miércoles, 9 de abril de 2014

DEBATE SOBRE LA CONSULTA CATALANA

Los diputados catalanes y parlamentarios españoles defienden sus posturas en el Congreso
Comienza un debate histórico sobre Cataluña con resultado previsto
Cita en el Congreso. (Fuente ABC)
A la tribuna de la Cámara se han subido en la tarde de este martes los tres diputados catalanes encargados de defender la cesión a la Generalitat de la competencia de convocar el referéndum soberanista —Jordi Turull (CiU), Marta Rovira (ERC) y Joan Herrera (ICV-EUiA)—; y, posteriormente, los portavoces de los diferentes grupos parlamentarios para exponer sus argumentos a favor y en contra de la propuesta llegada desde la asamblea autonómica. Ignacio Gil Lázaro (PP), secretario primero del Congreso español, se ha encargado de abrir la sesión, con la lectura del escrito de rechazo del Gobierno a la petición del hemiciclo catalán: "Porque puede suponer una vulneración de la Constitución". Tras él, ha llegado el turno de los parlamentarios:

Turull: "Queremos protagonizar un ejemplo
de democracia"
A Jordi Turull, portavoz de CiU en el Parlament, le ha correspondido ejercer como primer defensor de la propuesta de la asamblea autonómica. "En representación de una amplia mayoría del pueblo de Cataluña", ha afirmado el diputado, que ha hecho especial hincapié durante su intervención en que el referéndum supondría un "ejemplo de democracia". "Todos los expertos en derecho constitucional coinciden en que, si hay voluntad política, la consulta tiene cabida dentro de la Carta Magna", ha defendido el convergente, que ha continuado su exposición resaltando que ha ido al Congreso a buscar "un acuerdo". "Pero, si ustedes no quieren, no desistiremos. Recurriremos a otras vías legales. El pueblo de Cataluña ha iniciado un camino sin retorno".

Rovira: "No tenemos suficientes recursos ni competencias"
"Hoy defendemos al pueblo de Cataluña entero", ha subrayado al principio de su intervención Marta Rovira (ERC), que ha vuelto en su discurso a la tesis principal esgrimida por Jordi Turull (CiU). "[Con este referéndum] defendemos la democracia". "Porque no tenemos suficientes recursos ni competencias para ayudar a nuestros ciudadanos", ha añadido la dirigente nacionalista, que ha insistido en esa idea: "Votaremos y ganaremos nuestro futuro". La parlamentaria, que ha intervenido en segundo lugar, ha asegurado que los partidos soberanistas apuestan por el diálogo y los pactos. "Venimos a buscar un acuerdo para hacer posible la consulta. Es necesario y si se quiere se puede". "Si nos conociéramos más, también nos apreciaríamos más".

Herrera: "Proponemos un pacto, una salida democrática"
Joan Herrera, de ICV-EUiA, ha cerrado la terna de diputados catalanes aterrizados este martes en el Congreso. "Estamos aquí porque la España que nos gobierna no entiende la realidad más plurinacional de Europa", ha sentenciado. El parlamentario ha recalcado que el referéndum tiene un carácter consultivo y "no vinculante". "Es el mejor instrumento para debatir. Les proponemos un pacto, una salida democrática". El representante de la coalición ha insistido en la importancia de posibilitar el "derecho a decidir". "Democracia es ajustar la legalidad a la realidad", ha concluido. "Rompe España quien no reconoce el derecho a decidir, rescata a bancos y abandona a la gente".

Rajoy: "Pretenden proclamar una soberanía que no existe"
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se ha subido a la tribuna del Congreso tras los diputados del Parlamento catalán para rebatir sus argumentos. Él ha sido el primero en rechazar la propuesta de la Asamblea autonómica: "No es posible acceder porque no lo permite la Constitución, porque se trata de una transferencia indelegable". Interrumpido en varias ocasiones por los aplausos del grupo popular, el jefe del Ejecutivo ha insistido en que el referéndum "pretende proclamar una soberanía que no existe". Porque Rajoy ha centrado su discurso siempre en la misma idea: "La soberanía le corresponde a todos los españoles, no existen soberanías regionales ni provinciales. Qué sentido tiene solicitar que una parte de los españoles pueda tomar decisiones en nombre de los demás". El presidente ha echado mano del argumentario utilizado por su formación constantemente: que Cataluña saldría de la Unión Europea, de la ONU, del euro y de los tratados internaciones; y que supondría un "empobrecimiento" de la autonomía.

Rubalcaba: "Es un referéndum políticamente vinculante"
El secretario general del PSOE ha empezado su intervención con un argumento que ya había utilizado antes Rajoy. "No cabe preguntar a unos cuantos lo que afecta al conjunto de todos los ciudadanos españoles", ha apuntado Alfredo Pérez Rubalcaba, que ha recalcado que esta propuesta del Parlament afecta a todo el país porque "España sin Cataluña es otra cosa". "Además, vamos a votar No porque quieren que se transfiera una competencia que no tiene nadie de acuerdo con nuestra Constitución", ha remachado el dirigente socialista. Unas palabras a las que ha sucedido, en respuesta a Joan Herrera, una valoración sobre el carácter consultivo del referéndum. Rubalcaba ha explicado que ese punto es cierto, pero que el resultado "es políticamente vinculante". "Es un discurso insolidario, sin ningún fundamento económico en una economía global", ha sentenciado el líder del PSOE sobre el independentismo: "Nosotros no estamos de acuerdo con la independencia de Cataluña por razones históricas, culturales, políticas. Y porque los socialistas defendemos en Europa que se acaben las fronteras". Rubalcaba ha apostado por el avance del sistema federal.

Duran: "Se pretende conocer la posición de Cataluña"
Tras los dos grandes partidos, le ha tocado de nuevo el turno a una formación que defiende la cesión a la Generalitat de esa capacidad de convocar la consulta. "Subrayo su carácter consultivo. Lo que se pretende es conocer la posición de Cataluña", ha recalcado Josep Duran i Lleida (CiU), que ha recalcado —como han hecho antes los diputados catalanes— que la propuesta del Parlament busca el "diálogo" con el Estado central. "Hay que pactar para seguir pactando". "Este no es referéndum sobre la independencia", ha añadido, antes de subrayar que la propuesta no plantea que "una parte decida por el todo". "Porque no se pretende decidir unilateralmente", ha remachado el convergente, que ha comentado que la Generalitat busca un acuerdo con Madrid. "Y no hay un vaciamiento de funciones, como dice el Gobierno". "La Ley prevé opciones para dar salida política a este problema", ha concluido el portavoz de CiU en el Congreso: "¿Por qué tienen miedo a las urnas?".

Coscubiela: "La propuesta cabe dentro de la Constitución"
El portavoz del grupo de Izquierda Plural, Joan Coscubiela, ha defendido la propuesta del Parlamento catalán. "Vamos a votar a favor de esta proposición porque cabe dentro del marco de la Constitución. Es una concreción del ejercicio más directo de la participación de los ciudadanos", ha apuntado el representante de la coalición de izquierdas, que ha atacado duramente a Mariano Rajoy, a quien ha acusado de repetir una "falacia". "La de confundir el derecho a decidir con el resultado. Ha identificado una consulta con un resultado muy concreto", ha subrayado. "Tampoco es cierto que esta proposición prive del derecho a participar y decidir de los ciudadanos españoles. Esto es absolutamente falso", ha espetado Coscubiela al jefe del Ejecutivo: "Hoy debatimos una propuesta que plantea un cauce democrático, constitucional y pactado para consultar a la ciudadanía de Cataluña sobre cómo quiere que sea su futuro político colectivo".

Díez: "Es reaccionario levantar fronteras"
"No hay discurso más reaccionario que levantar fronteras. Un discurso basado en la hispanofobia, que se parece demasiado a la eurofobia", ha defendido la portavoz de UPyD, Rosa Díez. Desde la tribuna, la líder de la formación magenta ha calificado de "antidemocrática" la propuesta del Parlament catalán. "Los ciudadanos no nacionalistas viven oprimidos en Cataluña, no pueden ocupar el espacio público", ha añadido durante la exposición de sus argumentos. "Tanto defender el derecho a decidir... Ustedes ya vienen diciendo que hagamos lo que hagamos van a seguir adelante", ha reprochado Díez a los representantes de la asamblea autonómica. "En democracia está claro que nadie en nombre de nadie puede quitar derechos a los ciudadanos. Es lo que ustedes quieren".

Esteban: "Cataluña ha pedido poder negociar"
Aitor Esteban (PNV) se ha preguntado este martes "a quién puede molestar que la ciudadanía sea consultada". El nacionalista vasco, durante toda su intervención, ha recalcado los argumentos a favor de la consulta propuesta por la asamblea catalana y ha atacado la postura defendida por el PP, PSOE y UPyD. "Hasta el Tribunal Constitucional dice que se puede discutir lo que no está en la Ley", ha sentenciado antes de referirse también a la "cuestión" de Euskadi: "Queremos decidir". "Cataluña ha pedido poder negociar y eso es lo que ustedes le niegan", ha remachado Esteban. Este ha criticado que, en el debate, las formaciones mayoritarias se escuden en la Carta Magna: "Están hablando de una voluntad formulada hace 35 años y medio".

Bosch: "Todo el mundo sabe que el partido esta amañado"
ERC ha regresado a la tribuna de la mano de Alfred Bosch, portavoz de la formación en el Congreso de los diputados. El dirigente nacionalista —que ha insistido en que "todo el mundo sabe que el partido esta amañado"— se ha dirigido directamente a los ciudadanos españoles: "Tú que has votado IU, PSOE o UPyD. O incluso al PP. Estoy seguro de que entiendes que, si ahora se nos niega votar a los catalanes, mañana cuando quieras elegir lo que sea, por ejemplo entre monarquía y república, se te negará exactamente con los mismos argumentos de ahora: que es ilegal y que no cabe en la Constitución". Bosch, que también ha utilizado el inglés en su intervención —"We will vote"—, ha subrayado que no "retiraremos las urnas" porque "la democracia obliga". "Pero estamos dispuestos a hablar sobre cómo se convoca a la gente".

Errekondo: "La amenaza militar sigue vigente"
Xabier Mikel Errekondo, de Amaiur, ha recurrido constantemente al paralelismo entre Cataluña y País Vasco. "En la misma línea [al plan Ibarretxe] dan un portazo al pueblo catalán", ha sentenciado. En su intervención, en la que el portavoz de la coalición abertzale ha afirmado que "la amenaza militar sigue vigente", Errekondo también ha echado mano del proceso secesionista en Escocia: "El señor David Cameron ha comprendido al pueblo escocés. En cambio, Rajoy solo sabe decir No". "No es una cuestión de legalidad, sino de democracia". Y ha añadido: "En la confrontación política quedan en evidencia, porque se dan cuenta de que España se ha construido sobre pilares no democráticos".

 Fernández: "Los tiempos no son los de hace 40 años"
"La propuesta de Ley que debatimos refleja la voluntad del pueblo catalán a decidir su futuro", ha recalcado Olaia Fernández, portavoz del BNG. La representante gallega ha insistido, respecto a la Constitución, que las "leyes no son inmutables". "Los tiempos de hoy no son los de hace 40 años", ha apostillado.

Oramas: "Hay que ofrecer alternativas a Cataluña"
Los miembros del Grupo Mixto han contado con poco tiempo para presentar sus argumentos. Ana Oramas (Coalición Canaria) ha aprovechado su turno para pedir al Gobierno que "ofrezca alternativas" a Cataluña. "Solo la reforma de la Constitución puede permitir el encaje".

 Baldoví: "La democracia se construyen votando 'sí' hoy"
"No nos dejan decidir sobre la reforma de Ley del aborto. No hacen un referéndum sobre la dación en pago", le ha espetado el diputado de Compromís, Joan Baldoví, a los parlamentarios del PP. El portavoz de esta formación ha defendido en la tribuna el "derecho a decidir" y la "participación" ciudadana. "[La propuesta] no es anticonstitucional. Pero no la aceptarán porque tienen miedo a la democracia". Y Baldoví ha sentenciado: "La democracia se construyen votando Sí. Soltando lastre".

Álvarez: "Proponen vaciar las competencias del Estado"
Foro Asturias se ha opuesto a la propuesta traída al Congreso desde el Parlament. Su portavoz, Enrique Álvarez Sostres, ha argumentado que la aprobación de esta inicuiativa conlleva una "pretensión de vaciar las competencias del Estado". "Amigos catalanes, juntos y con vaivenes hemos llegado hasta aquí. Renovemos el marco de convivencia".

Salvador: "Trabajemos juntos. Les necesitamos"
"Algo, señorías, hemos hecho muy mal para que una parte de los catalanes crea que los españoles no les tenemos aprecio", ha señalado Carlos Casimiro Salvador (UPN). El representante del partido navarro le ha pedido a los diputados catalanes que "trabajemos juntos". "Les necesitamos", ha añadido, antes de evocar un "espíritu de encuentro".

Barkos: "Yo sí quiero escuchar la voz de Cataluña"
Uxue Barkos, de Geroa Bai, ha apoyado la consulta en su discurso.  "La indisolubilidad solo parte en política de la unanimidad o de la imposición", ha apuntado la diputada, antes de pronosticar que el Parlamento español "optará" por la segunda. "Solo les falta escuchar. Yo si quiero escuchar la voz de Cataluña", ha sentenciado.

Alonso: "La soberanía reside en el pueblo español"
"Me pregunto porqué no está aquí quien nos había convocado". Así ha arrancado Alfonso Alonso, portavoz del PP, su intervención en la Cámara española. "El hecho de que se haya presentado la propuesta al Congreso corrobora que la competencia está aquí". El diputado popular ha remarcado el argumentario que, previamente, ha utilizado Rajoy: "La soberanía reside en el pueblo español". "El derecho a la secesión no es democrático, es la negación del derecho de los demás"


ARTURO MAS OFENDE GRAVEMENTE AL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
 Luis María ANSON
El presidente de la Generalidad se ha permitido declarar que si el Congreso de los Diputados rechaza esta semana su propuesta secesionista, él seguirá adelante ciscándose en la decisión de la Cámara que representa la soberanía nacional. Grave ofensa al Congreso de los Diputados de un hombre mediocre y menor que tras su fracaso electoral se ha aliado con ERC para encizañar la vida nacional.
Escudero de Oriol Junqueras, Arturo Mas, que ni siquiera se ha dignado en acudir al Congreso, actúa ya como un iluminado haciendo resplandecer su mediocridad. No es de recibo la chulería o la inconsciencia con que ha declarado su decisión de pasarse por el acto del triunfo al Congreso de los Diputados, si los representantes del pueblo español deciden rechazar su propuesta. No sé si habrá precedentes históricos a semejante desfachatez.
Tal y como se están desarrollando las cosas, el Gobierno no tendrá más remedio que aplicar el artículo 155 de la Constitución. Los británicos suspendieron la autonomía de Irlanda del Norte en dos ocasiones y consiguieron embridar y someter a la ley a los que querían burlarla.
Oriol Junqueras y su lacayo Arturo Mas no se merecen más contemplaciones. Habrá que actuar conforme a la dignidad nacional y a las exigencias de la Constitución. Basta ya a tanto despropósito con el que se trata de ocultar el afán desmedido de un sector de la clase política catalana de mandar más, así como de taponar los delitos de corrupción cometidos por algunos de sus dirigentes.



Lección de Quebec: si pierdes, pierdes dos veces
El País | François Rocher
Cataluña sigue preparándose para su eventual referéndum y la Generalitat está realizando numerosos estudios sobre diversos aspectos relacionados con la viabilidad de una Cataluña independiente.
También sería útil que los políticos pudieran, al mismo tiempo, ponderar las consecuencias de una derrota en el referéndum.
El caso de Quebec ofrece valiosas enseñanzas en este sentido.
El Gobierno de Quebec ha celebrado dos referendos para obtener la soberanía: uno en 1980 y otro en 1995.
En sendas ocasiones, la población de Quebec rechazó la propuesta.
Ambos plebiscitos fueron democráticos y alimentados por animados debates públicos que implicaron a todos los partidos políticos, tanto de ámbito “provincial” (léase regional o autonómico) como de ámbito federal (léase general).
Los resultados fueron aceptados tanto por la ciudadanía como por los principales actores políticos.
Con todo, pese a sus dos derrotas, el movimiento por la soberanía no se ha dado por vencido. Aunque minoritaria, una parte significativa de la población de Quebec todavía es partidaria de la opción soberanista y muchos partidos secesionistas la promueven.
La experiencia de los referendos de Quebec es muy valiosa y de ella pueden extraerse varias lecciones.
*.- En primer lugar, se realizaron en el marco de reglas legales y políticas aceptadas por todas las partes con intereses en juego.
Esta condición era esencial para que se reconociera la legitimidad y se aceptase el resultado de los referendos.
*.- Segundo, los actores sociales y políticos adoptaron estrategias y usaron argumentos que dejaban poco margen a la negociación y concesiones mutuas.
Sin embargo, como veremos, las promesas hechas y su cumplimiento (o no) atizaron la desconfianza y el descontento de muchos quebequeses respecto al Gobierno central canadiense.
*.- Tercero, la doble derrota de las propuestas de soberanía no dio lugar, en absoluto, a una “vuelta a la normalidad”.
Tras cada uno de los referendos, se realizaron cambios significativos en la estructura institucional canadiense. El fracaso de 1980 fue seguido por una reforma constitucional que pasó a limitar de manera considerable la autoridad del Gobierno de Quebec sobre la identidad cultural, a saber, sobre su política lingüística. Por añadidura, la nueva Constitución no ha mostrado ninguna apertura al reconocimiento de Quebec como sociedad distinta, sino todo lo contrario: la Constitución reformada se basa en la estricta igualdad de estatus y derechos entre las “provincias”.
Por su parte, el fracaso de 1995 llevó al Gobierno de Canadá a regular, legislativa y judicialmente, los procesos de referéndum. Por primera vez, las condiciones en que se habían llevado a cabo las dos consultas precedentes ya no se aceptarían: el Gobierno central asumió el derecho a rechazar la pregunta, a interpretar por sí mismo los resultados de un nuevo referéndum, y a negociar una posible partición interna de zonas territoriales de Quebec que deseen permanecer en Canadá. Considerada la demanda de los nacionalistas de Quebec, durante 35 años, de que se reconociese su “derecho a la autodeterminación”, esta fue una importante victoria para los federalistas. Este derecho no ha quedado suprimido por completo, pero ahora queda acotado por la legislación y la interpretación del Tribunal Supremo de Canadá, a lo que se ha hecho referencia a menudo en el ámbito internacional.
Por último, ambos referendos han limitado significativamente el espacio de maniobra del Gobierno de Quebec respecto al cambio constitucional. Los quebequeses que apoyaron el NO dos veces —la vasta mayoría— esperaban que estos resultados empujaran a Canadá a satisfacer las necesidades de los quebequeses. Esto no sucedió.
En realidad, el sistema político canadiense se transformó profundamente y aumentó la tutela federal sobre Quebec. El “ganador” de las batallas plebiscitarias no solo mantuvo su autoridad, sino que también se las arregló para fortalecer su control sobre la “provincia” (Estado federado) disidente, de suerte que los referendos ayudaron a fortalecer los elementos centralizadores dentro del sistema político canadiense. Haciendo balance, los “perdedores” fueron los jugadores individuales, la causa que defendían, y Quebec en su conjunto.
Preparar el futuro de una Cataluña independiente es ciertamente prudente. Sería igualmente prudente que los actores políticos, especialmente los que promueven la independencia, tuvieran también un plan para la derrota, a fin de evitar una reacción política y constitucional del Estado central que podría dar como resultado no una mayor fortaleza, sino un debilitamiento político de Cataluña.
François Rocher es full professor (catedrático) de la School of Political Studies, University of Ottawa (Canadá) y catedrático visitante en la Universidad Pompeu Fabra. Traducción de Enric Martínez Herrera.

ABC Enfermos de pasado
 | Miquel Porta Perales
La obsesión independentista del nacionalismo catalán no se entiende fácilmente.
*.- Cuando se ha sufrido un batacazo electoral después de situarse detrás de la pancarta de la independencia,
*.- cuando las encuestas señalan que CiU sufriría otro porrazo en las urnas de celebrarse nuevas elecciones;
*.- cuando ni la legislación catalana, ni la española ni la internacional contemplan la secesión,
*.- cuando en el Parlament de Cataluña ni siquiera existe la mayoría necesaria para reformar el Estatuto;
*.- cuando una eventual consulta de autodeterminación será –por ilegal– impugnada o declarada acto nulo,
*.- cuando sus promotores corren el riesgo de ser juzgados por prevaricación,
*.- cuando eso ocurre,
*.-  ¿por qué el nacionalismo catalán impulsa una Declaración de Soberanía y del Derecho a Decidir del Pueblo de Cataluña que afirma que «el pueblo de Cataluña tiene, por razones de legitimidad democrática, carácter de sujeto político y jurídico soberano»?
*.- Cuando el índice de desempleo en Cataluña es del 22,3%,
*.- cuando la Generalitat de Cataluña paga nóminas y facturas gracias al Plan de Proveedores y al Fondo de Liquidez Autonómica promovidos por el Estado,
*.- cuando el mundo de las finanzas y el empresariado manifiestan sus críticas en público,
*.-  cuando una Cataluña independiente quedaría fuera de la Unión Europea con todo lo que implica,
*.- cuando eso ocurre, ¿por qué ese empeño en la «transición nacional» de Cataluña?
*.- Cuando el diseño de las encuestas oficiales favorables evidencian el sesgo partidista,
*.- cuando la mayoría de los ciudadanos de Cataluña se siente «tan catalán como español»,
*.- cuando el proceso hacia la independencia empieza a resquebrajar la convivencia,
*.- cuando el conflicto aparece en el horizonte,
*.- cuando eso ocurre, ¿por qué la obsesión independentista sigue ahí?

Se puede hablar de un Artur Mas que confunde el deseo con la realidad e intenta sacar tajada de la coyuntura, de la necesidad de ocultar una mala gestión con el reclamo independentista, de una competición por la obtención de recursos económicos, políticos y simbólicos.
Eso es cierto. Pero resulta insuficiente para explicar la obsesión independentista. Hay algo más.

José Ferrater Mora (Reflexiones sobre Cataluña, 1955) escribió lo siguiente: «No es conveniente olvidar que el pasado ha de ser efectivamente el pasado en lugar de convertirse en el reflejo de cualquier melancólico recuerdo. Si no lo hacemos así caeremos enfermos de pasado y nos resultará difícil curarnos de tan traidora enfermedad».
El filósofo catalán tenía razón.
Y sigue teniéndola.
Enfermos de pasado, ese es el diagnóstico del nacionalismo catalán.
Ahí está la clave de la obsesión –esa idea que con tenaz persistencia asalta la mente– independentista del nacionalismo catalán.
¿Qué enfermedad de pasado?
Me van permitir que recurra a otro prohombre catalán.
El periodista y escritor Agustí Calvet, «Gaziel», en su ensayo Introducción a una nueva Historia de Cataluña (1938), señaló que las historias de Cataluña «incluyen generalmente un prodigioso equívoco» al hablar de «una entidad política y orgánica que es un puro fantasma: Cataluña considerada como un Estado catalán».
El problema está –prosigue Gaziel– en «esta figura mitológica» –el Estado catalán– que se «proyecta sobre el pasado y el porvenir» de los catalanes. Ese fantasma que obnubila el espíritu, condiciona el presente e hipoteca el futuro.
La enfermedad de pasado del nacionalismo catalán –el mito del Estado catalán– se fundamenta y manifiesta en una creencia irrefutable por definición: Cataluña es una nación y, en consecuencia, tiene derecho a decidir libremente su futuro.
Tiene derecho a constituirse en Estado independiente.
Una falacia que subsiste todavía.

 Los ejemplos sobran. Tomen nota –me limito a los últimos años– del crescendo vivido entre 2006 y 2013.
*.-  Acto inicial: el Estatuto de Autonomía de Cataluña (2006) habla de «los derechos históricos del pueblo catalán» que justifican que Cataluña quiera «desarrollar su personalidad política en el marco de un Estado que reconoce y respeta la diversidad de identidades de los pueblos de España».
*.- Acto final (por ahora): la Declaración de Soberanía y del Derecho a Decidir del Pueblo de Cataluña (2013): «El autogobierno de Cataluña se fundamenta también en los derechos históricos del pueblo catalán, en sus instituciones seculares y en la tradición jurídica catalana. El parlamentarismo catalán tiene sus fundamentos en la Edad Media… el pueblo de Cataluña tiene, por razones de legitimidad democrática, carácter de sujeto político y jurídico soberano».
A partir de la falacia del pueblo catalán construido como una nación milenaria depositaria del derecho inalienable a devenir Estado independiente, a partir de esta enfermedad de pasado, toman cuerpo los tres elementos que dan cuenta y razón de lo que hoy sucede: la inmersión ideológica, la cultura de la queja y la perversión de la democracia.
La inmersión ideológica –el proceso gracias al cual se transmiten las ideas nacionalistas dominantes vía educación, información y entretenimiento– difunde una concepción de Cataluña que acaba transformándose en doctrina oficial.
La cultura de la queja –la invención de un imaginario absoluto al que se atribuyen intenciones malignas: la España expoliadora y homogeneizadora– cohesiona la sociedad alrededor de quien la protege del enemigo. Finalmente, la perversión de la democracia: el nacionalismo catalán –obviando que en democracia los derechos políticos se ejercen en el marco jurídico señalado por la ley– considera que existe un «derecho a decidir», de carácter natural, que otorgaría al pueblo catalán el «derecho a decidir libremente su futuro».
Artur Mas: ante el «derecho a decidir no hay leyes ni constituciones».
*.- La enfermedad de pasado que proviene de la Edad Media.
*.-El ser nacional de Cataluña que daría derecho a constituirse en Estado. independiente.
Artur Mas: «Toda nación tiene implícitamente el derecho a decidir su futuro… somos ciudadanos de un pueblo que ha sido libre y lo quiere volver a ser». Francesc Homs, consejero de Presidencia de la Generalitat de Cataluña: «Si diéramos marcha atrás, moriríamos como nación».

*.-La pasión por la nación imaginada.
*.- El fervor por la diferencia que desata emociones, ardores y exaltaciones.
*.- El nacionalismo funerario que desencadena la veneración de los antepasados con su consiguiente liturgia. Ese nacionalismo que hace una lectura presentista del pasado con la intención de obtener réditos de índole diversa. Y el mesianismo de quien se adjudica la misión de conducir al pueblo sometido a la consecución de la libertad, la riqueza y la plenitud.
*.- La redención. Francesc Homs, otra vez: «Cataluña tiene ahora la oportunidad de redimir la derrota de 1714». Para ello –mistificación histórica, recalentamiento identitario, narcisismo de las pequeñas diferencias, populismo, unanimismo, prescripción de la realidad, construcción de un enemigo siempre al acecho, fantasía, providencialismo, redención, recuperación del paraíso perdido– todo vale. Incluso, la deslealtad institucional, el incumplimiento de la ley, el resquebrajamiento social y la extranjerización de parte de la ciudadanía.
Gaziel, en el artículo ya citado, concluye: «Yo querría una Historia de Cataluña que se olvidara para siempre de contar lo que debiera haber sido y no fue, para decirnos lo que ha sido y lo que es, para ver si así podíamos llegar, por fin, a ver claramente lo que puede ser».
Para ello, hay que superar la enfermedad de pasado de un nacionalismo que genera frustración, acritud y resentimiento.
Un nacionalismo que, obnubilado por cortesanos y corifeos, debilitado por la pérdida progresiva de apoyo político, social, empresarial y mediático, falto de la repercusión exterior deseada, está creando ya anticuerpos.
Miquel Porta Perales, escritor.

El derecho a decidir del pueblo catalán y la sentencia del TC
ABC | José Manuel Otero Lastres
Tan pronto como se dio a conocer la sentencia del Tribunal Constitucional de 25 de marzo de 2014 sobre la Resolución del Parlamento de Cataluña que aprobó la Declaración de soberanía y del derecho a decidir del pueblo de Cataluña, desde fuentes de la Generalitat, y sin esperar a una lectura minuciosa de dicha sentencia, se apresuraron a descalificar a nuestro más alto Tribunal diciendo que tenía naturaleza política.
Pasado algún tiempo, y tras comprobar que la mencionada sentencia también declaró que, debidamente interpretadas, las referencias al «derecho a decidir de los ciudadanos de Cataluña», contenidas en aquella Resolución del Parlamento, no eran inconstitucionales, parece que el Tribunal Constitucional ya «no es tan político», ni, por supuesto, la sentencia tan desacertada. Al darle parte de la razón a la Generalitat, los promotores de la consulta ven ahora en esa parte de la sentencia una especie de balón de oxígeno que les permite seguir defendiendo, aunque sea «con ventilación asistida», las inviables pretensiones secesionistas de Artur Mas.

Sin embargo, si se lee sin tendenciosidad la indicada sentencia podrá comprobarse que las consideraciones de nuestro más alto Tribunal sobre el «derecho a decidir», lejos de suponer un alivio que descargue la situación comprometida en que se encuentra el presidente de la Generalitat, vienen a confirmar algo suficientemente sabido por todos los que conocen medianamente nuestra Constitución, a saber: que «el derecho a decidir» de los ciudadanos de Cataluña es una aspiración perfectamente defendible siempre que –y esto es lo fundamental– se haga en el marco de la Constitución. En efecto, lo primero que señala la sentencia es que las referencias que se contienen en la enjuiciada Resolución del Parlamento de Cataluña «al derecho a decidir» no se proclaman con carácter independiente o, lo que es lo mismo, directamente vinculadas con el principio de la declaración de soberanía del pueblo de Cataluña. De haberse planteado de este modo, es decir, si el «derecho a decidir» se hubiese propuesto como «derecho de autodeterminación», tal declaración sería tan inconstitucional como la de la pretendida soberanía de los ciudadanos de dicha Comunidad.
La segunda precisión que hace la sentencia es que la indiscutible primacía de la Constitución no debe confundirse con una adhesión positiva a la Carta Magna: en nuestra Constitución no rige el modelo de la «democracia militante» en el que «se imponga, no ya el respeto, sino la adhesión positiva al ordenamiento y, en primer lugar, a la Constitución». Lo cual significa que tienen cabida en nuestro ordenamiento constitucional «cuantas ideas quieran defenderse» y que no existe un núcleo de normas inaccesible a los procedimientos de reforma constitucional. Ahora bien, la sentencia concluye diciendo, como no podía ser de otro modo, que el planteamiento de modificaciones del orden constitucional tiene cabida en nuestro ordenamiento siempre que se realicen, en todo caso y de manera inexcusable, en el marco de los procedimientos de reforma de la Constitución previstos en la misma.
El TC no niega que «el derecho a decidir» sea una aspiración que puede ser defendida. Pero afirma –y esto es lo más relevante– que mientras no se modifique la vigente Constitución los portadores de ese derecho son los sujetos en los que reside la soberanía nacional, es decir, el pueblo español.
Hoy por hoy el pueblo catalán no puede determinar libre y democráticamente su futuro por medio de una consulta. De un lado, porque la Constitución proclama que la soberanía nacional reside en el pueblo español, así como que la Nación española es la patria común e indivisible de todos los españoles. Y, de otro, porque la soberanía del pueblo de Cataluña se predica de un sujeto creado en el marco de la Constitución, que, en virtud del ejercicio de su autogobierno, ha decidido constituirse en comunidad autónoma, tal y como se dice en el artículo 1 del propio Estatuto de Cataluña. Dicho más claramente, las pretensiones de los independentistas chocan con dos obstáculos: la Constitución, que atribuye la soberanía a la totalidad del pueblo español, y el propio Estatuto de Cataluña –que tiene su razón de ser en la propia Constitución–, que solo reconoce el «autogobierno» a los ciudadanos de Cataluña «constituidos» en comunidad autónoma y en el marco de su Estatuto de Autonomía, que es su norma institucional básica.
Así pues, por mucho que se intente «retorcer» la sentencia del pasado 25 de marzo de 2014, el TC lo único que ha declarado es que «el derecho a decidir» es, hoy por hoy y bajo la vigencia del actual texto constitucional, una aspiración política susceptible de ser defendida siempre que se respete el marco de la Constitución, modificable con al asentimiento de todo el pueblo español.
José Manuel Otero Lastres, catedrático de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Alcalá.

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