Los diputados catalanes y parlamentarios
españoles defienden sus posturas en el Congreso
Comienza un debate histórico sobre
Cataluña con resultado previsto
Cita en el Congreso. (Fuente ABC)
A la tribuna de la Cámara se han subido
en la tarde de este martes los tres diputados catalanes encargados de defender
la cesión a la Generalitat de la competencia de convocar el referéndum
soberanista —Jordi Turull (CiU), Marta Rovira (ERC) y Joan Herrera (ICV-EUiA)—;
y, posteriormente, los portavoces de los diferentes grupos parlamentarios para
exponer sus argumentos a favor y en contra de la propuesta llegada desde la
asamblea autonómica. Ignacio Gil Lázaro (PP), secretario primero del Congreso
español, se ha encargado de abrir la sesión, con la lectura del escrito de
rechazo del Gobierno a la petición del hemiciclo catalán: "Porque puede
suponer una vulneración de la Constitución". Tras él, ha llegado el turno
de los parlamentarios:
Turull: "Queremos protagonizar
un ejemplo
de democracia"
A Jordi Turull, portavoz de CiU en el
Parlament, le ha correspondido ejercer como primer defensor de la propuesta de
la asamblea autonómica. "En representación de una amplia mayoría del
pueblo de Cataluña", ha afirmado el diputado, que ha hecho especial
hincapié durante su intervención en que el referéndum supondría un
"ejemplo de democracia". "Todos los expertos en derecho
constitucional coinciden en que, si hay voluntad política, la consulta tiene
cabida dentro de la Carta Magna", ha defendido el convergente, que ha
continuado su exposición resaltando que ha ido al Congreso a buscar "un
acuerdo". "Pero, si ustedes no quieren, no desistiremos. Recurriremos
a otras vías legales. El pueblo de Cataluña ha iniciado un camino sin retorno".
Rovira: "No tenemos suficientes
recursos ni competencias"
"Hoy defendemos al pueblo de
Cataluña entero", ha subrayado al principio de su intervención Marta
Rovira (ERC), que ha vuelto en su discurso a la tesis principal esgrimida por
Jordi Turull (CiU). "[Con este referéndum] defendemos la democracia".
"Porque no tenemos suficientes recursos ni competencias para ayudar a
nuestros ciudadanos", ha añadido la dirigente nacionalista, que ha
insistido en esa idea: "Votaremos y ganaremos nuestro futuro". La
parlamentaria, que ha intervenido en segundo lugar, ha asegurado que los
partidos soberanistas apuestan por el diálogo y los pactos. "Venimos a
buscar un acuerdo para hacer posible la consulta. Es necesario y si se quiere
se puede". "Si nos conociéramos más, también nos apreciaríamos
más".
Herrera: "Proponemos un pacto,
una salida democrática"
Joan Herrera, de ICV-EUiA, ha cerrado la
terna de diputados catalanes aterrizados este martes en el Congreso.
"Estamos aquí porque la España que nos gobierna no entiende la realidad
más plurinacional de Europa", ha sentenciado. El parlamentario ha
recalcado que el referéndum tiene un carácter consultivo y "no
vinculante". "Es el mejor instrumento para debatir. Les proponemos un
pacto, una salida democrática". El representante de la coalición ha
insistido en la importancia de posibilitar el "derecho a decidir".
"Democracia es ajustar la legalidad a la realidad", ha concluido.
"Rompe España quien no reconoce el derecho a decidir, rescata a bancos y
abandona a la gente".
Rajoy: "Pretenden proclamar una
soberanía que no existe"
El presidente del Gobierno, Mariano
Rajoy, se ha subido a la tribuna del Congreso tras los diputados del Parlamento
catalán para rebatir sus argumentos. Él ha sido el primero en rechazar la
propuesta de la Asamblea autonómica: "No es posible acceder porque no lo
permite la Constitución, porque se trata de una transferencia
indelegable". Interrumpido en varias ocasiones por los aplausos del grupo
popular, el jefe del Ejecutivo ha insistido en que el referéndum "pretende
proclamar una soberanía que no existe". Porque Rajoy ha centrado su
discurso siempre en la misma idea: "La soberanía le corresponde a todos
los españoles, no existen soberanías regionales ni provinciales. Qué sentido
tiene solicitar que una parte de los españoles pueda tomar decisiones en nombre
de los demás". El presidente ha echado mano del argumentario utilizado por
su formación constantemente: que Cataluña saldría de la Unión Europea, de la
ONU, del euro y de los tratados internaciones; y que supondría un
"empobrecimiento" de la autonomía.
Rubalcaba: "Es un referéndum
políticamente vinculante"
El secretario general del PSOE ha
empezado su intervención con un argumento que ya había utilizado antes Rajoy.
"No cabe preguntar a unos cuantos lo que afecta al conjunto de todos los
ciudadanos españoles", ha apuntado Alfredo Pérez Rubalcaba, que ha
recalcado que esta propuesta del Parlament afecta a todo el país porque
"España sin Cataluña es otra cosa". "Además, vamos a votar No
porque quieren que se transfiera una competencia que no tiene nadie de acuerdo
con nuestra Constitución", ha remachado el dirigente socialista. Unas
palabras a las que ha sucedido, en respuesta a Joan Herrera, una valoración
sobre el carácter consultivo del referéndum. Rubalcaba ha explicado que ese
punto es cierto, pero que el resultado "es políticamente vinculante".
"Es un discurso insolidario, sin ningún fundamento económico en una
economía global", ha sentenciado el líder del PSOE sobre el
independentismo: "Nosotros no estamos de acuerdo con la independencia de
Cataluña por razones históricas, culturales, políticas. Y porque los
socialistas defendemos en Europa que se acaben las fronteras". Rubalcaba
ha apostado por el avance del sistema federal.
Duran: "Se pretende conocer la
posición de Cataluña"
Tras los dos grandes partidos, le ha
tocado de nuevo el turno a una formación que defiende la cesión a la
Generalitat de esa capacidad de convocar la consulta. "Subrayo su carácter
consultivo. Lo que se pretende es conocer la posición de Cataluña", ha
recalcado Josep Duran i Lleida (CiU), que ha recalcado —como han hecho antes
los diputados catalanes— que la propuesta del Parlament busca el
"diálogo" con el Estado central. "Hay que pactar para seguir
pactando". "Este no es referéndum sobre la independencia", ha
añadido, antes de subrayar que la propuesta no plantea que "una parte
decida por el todo". "Porque no se pretende decidir
unilateralmente", ha remachado el convergente, que ha comentado que la
Generalitat busca un acuerdo con Madrid. "Y no hay un vaciamiento de
funciones, como dice el Gobierno". "La Ley prevé opciones para dar
salida política a este problema", ha concluido el portavoz de CiU en el
Congreso: "¿Por qué tienen miedo a las urnas?".
Coscubiela: "La propuesta cabe
dentro de la Constitución"
El portavoz del grupo de Izquierda
Plural, Joan Coscubiela, ha defendido la propuesta del Parlamento catalán.
"Vamos a votar a favor de esta proposición porque cabe dentro del marco de
la Constitución. Es una concreción del ejercicio más directo de la
participación de los ciudadanos", ha apuntado el representante de la
coalición de izquierdas, que ha atacado duramente a Mariano Rajoy, a quien ha
acusado de repetir una "falacia". "La de confundir el derecho a
decidir con el resultado. Ha identificado una consulta con un resultado muy
concreto", ha subrayado. "Tampoco es cierto que esta proposición
prive del derecho a participar y decidir de los ciudadanos españoles. Esto es
absolutamente falso", ha espetado Coscubiela al jefe del Ejecutivo:
"Hoy debatimos una propuesta que plantea un cauce democrático,
constitucional y pactado para consultar a la ciudadanía de Cataluña sobre cómo
quiere que sea su futuro político colectivo".
Díez: "Es reaccionario levantar
fronteras"
"No hay discurso más reaccionario
que levantar fronteras. Un discurso basado en la hispanofobia, que se parece
demasiado a la eurofobia", ha defendido la portavoz de UPyD, Rosa Díez.
Desde la tribuna, la líder de la formación magenta ha calificado de
"antidemocrática" la propuesta del Parlament catalán. "Los
ciudadanos no nacionalistas viven oprimidos en Cataluña, no pueden ocupar el
espacio público", ha añadido durante la exposición de sus argumentos.
"Tanto defender el derecho a decidir... Ustedes ya vienen diciendo que
hagamos lo que hagamos van a seguir adelante", ha reprochado Díez a los
representantes de la asamblea autonómica. "En democracia está claro que
nadie en nombre de nadie puede quitar derechos a los ciudadanos. Es lo que
ustedes quieren".
Esteban: "Cataluña ha pedido
poder negociar"
Aitor Esteban (PNV) se ha preguntado
este martes "a quién puede molestar que la ciudadanía sea
consultada". El nacionalista vasco, durante toda su intervención, ha
recalcado los argumentos a favor de la consulta propuesta por la asamblea
catalana y ha atacado la postura defendida por el PP, PSOE y UPyD. "Hasta
el Tribunal Constitucional dice que se puede discutir lo que no está en la
Ley", ha sentenciado antes de referirse también a la "cuestión"
de Euskadi: "Queremos decidir". "Cataluña ha pedido poder
negociar y eso es lo que ustedes le niegan", ha remachado Esteban. Este ha
criticado que, en el debate, las formaciones mayoritarias se escuden en la
Carta Magna: "Están hablando de una voluntad formulada hace 35 años y
medio".
Bosch: "Todo el mundo sabe que
el partido esta amañado"
ERC ha regresado a la tribuna de la mano
de Alfred Bosch, portavoz de la formación en el Congreso de los diputados. El
dirigente nacionalista —que ha insistido en que "todo el mundo sabe que el
partido esta amañado"— se ha dirigido directamente a los ciudadanos
españoles: "Tú que has votado IU, PSOE o UPyD. O incluso al PP. Estoy
seguro de que entiendes que, si ahora se nos niega votar a los catalanes,
mañana cuando quieras elegir lo que sea, por ejemplo entre monarquía y
república, se te negará exactamente con los mismos argumentos de ahora: que es
ilegal y que no cabe en la Constitución". Bosch, que también ha utilizado
el inglés en su intervención —"We will vote"—, ha subrayado que no
"retiraremos las urnas" porque "la democracia obliga".
"Pero estamos dispuestos a hablar sobre cómo se convoca a la gente".
Errekondo: "La amenaza militar
sigue vigente"
Xabier Mikel Errekondo, de Amaiur, ha
recurrido constantemente al paralelismo entre Cataluña y País Vasco. "En
la misma línea [al plan Ibarretxe] dan un portazo al pueblo catalán", ha
sentenciado. En su intervención, en la que el portavoz de la coalición
abertzale ha afirmado que "la amenaza militar sigue vigente",
Errekondo también ha echado mano del proceso secesionista en Escocia: "El
señor David Cameron ha comprendido al pueblo escocés. En cambio, Rajoy solo
sabe decir No". "No es una cuestión de legalidad, sino de
democracia". Y ha añadido: "En la confrontación política quedan en evidencia,
porque se dan cuenta de que España se ha construido sobre pilares no
democráticos".
Fernández: "Los tiempos no son los de
hace 40 años"
"La propuesta de Ley que debatimos
refleja la voluntad del pueblo catalán a decidir su futuro", ha recalcado
Olaia Fernández, portavoz del BNG. La representante gallega ha insistido,
respecto a la Constitución, que las "leyes no son inmutables".
"Los tiempos de hoy no son los de hace 40 años", ha apostillado.
Oramas: "Hay que ofrecer
alternativas a Cataluña"
Los miembros del Grupo Mixto han contado
con poco tiempo para presentar sus argumentos. Ana Oramas (Coalición Canaria)
ha aprovechado su turno para pedir al Gobierno que "ofrezca
alternativas" a Cataluña. "Solo la reforma de la Constitución puede
permitir el encaje".
Baldoví: "La democracia se construyen
votando 'sí' hoy"
"No nos dejan decidir sobre la
reforma de Ley del aborto. No hacen un referéndum sobre la dación en
pago", le ha espetado el diputado de Compromís, Joan Baldoví, a los
parlamentarios del PP. El portavoz de esta formación ha defendido en la tribuna
el "derecho a decidir" y la "participación" ciudadana.
"[La propuesta] no es anticonstitucional. Pero no la aceptarán porque
tienen miedo a la democracia". Y Baldoví ha sentenciado: "La democracia
se construyen votando Sí. Soltando lastre".
Álvarez: "Proponen vaciar las
competencias del Estado"
Foro Asturias se ha opuesto a la
propuesta traída al Congreso desde el Parlament. Su portavoz, Enrique Álvarez
Sostres, ha argumentado que la aprobación de esta inicuiativa conlleva una
"pretensión de vaciar las competencias del Estado". "Amigos
catalanes, juntos y con vaivenes hemos llegado hasta aquí. Renovemos el marco
de convivencia".
Salvador: "Trabajemos juntos.
Les necesitamos"
"Algo, señorías, hemos hecho muy
mal para que una parte de los catalanes crea que los españoles no les tenemos
aprecio", ha señalado Carlos Casimiro Salvador (UPN). El representante del
partido navarro le ha pedido a los diputados catalanes que "trabajemos
juntos". "Les necesitamos", ha añadido, antes de evocar un
"espíritu de encuentro".
Barkos: "Yo sí quiero escuchar
la voz de Cataluña"
Uxue Barkos, de Geroa Bai, ha apoyado la
consulta en su discurso. "La
indisolubilidad solo parte en política de la unanimidad o de la
imposición", ha apuntado la diputada, antes de pronosticar que el
Parlamento español "optará" por la segunda. "Solo les falta
escuchar. Yo si quiero escuchar la voz de Cataluña", ha sentenciado.
Alonso: "La soberanía reside en
el pueblo español"
"Me pregunto porqué no está aquí
quien nos había convocado". Así ha arrancado Alfonso Alonso, portavoz del
PP, su intervención en la Cámara española. "El hecho de que se haya
presentado la propuesta al Congreso corrobora que la competencia está
aquí". El diputado popular ha remarcado el argumentario que, previamente,
ha utilizado Rajoy: "La soberanía reside en el pueblo español".
"El derecho a la secesión no es democrático, es la negación del derecho de
los demás"
ARTURO MAS OFENDE GRAVEMENTE AL CONGRESO
DE LOS DIPUTADOS
Luis María ANSON
El presidente de la Generalidad se ha
permitido declarar que si el Congreso de los Diputados rechaza esta semana su
propuesta secesionista, él seguirá adelante ciscándose en la decisión de la
Cámara que representa la soberanía nacional. Grave ofensa al Congreso de los
Diputados de un hombre mediocre y menor que tras su fracaso electoral se ha
aliado con ERC para encizañar la vida nacional.
Escudero de Oriol Junqueras, Arturo Mas,
que ni siquiera se ha dignado en acudir al Congreso, actúa ya como un iluminado
haciendo resplandecer su mediocridad. No es de recibo la chulería o la
inconsciencia con que ha declarado su decisión de pasarse por el acto del
triunfo al Congreso de los Diputados, si los representantes del pueblo español
deciden rechazar su propuesta. No sé si habrá precedentes históricos a
semejante desfachatez.
Tal y como se están desarrollando las
cosas, el Gobierno no tendrá más remedio que aplicar el artículo 155 de la
Constitución. Los británicos suspendieron la autonomía de Irlanda del Norte en
dos ocasiones y consiguieron embridar y someter a la ley a los que querían
burlarla.
Oriol Junqueras y su lacayo Arturo Mas
no se merecen más contemplaciones. Habrá que actuar conforme a la dignidad
nacional y a las exigencias de la Constitución. Basta ya a tanto despropósito
con el que se trata de ocultar el afán desmedido de un sector de la clase
política catalana de mandar más, así como de taponar los delitos de corrupción
cometidos por algunos de sus dirigentes.
Lección de Quebec: si pierdes, pierdes
dos veces
El País | François Rocher
Cataluña sigue preparándose para su
eventual referéndum y la Generalitat está realizando numerosos estudios sobre
diversos aspectos relacionados con la viabilidad de una Cataluña independiente.
También sería útil que los políticos
pudieran, al mismo tiempo, ponderar las consecuencias de una derrota en el
referéndum.
El caso de Quebec ofrece valiosas
enseñanzas en este sentido.
El Gobierno de Quebec ha celebrado dos
referendos para obtener la soberanía: uno en 1980 y otro en 1995.
En sendas ocasiones, la población de
Quebec rechazó la propuesta.
Ambos plebiscitos fueron democráticos
y alimentados por animados debates públicos que implicaron a todos los partidos
políticos, tanto de ámbito “provincial” (léase regional o autonómico) como de
ámbito federal (léase general).
Los resultados fueron aceptados tanto
por la ciudadanía como por los principales actores políticos.
Con todo, pese a sus dos derrotas, el
movimiento por la soberanía no se ha dado por vencido. Aunque
minoritaria, una parte significativa de la población de Quebec todavía es
partidaria de la opción soberanista y muchos partidos secesionistas la
promueven.
La experiencia de los referendos de
Quebec es muy valiosa y de ella pueden extraerse varias lecciones.
*.- En primer lugar, se realizaron en
el marco de reglas legales y políticas aceptadas por todas las partes con
intereses en juego.
Esta condición era esencial para que se
reconociera la legitimidad y se aceptase el resultado de los referendos.
*.- Segundo, los actores sociales y
políticos adoptaron estrategias y usaron argumentos que dejaban poco margen a
la negociación y concesiones mutuas.
Sin embargo, como veremos, las promesas
hechas y su cumplimiento (o no) atizaron la desconfianza y el descontento de
muchos quebequeses respecto al Gobierno central canadiense.
*.- Tercero, la doble derrota de las
propuestas de soberanía no dio lugar, en absoluto, a una “vuelta a la
normalidad”.
Tras cada uno de los referendos, se
realizaron cambios significativos en la estructura institucional canadiense. El
fracaso de 1980 fue seguido por una reforma constitucional que pasó a limitar
de manera considerable la autoridad del Gobierno de Quebec sobre la identidad
cultural, a saber, sobre su política lingüística. Por añadidura, la nueva
Constitución no ha mostrado ninguna apertura al reconocimiento de Quebec como
sociedad distinta, sino todo lo contrario: la Constitución reformada se basa en
la estricta igualdad de estatus y derechos entre las “provincias”.
Por su parte, el fracaso de 1995 llevó
al Gobierno de Canadá a regular, legislativa y judicialmente, los procesos de
referéndum. Por primera vez, las condiciones en que se habían llevado a cabo
las dos consultas precedentes ya no se aceptarían: el Gobierno central asumió
el derecho a rechazar la pregunta, a interpretar por sí mismo los resultados de
un nuevo referéndum, y a negociar una posible partición interna de zonas
territoriales de Quebec que deseen permanecer en Canadá. Considerada la demanda
de los nacionalistas de Quebec, durante 35 años, de que se reconociese su
“derecho a la autodeterminación”, esta fue una importante victoria para los
federalistas. Este derecho no ha quedado suprimido por completo, pero ahora
queda acotado por la legislación y la interpretación del Tribunal Supremo de
Canadá, a lo que se ha hecho referencia a menudo en el ámbito internacional.
Por último, ambos referendos han
limitado significativamente el espacio de maniobra del Gobierno de Quebec
respecto al cambio constitucional. Los quebequeses que apoyaron el NO dos veces
—la vasta mayoría— esperaban que estos resultados empujaran a Canadá a
satisfacer las necesidades de los quebequeses. Esto no sucedió.
En realidad, el sistema político
canadiense se transformó profundamente y aumentó la tutela federal sobre
Quebec. El “ganador” de las batallas plebiscitarias no solo mantuvo su
autoridad, sino que también se las arregló para fortalecer su control sobre la
“provincia” (Estado federado) disidente, de suerte que los referendos ayudaron
a fortalecer los elementos centralizadores dentro del sistema político
canadiense. Haciendo balance, los “perdedores” fueron los jugadores
individuales, la causa que defendían, y Quebec en su conjunto.
Preparar el futuro de una Cataluña
independiente es ciertamente prudente. Sería igualmente prudente que los
actores políticos, especialmente los que promueven la independencia, tuvieran
también un plan para la derrota, a fin de evitar una reacción política y
constitucional del Estado central que podría dar como resultado no una mayor
fortaleza, sino un debilitamiento político de Cataluña.
François Rocher es full professor
(catedrático) de la School of Political Studies, University of Ottawa (Canadá)
y catedrático visitante en la Universidad Pompeu Fabra. Traducción de Enric
Martínez Herrera.
ABC Enfermos de pasado
|
Miquel Porta Perales
La obsesión independentista del
nacionalismo catalán no se entiende fácilmente.
*.- Cuando se ha sufrido un batacazo
electoral después de situarse detrás de la pancarta de la independencia,
*.- cuando las encuestas señalan que CiU
sufriría otro porrazo en las urnas de celebrarse nuevas elecciones;
*.- cuando ni la legislación catalana,
ni la española ni la internacional contemplan la secesión,
*.- cuando en el Parlament de Cataluña
ni siquiera existe la mayoría necesaria para reformar el Estatuto;
*.- cuando una eventual consulta de
autodeterminación será –por ilegal– impugnada o declarada acto nulo,
*.- cuando sus promotores corren el
riesgo de ser juzgados por prevaricación,
*.- cuando eso ocurre,
*.- ¿por qué el nacionalismo catalán impulsa una
Declaración de Soberanía y del Derecho a Decidir del Pueblo de Cataluña que
afirma que «el pueblo de Cataluña tiene, por razones de legitimidad
democrática, carácter de sujeto político y jurídico soberano»?
*.- Cuando el índice de desempleo en
Cataluña es del 22,3%,
*.- cuando la Generalitat de Cataluña
paga nóminas y facturas gracias al Plan de Proveedores y al Fondo de Liquidez
Autonómica promovidos por el Estado,
*.- cuando el mundo de las finanzas y el
empresariado manifiestan sus críticas en público,
*.- cuando una Cataluña independiente quedaría
fuera de la Unión Europea con todo lo que implica,
*.- cuando eso ocurre, ¿por qué ese
empeño en la «transición nacional» de Cataluña?
*.- Cuando el diseño de las encuestas
oficiales favorables evidencian el sesgo partidista,
*.- cuando la mayoría de los ciudadanos
de Cataluña se siente «tan catalán como español»,
*.- cuando el proceso hacia la
independencia empieza a resquebrajar la convivencia,
*.- cuando el conflicto aparece en el
horizonte,
*.- cuando eso ocurre, ¿por qué la
obsesión independentista sigue ahí?
Se puede hablar de un Artur Mas que
confunde el deseo con la realidad e intenta sacar tajada de la coyuntura, de la
necesidad de ocultar una mala gestión con el reclamo independentista, de una
competición por la obtención de recursos económicos, políticos y simbólicos.
Eso es cierto. Pero resulta
insuficiente para explicar la obsesión independentista. Hay algo más.
José Ferrater Mora (Reflexiones sobre
Cataluña, 1955) escribió lo siguiente: «No es conveniente olvidar que el
pasado ha de ser efectivamente el pasado en lugar de convertirse en el reflejo
de cualquier melancólico recuerdo. Si no lo hacemos así caeremos enfermos de
pasado y nos resultará difícil curarnos de tan traidora enfermedad».
El filósofo catalán tenía razón.
Y sigue teniéndola.
Enfermos de pasado, ese es el
diagnóstico del nacionalismo catalán.
Ahí está la clave de la obsesión –esa
idea que con tenaz persistencia asalta la mente– independentista del
nacionalismo catalán.
¿Qué enfermedad de pasado?
Me van permitir que recurra a otro
prohombre catalán.
El periodista y escritor Agustí Calvet,
«Gaziel», en su ensayo Introducción a una nueva Historia de Cataluña (1938),
señaló que las historias de Cataluña «incluyen generalmente un prodigioso
equívoco» al hablar de «una entidad política y orgánica que es un puro
fantasma: Cataluña considerada como un Estado catalán».
El problema está –prosigue Gaziel– en
«esta figura mitológica» –el Estado catalán– que se «proyecta sobre el pasado y
el porvenir» de los catalanes. Ese fantasma que obnubila el espíritu,
condiciona el presente e hipoteca el futuro.
La enfermedad de pasado del
nacionalismo catalán –el mito del Estado catalán– se fundamenta y manifiesta en
una creencia irrefutable por definición: Cataluña es una nación y, en
consecuencia, tiene derecho a decidir libremente su futuro.
Tiene derecho a constituirse en
Estado independiente.
Una falacia que subsiste todavía.
Los ejemplos sobran. Tomen nota –me limito a
los últimos años– del crescendo vivido entre 2006 y 2013.
*.- Acto inicial: el Estatuto de Autonomía de
Cataluña (2006) habla de «los derechos históricos del pueblo catalán» que
justifican que Cataluña quiera «desarrollar su personalidad política en el
marco de un Estado que reconoce y respeta la diversidad de identidades de los
pueblos de España».
*.- Acto final (por ahora): la
Declaración de Soberanía y del Derecho a Decidir del Pueblo de Cataluña (2013):
«El autogobierno de Cataluña se fundamenta también en los derechos
históricos del pueblo catalán, en sus instituciones seculares y en la tradición
jurídica catalana. El parlamentarismo catalán tiene sus fundamentos en la Edad
Media… el pueblo de Cataluña tiene, por razones de legitimidad democrática,
carácter de sujeto político y jurídico soberano».
A partir de la falacia del pueblo
catalán construido como una nación milenaria depositaria del derecho
inalienable a devenir Estado independiente, a partir de esta enfermedad de pasado,
toman cuerpo los tres elementos que dan cuenta y razón de lo que hoy sucede: la
inmersión ideológica, la cultura de la queja y la perversión de la democracia.
La inmersión ideológica –el proceso
gracias al cual se transmiten las ideas nacionalistas dominantes vía educación,
información y entretenimiento– difunde una concepción de Cataluña que acaba
transformándose en doctrina oficial.
La cultura de la queja –la invención
de un imaginario absoluto al que se atribuyen intenciones malignas: la España
expoliadora y homogeneizadora– cohesiona la sociedad alrededor de quien la
protege del enemigo. Finalmente, la perversión de la democracia: el
nacionalismo catalán –obviando que en democracia los derechos políticos se
ejercen en el marco jurídico señalado por la ley– considera que existe un
«derecho a decidir», de carácter natural, que otorgaría al pueblo catalán el
«derecho a decidir libremente su futuro».
Artur Mas: ante el «derecho a decidir
no hay leyes ni constituciones».
*.- La enfermedad de pasado que proviene
de la Edad Media.
*.-El ser nacional de Cataluña que daría
derecho a constituirse en Estado. independiente.
Artur Mas: «Toda nación tiene
implícitamente el derecho a decidir su futuro… somos ciudadanos de un pueblo
que ha sido libre y lo quiere volver a ser». Francesc Homs, consejero de
Presidencia de la Generalitat de Cataluña: «Si diéramos marcha atrás,
moriríamos como nación».
*.-La pasión por la nación imaginada.
*.- El fervor por la diferencia que
desata emociones, ardores y exaltaciones.
*.- El nacionalismo funerario que
desencadena la veneración de los antepasados con su consiguiente liturgia. Ese
nacionalismo que hace una lectura presentista del pasado con la intención de
obtener réditos de índole diversa. Y el mesianismo de quien se adjudica la misión
de conducir al pueblo sometido a la consecución de la libertad, la riqueza y la
plenitud.
*.- La redención. Francesc Homs, otra
vez: «Cataluña tiene ahora la oportunidad de redimir la derrota de 1714».
Para ello –mistificación histórica, recalentamiento identitario, narcisismo de
las pequeñas diferencias, populismo, unanimismo, prescripción de la realidad,
construcción de un enemigo siempre al acecho, fantasía, providencialismo,
redención, recuperación del paraíso perdido– todo vale. Incluso, la deslealtad
institucional, el incumplimiento de la ley, el resquebrajamiento social y la
extranjerización de parte de la ciudadanía.
Gaziel, en el artículo ya citado,
concluye: «Yo querría una Historia de Cataluña que se olvidara para siempre
de contar lo que debiera haber sido y no fue, para decirnos lo que ha sido y lo
que es, para ver si así podíamos llegar, por fin, a ver claramente lo que puede
ser».
Para ello, hay que superar la
enfermedad de pasado de un nacionalismo que genera frustración, acritud y resentimiento.
Un nacionalismo que, obnubilado por
cortesanos y corifeos, debilitado por la pérdida progresiva de apoyo político,
social, empresarial y mediático, falto de la repercusión exterior deseada, está
creando ya anticuerpos.
Miquel Porta Perales, escritor.
El derecho a decidir del pueblo catalán
y la sentencia del TC
ABC | José Manuel Otero Lastres
Tan pronto como se dio a conocer la
sentencia del Tribunal Constitucional de 25 de marzo de 2014 sobre la
Resolución del Parlamento de Cataluña que aprobó la Declaración de soberanía y
del derecho a decidir del pueblo de Cataluña, desde fuentes de la Generalitat,
y sin esperar a una lectura minuciosa de dicha sentencia, se apresuraron a
descalificar a nuestro más alto Tribunal diciendo que tenía naturaleza política.
Pasado algún tiempo, y tras comprobar
que la mencionada sentencia también declaró que, debidamente interpretadas, las
referencias al «derecho a decidir de los ciudadanos de Cataluña», contenidas en
aquella Resolución del Parlamento, no eran inconstitucionales, parece que el
Tribunal Constitucional ya «no es tan político», ni, por supuesto, la sentencia
tan desacertada. Al darle parte de la razón a la Generalitat, los promotores de
la consulta ven ahora en esa parte de la sentencia una especie de balón de
oxígeno que les permite seguir defendiendo, aunque sea «con ventilación
asistida», las inviables pretensiones secesionistas de Artur Mas.
Sin embargo, si se lee sin
tendenciosidad la indicada sentencia podrá comprobarse que las consideraciones
de nuestro más alto Tribunal sobre el «derecho a decidir», lejos de suponer un
alivio que descargue la situación comprometida en que se encuentra el
presidente de la Generalitat, vienen a confirmar algo suficientemente sabido
por todos los que conocen medianamente nuestra Constitución, a saber: que «el
derecho a decidir» de los ciudadanos de Cataluña es una aspiración
perfectamente defendible siempre que –y esto es lo fundamental– se haga en el
marco de la Constitución. En efecto, lo primero que señala la sentencia es
que las referencias que se contienen en la enjuiciada Resolución del Parlamento
de Cataluña «al derecho a decidir» no se proclaman con carácter independiente
o, lo que es lo mismo, directamente vinculadas con el principio de la
declaración de soberanía del pueblo de Cataluña. De haberse planteado de este
modo, es decir, si el «derecho a decidir» se hubiese propuesto como «derecho de
autodeterminación», tal declaración sería tan inconstitucional como la de la
pretendida soberanía de los ciudadanos de dicha Comunidad.
La segunda precisión que hace la
sentencia es que la indiscutible primacía de la Constitución no debe
confundirse con una adhesión positiva a la Carta Magna: en nuestra Constitución
no rige el modelo de la «democracia militante» en el que «se imponga, no ya el
respeto, sino la adhesión positiva al ordenamiento y, en primer lugar, a la
Constitución». Lo cual significa que tienen cabida en nuestro ordenamiento
constitucional «cuantas ideas quieran defenderse» y que no existe un núcleo de
normas inaccesible a los procedimientos de reforma constitucional. Ahora bien,
la sentencia concluye diciendo, como no podía ser de otro modo, que el
planteamiento de modificaciones del orden constitucional tiene cabida en
nuestro ordenamiento siempre que se realicen, en todo caso y de manera
inexcusable, en el marco de los procedimientos de reforma de la Constitución
previstos en la misma.
El TC no niega que «el derecho a
decidir» sea una aspiración que puede ser defendida. Pero afirma –y esto es lo
más relevante– que mientras no se modifique la vigente Constitución los
portadores de ese derecho son los sujetos en los que reside la soberanía
nacional, es decir, el pueblo español.
Hoy por hoy el pueblo catalán no puede
determinar libre y democráticamente su futuro por medio de una consulta. De un
lado, porque la Constitución proclama que la soberanía nacional reside en el
pueblo español, así como que la Nación española es la patria común e
indivisible de todos los españoles. Y, de otro, porque la soberanía del pueblo
de Cataluña se predica de un sujeto creado en el marco de la Constitución, que,
en virtud del ejercicio de su autogobierno, ha decidido constituirse en
comunidad autónoma, tal y como se dice en el artículo 1 del propio Estatuto de
Cataluña. Dicho más claramente, las pretensiones de los independentistas chocan
con dos obstáculos: la Constitución, que atribuye la soberanía a la totalidad
del pueblo español, y el propio Estatuto de Cataluña –que tiene su razón de ser
en la propia Constitución–, que solo reconoce el «autogobierno» a los
ciudadanos de Cataluña «constituidos» en comunidad autónoma y en el marco de su
Estatuto de Autonomía, que es su norma institucional básica.
Así pues, por mucho que se intente
«retorcer» la sentencia del pasado 25 de marzo de 2014, el TC lo único que ha
declarado es que «el derecho a decidir» es, hoy por hoy y bajo la vigencia del
actual texto constitucional, una aspiración política susceptible de ser
defendida siempre que se respete el marco de la Constitución, modificable con
al asentimiento de todo el pueblo español.
José Manuel Otero Lastres, catedrático
de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Alcalá.
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