidad; aunque eso sí, sin determinar la mía. Además, revela un diagnóstico sobre el pasado y un designio sobre el futuro: antes disfrutábamos de una prosperidad inmerecida que ahora debemos pagar. Pero hay más, equipara ese hipotético exceso de bienestar colectivo para que el castigo sea asumido en igual medida.

Y, ciertamente, la culpa y el castigo inspiran buena parte de las medidas que los gobernantes adoptan actualmente. En este punto, los discursos oficiales y su vocabulario (sacrificios, austeridad, rigor, medidas dolorosas, esfuerzos…) han conseguido una gran aceptación: cuando la culpa se comparte resultan más cercanas y cotidianas las causas de la crisis.
Es más, se puede aplicar una estigmatización selectiva de la sociedad (por gremios, edades, condición social), jaleada por una suerte de rencor hacia el otro, que hace razonable su castigo (aunque sea el más necesitado) y tolerable el propio.
Se penaliza:
*.- a los trabajadores que enferman descontándoles parte de su sueldo,
*.- se penaliza a los enfermos que “abusan” de las medicinas y los tratamientos,
*.- se penaliza a los estudiantes repetidores incrementándoles las matrículas…
Una lógica que siempre admitirá una vuelta de tuerca más al investirse de discurso moral, circunstancia que ya advirtió Max Weber a propósito del influjo de la ética protestante en el capitalismo.
No solo eso, legitimada su aplicación como signo de buen gobierno, naturaliza sus efectos: todo castigo debe someter al culpable a la experiencia purificadora del dolor. “Gobernar, a veces, es repartir dolor” sentencia Gallardón.
Las consecuencias de este “sufrimiento inevitable” no se han hecho esperar: un alarmante incremento de la pobreza, la desigualdad y la exclusión social, según revela el último informe FOESSA (Análisis y perspectivas 2013: desigualdad y derechos sociales).

Desde el “discurso de la deuda”, todo ello no sería más que un sacrificio necesario y la constatación de que los expulsados del sistema no se han esforzado lo necesario (por tanto, se les puede abandonar a su suerte).
Porque nunca es suficiente: “Tenemos que cambiar y ponernos a trabajar más todos porque, de lo contrario, España será intervenida”, nos diagnostica Juan Roig, el adalid de la “cultura del esfuerzo” a la china. Y ya sabemos que ahora trabajar más es sinónimo de ganar menos. De ahí que la sombra de la mala conciencia se cierna también sobre las negociaciones salariales. Aceptar la reducción del salario es admitir implícitamente esa supuesta parte de responsabilidad en la crisis y asumir como propia, cuando no hay acuerdo, la decisión del despido de otros trabajadores.

Un peculiar sentido de la responsabilidad que llevaba al PP a establecer un insólito silogismo el pasado 14 de noviembre con motivo de la huelga general. Ese día, el argumentario distribuido entre sus dirigentes afirmaba: “La huelga general supone un coste de millones de euros que podrían destinarse al gasto social”.
Es decir, los huelguistas serían culpables no solo de lo no producido (con el consiguiente perjuicio para la marca España), sino de que su montante económico no se hubiera traducido mágicamente en gasto social. En suma, sus reivindicaciones irresponsables quedarían deslegitimadas por insolidarias. Apurando esta lógica, cualquier reivindicación o protesta sería un gesto de desobediencia irresponsable a ese nuevo orden dictado desde el rigor presupuestario y la contención salarial.

Y es que, en ese círculo vicioso de la deuda, la única salida posible parece ser la austeridad, un dogma moralmente irreprochable, que promete llevarnos a la expiación económica. Bajo sus designios el Estado quedaría paulatinamente liberado de todo compromiso social y el individuo a merced de la mercantilización de todos los servicios públicos. No solo eso, al igual que en los tiempos de bonanza el crédito alimentaba nuestros sueños de prosperidad, la deuda hipoteca ahora las perspectivas de futuro: paro o empleo precario a cambio de pensiones exiguas o privatizadas para disfrutar cada vez más tarde. Un destino determinado por lo que el filósofo Patrick Viveret denomina “sideración económica”: no hay otra alternativa y hasta las víctimas lo creen así y aceptan su condición.

Paradójicamente, en este marco conceptual apenas se menciona a los propietarios de “nuestra deuda”, ¿quiénes son y por qué les debemos? ¿Cómo han logrado reescribir nuestra Constitución? Es comprensible que no se pronuncien sus nombres o se muestren sus rostros. Los que gobiernan al dictado de sus designios también les deben mucho.
Rafael R. Tranche es profesor titular en la Universidad Complutense de Madrid.


Las cinco causas de la crisis española
Los inversores encuentran varias debilidades por las que les cuesta devolver la confianza al gobierno español
AP - 25.07.2012, hs - © El Observador
 La deuda pública jaquea al gobierno español, que se encamina a pedir un rescate financiero a la Unión Europea. Hay analistas que estiman que el gobierno de Mariano Rajoy necesitará 300 mil millones de euros.
Hay cinco motivos por los cuales los inversores encuentran debilidades para devolver la confianza al gobierno español:
 1) Gobiernos regionales están en apuros
Durante la burbuja inmobiliaria en España, las 17 regiones semiautónomas del país recibieron la mayor suma de ingresos de ese sector, pero el mercado se derrumbó, el país cayó en recesión y esas zonas ya no pueden pagar sus facturas ni solventar sus deudas a corto plazo.
Nadie sabe cuánto dinero necesitarían las regiones, aunque se estima que tienen deudas por € 140.000 millones y que  € 36.000 millones deben ser refinanciados este año.
España podrá contar con € 18.000 millones, pero si necesita más habrá de emitir deuda con tasas perjudiciales para Madrid.
 2) Economía atraviesa un ciclo recesivo
España sufre su segunda recesión en tres años y uno de cada cuatro habitantes está sin empleo, aunque la tasa llega al 52% entre los jóvenes menores de 25 años.
El ministerio de Finanzas reveló que la contracción económica en 2013 será más pronunciada que la prevista, lo cual demora la recuperación del empleo.
En lugar de una expansión económica de 0,2% para el año próximo, el gobierno pronostica ahora una contracción de 0,5% del PIB.
Por su parte, para este 2012 espera una reducción menor de 1,5%  del PIB respecto al 1,7% calculado inicialmente.
 3) Incertidumbre sobre rescate de la banca
El gobierno español no indicará antes de setiembre una cifra precisa sobre cuánto necesitarán los bancos, y hasta entonces se sabría si son suficientes los € 100.000 millones aprobados por las otras 16 naciones de la eurozona para ese fin.
Los ministros de Finanzas de la zona del euro anunciaron el viernes que aprobaron los términos del rescate millonario, pero persistió el desasosiego en los mercados de la región debido a que el gobierno es el responsable de pagar el rescate.
La posibilidad de que esa responsabilidad sea transferida a los bancos podría tardar años.
 4) La indignación social  juega su papel
El presidente español, Mariano Rajoy, ha recrudecido la austeridad con la intención de evitar que el país llegue a pedir un rescate financiero.
Las nuevas medidas de Rajoy fueron las más controversiales: un aumento pronunciado en el impuesto al consumo y la eliminación de uno de los 14 pagos anuales que reciben los servidores públicos. Mineros, policías, bomberos y población en general han participado en las concurridas manifestaciones realizadas en varias partes del país contra la austeridad.  Un eventual aumento en la violencia ahondaría el nerviosismo de los inversores.
5) Dependencia de los bancos para emitir
El salvamento de la banca sólo ha intensificado la inquietud de los inversionistas sobre la situación financiera de España.
Las dos terceras partes de los bonos del gobierno español están en manos de bancos, fondos de pensión y empresas aseguradoras.
Ese incremento drástico es una clara señal de una rápida reducción en la demanda externa de deuda española. España ha colocado este año € 59.000 millones en bonos de un total de  € 86.000 millones programados para 2012. Los observadores del mercado temen que el país y su banca contraigan una dependencia mutua




Causas de la crisis económica en España
Última actualización 01/02/2010@08:48:53 GMT+1
Dr. Víctor Herraez
Muchos españoles se preguntan diariamente sobre las causas de la terrible crisis económica que venimos padeciendo desde hace dos años.
La explicación que nos ofrece el gobierno es que estamos en una crisis internacional, provocada por las hipotecas “subprime” en EE.UU y cuyas consecuencias nos afectan negativamente a los españoles.
¿Es una explicación cierta o no cierta?, en este articulo profundizamos en las circunstancias de la crisis en España y contestamos a esta pregunta.
 En cuanto a si nuestra crisis es consecuencia de la americana, si pero no, me explico, el detonante de la crisis internacional se produce en EE.UU., pero la actual crisis española es consecuencia de muchos errores pasados y presentes de nuestra economía y su salida pasa por tomar medidas difíciles y concretas.
A continuación intentaré describir los principales problemas que nos afectan de forma particular.
En primer lugar nuestros sectores productivos mas importantes la construcción, el turismo y el automóvil, se han visto afectado por problemas internos (burbuja inmobiliaria) y externos caída de demanda de productos turísticos y automóviles a nivel global, incluida nuestra propia demanda interna, lo que ha provocado perdidas millonarias de puestos de trabajo en sectores muy intensivos en mano de obra.
 Un segundo problema importantísimo, es el deterioro de nuestra productividad con respecto a otros países, a modo de ejemplo en los últimos diez años, hemos perdido un 36% de competitividad con respecto a Alemania el principal productor europeo, lo que ha significado que nuestro sector exportador deje de ser competitivo con respecto a nuestros socios de la Unión Europea.
 Un tercer grupo de problemas, se centran en la inadecuada política energética y del agua, que venimos siguiendo históricamente, somos un país altamente dependiente de los combustibles sólidos –petróleo- importado de otros países, esto significa energía cara, y dependencia de terceros estados, lo que agrava nuestra competitividad exterior, ocurriendo sucesos tan lamentables como lo ocurrido en el último mes de Diciembre donde aumenta nuestra inflación en plena crisis de demanda interna –vamos de locos-. En cuanto al agua sufrimos un problema económico-político, la falta de visión de nuestro gobierno y nuestros políticos autonómicos, dificulta la llegada del agua a las zonas deficitarias como el Levante, Murcia, y Andalucía Oriental, que podrían ser las areas mas importantes para reforzar nuestro sector agroalimentario e incrementar nuestras exportaciones agrícolas a Europa.
 Un cuarto grupo de problemas radica en nuestro sistema financiero, todavía esta por abordar en profundidad las fusiones de Cajas de Ahorro, tan necesarias para asegurar su supervivencia, ya que han sido las principales afectadas de la irracionalidad crediticia de pasados años al sector inmobiliario. Asimismo se viene produciendo una disminución drástica del crédito por parte de todo el sistema financiero Bancos y Cajas, a pequeños empresarios y familias, hace unos años mucho, ahora nada, lo que dificulta la supervivencia de las pequeños empresas que son las que mantienen el 80% de los puestos de trabajo en España, así como el día a día de muchas familias españolas. Mi pregunta es si tenemos un sistema financiero que no presta y realiza su principal función, no habría que intentar cambiarlo por parte del gobierno y mas cuando se esta beneficiando de multimillonarias ayudas públicas tanto por el Gobierno de España, como por parte del Banco Central Europeo, mediante tipos de interés bajísimos.
 Otro importante grupo de problemas específicos de nuestra economía, radica en nuestro mercado de trabajo, para resumirlo es de locos, la fuerte importancia política de unos sindicatos de clase anclados en el tiempo y cuya única función es proteger los derechos adquiridos en el pasado, esta dificultando la incorporación al mercado de los trabajadores “marginados” entre los que se encuentran nuestros jóvenes con una tasa de paro por encima del 40%.
 Hablar del sector público en España es abordar otro de nuestros grandes problemas, su principal característica es la macrocefalia, que dilapida el dinero que los españoles pagamos con nuestros impuestos, contamos con más de 3 millones de funcionarios con funciones muchas veces triplicadas o cuadriplicadas entre las diferentes administraciones (estatal, autonómica, provincial y local), así como unas políticas irracionales de gasto fomentadas por el actual gobierno socialista, el famoso Plan E, nos va a costar 15.000 millones de Euros en dos años, sin crear un solo puesto de trabajo permanente.
Asimismo el actual sistema político de la España de las autonomías, ha creado 17 diferentes mercados económicos, en un solo país.
Finalmente comentar que todo este despilfarro tiene un nombre, el déficit publico de todas las administraciones durante el año 2.009 superó los 100.000 millones de euros, y esto que significa dirán ustedes, bastante simple en los próximos años cada uno de nosotros incluidos niños y ancianos, tendrá que pagar 2.300 euros más de impuestos por persona para compensar el desaguisado.
 Me gustaría recordar también que una parte de nuestros problemas radican es la falta de preparación de nosotros mismos, como ciudadanos de un país llamado España, con un nivel educativo bajísimo, fruto de políticas erróneas y que se caracteriza por su autismo provinciano, a modo de ejemplo el nivel de españoles que dominan un segundo idioma tan importante en el mundo de los negocios como el ingles, es de una tercera parte con respecto a países como Alemania o el grupo del Benelux, finalmente destacar la falta de programas importantes que relacionen eficazmente nuestras universidades con el sistema empresarial.
Un último problema que me gustaría destacar y quizá el más importante, es la ausencia de liderazgo político tanto por parte del gobierno –el mayor responsable-, como de la oposición, para llegar a un acuerdo de consenso sobre la magnitud de nuestros problemas y empezar a abordarlos de una forma consensuada poniendo por delante los intereses de nosotros, los ciudadanos, a los propios intereses particulares de cada partido político.
En definitiva queridos lectores, la actual crisis tiene mucho de propia y poco de importada y solo abordando de frente los gravísimos problemas que tenemos, podremos empezar a solucionar una crisis que va a ser larga y dura, muy dura.
 En un próximos artículo les prometo comentar desde mi modesto punto de vista, las soluciones que habría que implementar para salir del marasmo en que nos encontramos, hasta entonces les deseo salud y fortaleza de animo, para seguir luchando como sociedad civil en recomponer el juguete roto que nuestros políticos no quieren o no pueden recomponer.

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