Luis María ANSON
Para sortear la ley y beneficiarse de
una financiación suplementaria a la de las subvenciones directas o indirectas
del dinero público, PSOE y PP han creado una serie de fundaciones que reciben
ayudas millonarias de grandes empresas, al margen de que luego éstas resulten o
no beneficiadas en contratos públicos.
Descubierto el pastel, los dos grandes
partidos se han puesto de acuerdo para garantizar que el dinero de las empresas
siga llegando a sus fundaciones y contribuya a la financiación de sus
agrupaciones. Las cifras son reales y tozudas. Hace solo unas semanas y con
motivo del escándalo Bárcenas, el PP tuvo que hacer públicas sus cuentas
reales. El 90% de los gastos del partido se pagan con subvenciones directas o
indirectas de las Administraciones públicas. Son los contribuyentes los que,
cargados con unos impuestos casi confiscatorios, sufragan el despilfarro de los
partidos. Solo el 10% de lo que gasta el PP se paga con lo recaudado por las
cuotas de sus afiliados.
Y, claro, PSOE y PP han cerrado filas
para que las empresas continúen financiando sus fundaciones. En eso sí están de
acuerdo. Como también están de acuerdo en no aprobar una ley en el Congreso de
los Diputados, que sería la de la regeneración democrática de los partidos,
estableciendo en síntesis lo siguiente: “Ningún partido político, ninguna
central sindical, podrá gastar un euro más de lo que ingrese a través de las
cuotas de sus afiliados”.
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