Bruselas cierra las opciones sobre el
futuro europeo de un Estado catalán
La Comisión Europea advierte: una
Cataluña independiente sería un “país tercero”
Lucía Abellán / Miquel Noguer Bruselas /
Barcelona 17 SEP 2013 - 00:00 CET1459
La Unión Europea cortó ayer en seco la
aspiración de los independentistas catalanes de que una eventual secesión de
Cataluña no supusiera su salida de la UE. La portavoz de la Comisión Europea,
Pia Ahrenkilde, no dejó el menor resquicio de duda: Si un territorio de un
Estado comunitario declara su independencia, automáticamente deja de pertenecer
a la UE, y se convierte “en un país tercero”, aseguró. En la misma línea se
pronunció en Barcelona el vicepresidente y comisario de Competencia, Joaquín
Almunia. “La parte segregada [de un Estado de la UE] no es miembro de la UE”,
sentenció.
Por su parte, Lituania y Estonia dieron
marcha atrás en las declaraciones de apoyo al proceso soberanista realizadas
por sus primeros ministros, Algirdas Butkevicius y Valdis Dombrovskis,
respectivamente. Después de que el jefe de la diplomacia española, José Manuel
García-Margallo, recibiera a sus embajadores en Madrid para pedirles
explicaciones y trasladarles su queja, los ministerios lituano y letón de
Asuntos Exteriores difundieron sendos comunicados en los que atribuían “a la
tendenciosa y errónea interpretación de los medios de comunicación españoles”
el supuesto respaldo de sus mandatarios a la independencia de Cataluña.
Tanto el Gobierno español como la
Generalitat de Cataluña están moviendo sus fichas en el tablero europeo,
conscientes de que la permanencia en la UE de un hipotético Estado
independiente puede inclinar a parte de la sociedad catalana en favor de una
opción u otra. De hecho, los borradores de pregunta para un hipotético
referéndum que han circulado en los últimos meses incluyen una alusión a
Cataluña como “nuevo Estado en Europa”; un eufemismo de la UE.
Almunia: “La parte segregada [de un
Estado de la UE] no es miembro de la Unión Europea”
Sin aludir expresamente a Cataluña, y
reiterando que se limita a recordar lo que dicen los tratados, la portavoz de la
Comisión zanjó ayer la polémica al subrayar que, en caso de secesión, las
normas comunitarias “dejan de aplicarse” al territorio que proclama su
independencia. Aunque no es la primera vez que Bruselas se pronuncia en este
sentido, no suele hacerlo con tal contundencia y la semana pasada evitó opinar
sobre el éxito de la Diada. Ahrenkilde recordó que, para que la Comisión se
pronuncie formalmente al respecto, debe solicitarlo el Estado afectado, en este
caso España, lo que no ha ocurrido. Añadió, eso sí, que cualquier Estado, nuevo
o preexistente, puede solicitar la adhesión a la Unión Europea.
Las palabras de la portavoz vinieron a
reforzar el mensaje que horas antes había dejado en Barcelona el comisario de
Competencia, el español Joaquín Almunia. Tras mostrar su aprecio por Cataluña,
el vicepresidente europeo instó a los Gobierno central y catalán a abordar el
problema territorial “en una mesa cara a cara y con la cabeza fría”, en vez de
hacerlo a través de cartas abiertas al público.
Una Cataluña independiente quedaría
fuera de la UE, aunque posteriormente matizó sus palabras.
“En la UE se mira con preocupación lo
que ocurre en Cataluña. Me preguntan constantemente y no precisamente con
simpatía”, admitió ayer Almunia. “Todos pedimos que se busquen vías para que la
situación se encauce”, concluyó.
El consejero de Economía y Conocimiento
de la Generalitat, Andreu Mas-Colell, presente en la conferencia del comisario,
aseguró que las palabras de este se ceñían a una “lectura jurídica” estricta
del Tratado de la Unión, pero añadió que existe margen para la negociación,
como demuestra el caso escocés. La Generalitat confía en que, si Escocia opta
por la independencia en su próximo referéndum, pacte permanecer en la UE y eso
sirva de precedente a Cataluña.
Sin embargo, el ministro de Asuntos
Exteriores y Cooperación, José Manuel García-Margallo, ha advertido
repetidamente que los casos de Cataluña y Escocia no son comparables, pues la
segunda ha consensuado el referéndum con Londres, mientras que la Constitución
española no permite la autodeterminación. También ha recordado que la entrada
de un nuevo miembro en la UE debe ser aprobada por unanimidad y ha sugerido que
España no sería la única en vetar el ingreso de Cataluña tras una secesión
unilateral.
Lituania y Letonia rectifican su apoyo
al soberanismo tras la queja de Margallo
Ayer el ministro demostró su implicación
en este asunto al recibir personalmente, en vez de delegar en algún alto cargo,
a los embajadores de Lituania y Letonia para pedirles explicaciones por las
declaraciones de sus respectivos primeros ministros en favor de la
autodeterminación de Cataluña. Tras la protesta, la Embajada de Lituania en
Madrid difundió una nota de rectificación en la que aseguraba que “no se puede
comparar la ocupación soviética de los países bálticos con la situación en
España. España es un país democrático, miembro de la Unión, nuestro socio
cercano en la UE y OTAN. Todos los asuntos domésticos deben ser solucionados
según las medidas democráticas y legales, que existen en el país, respetando la
Constitución”.
Horas después, el Ministerio de
Exteriores de Letonia difundió otra nota en la que subrayaba que la situación
de Cataluña “es un asunto de política interior de España que debe ser resuelto
según la legislación y la Constitución española” y que la independencia de los
países bálticos es un “proceso histórico único” que no puede ser comparado con
otros. Como Lituania, Letonia atribuyó a una “interpretación tendenciosa” el
supuesto apoyo de su primer ministro al soberanismo catalán. Exteriores
contactó con la tercera república báltica (Estonia) para evitar nuevos
malentendidos.
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