RAJOY,
ARRIOLA, BÁRCENAS Y TERTSCH
Luis
María ANSON
Hermann
Tertsch, a cuestas con su inescribible apellido, es uno de los columnistas más
lúcidos del periodismo español. Su sagacidad mantiene en vilo a los lectores.
Al advertir el riesgo de que Bárcenas derribe el templo popular, con sus
principales dirigentes dentro, escribe: “En la situación de emergencia de
España, cuando a duras penas comienza a estabilizarse un poco algo, pero todo
puede hundirse aun definitivamente, hace falta ser irresponsables necio, golpista,
amoral o todo a la vez, para querer dinamitar lo único que nos mantiene y nos
da esperanza de salir a flote, la estabilidad política. Rajoy, bunquerizado y
bien servido de soberbia, comete errores indescriptibles. Pero el mayor, pese a
lo que digan su nefasto Arriola y demás, es esconderse, en vez de salir,
ponerse una vez colorado y correr a gorrazos de verdades a todos los enanos que
lo acosan cubiertos de sus propias podredumbres y de su radical impotencia
política”.
Tiene
razón Hermann Tertsch. Las últimas encuestas son incuestionables. Si la
catástrofe anunciada por Bárcenas se produce, en unas elecciones generales,
hoy, ganaría el Partido Popular pero no gobernaría. Reducido el PSOE a 110 o
112 escaños, se formaría un Gobierno de Frente Popular con los socialistas, los
comunistas de Izquierda Unida y la extrema izquierda radical de ERC y BNG. No
hace falta decir lo que supondría para la estabilidad española un Gobierno de
estas características, sometido además a los tirones de los partidos nacionalistas
vasco y catalán, PNV y CiU.
VALDERAS
TRATA DE EXPLICAR LO INEXPLICABLE
Luis
María ANSON
Diego
Valderas, cabecilla comunista de Izquierda Unida en Andalucía, se ha
distinguido por el apoyo a Ada Colau -actriz fracasada en Antena 3, antaño;
activista política, hoy- en su movimiento antidesahucio. Un vecino le ofreció
venderle su piso en 48.000 euros. Valderas, que es un listo, esperó a que
desahuciaran al vendedor y se quedó el piso en la subasta por una cantidad que
apenas llegó a los 30.000 euros. Menuda maniobra la del comunista antidesahucio
a costa del pobre desahuciado.
Esperaba
yo que Diego Valderas hiciera una declaración y demostrara que él no es autor
de semejante tropelía. Ha hecho, en efecto, la declaración pero da grima leer
lo que ha dicho. Está claro que el dirigente comunista se ha beneficiado con un
negociete, apropiándose a bajo precio del piso de un vecino que fue
desahuciado. Ada Colau permanece callada como una muerta. Lo menos que debería
hacer es reconvenir formalmente, no de boquilla, al compañero Valderas por su
miserable acción. Todo es puro artificio en ciertas asociaciones. Valdría la
pena desenmascararlas. El movimiento contra el desahucio es, en gran parte, una
fórmula más para recibir subvenciones públicas, hacer como que se hace y enriquecerse
con el dinero de los contribuyentes.
RAJOY,
OBLIGADO A COMPARECER ANTE EL CONGRESO
Luis
María ANSON
Estamos
ante el fin de la estrategia de Arriola, la de los tres monos de Nikko: no ver
nada, no oír nada, no decir nada. A Mariano Rajoy no le va a quedar otro
remedio que aclarar ante el Congreso el caso Bárcenas y someterse al acoso de
los diputados de la oposición. El envite se acerca al órdago. No se trata solo
de los partidos opositores. Hay un clamor en la opinión pública para que el
presidente del Gobierno se pronuncie sobre las manifestaciones de Luis
Bárcenas, según el cual el PP se ha financiado irregularmente durante 20 años.
Posiblemente eso mismo lo han hecho otros partidos. El gasto desaforado en las
campañas electorales, el derroche en edificios, instalaciones, asesores,
colaboradores, viajes gratis total, ayudantes, escoltas, enchufados, parientes
y demás parafernalia no se paga solo con las cuotas de los afiliados que, por
cierto, no cubren ni el 10%. Tampoco con las subvenciones de dinero público que
los partidos se otorgan a sí mismos. Maragall cantó la palinodia en el
Parlamento catalán y desveló que CiU trincaba el 3%, que luego fue el 4, de
cada obra pública contratada por la Generalidad. En Madrid parece que la
fórmula ha sido distinta: obra pública concedida a una empresa significaba que
el empresario favorecido hacía una donación al partido. Si Bárcenas choriceó
una parte de esas donaciones se autoinculparía al reconocerlas para hacer daño
a Rajoy. En todo caso, y aunque otro partidos hayan hecho lo mismo para
financiarse, al que le ha tocado la china es al PP por las declaraciones
contundentes de su extesorero.
Y
en eso estamos. Al presidente del Gobierno no le queda otro remedio que dar la
cara. Veremos lo que dice. En su entorno aseguran que lo puede aclarar todo y
que su conducta ha sido siempre irreprochable.
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